Asunto: | [redanahuak] QUE ES EL CORAZON? / SUFISMO / SHEIJA AMINA | Fecha: | Jueves, 19 de Febrero, 2004 00:05:53 (-0600) | Autor: | Anahuak Home <redanahuak @...............mx>
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PARLAMENTO DE LAS RELIGIONES DEL MUNDO
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CUMBRE DE NUEVA CONCIENCIA
10-11 de julio
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TRASCRIPCIÓN DEL INTENSIVO
¿QUÉ ES EL CORAZÓN? PARA EL SUFISMO
por SHEIJA AMINA TESLIMA AL YERRAJI
18 de noviembre 2000
http://www.instituto-de-lo-sagrado.org/htm/boletin/fr_boletin.htm
Abrimos nuestro corazón y pedimos a Dios que nos ayude a percibir la
Realidad Divina trascendiendo nuestra razón y más allá de las facultades
intelectuales, porque precisamente la enseñanza nos guía en esta dirección.
Para estudiar el corazón ‹que es el centro de la conciencia de todo ser
humano‹ primero necesitamos comprender que no es a base del entendimiento
racional que vamos a lograrlo, sino realmente el conocimiento debe penetrar
la realidad del corazón. Este círculo de estudio tiene esta característica,
saber que no es sólo con la razón y con agudeza mental que esta realidad se
abre para nosotros, por lo tanto intentamos captar con lo que la facultad
racional nos permite, pero también estamos concientes de otras facultades
que son más intuitivas y receptivas a la transmisión divina que fluye
constantemente. Estamos en un estado intermedio entre recibir con la
antenita acostumbrada y con el corazón que tiene la facultad de recibir
constantemente de Dios, como nos dice Ibn al-Arabí. El corazón
constantemente está recibiendo de la Conciencia Divina, ya sea ignorancia o
sabiduría.
Voy a empezar citando una serie de Jadiz, es decir tradiciones orales, para
plantear el tema de nuestro estudio, el corazón. Vamos a oír lo que tiene
que decir el Profeta Mujámmad sobre el corazón. No tiene par el célebre
Jadiz que dice: ³Mi tierra y mis cielos no me abarcan pero el corazón de mi
servidor fiel sí me abarca². Este es un Jadiz Qudsi. La tradición oral puede
ser de varios tipos. Esta es qudsi, que significa sagrada. Las tradiciones
de ese tipo vienen directamente de Dios; Mujámmad la escucha en su propio
corazón o conciencia, pero es Dios Quien lo dice. Ese es probablemente el
más trascendental Jadiz respecto a nuestros corazones, y se puede decir que
es una plataforma sobre la que se levanta el sufismo, la tradición mística
del Islam. Los sufis resumían este Jadiz diciendo: ³El corazón de la persona
de fe es el trono del Todo Misericordioso².
Hay otro Jadiz también muy conocido que dice: ³Los corazones se oxidan como
el hierro, y el pulimento del corazón es la remembranza de Dios y la
recitación del Corán². Este es un Jadiz Sherif o noble, es decir, el Profeta
lo dijo por sí mismo. El pulimento es el dhikr o remembranza de Dios, se
haga en comunidad o en silencio. Otro Jadiz también muy interesante del
Profeta dice: ³Si no fuera por el exceso de su hablar y la agitación de sus
corazones, ustedes podrían ver lo que yo veo y escuchar lo que yo escucho².
También dijo: ³Oh Transformador de Corazones, ata mi corazón firmemente en
tu religión². Estos Jadiz plantean lo que vamos a estudiar juntos, qué es el
corazón.
A Ibn al-Arabí se lo conoce como el Sheij al-Ákbar, el más grande sheij o
maestro de la tradición; es quien estructura y hace accesible el
conocimiento del Wahadat al-Wuyud o Unicidad de la Existencia, que
finalmente es una articulación de la experiencia de la ilajha ilal-láh, que
significa ³no existe nada aparte de Dios², o ³sólo la realidad divina es².
El Wajadat al-Wuyud, la Unicidad del Ser o de la existencia, es una idea
central, indispensable en el legado incomparable de Ibn al-Arabi a la
humanidad. Mi metáfora favorita para explicar esta premisa revelada es el
ejemplo del vitral. Si estamos frente a un vitral vemos una multiplicidad de
colores, el rojo, el amarillo, el naranja, el verde, pero sabemos que la luz
es una. Esa luz una e incolora le da la capacidad de brillar a los colores.
Las manifestaciones que nosotros percibimos son esos colores y el Ser Uno es
la luz que les presta la capacidad de brillar. La multiplicidad y la unidad
están ahí claramente expuestas. Sabemos que la luz es una y sabemos que los
colores son múltiples, pero no porque los colores sean múltiples hay más de
una luz. Dios sería esta luz y las criaturas y toda forma corpórea,
recipientes que reciben la capacidad de brillar de la Luz Única. La
existencia erróneamente llamada propia, es algo prestado; esa luz o esa
capacidad de brillar es la existencia que la luz única e incolora nos da.
Esta es la visión sufi por excelencia, y también obviamente la visión del
Vedanta y si escarbamos y seguimos buscando, la visión subterránea de todas
las grandes tradiciones sagradas. Cuando las tradiciones empiezan a ser
develadas y el ser humano penetra uno y otro de los salones, como si fuera
un edificio con mil departamentos, lo que encuentra al fondo de todas las
tradiciones es la ilajha il al-láh, la Wajadat al-wuyud, con diferentes
nombres en cada una de las tradiciones. Como dice el Rig Veda, la verdad es
una pero se le llama por muchos nombres. Entendido esto, todo es teofanía. A
nivel esencial, al nivel más absoluto posible, toda percepción del ser
humano, toda experiencia es teofanía. Ibn al-Arabí llamaba a esto ³tayali²,
o manifestación de Dios, y más comúnmente, epifanía.
Ahora bien, si éste es el caso, y si toda percepción es ultimadamente
epifanía ¿por qué no nos damos cuenta? Los seres humanos en muy raras y
excepcionales ocasiones tenemos esta vislumbre, esta penetración. Nuestros
estados ordinarios de conciencia no participan de esta realidad. En un
momento dado, por gracia divina, se abre esa cortina y podemos reconocerlo
con lágrimas en los ojos en un estado completamente diferente de nuestro
estado ordinario. Es interesante que incluso durante largos períodos de
práctica no necesariamente lo experimentamos, puede suceder en un segundo
dentro de 4 días de retiro o puede sucedernos en el metro, súbitamente.
