Asunto: | [LEA-Venezuela] El proyecto burgués de saneamiento del río Guaire/ León Moraria | Fecha: | Jueves, 22 de Septiembre, 2005 14:51:16 (-0400) | Autor: | Jorge Hinestroza M. <vitae @......com>
|
Tomado de: http://www.aporrea.org/dameletra.php?docid=16801
El proyecto burgués de saneamiento del río Guaire
Por: León Moraria
Publicado el Martes, 20/09/05 06:27pm
imprímelo
¡Carajo! ¿Hasta cuando Caracas va a vivir a expensas de la provincia
venezolana? Hace falta un Atila que le aplaque la soberbia. Caracas no es
Venezuela. En la prensa y la televisión sólo se habla de Caracas. La
provincia no existe, pero, es la provincia la que le da vida. En días
pasados el hundimiento de la plataforma de la autopista nacional del centro
provocó de inmediato crisis de abastecimiento. Todo como consecuencia de un
problema de conservación. Por ello y muchas cuestiones más, hemos dicho que
la Revolución Bolivariana se empantana al no concluir los planes propuestos
o no atender los problemas fundamentales del país. Veamos:
Los últimos siete años han sido nefastos en la conservación de los
Recursos Naturales Difícilmente Renovables (como los denominaba don Arturo
Eichler). Una vez más están a la deriva y sin dolientes. Una vez más igual a
como ocurre siempre que se anuncian cambios para instaurar la democracia,
los Recursos Naturales Difícilmente Renovables se convierten en campo de
batalla propicio para dirimir la demagogia de las controversias
politiqueras. La democracia electorera encuentra allí campo abierto para
ganar adeptos al permitir concesiones en el manejo, defensa y conservación
de las zonas protectoras en cordilleras, valles y llanuras. Se trata es de
hacer ver que las prohibiciones son propias de la dictadura del gobierno
anterior.
Así ocurrió al término del gobierno del General Marcos Pérez Jiménez
que mantenía estricta vigilancia sobre toda actividad que se realizara en
las zonas protectoras de bosques, suelos y aguas de la geografía nacional.
Esa actitud firme en el campo de la conservación, para los demagogos, era
dictadura. Y el cambio hacia la democracia consistía en levantar las
prohibiciones. Los candidatos a diputados, para cosechar votos, presionaban
a los funcionarios encargados de la protección de los Recursos Naturales
Difícilmente Renovables, y les pedían que convirtieran en simples y exiguas
multas el daño causado a la zona protectora. La multa o breve prisión no
constituían prohibición, sino, que se convertían en pago de tributo, en
compra, en autorización para el usufructo del predio desforestado. En los
primeros años del gobierno que anunció instaurar la “democracia” (1958), la
arremetida contra los Recursos Naturales Difícilmente Renovables fue atroz.
Zonas boscosas que eran garantía para la conservación de la red hídrica del
país, cayeron bajo la voracidad depredadora del hacha y el fuego y quedaron
convertidas en pavesas humeantes. El humo de los incendios ocultaba la luz
del sol. Las laderas de las montañas se convirtieron en nuevas zonas de
cultivo. Con ello se agudizó el proceso de sedimentación, el proceso de zapa
en la formación de cárcavas que al cabo de cuarenta y cinco años muestran
sus secuelas. Lo acaecido en Vargas y más reciente en el Valle del Mocotíes
y el piedemonte andino de la cuenca del Lago de Maracaibo, tiene su origen
en el gobierno que permitió y autorizó por demagogia electorera, durante
cuarenta años, vías de penetración construidas al azar, sin estudios ni
planificación; actividades urbanísticas, agropecuarias, mineras y de todo
tipo, en zonas protectoras de bosques, suelos y aguas. Ante las denuncias de
los conservacionistas, la respuesta de los gobernantes no ha sido el
atenderlas ni mucho menos premiar el civismo ciudadano. La instancia a la
cual se acude para hacer la denuncia entra en connivencia con el
latifundista, terrófago, depredador o corrupto, que según el decir popular,
“además de guapo, resulta apoyado”. Mientras por otro lado al denunciante lo
convierten en indeseable y le endosan calificativos: “enemigo del progreso”,
“desadaptado social”, “explotador de campesinos”, “egoísmo de grupo”,
“desinformado e ignorante”, todo depende de la destreza o sutileza
eufemística del personero oficial para endilgar epítetos carentes de
fundamento porque nada tienen que ver con la denuncia.
