Asunto: | [LEA-Venezuela] Foro Social Mundial Caracas: mortaja para los movimientos sociales venezolanos | Fecha: | Jueves, 1 de Diciembre, 2005 19:04:28 (+0000) | Autor: | letras director <periodicoletras @.......com>
|
En respuesta a: | Mensaje 6310 (escrito por Jorge Hinestroza M.) |
Foro Social Mundial Caracas: mortaja para los movimientos sociales
venezolanos
Rafael Uzcátegui
rafael@...
Durante la semana del 24 al 29 de enero del 2006 se estará realizando en
Caracas el VI Foro Social Mundial, en su versión policéntrica, y el II Foro
Social de las Américas. La cita ha generado gran expectativa, pues esta
ciudad es el epicentro de lo que desde 1999 se conoce como “Revolución
Bolivariana”, con gran ascendencia en el resto de Latinoamérica y anchos
márgenes de popularidad entre diversos movimientos sociales e izquierdistas
del mundo. En este sentido, el que Venezuela sea la segunda sede en el
continente del Foro Social Mundial es un respaldo “tácito” a la gestión
gubernamental del presidente Hugo Chávez, como en su momento lo fue con el
gobierno local del Partido de los Trabajadores en Porto Alegre, en su lento
pero franco ascenso a la silla presidencial. ¿Este apuntalamiento a su tren
ejecutivo posee un correlato en los movimientos sociales venezolanos?, o
para expresarlo de manera diferente ¿Qué aportes realizará el Foro Social
Mundial capítulo Caracas en el proceso de consolidación, expansión y
articulación de los movimientos sociales que hacen vida en el país? Para
responder a esta pregunta debemos hacer un somero repaso a su devenir
histórico contemporáneo, en relación con la propia trayectoria del país.
Punto Fijo y Caracazo
Tras décadas de dictaduras caudillistas y militares, en 1958 se inaugura el
periodo democrático en Venezuela. El llamado “Pacto de Punto Fijo”,
realizado entre los principales factores de dominación, que acuerdan la
alternabilidad en el poder de los principales partidos políticos de la
época, Acción Democrática y COPEI. Pocos años después comienza un período de
lucha armada de la izquierda insurreccional, capítulo que dura menos de una
década con la progresiva incorporación de estos actores a la política
“legal” y parlamentaria, motivada, entre otras cosas, por el piso social
construido por la socialdemocracia gracias a los cuantiosos ingresos de la
renta petrolera. Las regalías del “oro negro” permitían una estabilidad
democrática desconocida en otras latitudes del continente, costeando una
amplia seguridad social, la masificación de la educación a todos los niveles
y subsidiando sindicatos y asociaciones gremiales a lo largo y ancho del
territorio. Los tanqueros petroleros que cada día llenaban sus vientres en
los puertos venezolanos, financiaron la amplia clase media que se desarrolló
durante las décadas de los 60´s y 70´s, alcanzando su clímax con la llamada
“nacionalización” del petróleo ocurrida en 1976, en la cual las industrias
trasnacionales como la Shell dejaron de operar en el país. Desde ese año
hasta finales de 1981 se vivió el período conocido como de “vacas gordas”
debido a la gran cantidad de dinero que ingresó al fisco nacional. A
comienzos de 1983 se anuncia la devaluación de la moneda, el bolívar, y se
abre un período de crisis económica que comienza a fracturar el modelo de
gobernabilidad iniciado en 1958. A mediados de la década de los 80´s
empiezan a gestarse amplias movilizaciones populares que no se traducen en
votos para los partidos políticos de izquierda, quienes mantenían un
porcentaje “histórico” que oscilaba alrededor del 5%.
La expresión palpable de la agonía del pacto de Punto Fijo ocurre en febrero
de 1989, durante el llamado “Caracazo”, cuando centenares de comercios
fueron saqueados en diversas ciudades del país en una semana de violentas
explosiones populares, calmadas a sangre y fuego por el ejército y dejando
un saldo de muertos y desaparecidos todavía desconocidos, pero que algunos
afirman que superan el millar. Es a partir de ese febrero que una sociedad
civil, ajena a los partidos políticos del status y a la relación clientelar
con el Estado, comienza a configurarse. Por nombrar alguna de sus formas,
encontramos que las primeras organizaciones de Derechos Humanos, las
asociaciones y redes ecologistas que impulsaron la Ley Penal del Ambiente y
las iniciativas sociales que impulsaron las movilizaciones contra el
“paquete” neoliberal de Carlos Andrés Pérez –el presidente de Venezuela
durante ese período- sólo fueron posibles en ese contexto, cuando con
claridad las expresiones institucionales de la democracia venezolana
mostraban evidentes signos de agotamiento.
