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Asunto:[paraguainee] =?utf-8?Q?El_impulso?= =?utf-8?Q?_del_cereb?= =?utf-8?B?cm8gYmlsaW5nw7w=?= =?utf-8?Q?e:_Dos_len?= =?utf-8?Q?guas=2C_dos_?= =?utf-8?Q?mentes?=
Fecha:Jueves, 16 de Agosto, 2012  18:59:07 (+0000)
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El impulso del cerebro bilingüe: Dos lenguas, dos mentes

Hablar un segundo idioma puede cambiarlo todo, desde la resolución de problema s de habilidades hasta la personalidad, casi como si se t ratara de dos personas.

Desde que era una recién nacida, y mi madre m e contemplaba en la cama del hospital, hizo algo que camb ió permanentemente la forma en que mi cerebro fue desa rrollándose. Algo que me haría mejor en el aprendizaj e, en la multitarea y en la resolución de problemas. C on el paso del tiempo, incluso protegería a mi cerebro d e los estragos de la vejez. ¿El truco? Ella empezó a hablarme en francés.

En ese momento, mi madre no tenía idea de que sus acciones me darían un impul so cognitivo. Ella es francesa y mi padre inglés, así q ue simplemente supo que tenía sentido educarme a mí y a mis hermanos como bilingües. Sin embargo, desde ent onces hasta hoy, una masa de investigación se ha ido r ealizando que sugiere que hablar dos idiomas ha podido afectar profundamente a la forma en la que pienso.
La mejora cognitiva es sólo el comienzo. Según alg unos estudios, mis recuerdos, los valores, incluso mi p ersonalidad, cambian en función del idioma que estoy h ablando. Es casi como si un cerebro bilingüe fuese el hogar de dos mentes separadas. Todo lo cual pone de relie ve el papel fundamental del lenguaje en el pensamiento humano. "El bilingüismo es como un microscopio extraor dinario del cerebro humano", dice la neurocientífica L aura Ann Petitto, de la Universidad de Gallaudet en Was hington DC.

El punto de vista del bilingüismo n o ha sido siempre color de rosa. Para muchos padres com o el mío, la decisión de criar a los niños hablando dos idiomas tenía su controversia. Por lo menos desde el siglo XIX, los educadores advertían que podía confun dir al niño, haciéndoles incapaces de aprender bien e l idioma correctamente. En el mejor de los casos, pensa ban que el niño se convertiría en un aprendiz de todo y maestro de nada. Y en el peor, se sospechaba que pod ía obstaculizar otros aspectos del desarrollo, dando com o resultado un más bajo cociente intelectual.

En nuestros días, esos temores parecen injustificados . En realidad, la gente bilingüe tienden a tener un vo cabulario ligeramente más pequeño en cada idioma que su s pares monolingües, y a veces, son más lentos para l legar a la palabra correcta al nombrar los objetos. Sin embargo, un estudio clave en la década de 1960, reali zado por Elizabeth Peal y Wallace Lambert, de la Univer sidad McGill de Montreal, Canadá, descubrió que la capa cidad de hablar dos lenguas no impedía el desarrollo g eneral, por el contrario, cuando se controla mediante o tros factores que también afectan al rendimiento, como el estatus socioeconómico y la educación, encontraron con que los bilingües superaban a los monolingües en 15 tests verbales y no verbales (Psychological Monograp hs, vol 76, no 27, p 1).

Por desgracia, sus re sultados fueron pasados por alto en gran medida. A pesa r de que el hilo de la investigación sobre los beneficio s del bilingüismo siguió su curso, la mayoría de los investigadores y educadores continuaron aferrándose a las viejas ideas. Solamente en los últimos años el b ilingüismo ha recibido la atención que merece. "Durante 30 años he estado sentado en mi pequeña y oscura hab itación haciendo mis cosas, y de repente, en los últi mos cinco años es como si las puertas se abrieran", ob serva Ellen Bialystok, psicóloga de la Universidad de York en Toronto, Canadá.

En parte, este renovad o interés viene de los recientes avances tecnológicos en neurociencia, como la funcional espectroscopia de i nfrarrojo (fNIRS), una forma de imágenes del cerebro q ue actúa como un monitor silencioso y portátil, ojean do dentro de los cerebros de los bebés cuando se sientan en el regazo de sus padres. Por primera vez, los inves tigadores pueden observar los cerebros de los bebés pe queños en sus primeros encuentros con el lenguaje.