Lo ocurrido en los últimos siete años es muy similar a lo narrado. Si
los gobiernos del “puntofijismo” fueron nefastos en la defensa y
conservación de los Recursos Naturales Difícilmente Renovables; la
Revolución Bolivariana nada tiene que envidiarles. A las viejas heridas se
agregan nuevas y mortales heridas. A las viejas fórmulas electoreras y
demagógicas se unen las nuevas y continuadas fórmulas. Es el craso error de
confundir la democracia política con el libertinaje en cuanto a los Recursos
Naturales Difícilmente Renovables se refiere. El lenguaje de la
contaminación, la capa de ozono, el calentamiento (Protocolo de Kioto), es
lenguaje falso para distraer la atención o disfrazar la realidad presente en
la devastación de las zonas protectoras del país. ¿Puede un país productor
de petroleo hablar de contaminación? Por circunspección es mejor callar. La
contaminación del ambiente es una cosa y la depredación de bosques y el
cultivo en zonas protectoras es otra muy distinta. Pero es ahí donde el país
está recibiendo la herida de su fatal deceso.
Para entender la gravedad del presente en cuanto a los Recursos
Naturales se refiere, basta leer los informes elaborados hace sesenta años
por eminentes científicos contratados para ello. En el informe de Henry
Pittier, titulado, “Aunque sea Tarde”, el nombre de por sí ya es una
denuncia. En el de la Misión Benett (1942). En el Informe de Fairfield
Osborn. En el Informe de William Vogt (1942). O en los estudios científicos
del profesor Francisco Tamayo. En todos, la realidad es la misma. En todos
se muestra la faz de una naturaleza agonizante allí donde el hombre ha
intervenido los Recursos Naturales.
El Informe de William Vogt, por ejemplo, dice, “...los declives
mayores del 5% requieren prácticas agrícolas especiales, tales como,
franjas, bancales (terrazas)... en Los Andes se cultivan cientos y miles de
hectáreas con declives mayores del 60% (unos 28 grados)”. Y continúa
diciendo,”Hay pocos países en el mundo y probablemente ninguno en este
hemisferio, que presenten manifestaciones de erosión más exageradas y
concentradas que en Los Andes...”; “en viaje por 14 naciones, desde el norte
de Canadá hasta el estrecho de Magallanes, jamás se ha presentado un caso de
desajuste nacional de la tierra, ni un caso patológico más difícil de curar,
como el que he encontrado en Venezuela...”
Si este era el diagnóstico hace sesenta años ¿Cuál será la realidad
presente luego de estar “hundiéndonos en el excremento del Diablo” por las
desaforadas políticas desarrollistas y dependencia al capital foráneo?
A diario vemos, oimos, leemos los planes agrícolas y de todo tipo de
la Revolución Bolivariana. Los planes de financiamiento a los campesinos son
muy loables. Pero ese financiamiento ¿en dónde va a ser aplicado? ¿En una
micro cuenca? ¿En una zona protectora de bosques, suelos y aguas? ¿En la
ladera de una montaña con declive mayor al 5%, o peor aún, el 30%? Si eso
estaba mal hace sesenta años. hacerlo hoy no sólo es un error, peor aún ¡un
horror!. Y mucho peor, si es el propio Estado el que financia tal actividad.
El Ministerio del Ambiente y los planificadores de créditos ¿han mirado este
espejo?