1989 representó un momento importante en la historia de la organización
social autónoma de las demandas populares. La efervescencia que se vive
antes y después de la revuelta popular evidencia la costura de un tejido
social compuesto por infinitas iniciativas sociopolíticas, con diferentes y
crecientes niveles de articulación entre sí. Las mismas se enfocan contra el
presidente Pérez y su política de “Gran viraje”: el intento de aplicar la
receta neoliberal dictada por el Fondo Monetario Internacional, la cual
contrastaba con las políticas populistas impuestas anteriores. Es este
escenario, de una creciente movilización ciudadana es que ocurre un hecho
inédito: la introducción por parte del Fiscal General de la República de una
demanda de juicio contra el presidente por corrupción y malversación de las
llamadas “partidas secretas”. En mayo de 1993 Pérez era suspendido de sus
funciones.
Chávez y su movimiento
Un año antes de la defenestración del presidente por cargos de corrupción,
un recurso político que parecía parte del pasado del país retorna para
ocupar otra vez los titulares de prensa: el golpe de estado. Durante los
años que van de 1899 a 1958, 5 conspiraciones liderizadas por militares
forzaron el cambio del primer magistrado nacional, incluso –paradójicamente-
una que en 1945 se reclamaba en nombre de la democracia y del sistema de
partidos. La tesis de la insubordinación castrense para la toma del poder no
fue patrimonio exclusivo de los sectores identificados con la derecha.
Diversas insurrecciones armadas estimuladas por la izquierda
marxista-leninista eran voceras de la “alianza cívico-militar”, en la cual
vanguardias políticas se aliaban con “sectores progresistas de las fuerzas
armadas” para provocar un cambio. Esta apelación a un pretendido progresismo
del ejército venezolano interpretaba su policlasismo bajo el materialismo
dialéctico, intentando “agrandar las contradicciones de clase” entre
soldados y oficiales para “ganarlos a la causa socialista”. Es cierto que la
heterogeneidad popular del ejército venezolano es diferente de la
conformación de élites de otros en el continente, pero el reduccionismo
marxista olvidaba que su sistema jerárquico y de valores los educaba para
que se percibieran a sí mismos como una clase diferenciada de los “civiles”.
Por otra parte, el ejército venezolano también era formado en el
anticomunismo y en la lucha contra la subversión según los dictados del
Comando Sur de los Estados Unidos, como parte de la lógica de la Guerra
Fría.
Tras 34 años sin conspiraciones militares –una de las premisas del Pacto de
Punto Fijo-, en 1992 un grupo de oficiales medios del ejército intenta
realizar un golpe de estado contra Carlos Andrés Pérez. En televisión, un
personaje uniformado desconocido para el país anunciaba la derrota del
alzamiento “por ahora”. Ese oficial era Hugo Chávez, quien pasó algunos años
arrestado por sublevación militar y fue liberado, via indulto, por el
siguiente presidente electo: Rafael Caldera, al igual que Pérez asumía el
cargo ejecutivo por segunda vez.