Este es uno de los primeros puntos a reflexionar, ¿por qué no nos damos
cuenta de esto, por qué no participamos de ello concientemente? En el
sufismo hay una importante diferenciación entre hal y makám. Makám es una
estación, un estadio en que el alma está establecida y lo que llaman hal es
un estado pasajero. Nosotros quizá hemos experimentado esto en estados
pasajeros de conciencia, pero de acuerdo al Corán, los místicos y los
profetas están establecidos en esta conciencia. Está documentado que los que
llamamos ³iluminados², los seres que han despertado a esta realidad,
permanecen en este estadio, lo tienen como base de su ser, sin que eso
implique congelamiento.
¿Qué es lo que hace que un corazón permanezca con más frecuencia en un
estado ordinario de conciencia donde no participa de la realidad y de
momento sí pueda participar de ella? ¿Cómo es este corazón, que va de la
percepción ordinaria a la contemplación?
Esta contemplación de la que estamos hablando se conoce en este argot como
³shahid² que literalmente quiere decir ³testigo², y es uno de los Nombres
Divinos revelados en el Sagrado Corán. ¿Qué es lo que nos hace en un momento
dado atestiguar esta realidad que transforma la experiencia humana en
teofanía o epifanía? Cuando ocurre no es bajo nuestro control, eso es un
punto importante. No es a voluntad que podemos trasladarnos al estadio desde
el cual se ve la realidad tal como es. Por eso el Profeta oraba ³Oh Al-láh
muéstrame las cosas como son².
Planteado esto vamos a ver lo que dice el Corán. La pregunta sigue en el
aire. ¿Cómo funciona este corazón que de momento es asaltado por esta
posibilidad y la cortina se corre, pero que pasa gran parte de su tiempo
percibiendo multiplicidad y dualidad, percibiendo la realidad de forma
incorrecta o infiel?
El Asiento de la Conciencia
El término coránico para referirse al corazón es qalb. En el Corán se hacen
132 menciones del corazón en las que lo presenta consistentemente como el
asiento de la conciencia. También de acuerdo al Corán es el asiento de
nuestra ignorancia y el de la presencia divina. El corazón es el foco de
atención de Dios, Él tiene su atención puesta en el corazón humano. Una de
las citas coránicas relevantes que debo añadir es ³No hay nada de lo que
Dios esté más cerca que del corazón humano². Los versos también enfatizan la
cercanía de Dios con el corazón; la proximidad entre Dios y el corazón. ³Él
pasa entre el ser humano y su corazón², es uno de los versos coránicos
(VIII:24). También en otro verso dice ³Cuando Él los llame, Él sólo querrá
saber lo que sus corazones ganaron². De esos 132 versos que nombran el
corazón, la gran mayoría tiene que ver con las intenciones del corazón. ³Él
nunca tomará en cuenta sus vanos juramentos pero sí sus intenciones
profundas², así que finalmente lo único que a Dios le interesa es la
intención del corazón, la verdad de nuestros corazones.
Desde la perspectiva coránica, una dimensión crucial del corazón humano es
el involucramiento integral de nuestra ³voluntad² a la voluntad de Dios;
nuestras intenciones íntimas se presentan de alguna manera inseparables del
grado de conciencia que tengamos de Dios. Por eso también, según el Corán,
el corazón es el asiento de nuestras responsabilidades morales y
espirituales.
Volviendo al punto anterior, la paradoja de estar participando de la
unicidad de la existencia pero sin percibirla está presentada en el propio
Corán, es algo que el Corán trae. Consistentemente le atribuye la
responsabilidad a Dios de la Actividad Divina que se expresa a través de los
distintos estados del corazón, incluyendo nuestras fallas en recordarLo.
Dice: ³Él pasa entre el ser humano y el corazón². Más de la mitad de estas
referencias coránicas al corazón directamente responsabilizan a Dios de los
estados del corazón; muchas veces sin hacer referencia a la responsabilidad
del ser humano que en otros contextos sí se menciona. El ser humano tiene
ciertas responsabilidades pero en muchas de estas referencias sencillamente
Dios es el único responsable.
En algunos versos coránicos se dice que el corazón iluminado o divinamente
sustentado, ya sea en este mundo o en el próximo, es el asiento de la
verdadera remembranza; del estadio ‹del makám, no del hal‹ de remembranza.
En el capítulo 13, el verso 28 dice: ³En verdad la remembranza del Señor es
la satisfacción del corazón². En el Corán se ve que estos seres humanos de
los que estamos hablando son los profetas, los santos, que participan de
esta conciencia de teofanía o esta realizada epifanía permanentemente; ellos
son grandes faros espirituales de la humanidad.
Con mayor frecuencia el Corán menciona que Dios ha Œsellado¹, Œvelado¹,
Œendurecido¹, Œamarrado¹ y hasta Œcerrado¹ los corazones, cuyo resultado es
que están Œenfermos¹, Œciegos¹ y Œsufriendo¹. Este énfasis se nota sobre
todo en las referencias a los corazones que ³fallan en entender² o no logran
entender. Son más las referencias a los que no logran entender que a los
corazones que perciben los Signos Divinos con claridad. El Corán es el que
presenta esta paradoja de las dimensiones impresionantemente contrastantes
del ser humano y sus potencialidades. Presenta al corazón como un teatro en
el que se desarrolla un drama. Hay un drama, puesto que las polaridades se
están vertiendo en él constantemente. Es un juego de luces, la luz nos
muestra en un momento corazones sellados, enfermos, sufrientes, y de momento
cambia para mostrarnos la teofanía y el reconocimiento. Estamos pues, frente
a un corazón humano que vive un gran drama.
Pregunta de un alumno, Elías: ¿Cuando nos sentimos enfermos, agresivos o con
coraje, hasta dónde podemos decir que Dios ha amarrado nuestro corazón y
hasta dónde podemos decir que es algo nuestro?
