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Asunto: | Conversaciones con Dios / Fragmentos II / Relaciones amorosas / Pensamientos Promotores | Fecha: | Martes, 5 de Septiembre, 2000 05:20:20 (-0600) | Autor: | Ricardo Ocampo <anahuak @.............mx>
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CONVERSACIONES CON DIOS
Edit. Grijalbo
Fragmentos seleccionados por Gema Goizueta (Navarra- España)
Red Iberoamericana de Luz
www.elistas.net/foro/redluz
Relaciones amorosas
Debéis tratar de no hacer de vuestro amor un pegamento que liga, sino más
bien un imán que primero atrae, pero que luego se gira y repele, para que
aquellos a quienes atrae no empiecen a creer que necesitan estar pegados a
vosotros para sobrevivir. Nada puede estar más lejos de la verdad. Nada
puede resultar más perjudicial para los demás.
Deja que tu amor lance a tus seres queridos al mundo, y a experimentar
plenamente quiénes son. Si haces esto, habrás amado verdaderamente.
Hay una manera de ser feliz en las relaciones y consiste en utilizarlas
para el fin que les es propio, y no para el que tú les has designado.
Las relaciones son una prueba constante; constantemente invitan a crear,
expresar y experimentar las más elevadas facetas de ti mismo, las más
magníficas versiones de ti mismo. En ninguna otra parte puedes realizar
esto de un modo más inmediato, efectivo e inmaculado que en las relaciones.
En realidad, si no fuera por las relaciones, no podrías realizarlo en
absoluto.
Cuando las relaciones humanas fracasan (en realidad, las relaciones nunca
fracasan, excepto en el sentido estrictamente humano de que no producen el
resultado que quieres), es porque se habían iniciado por una razón equivocada.
La mayoría de la gente inicia las relaciones con las miras puestas en lo
que puede sacar de ellas, en lugar de en lo que puede aportar a ellas.
El objetivo de una relación es decidir qué parte de ti mismo quisieras ver
"descubierta"; no qué parte de la otra persona puedes capturar y conservar.
Sólo puede haber un objetivo para las relaciones, y para toda la vida: ser
y decidir Quien Realmente Sois.
Resulta muy romántico decir que tú no eras "nada" hasta que llegó esa otra
persona tan especial; pero no es cierto. Y, lo que es peor, supone una
increíble presión sobre esa persona, forzándole a ser toda una serie de
cosas que no es.
El objetivo de la relación no es tener a otra persona que te complete, sino
tener a otra persona con la que compartir tu completitud.
He aquí la paradoja de todas las relaciones humanas: no necesitáis a una
determinada persona para experimentar plenamente Quienes Sois, y... sin un
otro, no sois nada.
Vuestro más magnífico sueño, vuestra más alta idea y vuestra más acariciada
esperanza se había referido a vuestro amado otro, en lugar de a vuestro
amado Yo.
Las relaciones son sagradas porque proporcionan la más grandiosa
oportunidad en la vida- en realidad la única oportunidad- de crear y
producir la experiencia de tu más elevado concepto de ti mismo. Las
relaciones fracasan cuando las consideras la más grandiosa oportunidad de
crear y producir la experiencia de tu más elevado concepto de otro.
Deja que en la relación con otra persona, cada uno se preocupe, no del
otro, sino sólo y únicamente de Sí mismo.
Es el hecho de centrarte en el otro- de obsesionarte con el otro- lo que
hace que las relaciones fracasen.
¿Qué es el otro? ¿Qué hace? ¿Qué tiene? ¿Qué dice, quiere o pide? ¿Qué
piensa, espera o planea?
El Maestro entiende que no importa lo que el otro sea, haga, tenga, diga,
quiera o pida. No importa lo que el otro piense, espere o planee. Sólo
importa lo que tú hagas en relación con ello.
La persona que más ama es la persona que está más centrada en Sí misma.
Vuestras relaciones personales son "tierra santa". Prácticamente no tienen
nada que ver con el otro, pero, puesto que implican a otro, tienen todo que
ver con el otro.
Esta es la divina dicotomía. Este es el círculo perfecto. Así, no
constituye una enseñanza tan radical afirmar: "Bienaventurados los que se
centran en Sí mismos. Porque ellos conocerán a Dios". Puede que no sea un
mal objetivo en tu vida conocer la parte más elevada de Ti mismo, y
permanecer centrado en ella.
Tu primera relación, pues, debe ser contigo mismo. Debes aprender primero a
honrarte, cuidarte y amarte a Ti mismo.
Debes verte a Ti mismo como estimable para poder ver al otro como tal.
Debes verte a Ti mismo como bienaventurado para poder ver al otro como tal.
Debes verte primero a Ti mismo como santo para poder reconocer la santidad
en el otro.
Céntrate ahora y siempre en Ti mismo.
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El Maestro es aquel que ha vivido suficientes experiencias como para saber
por adelantado cúal es su elección definitiva. No necesita "probar" nada.
