Arrecian críticas a supergasoducto en Brasil
El faraónico
proyecto transportará 150 millones de metros cúbicos de combustible a través de
la Amazonia. "No tiene coherencia económica", advierten opositores. Mario Osava* El Universal. MEXICO Sábado 27 de mayo de 2006
RÍO DE JANEIRO.- El proyecto del supergasoducto sudamericano, que
transportaría combustible a través de la Amazonia y otros ecosistemas, recibe una
lluvia de críticas en Brasil, donde varios sectores lo dan por muerto,
tras la nacionalización de los hidrocarburos en Bolivia. El gasoducto "nació
semimuerto", sin ninguna factibilidad económica, según Wagner Victer, secretario
de Energía del oriental estado brasileño de Río de Janeiro. El proyecto "es una
locura", completó el ambientalista Roberto Smeraldi, director de Amigos de la
Tierra/Amazonia Brasileña. La nacionalización de la industria petrolera y
el gas en Bolivia, decretada el 1 de mayo, puede ser el tiro de gracia para el
gasoducto, prevén analistas. La medida, que afecta sobre todo a la estatal
Petrobras, tensó las relaciones entre ambos países y reavivó la polémica sobre la
dependencia brasileña del gas boliviano. El gasoducto, la obra de
infraestructura física más grande de Sudamérica, es impulsado por los presidentes
Hugo Chávez, de Venezuela, Néstor Kirchner, de Argentina, y Luiz Inacio Lula
da Silva, de Brasil. Tendría 7 mil kilómetros que pueden ampliarse a más de
10 mil,
dependiendo de la ruta elegida, según expertos. Transportaría 150 millones de
metros cúbicos diarios y su construcción costaría 25 mil millones de dólares.
El proyecto "no tiene coherencia económica", cruza muchos ríos y bosques,
hace imposible precisar sus costos y encarecería en exceso el gas venezolano
entregado en Argentina si no lo subsidia Brasil, dijo Victer y sentenció: "El
gasoducto quintuplicaría la actual dependencia brasileña en relación con
Bolivia". Tras el anuncio de la nacionalización boliviana, el gobierno de
Lula se apresuró a definir planes con Petrobras para la autosuficiencia nacional
en materia de gas natural, acelerando la producción interna y medidas para
importar gas natural licuado. Pese al nuevo panorama, no se desecha la idea
del gasoducto. El 7 de junio, ministros y otras autoridades evaluarán en Caracas
la marcha del proyecto, confirmó el ministro venezolano de Energía, Rafael
Ramírez.
Hay siete grupos de trabajo estudiando los aspectos económicos, ambientales,
de ingeniería, trazado de ruta, financiamiento y regulaciones que afectan al
proyecto. Se va cumpliendo así el guión definido por Chávez, Lula y Kirchner
en Sao Paulo el 26 de abril. La meta es que el gasoducto esté diseñado y listo
para ser propuesto a los demás gobiernos sudamericanos en septiembre. Entre
tanto, arrecian las críticas de ambientalistas y expertos en energía. Según
Adriano Pires, director de la empresa consultora Centro Brasileño de
Infraestructura, el proyecto enfrenta riesgos ambientales, económicos, políticos,
financieros y tecnológicos que lo hacen inviable. La propuesta de "tarifa
postal", que divide en partes iguales los costos del transporte del gas,
significa subsidiar a consumidores más lejanos -argentinos y brasileños del sur-
en desmedro de las regiones más pobres del norte y nordeste de Brasil, dijo
Pires. En lo
político, los gobiernos que usan la energía como instrumento estratégico,
violando contratos y estableciendo precios según sus intereses políticos,
promueven la "desintegración energética", opinó el experto. Bolivia, por ejemplo,
deberá sufrir "una reducción de las reservas gasíferas ante la falta de
inversiones" tras la nacionalización, afectando su capacidad exportadora, señaló.
También hay problemas tecnológicos inherentes a un proyecto gigantesco,
agravados porque el gas carioca se asocia al petróleo, destacó Pires. Con tantas
incertidumbres, pregunta "qué banco financiaría -y cómo- una obra de 25 mil
millones de dólares". Venezuela posee las mayores reservas sudamericanas de
gas natural -cerca de 4.2 billones de metros cúbicos-, pero "90% (de ellas) están
asociadas al petróleo, y para extraerlas hay que producir más crudo", confirmó a
Tierramérica Elie Habalián, ex gobernador venezolano ante la Organización de
Países Exportadores
de Petróleo (OPEP). Los planes de inversiones de la estatal Petróleos de
Venezuela, de más de 6 mil millones de dólares hasta 2012, aseguran gas
suficiente para el gasoducto, según el ministro Ramírez. La producción actual, de
176 millones de metros cúbicos, casi se duplicará en seis años, contando con
yacimientos en tierra firme y en aguas del Atlántico y el Caribe. Por su
parte, Adilson Vieira, coordinador del Grupo de Trabajo Amazónico, red de 600
organizaciones y movimientos sociales, dijo a Tierramérica que el gasoducto es
"inviable por su impacto socioambiental". Incluso tendría "efectos sociales
violentos" en muchas áreas indígenas en Brasil y Venezuela, y exigiendo
desviaciones o compensaciones que son "incalculables", señaló. "Obtener
licencias ambientales para atravesar la Amazonia sería una hazaña. Si todo
marchase bien, sin trabas judiciales, demoraría cinco o seis años como mínimo",
evaluó Smeraldi, de
Amigos de la Tierra. Además enfrentaría disputas agrarias, especialmente en el
norte y centro brasileños. Es "dificilísimo que se construya el gasoducto", pero
hay que seguir discutiéndolo porque "otras locuras" ya se hicieron realidad en la
región, dijo. La resistencia ambientalista también es intensa en Venezuela.
Amigos de la Gran Sabana (Amigransa), que defiende un hermoso parque en el
sudeste fronterizo con Brasil, advirtió que el proyecto sería "el paso definitivo
para la destrucción de la Amazonia, la Guayana venezolana y diversos ecosistemas
de la costa caribeña y atlántica". La portavoz de este grupo, María Eugenia
Bustamante, dijo a Tierramérica que "el solo planteamiento de este proyecto
viola convenios sobre derechos económicos, sociales y culturales". *
Corresponsal de IPS. Con aporte de Humberto Márquez (Venezuela) |