Vamos a ver más adelante lo que nos enseña Ibn al-Arabí, no a través de su
reflexión o su estudio filosófico o teológico respecto al tema, sino lo que
se manifestó en su corazón para las generaciones de amantes como todos
nosotros, que se hacen estas preguntas. El Corán también hace mención del
tránsito del corazón de estos estados sufrientes, cegados, sellados,
amarrados, a estados de paz; pero las menciones son escasas.
La directriz coránica va en el sentido de suavizar, hacer humildes los
corazones. Es la receta coránica. Constantemente nos advierte que la
felicidad y la paz del ser humano están en el ablandamiento, la humildad, la
purificación y el fortalecimiento. Esos son los términos que usa para
denotar el tránsito del corazón. También habla de la necesidad de tener un
corazón que responde, un corazón arrepentido, atento. Estas son las
cualidades de los corazones que se estabilizan en la paz.
Yo siento una atmósfera muy embriagante. Quizá antes de hacer el receso
deberíamos tener unos minutos de participación en ella, de silencio de
fondo. No hay una división concreta entre meditar y todas las demás
actividades en que podemos involucrarnos. Lo que Ibn al-Arabí nos enseñó es
que no hay una división entre lo que en este momento estamos paladeando,
esta conciencia de participación, de sostén divino, este sustento divino en
el que estamos siendo contenidos ‹en lugar de estar nosotros cargando algo‹
y todo lo demás que podamos experimentar. Este círculo de estudio que
iniciamos hoy tiene esa característica. No hay que decir ³ahora vamos a
callarnos para meditar² porque no hay una diferenciación real entre meditar
y hablar, entre meditar y compartir, entre meditar y estar abiertos a lo que
Dios deposite en nuestra conciencia. Ibn al-Arabí, por ejemplo, recibe estas
iluminaciones, aperturas, vislumbres o penetraciones de la apariencia para
entrar en la percepción de lo real que en el sufismo se conocen como
³Futtuh², palabra que viene de ³Fattah², que es el Nombre Divino que quiere
decir ³El que abre², palabra que también comparte su origen semántico con
³Fátijha², nombre del primer verso coránico ³la apertura².
Vamos a escuchar a Ibn al-Arabí directamente:
³Continuamente tocando a la puerta de Dios (que para él es el corazón),
intensamente atento, sin ser distraído, aparecieron ante el ojo de mi
esencia los esplendores de Su Rostro, hasta que nada quedó ahí excepto esa
Esencia. Y así fue que abarqué un saber en el cual no hay otro saber que no
sea Dios².
Esta es la manera en que él empieza a relatarnos sus iluminaciones respecto
al corazón. ³Contemplen esa casa, la Kabba de la Presencia Divina, el
corazón del Ser².
Kalb al-wuyud es el corazón de la existencia, este es el lenguaje textual
con el que Ibn al-Arabí explica. El lenguaje que usa es muy revelador porque
es lo que él recibe directamente. ³Muráqaba² es el término que se usa en el
sufismo para hablar del estado de meditación. La palabra viene de ³raqib²
que quiere decir vigilante, es como un vigilia; un estado de conciencia, de
atención extrema donde no hay distracción, la concentración es absoluta, la
mente se vuelve como un lago quieto. Quizá a ese estado se refiere el
Profeta cuando dice ³Si no hablaran tanto y no hubiera tanta agitación en
sus corazones, ustedes verían lo que yo veo y oirían lo que yo oigo².
Ibn al-Arabí nos relata que él en este estado tuvo la visión de este ³Fatá²
(interesantemente en árabe también se llama así a un joven) que se le
presentó como un joven luminoso. Se entiende que este joven luminoso es el
ser verdadero o yo real de Ibn al-Arabí, y él es quien le abre este
conocimiento. Es así como estas realizaciones ocurren en ese estado. La
experiencia de Ibn al-Arabí, podríamos decir, es como un eco de la del
Arcángel Gabriel y el Profeta Mujammad, paz y bendiciones para él. Ibn
al-Arabí nos dice:
³Contemplen esa casa, la Kabba de la presencia divina, el corazón del ser
cuya luz develada es resplandeciente a los corazones purificados, a aquellos
que la ven a través de Dios, sin velos².
Fue en esa casa interior o templo del corazón que se llevó a cabo esta
conversación entre su ser terrenal y la imagen de su verdadero ser o el Ser
Divino en la forma de un misterioso y luminoso joven (Fatá), que le revela
los secretos espirituales que él da a conocer. Ibn al-Arabí dice:
³Después de haber tornado el rostro de mi corazón hacia su Señor, esta
Divina Persona me dice: Œesta Kabba es el corazón del ser, y mi trono, el
universo entero, es un cuerpo limitado para este corazón; ninguno puede
abarcarme pero mi casa sí me abarca y esa es tu corazón, que es en realidad
la meta depositada en tu cuerpo visible. Aquellos que circunvalan alrededor
de tu corazón son los misterios secretos de los Divinos Nombres que se
asemejan a los cuerpos humanos que circunvalan estas rocas de la Kabba
terrenal. Así que igual que aquel que conoce los secretos que están
circunvalando, el corazón que me abarca, está participando de las más
exaltadas estaciones o makáms (estados establecidos del alma). Ustedes,
seres humanos, tienen preferencia sobre todos los ángeles que circunvalan el
Trono, porque ustedes todos circunvalan el corazón del trono, ustedes todos
están circunvalando el corazón del Ser del mundo. Están en la estación de
los secretos, de aquellos que saben, porque nada puede abarcarme excepto
ustedes seres humanos. No me he revelado a mí mismo en la forma de la
perfección a nada que no sea sus realidades interiores. Así es que realicen
plenamente lo que libremente les he otorgado desde la Dignidad Eterna.
Ustedes son el receptáculo y Yo soy Yo (o Yo soy el que Soy, o Yo soy lo que
Soy), así es que no me busquen en ustedes porque sufrirán, y no me busquen
fuera de ustedes porque no conocerán el placer. Nunca dejen de buscarme
porque sufrirán tormentos; búsquenme hasta que me encuentren y luego
asciendan. Pero sigan el adab correcto en su búsqueda y estén siempre
presentes conmigo según prosiguen su marcha².