Ya ha llevado antes esa ropa, y sabe que no le sienta bien; no es "la
suya". Y, puesto que la vida del Maestro está dedicada a la realización
constante del Yo tal como uno mismo sabe que es, nunca albergará
sentimientos "que no le sientan bien".
El Maestro es aquel que siempre responde de la misma manera; y esa manera
es siempre la opción más elevada.
En esto el Maestro es inmediatamente previsible; por el contrario, el
alumno es totalmente imprevisible. Se puede afirmar si alguien se halla en
camino de ser Maestro simplemente observando con qué grado de
previsibilidad escoge la opción más elevada en respuesta o como reacción a
una determinada situación.
Por supuesto, esto plantea una pregunta: ¿cuál es la opción más elevada?
Yo te aseguro que en el momento crítico de toda relación humana, sólo hay
una pregunta:
¿QUE HARIA EL AMOR?
Ninguna otra pregunta es importante; ninguna otra pregunta es
significativa; ninguna otra pregunta tiene la menor importancia para
vuestra alma.
Pero deja que te diga algo: la opción más elevada es la que te produce el
mayor bien a ti mismo.
Al igual que toda verdad espiritual profunda, esta afirmación se presta
inmediatamente a una mala interpretación. El misterio se aclara un poco en
el momento en que uno decide cuál es el mayor "bien" que puede hacerse a sí
mismo. Y cuando se ha tomado la opción absolutamente más elevada, el
misterio desaparece, el círculo se completa, y el mayor bien para uno mismo
se convierte en el mayor bien para el otro.
Lo que te haces a Ti mismo, se lo haces al otro; lo que le haces al otro,
te lo haces a Ti mismo.
Y ello, porque tú y el otro sois uno.
Y ello, porque ...no hay nada más que tú.
Te lo aseguro: ponerte a ti mismo en primer lugar, en su más elevado
sentido, nunca lleva a realizar un acto impío.
No tienes ninguna obligación, ni respecto a las relaciones, ni respecto a
nada en la vida. Ni tampoco ninguna restricción o limitación, ninguna pauta
ni ninguna regla. Ni estás obligado por ninguna circunstancia, ni por
ningún código de leyes. Ni eres merecedor de castigo por ninguna ofensa, ni
eres capaz de cometerla, puesto que no hay nada "ofensivo" a los ojos de Dios.
No hay ningún camino que no pueda funcionar si estás dedicado a la tarea de
crear tu Yo. Si por el contrario, te imaginas que estás dedicado a la tarea
de tratar de ser lo que algún otro quiere que seas, la ausencia de reglas o
pautas pondrá ciertamente las cosas más difíciles.
No puedes creer en una relación libre de obligaciones si no aceptas quién y
qué eres realmente. A una vida de completa libertad tu la llamas "anarquía
espiritual". Yo la llamo la gran promesa de Dios.
No tienes ninguna obligación en tus relaciones. Tienes únicamente
oportunidades.
Las oportunidades, no las obligaciones, constituyen la piedra angular de la
religión, las bases de toda espiritualidad. Si lo ves al revés, entonces no
lo entiendes.
El matrimonio es un sacramento. Pero no debido a sus obligaciones sagradas,
sino más bien porque constituye una oportunidad inigualable.
En el contexto de las relaciones, no hagas nada porque lo percibas como una
obligación. Hagas lo que hagas, hazlo con la percepción de la gloriosa
oportunidad que las relaciones te proporcionan para decidir y ser, Quién
Realmente Eres.
En las relaciones procura no confundir la duración con el trabajo bien
hecho. Recuerda que tu tarea en este planeta no consiste en ver cuanto
tiempo puedes mantener una relación, sino en decidir y experimentar, Quién
Eres Realmente.
Este no es un argumento en favor de las relaciones de corta duración; pero
tampoco hay necesidad de que sean de larga duración.
Sin embargo, aunque no hay tal necesidad, se pueden decir muchas cosas de
ellas: las relaciones de larga duración proporcionan notables oportunidades
para el crecimiento mutuo, la expresión mutua y la mutua satisfacción; y
ahí radica su propia recompensa.
Si ambos estáis de acuerdo a un nivel consciente de que el objetivo de
vuestra relación consiste en crear una oportunidad, no una obligación; una
oportunidad de crecimiento, de auto-expresión plena, de elevar vuestras
vidas a su máximo potencial, de subsanar cualquier falso pensamiento o idea
que hayáis tenido de vosotros mismos, y de la unión final con Dios a través
de la comunión de vuestras dos almas; si asumes este compromiso, en lugar
de los compromisos que has asumido hasta ahora, la relación se habrá
iniciado con muy buen pie, habrá tenido un muy buen principio.
Sin embargo, eso no garantiza el éxito.
Si quieres garantías en la vida, entonces no quieres la vida. Quieres
ensayar un guión que ya ha sido escrito.
Por su propia naturaleza, la vida no puede tener garantías; de ser así,
todo su propósito se vería frustrado
Ensancha tu horizonte. Aumenta la profundidad de tu visión. Trata de ver
más en ti de lo que crees que se puede ver. Trata también de ver más en tu
pareja.
