La tortura en Estados Unidos
El Comité de Inteligencia del Senado norteamericano preparó hace cuatro años un
informe de 7.000 páginas sobre la práctica de la tortura por parte de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), titulado Estudio
sobre el Programa de Detención e Interrogación de la Agencia Central de Inteligencia. La senadora Dianne Feinstein, presidente para entonces
de ese comité, se refirió al informe como "una denuncia sobre la ineficiencia de la tortura".
Aunque el informe desmiente el mito sobre la efectividad de la tortura, se ha mantenido bajo el manto del "secreto
de estado". Sólo un resumen minuciosa y severamente censurado se dio a conocer hace dos años. El informe cubre el período 2001-2006, durante la presidencia de George W. Bush.
Daniel Jones, especialista en actividades contra el terrorismo del FBI e investigador principal en la preparación del informe,
declaró que "quedó demostrada la ineficiencia de la tortura y que la CIA le mintió a dos presidentes, al Congreso y al público norteamericano".
Según el fuertemente censurado resumen publicado hace dos años, el cuerpo médico de la CIA preparó una "guía
de apoyo médico y sicológico para la rendición e interrogación de prisioneros", incluyendo
lineamientos para hacer mas efectivos los métodos de interrogación que incluían la privación del sueño durante días, el ahogamiento controlado (waterboarding), el control de
la alimentación para provocar hambre continua, la aplicación de ruidos, luces y temperaturas extremas, la alimentación rectal, descargas eléctricas, terror
sicológico y el encierro en ataúdes durante horas o días. "La ingesta de 1000 kcal/día es segura y sostenible por semanas" señala la guía médica para la tortura.
Barack Obama, el presunto defensor de los derechos humanos, continua impidiendo que el pueblo norteamericano conozca la verdad sobre las atrocidades cometidas por
sus agencias de inteligencia contra prisioneros retenidos por tiempo indefinido, sin cargos judiciales y a los que además se les niega el derecho
a la defensa.
La senadora Feinstein le ha solicitado públicamente al presidente Obama que desclasifique ese informe, argumentando no sólo que leyes vigentes sobre la materia han sido pisoteadas e ignoradas,
sino que la política del estado "ha sido conducida con sadismo intencional".
La solicitud de Feinstein toma mayor vigencia ante las declaraciones de Donald Trump, quien alardeara durante la campaña electoral que le exigiría a la CIA que "intensifique la tortura
de sospechosos de terrorismo con métodos mucho peores que el wateboarding (ahogamiento controlado)"
La tortura se encuentra proscrita por la Octava Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, por la Declaración Universal
sobre los Derechos Humanos, por el Convenio Internacional sobre los Derechos Civiles y Políticos, por la Convención
de Ginebra y por la Convención contra la Tortura. La tortura era así crimen
vigente durante el período a que hace referencia dicho informe.
El presidente Obama ha impedido que se proceda contra
los criminales involucrados, en particular contra el presidente George Bush, el vicepresidente Dick Cheney, el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld y el director de la CIA, John Brennan, entre otros.