Asunto: | [LEA-Venezuela] Articulo sobre el VII Foro Social Mundial | Fecha: | Miercoles, 21 de Febrero, 2007 15:22:49 (+0000) | Autor: | letras director <periodicoletras @.......com>
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En respuesta a: | Mensaje 6912 (escrito por Nicanor Cifuentes) |
Realizado el VII Foro Social Mundial en Nairobi, Kenya
OTRO TURISMO ES POSIBLE
Rafael Uzcátegui
uzcategui.rafael@...
Durante los días 20 al 25 de enero pasados tuvo lugar en Nairobi, Kenya, el
VII Foro Social Mundial (FSM). Definido como el antagónico al Foro Económico
de Davos –cuya reunión sucede casi paralelamente-, el lema que año tras año
reitera, y que tuvo lugar por primera vez en Africa, es “Otro mundo es
posible”. La jornada de Nairobi evidenció que el Foro experimenta una
“crisis adolescente”, y que la voluntad por la creación de nuevas relaciones
sociales ha sido sobrepasada por los vicios de antaño. Tanto así que el
Comité Ejecutivo del evento lo ha declarado en año sabático, siendo incierta
su realización para el 2009.
Hablar de los pobres con los pobres lejos
Lo más positivo de la reciente edición fue la intención de elevar como
protagonistas las luchas realizadas en el continente africano,
tradicionalmente secundarias en la agenda global altermundista. Asimismo, la
oportunidad de encontrar activistas y experiencias de diversos continentes
para conocerse y discutir en una misma mesa, continúa siendo uno de los
atractivos del FSM. Pero, si esto se contrasta con las consecuencias para
las luchas locales y el proceso de realización del “foro realmente
existente” tras sus últimas dos sesiones (Caracas y Nairobi), la cita
tiende, cada vez más, a convertirse en un folklorismo de buena conciencia y
a ser una agencia de viajes con paquetes de turismo políticamente correcto.
Entre los asistentes y las coberturas de prensa de la reunión africana
existió un consenso: la VII edición estuvo dominada por las congregaciones
religiosas y las ONGs de alto presupuesto. El Comité Organizador local no
realizó una política informativa sobre el evento entre los diferentes grupos
sociales y ONGs diminutas esparcidas por la geografía del país, lo que
explicaba en parte muchas de las ausencias. En segundo lugar, que el FSM
necesitaba reforzar los vínculos con los movimientos sociales de base. Y
esto fue evidente en Kenya, cuando muchas de las discusiones tenían una
notoria exclusión: ciudadanos y ciudadanas africanas. Una dinámica que
privilegia internet como forma de comunicación excluye a los movimientos de
los países en desarrollo, con altas precariedades tecnológicas. El tiro de
gracia lo constituyó el pago para la organización de actividades y la
inscripción de delegados. Una cuota que si bien era menor para los
lugareños, constituía mucho dinero para un país con una alta tasa de
desempleo y con una economía basada, primordialmente, en el turismo de
safaris.
El foro se concentró en el Complejo Deportivo Internacional Moi, ubicado en
Kasarani, a las afueras de la ciudad, y no se podía entrar si no se contaba
con la identificación como delegado al FSM. La inscripción para los kenianos
era de 500 schillings, pero muchos habitantes del país, como los agrupados
en asociaciones contra el desempleo, no contaban ni siquiera con los 20
schillings para el pasaje en autobús. Por ello, representantes del grupo
“Parlamento del Pueblo”, caminaron hasta dos horas para poder repartirle a
sus pares globales los volantes que invitaban a sus asambleas en los parques
públicos de la ciudad. La distinción entre el interior, el FSM, y el
exterior, la realidad del país, bordeaba el surrealismo esquizofrénico.
Mientras adentro las marchas contra la guerra, la pobreza y cualquier
reivindicación posible daban vueltas alrededor del estadio de fútbol
–rebautizado para la ocasión como Julius Nyerere-, saludando una y otra vez
los stands y las ventas de artesanía; afuera, los integrantes del Parlamento
del Pueblo protestaban por no tener dinero para entrar al paraíso
altermundista. El 23 de enero, 200 de sus integrantes forzaron las puertas y
lograron que el odioso carnet del FSM fuera prescindible. En un boletín
repartido por Indymedia Africa, una mujer de los suburbios cuenta como su
única relación con el evento había sido con la marcha de apertura, realizada
desde una de las zonas pobres de Nairobi: “Como la residente de Kibera Ruth
nos dijo, había sido invitada a la marcha el día inicial y de cierre del
WSF, pero no sabía que había un foro de debate que ocurría en medio de esos
días. Otros habían sido obsequiados con camisetas o incentivados con la
promesa de un par de zapatos para asistir”.
