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Asunto: | [LEA-Venezuela] De los cinco GLACIARES de Mérida, sólo uno queda s ano | Fecha: | Domingo, 7 de Octubre, 2007 05:45:38 (-0400) | Autor: | Jorge Hinestroza <jlhinestroza @.....com>
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ENTREVISTA. Roberto Ariano, de la Unión Mundial de la Naturaleza
“De los cinco GLACIALES de Mérida, sólo uno queda sano”
Texto: Margioni Bermúdez
Foto: MARGIONI BERMÚDEZ
Desde Bariloche, sede del 2º Congreso Latinoamericano de Parques Nacionales
y otras Áreas Protegidas, Roberto Ariano, experto de la Uicn conversó con
PANORAMA sobre la afectación registrada en los picos montañosos de Mérida.
Desde 1850 hasta la fecha, la tasa de desaparición de los glaciales
venezolanos ha sido avasallante. Ariano destacó que el calentamiento global
es una de las causas.
Enviada especial bariloche (Argentina)
Roberto Ariano, asesor de la Unión Mundial de la Naturaleza para los temas
de áreas protegidas y evidencias del cambio climático, lleva 30 años
escalando las montañas de América.
Sus pasos se han ido desde las franjas montañosas de Venezuela, hasta los
gélidos paisajes de la Patagonia. Nada alentador resulta para el
investigador el escenario que pesa sobre los pocos glaciales suramericanos.
Desde Bariloche, sede del 2º Congreso Latinoamericano de Parques Nacionales
y otras Áreas Protegidas, conversó con PANORAMA sobre la situación de las
cadenas montañosas andinas, y más concretamente sobre los andes venezolanos.
—Se habla de una afectación drástica de los glaciales ¿qué está pasando en
Venezuela?
—La sierra Nevada de Mérida está compuesta por cinco picos, conocidos como
las cinco Águilas Blancas. La temperatura del planeta bajó bastante entre el
año 1600 a 1850. Desde 1850 en adelante no prospera el proceso de
acumulación glacial. Desde ese entonces han estado inexorablemente
retrocediendo todos los glaciales y las montañas más perjudicadas han sido
las tropicales.
El kilimanyaro, en África; la sierra de Mérida, en Venezuela; las montañas
de Colombia, de Ecuador y Perú primordialmente, están avocadas a perder
nieve, porque ya no se va a acumular más nieve y adicionalmente en el
trópico los rayos solares pegan perpendicularmente casi todo el año, lo que
no sucede en otras partes del planeta.
—¿Cómo ha incidido el calentamiento global?
—El hecho se ha agravado mucho por el calentamiento global, entonces la tasa
a la que estamos perdiendo las coberturas glaciales se ha acelerado
sensiblemente, precisamente por los temas ambientales, por el estilo de
desarrollo al que hemos optado de emisiones masivas de CO2 al ambiente,
etcétera.
—¿En cuánto se ha acelerado el proceso de derretimiento normal?
—En el caso de Colombia, en 1962 se habían hecho unas estimaciones de que el
glacial duraría 300 años más, sin embargo, en ese año los problemas que
estamos sufriendo en este momento no estaban tan acentuados.
Y ahora la perspectiva de vida de esos glaciales es al 2021-2030 más o
menos.
—¿Cuál es el diagnóstico para Venezuela?
—Para el caso de Venezuela, de las cinco Águilas Blancas que componen la
sierra Nevada de Mérida, tres de ellas han perdido total y absolutamente la
nieve. El único glacial saludable que queda en Venezuela es el que une al
pico Humboldt y al Bonpland.
También está súper amenazado por el cambio climático. Además, queda un poco
de glacial en la cara norte del pico Bolívar. Sierra de la Culata ya no
tiene ningún glacial.
El glacial se va a acabar. No hay que llorar sobre la leche derramada, hay
que pensar es en cómo vamos a cuidar los páramos. Más relevante que
escandalizarnos con la pérdida del glacial, hay que venderle a Venezuela,
Ecuador y Colombia que vamos a perder nuestra fuente de agua que es el
glacial, lo que podríamos compensar con un muy buen cuidado de los páramos.
—Entre Ecuador, Colombia y Venezuela, ¿cuál de los tres países está más
cercano a perder sus glaciales?
—Venezuela, porque tiene el sistema montañoso más pequeño. Eran cinco
principales que tenía Mérida. En 1850 todos tenían nieve.
—¿Hacia dónde habría que ir para revertir este proceso de afectación en los
glaciales suramericanos?
—El tema de la nieve ya es irreversible, eventualmente se van a acabar estos
glaciales, pero lo que queda como opción para los países que tenemos la
fortuna de tener páramo, como Venezuela, Colombia y un poco de Ecuador, es
procurarle una mejor salud al páramo para que pueda seguir cumpliendo una de
sus funciones primordiales, que es la regulación hídrica.
El páramo retiene agua en las épocas de lluvia y en las épocas de sequía la
va soltando paulatinamente y de esta manera no es factible tener una oferta
permanente de agua.
—Además del calentamiento global, ¿qué otros problemas están asociados a los
páramos?
—Las ovejas, las cabras, los caballos y las vacas son un problema en el
páramo. Las ovejas y las cabras son bastante nocivas, pues al pastorear una
zona de páramo se deja el suelo desnudo, porque se comen hasta las raíces.
En la medida en que el suelo queda desnudo perdemos la materia orgánica que
necesitan los frailejones, las pajas del páramo y en general toda la
vegetación.
Una vaca pesa cerca de 400 kilos y las pisadas lo que hacen es compactar el
suelo. Esto impide que cuando llueve el agua se infiltre, por el contrario
se escurre y arrastra materia orgánica, creando erosión y grandes cárcavas
(zanjas).
—¿Puede darse un aprovechamiento sustentable del páramo, aún con la
presencia de ganado allí?
—La verdad es que la vocación natural del páramo es ser páramo. Usar el
páramo ya de por sí es un error. El Gobierno de Venezuela podría, por
ejemplo, establecer unos programas de reubicación de la gente, trasladarlos
hasta la parte más baja y garantizar a los pobladores mejores condiciones
para el pastoreo.
No podemos juzgar a los que han utilizado la naturaleza de manera rapaz,
pues la gente que vive en las laderas de las montañas ha sido excluida de
poder tener parcelas en las partes fértiles más abajo.
—¿Ha resultado dañina la siembra de papa para el páramo?
—Las papas han sido terribles, porque han sido cultivas pensando en el
esquema de uso intensivo de agroquímicos que contaminan no sólo las aguas
superficiales, sino también las aguas subterráneas. Un páramo no debería
tener papas.
—¿La pérdida de musgo en los páramos representa una amenaza para estos
ecosistemas?
—El musgo es como una súper esponja, pues acumula mucha agua, pero en los
páramos vive otra planta aún más importante que se llama Plantago rígida, en
algunas partes le llaman de manera vulgar cojines, y estos cojines son
realmente los que más poder para capturar agua tienen y todas esas
actividades extractivas en los páramos para poner pasto, ha hecho que
empiecen a escasear.
La tasa de pérdida de estas especies ha sido alarmante.
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