http://www.youtube.com/watch?v=lGktCFA9rew&feature=related
Pusiste la inteligencia, yo la ingenuidad.
Si mi renacer tuviese la misma música, no la quisiera
volver a escuchar.
¡Cómo hubiera deseado ponerle letra a mi cantar!
Madre, me mostraste la llegada pero no el salir.
Me dejaste aquí, solo, sin saber cómo partir.
Ando al azar, como una costumbre más.
Nunca he intentado cambiar la humanidad. Amo su
rebeldía y su insinceridad.
Pa’decir verdad,
nunca he revelado mi pensar, ¡pues decir no es hablar!
Fui, aunque no lo creas, un “pedacito” de verdad. Y
lo que no dije, conmigo se
irá.
He sentido al viento en mi rostro soplar, y siempre
unas ganas inmensas de llorar.
Nunca fui tristeza; más bien felicidad.
He amado mi alrededor. Nunca pensé que fuera de mi
propiedad.
Soy como soy y jamás cambiaré.
Me iré, ya lo sé, y peor aún, nunca habré de
regresar.
Me es difícil imaginar que el mundo sin mí marchará,
diferente o igual.
No
me importa que alguien pudiera sentir, pensar o amar igual que yo,
aun
usando mi conciencia de ser; ¡pero ese ser ya no sería yo!
Nunca sentí miedo, pues lo supe al nacer.
Nunca sentí tristeza. Nunca remordimiento o
infelicidad.
Mi destino era terminar, al igual que Iguazú y el
Foro
Profesoral, y no sé cuántas otras cosas más.
No habrá más réplicas, “contradijeres, decires o
dirás”.
No habrá más cuentos. No habrá más estrellas, ni mi
llano que tanto amé.
Nunca por ti, “Argentina”,
lloré. Siempre me supiste igual.
Mi fin, lo mismo que tu fin, en mi memoria murió.
Sólo silencio. Sólo quietud e ingenuidad. Un nunca
pensar. Un nunca regresar. Un solo terminar.
No llores por mí, please. Nunca
fui lo que pretendiste ser, pues siempre
fui yo.
Sé que no regresaré, y eso me
causa felicidad.
Sin embargo, en el mundo de los
vivos, inquietud tendrás. Y jamás lo
comprenderás.
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