Ahora bien, ¿sobre quién recae la culpa? La culpa recae sobre el
campesino pobre. Pero, ¿es justo este señalamiento? ¿Por qué el campesino
pobre realiza actividades agrícolas en las microcuencas; o en zonas
protectoras de bosques, suelos y aguas; o en laderas con declive del 5%? Por
una razón elemental. Porque las mejores tierras del país ubicadas en las
zonas llanas, aptas para la actividad agrícola y pecuaria, están en manos de
latifundistas (Ley de Tierras Artículo 74) o en manos de la “burocracia
finquera” de profesionales universitarios, funcionarios oficiales,
militares, comerciantes, industriales, etc., cuya actividad es ajena a la
actividad agrícola. Este no es su medio se vida, es un lujo, es un adorno
(Artículo 13, idem). Por tal motivo, los campesinos pobres para sobrevivir,
empujados por el latifundio, penetran en las zonas protectoras o laderas de
las montañas no aptas para la agricultura.
La Revolución Bolivariana le entregó al país una Ley de Tierras, cuyo
primer objetivo debería consistir en la solución de este gravísimo problema.
Debería, por sobre todo otro interés, salvaguardar las zonas protectoras.
Cumplir con la Ley de Parques Nacionales. Para ello, reubicar a los
campesinos que laboran dichas zonas. Utilizar la Ley de Tierras para cumplir
una doble función. Primero, acabar con el latifundio. Segundo, reubicar a
los campesinos que dañan las microcuencas, zonas protectoras y parques
nacionales. ¿Por qué? Porque el problema más grave que padecen ciudades y
pueblos, es la falta de servicio de agua potable. Es urgente recuperar las
microcuencas donde están las nacientes de agua que surten los acueductos y
la red hídrica del país que genera electricidad (Guri, Santo Domingo,
Uribante/Caparo). Es urgente proteger el piedemonte andino que desciende
hacia el Lago de Maracaibo. Pie de monte degradado por los campesinos
pobres, empujados por los latifundistas que ocupan las mejores tierras en la
parte llana. La sedimentación que los inviernos acarrean desde las faldas de
la cordillera, han dañado miles de hectáreas en las zonas donde están las
plataneras, los frutales o pastizales donde pasen los rebaños de ganado de
leche y carne.
En ningún país del mundo es posible planificar, algún proyecto, sin
tomar en consideración los Recursos Naturales Difícilmente Renovables. Todos
los planes que presenta el gobierno de la Revolución Bolivariana chocan
contra esta realidad. Veamos:
Cuando el gobierno planifica aumentar la producción de carbón en la
Sierra de Perijá de seis millones de toneladas anuales a 36 millones, de
inmediato levanta la protesta de las comunidades indígenas.
Cuando el gobierno anuncia planes agrícolas en la Mesa de Guanipa,
desconoce que allí reposa una duna dormida aprisionada por las gramíneas que
la cubren ¡Desgraciado! El que ose despertarla, la pondría en movimiento
empujada por los vientos alisios del sudeste y convertiría la extensión de
la llanura en árido desierto.
Cuando el gobierno anuncia el desarrollo de la minería industrial o
artesanal en la cuenca del río Caroní y en general en la mil veces milenaria
área boscosa de Guayana, olvida que todo el oro, diamantes y minerales que
aquel subsuelo guarde en su entraña, son una falaz riqueza frente a la
inmensa y eterna riqueza del agua para el desarrollo hidroeléctrico que
surte el país. El bosque y el agua son las verdaderas riquezas de Guayana.
Bosque intocable, porque al hacerlo, se rompe el equilibrio de la vida
vegetal. Bosque que por la antigüedad de sus suelos, no puede ser
restaurado, carece de capa vegetal. Allí el árbol nace, crece y muere para
alimentar ese equilibrio. La disputa por recibir la luz solar es tal, que
los árboles alcanzan alturas de setenta y más metros. Sobre el suelo sólo
hay hojas y ramas secas, porque la falta de luz no permite otra vegetación.
Cuando el gobierno abandona a su suerte la cuenca del río Uribante, se
atenta contra la principal fuente de electricidad que surte el occidente del
país. Cuando el gobierno ordena realiza el dragado de la barra del Lago de
Maracaibo, aumenta la salinidad de sus aguas y por nivel freático, la
salinidad de las tierras agrícolas que lo circundan.