El foro real
Adentro, los ciudadanos de a pié no tuvieron motivos para el regocijo. El
mayor patrocinante del foro lo constituía la empresa telefónica Celtel,
cuyas tarifas a celulares móviles son las más costosas del país, pero tenían
una promoción especial para los foristas. Se estima que los costos de
organización del foro arribaron a cinco millones de euros, duplicando por
diez si se toma en cuenta los gastos pagados por los participantes. Como las
organizaciones locales son incapaces de generar tal masa monetaria, llegó la
hora de las alianzas comerciales. Ubicado en una posición privilegiada se
encontraba una gran tienda-restaurant, la cual era una extensión del lujoso
Hotel Windsor, propiedad del Ministro de Seguridad Interna del país, John
Michuki, funcionario conocido como “La trituradora” por sus tácticas para el
interrogatorio de sospechosos y señalado como autor de actos de corrupción.
Así que, nada mejor para el negocio que vincularse con la franquicia
progresista más conocida del planeta.
Los locales exigieron que se concretara en un plato de buena comida gratis,
el populismo del foro. Tras varios forcejeos y protestas frente al comedero,
el 24 un grupo saqueó el restaurant y repartieron la comida entre los
presentes. Estas muestras de descontento fueron ridiculizadas por el
periódico Terraviva, un diario “independiente” –pero financiado por el Banco
de Brasil- convertido ad hoc en el portavoz del FSM: “Una multitud enfadada
protestó, detuvo el tráfico y creó confusión (…) Esto no es una reunión del
G8 donde las interrupciones ocurren diariamente, el FSM no supone que sea
esto y no es el espacio para protestas anarquistas. Las frases
antiglobalización y de la sociedad civil definen el Foro”.
Estos dos incidentes hablan de la falta de un tejido local que, con
experiencia sobre el terreno, pudieran proveer realmente una logística
“alternativa”, con énfasis tanto en el proceso de organización como en el
producto, un evento de esas magnitudes. Por ejemplo, la seguridad en el foro
estuvo a cargo del ejército y de compañías privadas. Quien esto escribe fue
testigo de cómo cuatro guardias apalearon dentro del complejo deportivo, a
la vista de todos y todas, a una persona acusada de robo. Paradójicamente la
golpiza, frente al acceso 13 del estadio de fútbol, ocurría frente a puestos
de ONG´s que pedían acabar con la tortura en el mundo. Y fuimos pocos, muy
pocas, los que intentamos parar aquello. ¿Era éste el nuevo mundo construido
por el FSM, tan parecido a lo que conocemos?
Maquillaje y legitimación
La Internacional de Resistentes a la Guerra (IRG), en el marco de sus
actividades contra el militarismo, organizó una charla sobre Eritrea, un
país africano con una férrea dictadura que impone un servicio militar
indefinido y obligatorio a los adolescentes. Para ello invitaron dos jóvenes
exiliados en Sudáfrica, quienes no pudieron hablar al percatarse que
representantes del gobierno de Eritrea estaban inscritos como delegados al
FSM. Para no poner en peligro a sus familiares, que viven dentro del país,
la IRG realizó el foro dejando, simbólicamente, las dos sillas vacías en la
tarima.
Siendo el FSM una pretendida vitrina del progresismo en auge, se convierte
en un espacio de legitimaciones, maquillaje y proselitismo mediado por
relaciones de poder. La delegación brasilera evidenciaba su presencia con
pañuelos con el logo de la principal petrolera del país, Petrobras, y el
“otro mundo es posible”. Y tal marketing invisibilizaba el debate sobre las
consecuencias ambientales de su actividad energética. ¿Cómo resolver el
antagonismo entre políticas “antiimperialistas” y derechos humanos? El
gobierno cubano lo sabe muy bien: inscribiendo decenas de delegados,
alquilando stands y distribuyendo materiales en varios idiomas. Si bien la
Carta de Principios del FSM establece que se compromete a difundir los
contenidos discutidos, en el FSM realmente existente la capacidad económica
y de lobby determina que unos mensajes sean más iguales que otros.
Las luchas intestinas por el control de la dirección en el FSM se sintetizan
en dos tendencias: aquella que aspira que se convierta en la nueva
internacional, con un programa político claro y definido, así como las
estrategias para llevarlo a cabo. La segunda es la que defiende que continúe
siendo una plataforma, un espacio abierto para que grupos de la sociedad
civil manifiesten sus protestas contra el neoliberalismo y ventilen si "otro
mundo es posible". Los primeros, representados por los herederos de las
ortodoxias de izquierda, han ido ganando terreno. Su influencia logró la
redacción del “llamado de Bamako”, realizada en el evento realizado en la
India, en el que se establece que si bien el resto de las luchas son
importantes, la clase obrera continuaba siendo el actor privilegiado de
cambio.