Usando esta técnica, Petitto y sus colegas descu brieron una profunda diferencia entre los bebés criados hablando uno o dos idiomas. Según la teoría popular, los bebés nacen como "ciudadanos del mundo", capaces d e discriminar entre los sonidos de cualquier lengua. Cu ando llegan al año de edad, sin embargo, se cree que h an perdido esta capacidad, guiándose exclusivamente por los sonidos de su habla materna. Este parece ser el cas o de los monolingües, pero el estudio de Petitto descu brió que los niños bilingües todavía mostraban un a umento de la actividad neural, como respuesta a las lengu as no familiares al final de su primer año  (Brai n and Language, vol 121, p 130).

Ella reconoce que la experiencia bilingüe abre una poco más la ven tana para el aprendizaje del lenguaje. Es importante dest acar que los niños siguen alcanzando los mismos hitos lingüísticos, como su primera palabra, más o menos a l mismo tiempo que los niños monolingües, apoyando la idea de que el bilingüismo puede fortalecer en lugar de obstaculizar el desarrollo del niño. Esto parece ayud ar a la gente como yo, a adquirir nuevos idiomas a lo l argo de nuestras vidas. "Parece como si el cerebro mono lingüe estuviera llevando una dieta, y que el cerebro bilingüe nos mostrara que todas las fronteras de los idi omas están disponibles", señala Petitto.

De hecho, cuanto más cerca miraban los investigadores, ma yores resultaban los beneficios que descubrían, alguno s de los cuales abarcan una amplia gama de habilidades. Bialystok, tropezó por primera vez con una de estas v entajas, mientras le pedía a los niños que detectaran s i distintas sentencias eran gramaticalmente correctas. Tanto los monolingües como los bilingües podían ver si existía error en frases como "las manzanas crecen e n los árboles", aunque las diferencias surgieron cuando se consideraban frases sin sentido como "las manzanas c recen en las narices". Los monolingües se quedaban des concertados por la estupidez de la frase e incorrectame nte informaban del error, mientras que los bilingües d aban la respuesta correcta (Developmental Psychology, vol 24, p 560).

Bialystok sospecha que en lugar d e que la experiencia se refleje en la gramática, su de sempeño demostró una mejoría en lo que se llama el " sistema ejecutivo" del cerebro, un amplio conjunto de h abilidades mentales centradas en la capacidad de bloquear la información irrelevante y concentrarse en la tarea que estás llevando a cabo. En este caso, eran más ca paces de concentrarse en la gramática, en tanto ignora ban el significado de las palabras. Efectivamente, los niños bilingües en estudios posteriores, lucieron en un a serie de problemas que directamente ponían a prueba esta característica. Otra habilidad ejecutiva consiste en la capacidad de cambiar entre tareas distintas sin confundirse, y los bilingües también son mejores en est e tipo de problemas. Al clasificar los objetos, por eje mplo, puede saltar de la consideración de la forma has ta el color sin cometer errores (Bilingualism: Language and Cognition, vol 13, p 253).

Un segundo punto de vista

Estas características son fundament ales para casi todo lo que hacemos, desde la lectura y las matemáticas a la conducción. Las mejoras por tant o, dan lugar a una mayor flexibilidad mental, lo que podr ía explicar por qué las personas bilingües se compor taron tan bien en los tests de Peal y Lambert, indica B ialystok.

Sus virtudes, se puede extender incl uso a nuestras habilidades sociales. Paula Rubio-Fernánd ez y Sam Glucksberg, ambos psicólogos de la Universida d de Princeton, han encontrado que las personas bilingà ¼es son mejores a la hora de ponerse en la misma situac ión que otra persona y entender su situación. Esto se debe a que es más fácil bloquear lo que saben y enfoca r desde otro punto de vista (Journal of Experimental Ps ychology: Learning, Memory and Cognition, vol 38, p 211 ).