Nunca perjudicará en nada a tus relaciones- ni a nadie- el hecho de que
veas en los otros más de lo que ellos te muestran, puesto que hay más.
Mucho más. Es únicamente su miedo lo que le impide mostrártelo. Si lo demás
notan que tu ves más en ellos, no temerán mostrarte lo que tú,
evidentemente, ya veías.
Digamos que las personas tienden a ver en sí mismas lo que los demás vemos
en ellas. Cuanta más grandiosa sea nuestra visión, más grandiosa será su
voluntad de manifestar la parte de ellos que nosotros les hemos mostrado.
¿No es así como funcionan las relaciones auténticamente dichosas? ¿No forma
esto parte del proceso de curación, el proceso por el cual permitimos a las
personas "desprenderse" de cualquier falso pensamiento que hayan tenido
acerca de sí mismas?
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¿Cómo cambiar un pensamiento Promotor?
El modo más rápido de cambiar un pensamiento raíz, o una idea promotora, es
invertir el proceso pensamiento-palabra-obra.
Es decir, realiza la acción que quieras que lleve consigo el nuevo
pensamiento. Luego pronuncia las palabras que quieras que lleve consigo tu
nuevo pensamiento. Hazlo bastante a menudo, y enseñarás a tu mente a pensar
de una manera nueva.
Si quieres cambiar un pensamiento raíz, tienes que hacerlo antes de
pensarlo. Decide actuar antes de pensar. Cuando quieras cambiar un
pensamiento raíz, obra de acuerdo con la nueva idea que tengas. Pero debes
actuar con rapidez, o tu mente matará la idea antes de que te des cuenta. Y
lo digo literalmente. La idea, la nueva verdad, morirá en ti antes de que
hayas tenido la oportunidad de ser consciente de ella.
Actúa, pues, con rapidez cuando surja la oportunidad; y si lo haces a
menudo, tu mente pronto hará suya la idea. Y será tu nuevo pensamiento.
Las afirmaciones no funcionan si no son más que declaraciones de algo que
quieres que sea verdad. Las afirmaciones sólo funcionan cuando son
declaraciones de algo que ya sabes que es verdad.
La mejor "afirmación" es una declaración de gratitud y reconocimiento.
"Gracias Señor, por darme el éxito en mi vida". Ahora bien, esa idea,
pensada, dicha y realizada, produce resultados maravillosos cuando proviene
de un auténtico conocimiento; no de un intento de producir resultados, sino
de la conciencia de que los resultados ya se han producido
***La preocupación es precisamente la peor forma de actividad mental que
hay después del odio, y resulta profundamente autodestructiva. La
preocupación no tiene sentido. Es malgastar la energía mental. Además crea
reacciones bioquímicas que dañan al cuerpo, produciendo un sinfín de
problemas que van desde una simple indigestión hasta una parada cardíaca.
La salud mejorará casi en el mismo instante en que cese la preocupación.
La preocupación es la actividad de una mente que no entiende su vinculación
conmigo.
Toda enfermedad ha sido creada antes en la mente.
Nada ocurre en nuestra vida - nada - sin que primero haya sido un
pensamiento. Los pensamientos son como imanes, que atraen sus efectos sobre
uno. Puede que el pensamiento no siempre sea evidente - y, en consecuencia,
claramente causal-, tal como: "Voy a contraer una terrible enfermedad". Es
posible que sea(y normalmente es) mucho más sutil que eso: "No merezco
vivir"; "Mi vida es un lío"; "Soy un perdedor"; "Dios va a castigarme";
"Estoy hasta la coronilla de mi vida".
Estos pensamientos constituyen una forma de energía muy sutil, pero
sumamente poderosa. Las palabras son menos sutiles, más densas. Las
acciones constituyen la forma más densa de las tres. La acción es energía
en una forma física fuerte, con un movimiento potente. Cuando piensas,
hablas y actúas según un concepto negativo tal como "Yo soy un perdedor"
pones una enorme cantidad de energía en movimiento.
Resulta muy difícil invertir los efectos del pensamiento negativo una vez
estos han adquirido forma física. No es imposible, pero sí muy difícil. Se
requiere un acto de fe excepcional. Se requiere una extraordinaria
confianza en la fuerza positiva del universo, llámese Dios, Diosa, Motor
Inmóvil, Fuerza Primera, Causa Primera, o lo que sea.
Los sanadores poseen precisamente esta fe. Es una fe que penetra en el
Conocimiento Absoluto. Saben que estás preparado para ser completo y
perfecto en este mismo momento. Ese conocimiento es también un pensamiento,
y muy poderoso. Tiene el poder de mover montañas, por no hablar de las
moléculas de tu cuerpo. Así es como los sanadores pueden curar incluso a
distancia.
El pensamiento no conoce distancias. Viaja alrededor del mundo y atraviesa
el universo en menos tiempo del que tardas en pronunciar la palabra.
Seleccion de Gema Goizueta (Navarra- España)
Red Iberoamericana de Luz
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