Así, Ibn al-Arabí empieza a penetrar en estas dimensiones. Después de esta
explicación que hace de la atención y del muráqaba, del preciso estado de
receptividad del que está participando, entonces es que da comienzo la
conversación con este joven. Se detiene en tratar de explicar la diferencia
entre lo que es la reflexión que sirve para llegar a conceptos filosóficos,
los análisis que podemos usar para discutir o entender un concepto, y lo que
son los futúhs de los que hablamos anteriormente, las develaciones. Nos
dice:
³Ahora es al-Haqq (La Verdad, Dios en el sentido absoluto) del que recibimos
este conocimiento, vaciando nuestros corazones del pensar y preparándolos a
recibir las inspiraciones divinas (warita). Es Él quien nos da esto desde su
propia fuente, sin ninguna confusión, como ocurre en la inspiración
intelectual o poética; para que nosotros sepamos las realidades tal como
son, sean realidades específicas de los Nombres Divinos individuales,
aquellas realidades que vienen a la existencia en combinaciones o las
Realidades Divinas y no tenemos ninguna duda concerniente a ellas. Nuestro
conocimiento viene de ahí y Dios, al Haqq, es nuestro Maestro a través de la
herencia de los profetas preservada y protegida del error, la generalidad o
la confusión con formas externas. Nuestra porción está en proporción a la
pureza del asiento del corazón y de nuestra receptividad y conciencia (es
decir, lo que recibimos es proporcional a la pureza del corazón). Esta clase
de waritat o inspiraciones divinas contienen un misterio secreto y una
alusión notoria para aquellos que reflexionan profundamente en ellas y se
encuentran de frente con las Palabras Divinas. Este tipo de saber no es
resultado de la reflexión, estos actos de saber llegan de Dios a los
corazones del verdadero siervo en un fluir continuo. Ellos son sus espíritus
devotos descendiendo al siervo del mundo de lo no visto a través de la
misericordia de la Presencia Divina. Dios está perpetuamente otorgándoles y
continuamente hace fluir hacia ellos y hacia el asiento de sus corazones ya
sea el saber o la ignorancia. Así que si el siervo de Dios está preparado y
receptivo y ha pulido y purificado el espejo de su corazón, entonces
realizará esta Generosidad Divina continuamente y recibirá en un solo
instante lo que nunca pudo haber escuchado a través de milenios en
conocimiento².
El Sheij continúa:
³Yo he registrado estas inspiraciones de acuerdo a la orden que he recibido
de mi Señor. No hablo de nada excepto a modo de reportar lo que he oído de
Dios y dejaré de registrar lo que he recibido cuando sea instruido a
hacerlo².
Es decir, todo lo que él escribe lo escribe por Orden Divina, con Permiso
Divino; no es su reflexión, su capacidad analítica ni su brillantez
intelectual personal lo que lo lleva a escribir estas palabras; las está
escribiendo desde Dios. Y si el mismo que le está ordenando que las escriba,
le ordena que deje de escribirlas, él dejaría de escribir. Aquí no hay
ninguna voluntad personal involucrada. Él está siendo un espejo en el que se
reflejan estos waritat. El libro que estamos estudiando es ³Las revelaciones
de La Meca² y de él dice:
³Este libro no es como otros libros, nosotros no seguimos el procedimiento
de los escritores que siguen sus propios fines y deseos o lo que se requiere
del conocimiento que quieren comunicar de acuerdo a su propia discreción.
Nosotros no escribimos así².
Decir ³nosotros² es también parte del adab o cortesía espiritual de la
tradición. Él no se refiere a muchas personas, está hablando solamente de
él, pero en la tradición sufi se estila decir ³nosotros²para no incurrir
continuamente en el ³yo². Esto es una lección coránica; porque el primero
que dice ³Nosotros² es Dios mismo:
³Nosotros no escribimos como ellos, nosotros ejemplificamos los corazones
que se sientan ante la puerta de la Divina Presencia cuidadosamente atentos
a lo que viene cuando la puerta se abre. Somos los necesitados, fakira (de
³fakir² que quiere decir ³pobre de espíritu²; los indigentes, los
desposeídos, los que no tienen nada que reclamar por sí ni para sí mismos).
Estamos desprovistos de todo conocimiento propio, manufacturado. Esta es la
manera de la gente de la develación espiritual (este es otro término que
hace referencia a los místicos, gente cuyo conocimiento viene a ellos de
esta manera). A veces recibimos cosas que no entendemos, así que cada
persona que compone de acuerdo a su recibir de Dios no está restringida al
entendimiento de lo que habla² (es decir, no necesariamente entiende todo lo
que habla).
Habría que hacer la diferencia entre waritat que es una forma de conocer la
Realidad Divina, y lo que es por ejemplo la canalización. Porque esto podría
sonar como al channeling famoso en el que el ser humano se prestaría para
ser un canal para otras entidades; no es de eso que estamos hablando. No es
que él era un médium, él era extra large, de hecho. (Risas)
Esta experiencia de Ibn al-Arabí sucede seguramente en el mismo lugar en que
Nur, nuestro maestro, tiene su experiencia frente a Mujámmad. Que le ocurre
estando en vigilia, y en la cual el Profeta lo guía a través de la creación.
En efecto esa es la puerta de la que se habla; uno se sienta a los pies de
esa puerta y la puerta puede abrirse para dejarnos participar de estas
experiencias. No es algo restringido a los profetas, aunque la experiencia
de Ibn al-Arabí siempre va a resultarnos inalcanzable y, de hecho, es un
precedente tremendo. Nuestras waritat no tienen que ser necesariamente del
mismo alcance, porque nosotros no tenemos necesariamente la misión que tuvo
Ibn al-Arabí. Es digno de anotarse que 700 años después, estamos aquí
reunidos recibiendo esta sabiduría y esta transmisión espiritual. Pero
nosotros tenemos que estar concientes de que estamos siendo invitados a este
umbral y que el conocimiento que podemos obtener de él es superior a
cualquier conocimiento que podamos generar con nuestras facultades
racionales. De los místicos siempre nos llega una invitación, una
posibilidad en proporción a la pureza de nuestros corazones. Cuando el
corazón es puro no tiene agenda, no tiene intención excepto el amor de Dios
mismo, la sed de Dios. Entonces está preparado, por eso él dice que hay que
prepararse, pulir el corazón. Por supuesto, nosotros tenemos la capacidad de
fabricar una serie de proyecciones y decir que hemos escuchado cosas o que
nos hemos sentado a las puertas de Dios y nos ha dicho que somos la Virgen
María encarnada, e incitar a otros a que sigan nuestro camino. Eso siempre
va a ser posible en un corazón necesitado de otras cosas que no sean la
Presencia Divina misma, un corazón que no esté maduro.