Entonces, ¿qué es lo que hace que el habl ar dos idiomas haga a un cerebro bilingüe tan flexible y enfocado? La respuesta proviene de la obra de Viorica Marian, de la Universidad Northwestern en Evanston, Ill inois, y sus colegas, que utilizó los dispositivos de seguimiento ocular para seguir la mirada de los volunta rios que participaban en diversas actividades. En la pues ta en marcha, Marian colocado una suerte de objetos del ante de los bilingües ruso-inglés y les pidió que "c ogieran el marcador", por ejemplo. El truco está en qu e los nombres de algunos objetos suenan igual en ambos idiomas pero tienen significados diferentes. La palabra r usa para sello suena como "marcador" en inglés [marker ], por ejemplo, que en inglés también puede significa r rotulador. Aunque los voluntarios no entendieron mal la pregunta, el seguimiento ocular demostró que lanzaban rápidas miradas hacia objetos alternativos antes de e legir la correcta (Bilingualism: Language and Cognition , vol 6, p 97).

Este gesto, casi imperceptible , regala un detalle importante sobre el funcionamiento del cerebro bilingüe, revela que las dos lenguas están en constante competencia por la atención en el fondo d e nuestras mentes. Como resultado, cada vez que los bil ingües hablamos, escribimos o escuchamos la radio, nue stro cerebro está ocupado eligiendo la palabra adecuad a, mientras inhibimos ese mismo término de la otra lengu a. Es una prueba considerable de control ejecutivo, pre cisamente el tipo de entrenamiento cognitivo que, de he cho, es común en muchos programas comerciales de "entr enamiento cerebral", que a menudo requieren que ignores la información distractiva mientras afrontas una tarea.

No pasó mucho tiempo hasta que los científi cos se preguntaran si estos ejercicios mentales podría n ayudar al cerebro a resistir los estragos del envejec imiento. Después de todo, hay un montón de pruebas que sugieren que otras formas de ejercicio cerebral pueden crear una "reserva cognitiva", una especie de relleno m ental que protege la mente contra el declive relacionad o con la edad. Para averiguarlo, Bialystok y sus colega s, recopilaron datos de 184 personas diagnosticadas con demencia, la mitad de ellas eran bilingües. Los resulta dos, publicados en 2007, fueron asombrosos, los síntom as comenzaron a aparecer en las personas bilingües cua tro años más tarde que en sus pares monolingües (Neu ropsychologia, vol 45, p 459). Tres años más tarde, se repitió el estudio con otras 200 personas que mostraba n signos de enfermedad de Alzheimer. Una vez más, hubo alrededor de un retraso de cinco años en el inicio de los síntomas en los pacientes bilingües (Neurology, vo l 75, p 1726). Los resultados se mantuvieron incluso de spués de tener en cuenta factores tales como la ocupac ión y la educación. "Yo estaba tan sorprendido como c ualquiera al haber encontrado efectos tan grandes", com entó Bialystok.

Además de darnos a los bilingà ¼es un impulso cerebral, hablar un segundo idioma puede tener un efecto profundo en el comportamiento. Los neu rocientíficos y psicólogos están empezando a aceptar que el lenguaje está profundamente entrelazado con el pensamiento y el razonamiento, llevando a algunos a preg untarse si las personas bilingües actúan de manera di ferente, dependiendo de en qué idioma están hablando. Para ello cuentan sin duda con mi experiencia. La gent e suele decirme que parezco distinta cuando hablo en ingl és que cuando hablo francés.

Estos efectos s on difíciles de caracterizar, por supuesto, ya que no es fácil separar los distintos aspectos de uno mismo. Susan Ervin-Tripp, ahora en la Universidad de Californi a, Berkeley, encontró una manera objetiva de estudiar la cuestión en la década de 1960, cuando ella les pidià ³ a unos bilingües japonés-inglés que completaran un conjunto de frases inacabadas en dos sesiones separada s, primero en un lenguaje y luego en el otro. Descubrió que sus voluntarios usaban regularmente terminaciones m uy diferentes según el idioma empleado. Por ejemplo, d ada la frase: "Los buenos amigos deberían ..." usando el japonés respondían "... ayudarse unos a otros"; si n embargo, utilizando el inglés optaba por "... ser más francos". En general, las respuestas parecían refleja r la forma en que los monolingües de ambos idiomas tie nden a completar la tarea. Los hallazgos llevaron a Erv in-Tripp a sugerir que las personas bilingües utilizan dos canales mentales, uno para cada idioma, como dos men tes diferentes.