Proceso global, proceso local
El movimiento altermundista que sostiene el FSM posee una serie de
discusiones en base a sus preocupaciones: El cambio climático, los derechos
de la mujer, el rechazo a la guerra en Irak. Las prioridades políticas del
país sede pueden o no coincidir con esta agenda. En el caso de Kenya fueron
divergentes. Como lo reflejó la prensa local, los delegados del país
deseaban discutir temas como la impunidad producto de los crímenes
intertribales, la corrupción gubernamental y políticas sanitarias hacia la
epidemia de VIH. Pero si bien esta diversidad temática puede ser provechosa
para la masa crítica del conjunto, más traumática puede ser la confrontación
de dos culturas políticas diferentes. Cuando los intereses del mundo miraban
hacia otra parte y Kenya era una colonia británica, las religiones
desarrollaron el único tejido de instituciones sociales a donde ir a buscar
consuelo. Positivo o no es otra discusión, pero esto explica en parte el
protagonismo de las religiones en Nairobi. No había que ser pitoniso para
prever que algunos de los valores internalizados por la población durante
décadas ocasionarían rechazo a varias banderas de la agenda global: la
tensión durante las discusiones sobre los derechos reproductivos y el
aborto, así como los abucheos en las intervenciones de grupos homosexuales,
los cuales se enfrentan a las leyes internas del país. Esto es pertinente en
la cuestión de si el FSM fortalece o debilita los movimientos sociales en
cada país en el que tiene lugar.
En el caso del foro anterior, pretendidamente “policéntrico” pero con
primacía del realizado en Caracas, un grupo de organizaciones locales
realizaron un evento alternativo al considerar que el evento había sido
“secuestrado” por el gobierno y su populismo de izquierda, con la anuencia
del propio Comité Internacional. La fuerte polarización política en torno a
la figura del presidente Hugo Chávez había dividido, a su vez, a los propios
movimientos locales (ecologistas, estudiantiles, derechos humanos, mujeres,
indígenas, contraculturas), por lo que la realización del evento en
Venezuela profundizó esta fragmentación, que continúa hasta el día de hoy.
La debilidad del tejido social para responder a un evento de esta
envergadura fue resuelta por el gobierno venezolano restando el protagonismo
que, hipotéticamente, debieran tener los movimientos de base. La logística
fue suministrada por el Ejército venezolano –acusado de actos de corrupción
y violaciones a los derechos humanos-, las comunicaciones por el ministerio
de información estatal y muchas de sus gestiones por funcionarios a sueldo.
En ambos casos, Kenya y Venezuela, las organizaciones sociales no habían
tenido encuentros regionales o nacionales que fortalecieran sus propios
vínculos y que consolidaran prácticas de autonomía. Así que este proceso de
redificación de los de abajo, que de acuerdo a los contextos puede ser lento
y traumático, es violentado por tener que organizar una reunión de carácter
mundial, priorizando el producto sobre el sustrato y proceso de
organización.
Turismo políticamente correcto
Los empleados del sector servicios de Nairobi, especialmente los taxistas y
vendedores de artesanía, no ocultaron su alegría por la realización del
evento en la ciudad. Kenya vive de mostrar sus elefantes, leones y jirafas,
y bastante atrás, de la producción de te y café. Por día, un safari puede
costar 200 euros por persona. Si bien los organizadores esperaban 150.000
asistentes, la asistencia real orbitó en torno a los 40.000 delegados,
principalmente europeos, todos con sus divisas prestas a oxigenar por una
semana la economía local. Los artesanos quintuplicaron sus precios, por lo
que no fue raro conseguir souvenirs a precios más bajos en las tiendas. La
débil infraestructura hotelera de la ciudad fue rebasada, y los hoteles de
lujo de la ciudad, como el Nairobi Hilton, tenían llena su capacidad de
personas orgullosas de mostrar su bolso de tela con el logo estampado del
evento. En esta oportunidad el Campamento Juvenil, tradicionalmente el sitio
más “movido” del FSM, llegó escasamente a los 50 mochileros. Los delegados
de las ONGs grandes, como Caritas y Oxfam, se movilizaban en camionetas
alquiladas a todo lujo, en donde transportaban los folletos a todo color que
distribuían sobre su lucha contra la pobreza.
Por ello, no sin ironía, la prensa local informaba sobre el aumento de las
ganancias de los y las trabajadoras sexuales. Un reportaje de The East
African Standard divulgaba entrevistas con prostitutas que habían venido de
varias ciudades de Kenya a su capital para “satisfacer la alta demanda” del
evento. “Nos pagan en dólares si no utilizamos preservativos”, afirmaba una
mujer. El texto expresa que las campañas presentes en el foro de atacar el
turismo sexual y las relaciones sexuales con niños fracasó debido que el
evento había abierto un nuevo mercado: “Algunos delegados fueron
descubiertos con trabajadoras sexuales menores de edad”. Pero no para todos
y todas el asunto se reducía a hacer dinero. Algunas expresaron que deseaban
tener hijos de raza mixta. “Quiero tener un niño con uno de esos blancos”,
declaró al periodista una chica con una sonrisa en sus labios.
Meter a todos los y las foristas en un mismo saco es arbitrario. Aún es
posible encontrar en el FSM personas valiosas para los cuales el evento es
parte de su búsqueda personal de alternativas. Pero para los huérfanos de la
Guerra Fría el discurso altermundista significó la oportunidad de llamar de
manera diferente las viejas prácticas. Por ello, su año sabático quizás
signifique la oportunidad de fortalecer los movimientos locales, repensar la
política y la vida cotidiana así como lo urgente por construir, desde abajo,
algo realmente nuevo.
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