Frente a estas realidades insertas en la vida misma de la nación, por
su indiscutible trascendencia, los planes del Ministerio del Ambiente
resultan risibles, ridículos y muestran desubicación de la Ministra en sus
funciones al promover planes urbanísticos en el Parque Nacional El Ávila; o
promover la desafectación de áreas en dicho parque; o presentar el proyecto
burgués y demagógico de saneamiento del río Guaire con una inversión
multimillonaria, con el único propósito de quitar los malos olores que
molestan a la burguesía que habita en las urbanizaciones alineadas en sus
márgenes; porque la mayoría de la población, de pobres y explotados, vive en
los cerros donde corre aire fresco y renovado.
Ante el deplorable espectáculo de los Recursos Naturales Difícilmente
Renovables en todo el país ¿qué es más importante? ¿salvaguardar el
piedemonte andino cuyo deterioro provoca sedimentación en las más ricas
áreas agropecuarias del Sur del Lago de Maracaibo? ¡O el saneamiento del río
Guaire y del río Bronx!
¿Qué es más importante?. ¿Salvaguardar los bosques de Guayana del
frenesí minero para garantizar la pureza de las aguas y con ello la vida de
las represas amenazadas por la sedimentación que las rellena y daña las
aspas de las turbinas? ¡O el saneamiento del río Guaire!
¿Qué es más importante, aplicar la Ley de Tierras para acabar con el
latifundio, reubicar en él a los campesinos pobres que dañan las
microcuencas y zonas protectoras de suelos y aguas; actividades agrícolas
que dañan la red hídrica del occidente del país que surte el complejo
hidroeléctrico Uribante/Doradas? ¡O el saneamiento del río Guaire!
¿Qué es más importante, proteger la Mesa de Guanipa para evitar que el
monstruo allí dormido despierte y extienda su desolación y muerte sobre la
inmensidad de la llanura?, ¡O el saneamiento del río Guaire!
¿Que es más importante, evitar la salinidad del Lago de Maracaibo y
con ello de los suelos agrícolas que lo circundan? ¡O el saneamiento del río
Guaire!
Como podemos ver, hay mucho en donde escoger para una labor efectiva
de la defensa de los Recursos Naturales Difícilmente Renovables y tratar de
curar o mitigar las terribles heridas que la depredación hecha por el hombre
le ha causado a la naturaleza.
El Ministerio del Ambiente no es para promover urbanismos - declarada
vocación de la Ministra - sino para prohibirlos donde no se correspondan.
Ante el avanzado grado de destrucción de la naturaleza en todo el país, la
verdadera función del Ministerio del Ambiente es la oposición rotunda a todo
proyecto que, de alguna manera, cause más daños a la naturaleza, ya tan
agredida que parece inmensa llaga ardiente.
No es lo mismo ser funcionario de hidrocapital que asumir el
dificilísimo cargo de Ministro del Ambiente. Es lo que se denomina “complejo
de Peter”: el ser bueno para una cosa no significa serlo para otras. La
desgracia del Ministerio del Ambiente ha consistido en tener burócratas y no
conservacionistas; en ser un negociado para la venta de proyectos inscritos
en la superchería de que todo desarrollo es útil sin importar las secuelas
que trae consigo. ¿En qué Código, en qué libro sagrado está escrito que la
generación actual tiene que arrasar con todas las riquezas que guarda la
geografía del país? Exprimir hasta la última gota sin dejar nada para las
generaciones del futuro !Que arrogancia! ¡Qué desconsideración!
El Ministerio más importante del Gabinete Ejecutivo es, sin duda, el
Ministerio del Ambiente, porque sus funciones tienen que ver con la vida
misma del país: el agua, el bosque, la montaña, la llanura, el río, la
flora, la fauna, el hábitat, el ambiente. En una palabra: el futuro.
leonmoraria@...
-~--------------------------------------------------------------------~-
Compra o vende de manera diferente en www.egrupos.net
|