La liberación de Chávez, ocurrida a mediados de los 90´s, se realiza en
medio de una amplia movilización de masas y de toma de conciencia. Por
primera vez un candidato presidencial proveniente de sectores no
tradicionales, Andrés Velásquez, lograba superar ampliamente el 5% histórico
electoral de la izquierda, ubicándose porcentualmente detrás del candidato
electo. Este era un síntoma de la voluntad de cambio que como una epidemia,
se expandía entre los venezolanos ante la crisis económica y el agotamiento
del sistema democrático. Chávez y su movimiento se superponen a esa
dinámica, logrando darle un rostro –gracias a la amplificación mediática y
su aura insurreccional- al descontento. Repetimos: una organicidad que
cualitativa y cuantitativamente es contemporánea a su movimiento y de la
cual el MBR-200 (el nombre de la primera agrupación política de Chávez) sólo
era parte. El paracaidista de Sabaneta realiza una acertada y pragmática
lectura de la realidad, pasando de su abstencionismo militante –en cuya
etapa pudo granjearse la simpatía de innumerables movimientos de base- a la
candidatura presidencial, no lo olvidemos, con el apoyo de grandes medios
masivos de comunicación y el financiamiento de sectores del capitalismo
internacional. Chávez y su dominación carismástica logran convencer a
diversos sectores que él representa la “vanguardia” de la lucha contra el
binomio adeco-copeyano y un proyecto de transformación de carácter
“revolucionario”. La miopía de los partidos tradicionales y su propia
momificación aceleraron su implosión, una crisis disimulada por el
protagonismo mediático de los sucesos del 2002, pero que mas pronto que
tarde –como efectivamente sucedió- terminaría por desmantelar los cascarones
vacíos de tales agrupaciones.
Institucionalizando la rebeldía
Decíamos que Chávez logra cabalgar sobre una ola de descontento popular que
comenzó en 1989 la costura de un tejido social compuesto por infinitos
embriones de organización, con diferentes y crecientes niveles de
articulación entre sí. Una de las virtudes del chavismo es recoger diversas
reivindicaciones para incorporarlas en su difusa ideología dando la
sensación de que el bolivarianismo era la expresión “legítima” del acervo
social y de izquierda del país. El siguiente paso era establecer una
dirección incontestable, paradójicamente difundiendo una propuesta
democrática “participativa y protagónica” e imponer a sus bases de apoyo una
agenda decidida desde arriba, básicamente limitada a la relegitimación en
las urnas. De esta manera los movimientos sociales desgastados debido a su
progresiva incorporación a la lógica acumulativa político-electoral
hipotecan su propia autonomía, y, lo más importante -para la imposición de
un modelo autoritario de dominación-, inmovilizados para levantar
reivindicaciones propias. En la imposición de modelos organizativos
dirigidas a pulso por una persona y en la desarticulación de las dinámicas
ciudadanas que le precedieron se encuentran claves básicas para entender la
fragmentación actual de los movimientos sociales venezolanos.
Quien desde afuera haya visto la avalancha de propaganda “revolucionaria”
financiada desde el Estado venezolano se puede sorprender de esta
afirmación. Pero, de los innumerables ejemplos que la sustentan, nombraremos
uno clave. Durante la década de los 90’s la gerencia de la compañía estatal
de hidrocarburos, Pdvsa, intentó realizar un lobby alrededor de una política
de “apertura petrolera”, para involucrar a compañías trasnacionales en la
exploración y explotación de nuevos yacimientos, revirtiendo la
nacionalización ocurrida en 1976. La propuesta, acorde con la ideología de
libre mercado, generaba una amplia y rabiosa resistencia en múltiples
sectores, lo que la hacía políticamente inaplicable. Detrás de la retórica
“revolucionaria” y “antiimperialista” –centrada exclusivamente en la figura
de George Bush jr-, el presidente Chávez ha firmado las mayores concesiones
energéticas a las trasnacionales desde la década de los 40´s, sin ningún
tipo de resistencia interna. Por ejemplo, la mayor reserva gasífera del
país, la Plataforma Deltana, ha sido entregada en concesión a Chevron,
ConocoPhillips y Statoil por períodos mayores de 30 años. A partir del 1 de
enero del 2006 entran en vigencia la figura de las “empresas mixtas” entre
las trasnacionales y la estatal petrolera, en donde ambas partes son socias
de la exploración y comercialización de los yacimientos. Hasta cuando se
escribe este artículo, 18 de noviembre de 2006, no se había realizado
ninguna movilización, de ningún sector, contra esta medida. Pablo Hernández
Parra, experto en materia petrolera y colaborador del site
www.soberania.org, afirma en uno de sus artículos de prensa: “La esencia de
todo lo que ocurre, en este nuevo Macondo, que se llama Venezuela, no es
otra cosa que el capital nacional e internacional liderado por las compañías
petroleras, se ha colocado la boina y franela roja; y avanzado a pasos de
vencedores impone su programa de privatización bajo el disfraz del
socialismo del siglo XXI (…). Todo lo que ocurre hoy en el país, desde la
política petrolera hasta el show mediático con las "expropiaciones de
tierra", no son otra cosa que el más vulgar circo entre las marionetas del
capital: gobierno y oposición, para consolidar todo el proceso de
privatización de los recursos del país: petróleo, gas, minas, tierras, en
beneficio exclusivo del gran capital”.