Su teoría parece encontrar ap oyo en una serie de estudios recientes. David Luna, del Baruch College en Nueva York y sus colegas, por ejemplo, ha pedido recientemente a voluntarios bilingües de in glés-español que vean anuncios de televisión present ando a mujeres, primero en un idioma, y seis meses más tarde, en el otro, y después debían calificar las pe rsonalidades de cada personaje implicado. Cuando los volu ntarios veían los anuncios en español, tendían a vot ar a las mujeres como independientes y extrovertidas, p ero cuando lo veían en inglés describían a los mismo s personajes tan inútiles y dependientes (Journal of C onsumer Research, vol 35, p 279). Otro estudio descubrió que los bilingües de griego-inglés reportaron reacci ones emocionales muy distintas a la misma historia en f unción de la lengua, ellos mismos encontraban "indifer ente" al personaje en un idioma, sin embargo, lo sentí an "preocupado" en el otro (Journal of Multilingual and Multicultural Development, vol 25, p 124).

Una posible explicación es que cada idioma trae a la mente los valores de la cultura que experimentamos mientras lo aprendemos, arguye Nairán Ramírez-Esparza, psicól ogo de la Universidad de Washington, en Seattle. Recien temente, ella les pidió a unos mexicanos bilingües que calificaran su personalidad en unos cuestionarios en in glés y en español. La modestia es un valor más alto en México que en EE.UU., donde el respeto se gana por tu asertividad, y el lenguaje de las preguntas parecían disparar estas diferencias. Cuando era preguntado en es pañol, cada voluntario era más humilde en su respuest a que cuando en preguntado en inglés.

Algunos de los interruptores de comportamiento puede estar ín timamente relacionado con el papel del lenguaje, como una especie de andamio que soporta y estructura nuestros r ecuerdos. Muchos estudios han encontrado que somos más propensos a recordar un objeto si se conoce su nombre, lo cual explica por qué tenemos tan pocos recuerdos d e nuestra primera infancia. Existen incluso algunos indic ios de que la gramática de una lengua puede dar forma a la memoria. Lera Boroditsky, en la universidad de Sta nford, en California, ha descubierto hace poco que los hispanohablantes son peores a la hora de recordar que cau só un accidente que los angloparlantes, quizá sea por que los hispanohablantes tienden a usar frases imperson ales, como "el florero se rompió" donde no declaran la persona que hay detrás del caso (Psychonomic Bulletin Review, vol 18, p 150).

El resultado apunta a q ue los recuerdos de una persona bilingüe cambian depen diendo del idioma que se habla. En un brillante pero se ncillo experimento, Marian y Margarita Kaushanskaya, en tonces en la Universidad Northwestern, hicieron pregunt as a bilingües de mandarín-inglés de conocimiento gene ral, primero en un idioma y luego en otro. Por ejemplo, se les pidió que "nombraran una estatua de alguien de pié con un brazo levantado mientras mira en la distan cia". Hallaron que las personas eran más propensas a r ecordar la Estatua de la Libertad cuando se le preguntaba en inglés, y una estatua de Mao cuando se le pregunta ba en mandarín (Psychonomic Bulletin & Review, p 1 4, vol 925). Lo mismo parece ocurrir cuando los bilingà ¼es evocan recuerdos personales, autobiográficos. "Así que los recuerdos de la infancia vienen más rápido y más a menudo, cuando se restablece el idioma", señala Marian.

A pesar de los recientes progresos, l os investigadores sólo pueden ver la punta del iceberg cuando se trata de los efectos del bilingüismo, y queda n muchas preguntas. La principal de ellas será la cues tión de si una persona monolingüe podría sacar prove cho de estos beneficios. Si es así, ¿qué mejor incen tivo para reforzar la enseñanza de idiomas en las escuel as, que precisamente está decayendo en Reino Unido y E E.UU.

Mucho se ha hablado de las dificultades de aprender un nuevo idioma de forma tardía en la vida , pero las evidencias hasta la fecha sugieren que el es fuerzo vale la pena. "Se puede aprender otro idioma a cua lquier edad, aprenderlo con fluidez, y podrá comprobar los beneficios en su sistema cognitivo", declara Maria n. Bialystok está de acuerdo en que los aprendices tar díos de algún idioma obtienen su ventaja, aunque el a umento de rendimiento es generalmente menos pronunciado q ue en los hablantes bilingües. "Aprender un idioma a c ualquier edad, no significa ser bilingüe, pero ayuda a permanecer mentalmente estimulado", apunta. "Es una fu ente de reserva cognitiva".

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