En un encuentro informal previo a la I Cumbre
Energética Suramericana, los presidentes participantes afinaron acuerdos y
pasaron revista a temas de la Comunidad Sudamericana de Naciones, como la
creación del Banco del Sur, lanzado en febrero por Venezuela y Argentina,
con el que la región podría financiar la integración y combatir la
pobreza.
Ministros de Energía y cancilleres de una decena de
países trabajaron en los documentos que serán firmados por los
mandatarios.
Dos grandes planes para la integración energética
dominan la cumbre: la construcción del llamado Gran Gasoducto del Sur que
propone Venezuela, y el impulso a los biocombustibles, especialmente el
etanol a partir de la caña de azúcar, complementario a la gasolina, que
Brasil quiere llevar al resto de la región.
Por su parte,
Venezuela pretende abastecer a la región con sus infraexplotadas reservas
de gas, comenzando por Brasil, con su descomunal Gasoducto, que genera
preguntas sobre medio ambiente y la viabilidad del negocio. Este conducto
tendrá una longitud estimada en 8.000 kilómetros, su construcción
finalizaría en 2017 y requerirá unas inversiones calculadas en 23.000
millones de dólares (16.970,4 millones de euros).
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