Pero Ibn al-Arabí no está encarnando nada que no sea a Dios mismo, no está
canalizando a un ser que reencarnó y fue x en x vida. Estamos hablando de un
reino de experiencia que no es la canalización; estamos hablando de waritat.
La inspiración divina se le da por la pureza de su corazón y toma la forma
de un joven para que pueda haber un intercambio más concreto y no se quede
en la abstracción; para que se puedan aterrizar estas ideas, estas palabras
que yo acabo de citar. Es como cuando el Sheij Nur al-Yerráji tuvo la
experiencia con el profeta Mujámmad. La persona de Mujámmad podríamos
también decir que es el Yo Divino de Nur. Este es probablemente el proceso
de cada uno de nosotros y el corazón profético es el espejo para la
humanidad con el que puede entrar en una conversación más directa. Nur
conversa con el Profeta, hay un intercambio. No necesariamente todo género
de waritat tiene esta característica, no estoy diciendo que necesariamente
toda inspiración divina deba tener un interlocutor.
Ibn al-Arabí tuvo un inmenso caudal de waritat, esta no es la única, pero
estamos refiriéndonos a esta porque habla del corazón. No siempre las
develaciones vinieron a él a través de una conversación con esta forma de su
Yo Divino o del Yo Divino, Dios es inmensamente creativo, no tiene siempre
que adoptar la misma manera. El texto continúa:
³Nosotros vaciamos nuestros corazones de pensamiento reflexivo y nos
sentamos junto a Dios, Al Haqq, en el tapete del adab (la intención
correcta) y del muráqaba, la intensa atención espiritual, la presencia y
presteza (fíjense en todo el abanico de actitudes del alma ante esta
posibilidad de Apertura Divina) a recibir lo que sea que viene a nosotros de
Él, esto que viene de Él es realización espiritual y revelación. Así que
cuando hemos afocado o enfocado nuestros corazones y sus aspiraciones
espirituales...²
Aquí tiene que haber mucho deseo, mucha sed, mucha hambre de Dios. ³Himam²
es el nombre árabe para la aspiración del corazón. ³Cuando afocamos nuestros
corazones y sus aspiraciones espirituales en Dios y hemos tomado verdad
refugio en Él...² piensen en toda la preparación de la que se está
hablando; ³abandonando cualquier confianza en los reclamos de la reflexión,
la investigación y los resultados intelectuales...² Esto no quiere decir que
uno se tiene que sentar a hacer todo esto, es simplemente la descripción del
estado que se da al que tiene el corazón puro. La reflexión, la
investigación y la capacidad intelectual son válidas y preciosas en otros
terrenos de la existencia, pero no son el campo para estas develaciones.
Nadie nos educa para esto; Ibn al-Arabí nos está educando. Ese es el adab.
Ibn al-Arabí se vuelve maestro por el Maestro. Es el Maestro de todos el que
le da sabiduría a Ibn al-Arabí para que nosotros podamos entender. Todos
nosotros hemos tenido experiencias análogas a la que estamos estudiando, por
eso la pregunta es ¿por qué de la fluctuación?
Aquí se nos está educando, esta es la educación de los místicos, ésta es la
escuela. No sabe más el que más Corán ha aprendido de memoria o más Jadiz y
puede citar en árabe, persa, pali o sánscrito; no es ése necesariamente el
que recibe directamente de Dios. El faqir y el derviche pueden saber muchas
cosas de otros tipos de conocimiento pero saben que éste es el conocimiento
que importa. Pueden ser médicos excelsos en sus campos, y no dejan de
aprender aquello que necesitan del campo intelectual para poder ejercer sus
facultades, pero saben que existe un conocimiento que solamente puede
provenir de Dios y que cada ser humano puede recibirlo; esta es la
experiencia democrática por excelencia.
³Entonces es que sus corazones son purificados y abiertos. Una vez que ellos
tienen esta receptividad interior, Dios se manifiesta a ellos informándoles
en un solo instante, a través de la visión directa, los significados
internos de esas oscuras palabras de las escrituras. Este es uno de los
tipos de develación espiritual o inspiraciones divinas. A través de esta
develación ellos conocen los significados de expresiones de las escrituras o
expresiones proféticas, lo que Dios, de hecho, quería que ellos entendieran;
aún si esa misma expresión cobra, en otro reporte, un significado
completamente diferente. Aunque las palabras sean idénticas hay muchos
niveles de significado en estas dimensiones sagradas de significado, que son
especificadas a través del puntual acto de atestiguar².
Es decir, no es un proceso como de maquiladora, cada corazón recibe lo que
necesita, lo que puede abarcar, lo que Dios quiere mostrarle; a ninguno
entonces se le hace posible reclamar: ³esto es toda la verdad².
Ahora entraremos más a fondo en la paradoja del corazón:
³Ustedes deben saber que el corazón es un espejo pulido, que todo él es un
rostro y que nunca se oxida. Se ha dicho que los corazones se oxidan como el
hierro y esa expresión sólo se refiere a la instancia en que el corazón se
conecta y se preocupa exclusivamente por buscar conocimiento mundano y por
ello se distrae del conocimiento de Dios o a través de Dios. Su conexión con
aquello que no es Dios oscurece el rostro del corazón porque lo previene de
la Automanifestación Divina o de las teofanías, tayali.²
Esto es central para Ibn al-Arabí, ³el corazón nunca se oxida². La oxidación
del corazón se produce cuando vuelve su rostro hacia el mundo, esos son los
velos, pero el corazón en sí es incapaz de ser oxidado. Él está en esta
frase explicando el Jadiz que hace referencia a la oxidación de los
corazones: ³Es lo que conecta al corazón a lo que no es Dios lo que oscurece
su rostro porque le impide encontrar en sí mismo las teofanías². Es como la
nube del no saber, por eso explica que cuando el corazón se vuelve hacia
Dios con todo el rigor de atención del que hemos explorado, no se trata de
un corazón oxidado.