El Foro Social Mundial
En los últimos cuatro años, Venezuela ha vivido una polarización inducida
por las cúpulas en pugna por el poder: la vieja burocracia “puntofijista”
(Fedecámaras, CTV, partidos políticos) contra la nueva burocracia chavista,
que ha sustituido a la anterior. El antagonismo, falso en tanto ejercicio
real y no “discursivo” del poder, amplificado y sustentado mediáticamente,
ha beneficiado a quienes se han legitimado como voceros de la mitad que
pretender “representar”. Parte de la desmovilización de los movimientos
sociales responde a esta lógica: haber tomado partido y haber asumido, a
ciegas, la agenda política impuesta desde arriba, postergando sus propias
reivindicaciones. Otro capítulo corresponde a las expectativas creadas por
parte de los activistas sociales frente a un gobierno “progresista y de
izquierda”, portavoz de un discurso que ha asumido el lenguaje de los
propios movimientos, pero cuya política concreta va en otra dirección.
El antiguo embajador de Estados Unidos en Venezuela, John Maisto, declaró a
los medios en su oportunidad: “A Chávez hay que evaluarlo por lo que hace y
no por lo que dice”. Esto explica porque a pesar de los impasses
diplomáticos, Venezuela realiza los mejores negocios con los sectores
económicos más dinámicos del capitalismo globalizado, incluyendo al Gran
Hermano del Norte, el cual consume más del 60% de las exportaciones
energéticas que salen de puertos bolivarianos. En este punto tenemos que
entender que la geopolítica internacional es radicalmente diferente a los
tiempos de la Guerra Fría. Mientras los países mantengan el papel que les
asigna la globalización economicista, pueden tener la política local que más
les provoque. Este, precisamente, es el caso venezolano no sólo en materia
petrolera y energética –contando con un barril a más de 60 dólares, los
precios más altos de su historia-, sino en los sectores más dinámicos hoy de
la economía mundial: banca, finanzas y telecomunicaciones. Además,
recordamos que Caracas continua siendo un pagador puntual de su deuda
externa y de los compromisos contraídos con el FMI.
Es este el contexto en el cual se realizará el Foro Social Mundial en el
borde del Mar Caribe: con movimientos sociales locales desmovilizados y sin
ninguna autonomía de acción. Con un gobierno que financiará su realización y
que incluso fanfarronea de ello en avisos publicitarios y ruedas de prensa.
Al comienzo de un año en donde el presidente es candidato para la reelección
y la tribuna del FSM es el arranque ideal para su campaña electoral. En
donde a falta de redes sociales operativas e infraestructuras propias de las
iniciativas ciudadanas, la logística del evento –hospedaje, alimentación y
transporte- será aportado por el Ejército venezolano para las delegaciones
menos significativas y por la red hotelera Hilton para las de mayor interés
estratégico para el ejecutivo nacional, como ha sido la tradición en los
anteriores cónclaves “revolucionarios” realizados en la ciudad natal de
Simón Bolívar. En dónde el chavismo como movimiento –tendencia a la cual
pertenecen los principales voceros del comité promotor del FSM capítulo
Caracas- en 7 años sólo ha reconocido como actores de cambio a quienes se
aglutinan bajo el liderazgo de Hugo Chávez, por lo que sus declaraciones en
torno a la realización de un foro plural suenan a discurso demagógico de
cara a la galería. En este sentido, la realización de este evento
profundizará la dispersión existente de los movimientos sociales y no
revertirá, en nuestra opinión, esta tendencia.
