EDITORIAL
El tendido eléctrico va, va,
va...el eco de las palabras de la Ministra del Ambiente sirven para ilustrar lo
que se ha
convertido en un
monólogo, pues el diálogo no existe. La intransigencia, la imposición
y la intimidación han sustituido lo
que otrora fuera una promesa
de cambio, la
esperanza de nuevas actitudes y un compromiso en pro de la
conservación del patrimonio presente y futuro del país.
Hasta ahora y fuera del "es un compromiso adquirido de
la nación y vamos a honrarlo", no se han presentado argumentos convincentes que
demuestren a la nación el porqué debe ir el tendido eléctrico a Brasil y cuales
son los beneficios que nos justifiquen a los venezolanos la afectación y
despilfarro de nuestros recursos boscosos, hídricos, paisajísticos y
culturales.
En los últimos meses nos hemos
centrado en ir desmontando cada uno de los argumentos que se han esgrimido para
la construcción del tendido, uno de los más cacareados es el supuesto impuesto
que por incumplimiento debemos pagar si el acuerdo con Brasil no se cumple, se
obvia una cláusula en el contrato, que prevé que causas de "fuerza mayor"
impidan llevarlo adelante. Nos preguntamos entonces ¿no es suficiente causa
de fuerza mayor, el que este tendido nos genere más
problemas que beneficios?.
No entendemos porqué un proyecto nacido al calor de la
Cuarta República, es tan defendido por la Quinta. Todos tenemos ideas de cómo
nació el tendido: un negocito aquí, otro allá, la madera se dice que fue
inicialmente comprometida para un decano de cierta facultad de Ingeniería
Forestal; las manos doradas de la minería y el deseo palpable de abrir camino
para facilitar la entrada de personas y proyectos con visos de turismo en zonas
protegidas.
La integración con Brasil y el buen entendimiento con
nuestros vecinos es fundamental, pero es evidente que los brasileros prefieren,
a pesar de tener muy buenos ríos, que seamos nosotros los que produzcamos la
electricidad y se las vendamos a tres por locha.
No hemos encontrado a nadie, que demuestre cual es la
pertinencia del proyecto en función del costo/beneficio, pero esto no importa:-
"el proyecto va, va, va"-.
Los ambientalistas no hemos desmayado. Hemos repetido
hasta el cansancio que no se trata de impedir el desarrollo, ni obstaculizar la
buena marcha del país, ni alterar la paz social, exigimos equidad, diálogo y
desarrollo sostenible. Fuimos los primeros en comprometernos con el proyecto de
la Quinta República, se nos prometió la derogación del 1850 y la revisión de
todos los proyectos que como el tendido eléctrico ponían en peligro nuestros
ecosistemas más frágiles. Hoy en día, el discurso de muchos ha cambiado, lo que
se había reconocido como malo para la Cuarta es ahora bueno en la Quinta, existe
aquí un serio problema de principios, los ambientalistas mantenemos los nuestros
y ¿los políticos?.