³La Presencia Divina está continuamente manifestándose a sí misma y uno no
puede imaginar velo alguno para esa automanifestación . Pero cuando el
corazón falla en recibir esa manifestación de la manera prescrita, es porque
ha recibido algo que no es Dios, a eso se refieren la oxidación, los velos,
la cerradura, la ceguera y todo lo similar que se menciona en los versos
coránicos².
Es Dios, pero distorsionado por los velos que acabamos de mencionar. La
explicación que Ibn al-Arabí da a esto es que aunque el corazón es por sí
mismo, en su propia naturaleza, nada excepto ese lugar atemporal de la
Manifestación Divina del tayali, estas mismas experiencias pueden ser
percibidas como distorsiones a distancia de Dios.
¿A través de qué anteojos nuestro corazón está viendo? Su explicación es que
aunque el corazón es, por su propia naturaleza, nada en sí mismo además de
este asiento intemporal del Ser de la Manifestación Divina; las mismas
experiencias y fenómenos pueden ser subjetivamente percibidas en cuatro
diferentes niveles de distancia, niveles en que la distancia de Dios va en
aumento. Son campos de percepción en los que contextualizamos los objetos de
nuestra experiencia en su conexión o desconexión con Dios. El corazón es un
lugar que no está regulado por el tiempo, no está sujeto a sus leyes. La
realidad del corazón no obedece al tiempo ni al espacio, es atemporal, no
localizable. No es posible decir "esto es el corazón".
Grados de Pureza
Vamos a regresar al tema de la pureza del corazón, porque estos grados de
distancia o cercanía, en cuanto a la identificación de aquello que se
percibe en conexión o desconexión con Dios, tienen que ver con la pureza del
corazón. Esta manera de descifrar es lo que va designando el código del
corazón. Pero poniéndolo en términos más sencillos, si tu corazón está lleno
de su propia cosecha, si ese lugar de testificación, de testimonio, que es
este asiento, está lleno de su propia sustancia, sus propias intenciones;
esas intenciones efectivamente marcan los grados de distancia o cercanía que
tiene tu corazón ‹en cuanto a identificar las manifestaciones en conexión o
en desconexión. Aquí hay cuatro grados, pero por supuesto esto es
metafórico, no hay tal cosa como distancia. Hablamos de distancia en
reconocimiento, no en espacio o tiempo. Distancia en cuanto a lo cerca que
estás de reconocer al único ser en epifanía o reconocerlo a distancia, y por
ende, distorsionado. Son grados de transparencia o de obstrucción, por eso
se usa la palabra "velos".
"Porque los corazones son eterna e incesantemente, por su propia naturaleza
primordial, pulidos, puros y resplandecientes espejos de Dios. Entonces cada
corazón en el cual la Presencia de Dios se manifiesta como la teofanía de la
Esencia Divina, al tallali al dadvi...² ("Dat" es una palabra clave en esta
tradición, es la Esencia Divina; Al tallali al dadvi quiere decir "la
manifestación de esa esencia".) ³De ahí que cada corazón en cuya presencia
Dios se manifiesta como teofanía de la Esencia Divina, es lo que los
místicos sufíes llaman el rubí rojo. Ese es el corazón perfecto, el corazón
del insán kamil, del ser humano perfecto, el corazón en el que se manifiesta
la Esencia Divina, el verdadero conocedor de y con Dios, el contemplador
puro de Dios. No hay otra teofanía más alta que esta".
No se puede ir más allá, ese es el corazón perfectamente evolucionado,
perfectamente transformado en lo que en realidad Es. Es decir develado. Y,
como si fuese una cebolla, lo que hay detrás de todas esas capas de cebolla
es este rubí rojo que es un espejo perfecto de la Esencia Divina. Antes
hablamos de que los Nombres Divinos circunvalan el corazón como los seres
humanos circunvalan la roca. ¿Alrededor de qué circunvalan los Nombres
Divinos? Alrededor de la Esencia. Entonces el corazón, en donde la Esencia
Divina se manifiesta en todo su esplendor, es el corazón del ser humano
perfecto. Es lo que somos en verdad todos los seres humanos, sin velos, sin
grados de distorsión o desconexión de Dios. Eso es lo que somos, eso es lo
que tenemos que testificar. No es que vamos a serlo, sencillamente tenemos
que irlo a testificar, tenemos que poderlo testificar porque ya lo somos.
Por eso Ibn al-Arabí dice que el corazón no se oxida, eso que el corazón es,
es inoxidable, incorruptible, no peca, es incapaz de pecar. Nada lo mancha,
nada lo toca, no importa cuán mundana sea nuestra vida y cuán confundidos
estemos. Eso que somos es intocable, es intocable porque es increado. El
rubí rojo es ese corazón que es la realidad de todo corazón humano, es la
Esencia Divina manifestada completamente, sin velos; y eso es incorruptible.
Detrás de eso está la teofanía de los Atributos Divinos en la cual el
corazón inmediatamente toca, llega a conocer, los diferentes Nombres Divinos
que se manifiestan en su experiencia. Y le sigue la teofanía de las
Actividades Divinas. "Y el que no perciba todos los acontecimientos de su
experiencia o manifestaciones que fluyen desde la Presencia de Dios
directamente, ese es el corazón de una persona que no recuerda a Dios, que
está desatento, que está despistado, enajenado". El que no percibe todas las
experiencias como manifestadas desde Dios directamente, fluyendo desde la
presencia de Dios, es el corazón de alguien que está enajenado y exiliado de
la proximidad de Dios.
³Asma al husna² son los Atributos Divinos, esencialmente son 99; estamos en
la cebolla como se darán cuenta. La Actividad Divina es el acto a través del
cual se manifiestan los Nombres, la configuración de Nombres que crean
eventos. Primero es la Esencia, luego las Cualidades divinas, es decir las
energías divinas, y luego los eventos o los fenómenos que la combinación de
esas energías manifiestan.