Es por esto que a pesar de lo contracorriente, la ausencia total de recursos
e infraestructuras y la asimetría, un grupo de personas creemos necesario
realizar un evento paralelo al FSM para asegurar que las discusiones sobre
política energética, concentración de poder, militarismo, autonomía y nuevos
movimientos sociales, modelo de desarrollo minero y medio ambiente,
comunicación alternativa y contrapoder se lleven a cabo, abriendo la
posibilidad de difundir otras versiones de lo que pasa en Venezuela. Esto se
suma a la propia degradación experimentada por el FSM: su control por parte
de ONG´s y grupos sociales más moderados (como ATTAC y Greenpeace), la
manipulación por parte de los partidos políticos de izquierda como
plataformas propagandísticas. Además, la propia situación de Latinoamérica
abre nuevas agendas de discusión, las cuales consideramos que no serán
suficientemente abordadas en el FSM: el hecho de que varios gobiernos
suramericanos sean “de izquierda” y como sus políticas sociales han sido
incapaces de reducir la pobreza, inducir cambios estructurales, preservar el
medio ambiente y asegurar los derechos de las minorías en una gestión
capitalista de rostro benevolente. Creemos que nuestro evento, el Foro
Social Alternativo (FSA), puede ser uno de muchos espacios necesarios para
el reencuentro y el diálogo de diferentes movimientos de base, para
recuperar nuestras propias reivindicaciones y elaborar nuestro propio
calendario de eventos y movilizaciones, sin la injerencia de nadie ajeno a
su propia dinámica. Invitamos, por tanto, a todos los activistas para que
visiten a Venezuela esa última semana de enero, participen en
indistintamente en el FSM o el FSA, y, lo más importante, vean la realidad
del país por sus propios ojos, contrasten versiones y datos y no hagan más
interpretaciones atendiendo exclusivamente a la propaganda manufacturada por
el Estado venezolano o por los partidos políticos de oposición.
www.fsa.contrapoder.org.ve
Parálisis en datos
- Movilizaciones en solidaridad con la acción directa realizada por el
pueblo indígena Pemón (Gran Sabana) contra la construcción del Tendido
Eléctrico al Brasil a comienzos del 2001: Ninguna.
- Manifestación más grande realizada contra la Guerra de Irak: Concentración
en Plaza Venezuela – Caracas, 1.200 personas, 25 de marzo 2003.
- ¿Existe Centro de Medios Independientes, Indymedia, en Venezuela?: No
- Asistentes a la manifestación convocada por grupo de mujeres para
protestar la libertad del indiciado en las agresiones físicas a Linda Loayza
frente al Tribunal Supremo de Justicia, 26 de octubre 2004: 80 personas
- Asistentes a la marcha nacional contra la explotación del carbón en el
estado Zulia, 31 de marzo 2005: 1.000 personas.
- Asistentes a la manifestación convocada por los pueblos Barí, Yukpa y
Wayuu el 11 de octubre de 2005 en la Plaza Bolívar contra la explotación del
carbón en el estado Zulia: 150 personas.
- Movilizaciones por las concesiones energéticas realizadas por el gobierno
bolivariano a las compañías multinacionales: Ninguna.
- Movilizaciones por la reglamentación gubernamental de la mayor reserva
forestal del país, Imataca, para el uso minero y maderero: Ninguna
- Movilizaciones por el deplorable estado de los hospitales del país:
Ninguna
- Producciones audiovisuales que desde el chavismo denuncien las
contradicciones entre el discurso y los hechos del gobierno: Una, “Nuestro
petróleo y otros cuentos” (2004) de los italianos Gabrielle Muzio, Max Pugh
y otros, censurada por el gobierno. Los canales de televisión Telesur, Canal
8 y Vive Tv proyectan las producciones anteriores de este colectivo
audiovisual, no mostrando esta última.
- ¿Alguna otra acción directa convocada desde los movimientos populares?: El
12 de octubre del 2004 un centenar de activistas de organizaciones de base
del chavismo se congregaron frente a la estatua de Cristóbal Colon en Plaza
Venezuela para derrumbarla. En la convocatoria expresaron su deseo de
“llevarle la cabeza a Chávez”, quien en ese momento realizaba un acto en el
Teatro Teresa Carreño. 3 activistas fueron detenidos por la destrucción de
la efigie. El 21 de octubre 50 personas manifestaron frente a la fiscalía
pidiendo la libertad de los detenidos. Un año después, según publicó el
escritor Luis Britto García, uno de ellos continuaba en la cárcel.
_________________________________________________________________
MSN Amor: busca tu ½ naranja http://latam.msn.com/amor/
-~--------------------------------------------------------------------~-
-~--------------------------------------------------------------------~-
Compra o vende de manera diferente en www.egrupos.net
|