Los nombres no son por sí mismos nada, la realidad de los nombres es lo que
importa, hay que trascender al nombre. ¿Qué es "muerte"? Muerte es un nombre
hasta que uno pasa a la realidad de lo que es la muerte en uno mismo.
"Rajmán", o misericordia ilimitada, incondicional, infinita, es también un
nombre; el punto es pasar a la realidad de ese nombre, a experimentar esa
misericordia más allá del nombre. Eso es lo que hacemos en meditación,
empezamos con un nombre pero queremos pasar a la realidad de ese nombre, la
repetición lleva a la realidad de lo que se repite. Los nombres son una
puerta a la realidad de lo que se nombra, no es que la realidad viene
después porque acuérdense que no estamos dentro del tiempo.
El cuarto grado es la enajenación, el olvido, la desatención de Dios. Lo que
Ibn al-Arabí nos enseña es que esos versos coránicos de los que hablamos y
que hacen referencia a que Dios "sella los corazones" y cosas similares, se
relacionan con estas aproximaciones o alejamientos que vive la realidad del
corazón. Lo que el Corán describe son grados de cercanía o lejanía; de
manifestación y de capacidad de reconocer la manifestación.
Vamos a decir que el corazón es como un cubo, una forma tridimensional. En
el centro está el rubí rojo que para Ibn al-Arabí, es Al Haqq. A ese rubí lo
rodea ³Hu², el Pronombre Divino que se refiere a Su Esencia. Dentro de esta
forma tridimensional están el rubí rojo y la Esencia Divina, Dios en tanto
lo que es en sí mismo. En las capas un poquito más externas, pero aún dentro
del cubo, están los Nombres que son las Energías Divinas.
Hay en la tradición la analogía de que el universo manifestado es la
Exhalación de lo Divino, que sus formas son como al tinta con la que está
escrita la palabra de Dios. Es decir, Dios exhala y todo el universo entra
en manifestación, es la Exhalación de Dios. Es Al Haqq el que exhala para
Ibn al-Arabí; exhala en primer lugar los Atributos Divinos, las Energías
Divinas. Después los arquetipos que son las actividades primarias,
primordiales que se conjugan a base de la configuración de los Nombres
Divinos. Entonces es Al Haqq quien exhala, la Esencia Divina, la verdad
pura, lo que es Dios en sí mismo, lo que llamamos "Absoluto", imposible de
conocer, imposible de conceptualizar, el famoso Misterio de los misterios.
Exhala, ¿qué exhala? Primariamente Energías Divinas, las cuales por ende
constituyen fenómenos arquetípicos que son como estructuras arquetípicas de
acción, de eventos, de actos.
Ese macrocosmos es nuestro corazón. Es decir, eso que Dios exhala y que
vemos afuera, no puede contenerlo el cielo ni la tierra, porque son cuerpos
limitados, pero el corazón sí puede contenerlo, abarcarlo por completo. Por
eso la Sheija Fárija dijo en la conferencia que dio aquí, que los maestros
sufis enseñan que el corazón humano es el macrocosmos no el microcosmos. En
él se debate todo este drama que vemos afuera; es el Corazón de Dios el que
lo manifiesta. En nosotros está ese Corazón, eso es lo que el corazón es.
Esta gradación no está completa, de aquí sigue hasta lo burdo, hasta la
materia. Las capas que estudiamos son las esenciales, desde este punto se
desenvuelve todo lo que podemos llamar ³manifestación². Desde este enfoque
todo lo que perciben nuestros sentidos, absolutamente todo, es teofanía,
manifestación de Dios, no importan los grados de distorsión que podamos
experimentar, finalmente todo es Él.
Al Haqq es la Realidad Divina como es en Dios mismo, a la que se refiere el
Profeta Mujammad cuando le dice a Dios: ³Muéstrame las cosas tal como son²,
es decir, como son desde el punto de vista Divino, como son en verdad desde
Dios. Desde esa Realidad Increada, absoluta, inconceptualizable,
informulable, que nunca vamos a poder describir, ni siquiera concebir, la
realidad, hay simplemente niveles de percepción. Eso es ³Maya², niveles de
percepción; no es una realidad concreta ilusoria, la ilusión la provee la
percepción, el que percibe. Dios no genera la dispersión, es nuestra propia
desatención, nuestra propia cosecha, la crema que le echamos a los tacos lo
que nos da este tipo de percepción. El Maya no es algo objetivo que Dios
crea. En realidad no existe nada como Maya, no es una maya que te impida
ver, como si Dios hubiera enmayado su realidad y eso es lo que uno percibe.
Lo que uno percibe es Al Haqq, "A donde quiera que voltees tu rostro ahí
está el Rostro de Dios". Lo que percibimos es esto, pero ¿cómo lo
percibimos? La tecnología de la televisión nos ha enseñado en el video
famoso de Michael Jakson, cómo un tigre se transformaba en la cara de una
mujer, y ésta se transformaba en rosa y la rosa en aceituna. Dios es todo,
no importa la forma que veamos, no estamos en posibilidad de separarnos o
ausentarnos de Él. Ahora, si Lo percibimos desde acá abajo ¿cómo vamos a
percibirlo?
Ibn al-Arabí dice que te acercas a la percepción de la Esencia Divina según
vas viendo primero los arquetipos, después las Energías Divinas y después de
eso, la Esencia. Es en esa gradación pero en realidad todo es Dios, no ves
otra cosa. Cuando se habla de pulimento del corazón, de los ojos del
corazón, se está hablando de la posibilidad de ver lo que uno tiene que ver
sin distorsión. La distorsión que en el budismo se conoce como ³Maya² puede
malinterpretarse como una realidad aparte, como si fuera en sí misma ³algo²
irreal, cuando la irrealidad proviene de quien percibe no de lo que se
percibe; esto es muy importante. Cuando el lente del corazón se va abriendo
por Gracia Divina, porque tú ejerces ese adab con Dios, porque te paras a
sus puertas, porque tu corazón solamente tiene la intención de conocerlo, de
amarlo, no de manipular su creación, no de enriquecerse, no de hacerse
Profeta o Mesías, no de llevar dinero al banco; según tú te acercas a esa
puerta, esa puerta se abre y te muestra Su reflejo, lo que siempre ha sido.
Ese es el camino espiritual, ese viaje, esa peregrinación ascendente en la
que Él dice "No me dejes de buscar hasta que me encuentres y cuando me
encuentres asciende". Allá es el ascenso. Es ver la Manifestación Divina, la
creación y a nosotros mismos a través de los ojos proféticos, los ojos
purificados y santificados, no a través de nuestras propias distorsiones, de
nuestras propias reflexiones. Eso es lo que se enseña en las tarikas, que tu
visión es incompleta pero la del Profeta Mujammad no. La visión que el
Profeta recibe del Corán es completa, uno va aprendiendo a través de esta
transmisión espiritual y el lente del corazón, en efecto, se va agrandando,
abriendo. ³Futuh² es cuando finalmente el lente del corazón se abre. Si el
lente se va abriendo hacia allá, vas en ascenso, de eso es que se trata el
camino o lo que llamamos ³camino², porque si se dan cuenta, no hay camino,
todo es metafórico, no hay distancia que recorrer. Ahora mismo estamos allí,
no hay a donde ir, no hay qué perseguir, pero hay que buscar el rubí. Dios
mismo le dijo a Ibn al-Arabí: "Búscame hasta que me encuentres y luego
asciende".
Eso me recuerda la anécdota que cuenta el Midrash de la tradición judía. A
un Rabino le preguntaron qué hace Dios después del sexto día cuando ya hizo
toda la creación y él contestó: "Dios se dedica a construir escaleras".
Estas son las escaleras. Lo que Ibn al-Arabí está diciendo es que este
conocimiento no se puede obtener a menos que sea dado. Esa es la escuela de
los místicos, esa es nuestra escuela, a esta escuela es que hemos sido
llamados; eso es una orden mística. No importa cuán distorsionada sea
nuestra imagen, Ibn al-Arabí siempre enfatiza que las distorsiones de la
realidad que producen nuestras propias mentes son provenientes de la
Misericordia Divina. Nuestras distorsiones nos educan, nos enseñan y nos
abren el camino para la realización. No hay nada que no sea provisto por la
misericordia de Dios, nada que tenga poder tiene otra finalidad; el poder es
el de la Misericordia y lo ejerce a través incluso de nuestras distorsiones.
Es el adab de Dios, como nos enseña la tradición, es que Él da a través de
otro ser humano. Una orden mística es como un laboratorio del corazón, el
objeto de atención es el corazón, el rubí rojo; va a ser Dios siempre el
eje. Voltearse a eso, es voltear la mirada. Ibn al-Arabí dice que Dios
empieza a mostrarle misericordia al ser humano cuando lo adentra en el
discernimiento moral. Así es como empieza la Misericordia Divina a atraer al
alma. Ahí empieza el recorrido de los siete niveles del nafs o del alma,
empieza con el ³yo censor² que dice lo que está bien, lo que está mal, que
se autocondena y también condena a los demás.
El adab de Dios es dar a través de los seres humanos, lo hemos visto en la
historia de Ahmed Bedewi, fue también la realización que tuvo Rajima en el
último retiro. Es a través de la transmisión espiritual del maestro al
discípulo que se pasa esta iluminación. La silcila o cadena de transmisión
espiritual es una escalera. El Corazón Profético es el rubí rojo, Moisés,
Jesús, Mujammad, Buda, Krishna, son estos manifestadores de la Esencia
Divina. La Esencia Divina se manifiesta en los profetas, luego en los
santos, luego en los siervos piadosos. Así, como a través de un embudo, se
filtra la transmisión, la Ayuda Divina.
En nuestra silcila particular, que si se dan cuenta es como un dhikr
(ceremonia sufi de remembranza de Dios), está Al-lah Al Haqq, luego el
Profeta Mujammad, después los más cercanos a él y de ahí empiezan a fluir
las silcilas, las cadenas de transmisión que son las tarikas del islam; ahí
están Hazdreti Pir, Muzzafer Efendi, Nur y al final nosotros. Esa es la
escalera. Nuestro Sheij Nur hizo el recorrido completo en su experiencia
"Con Mujammad en el paraíso", así que para nosotros este texto es una
constante fuente de enseñanza, les recomiendo que lo lean periódicamente
porque es inagotable. Dios le da a nuestros maestros todo esto para
nosotros, no es para ellos, ellos no existen; nosotros tampoco, pero creemos
que sí, ellos ya se dieron cuenta que no. Es para nosotros toda esta
enseñanza y a través de ella nos enriquecemos y recibimos ayuda.
Dios es el amado que uno busca a través de este recorrido; es el deseo
amoroso por Dios lo que aumenta la velocidad ‹si es que se puede ocupar el
término‹ de la penetración de los velos. Decía Rama Krishna "Para realizar a
Dios se necesita tener un deseo tal como el que tiene por el aire una
persona que tiene la cabeza debajo del agua². Solamente Dios puede poner ese
deseo en nuestros corazones, nosotros no podemos desearlo de esa manera, con
esa intensidad si Él no nos desea a nosotros del mismo modo.
La iniciación en un camino místico, coloca a quien la toma en el estadio del
³yo inspirado², la travesía se emprende con ese impulso de la Gracia Divina.
Pero nosotros no vamos solos, vamos todos, entonces todos es más que uno
mismo, el recorrido en comunidad es algo muy misericordioso, a él hemos sido
invitados. Lo que se refleja en el corazón de cada derviche lo atestiguamos
todos a través de él y todos nos beneficiamos con ello. Hay una gran
misericordia en juntar los corazones y hacerlos un cuerpo místico, porque
ese cuerpo místico va velozmente hacia la Realidad. Nos ayudamos unos a los
otros. Simplemente el proceso de alquimia y develación de cada uno, se
vuelve un cúmulo de enseñanza para todos; es notable la misericordia que hay
en ello. Pero también debo decir que es solamente de esta manera que vamos a
entender en verdad. Esto puede ser comprendido preliminarmente de muchas
formas, aprehendido de algún modo, pero el punto importante es el
desencadenamiento de nuestro propio proceso de teofanía, la penetración de
todos esos velos de fabricación casera.
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