El secuestro de las
semillas
María José Atiénzar*
Desde el Neolítico, los agricultores han buscado
variedades de cultivos que se adapten a culturas y climas diversos. En
la India, las gentes del campo han logrado miles de variedades de arroz y
los agricultores andinos conocen más de 3.000 tipos de patatas. La
diversidad, que ha sido fuente de nuestra alimentación se ve hoy
amenazada por la erosión y la piratería genéticas, los monocultivos y
los monopolios.
De las 300.000 especies de plantas vivas en la
actualidad, cerca de 50.000 son comestibles. Pero sólo cuatro especies
arroz, maíz, trigo y soja- aportan la mayoría de las calorías y las
proteínas que consume la población mundial.
Los mercados globales
sustituyen a los locales y los monocultivos van reemplazando a la
diversidad. En China se cultivaban de forma tradicional 10.000
variedades de trigo, reducidas ya a menos de 1.000. En México sobrevive tan
sólo el 20% de su diversidad de maíces. En Filipinas, los pequeños
agricultores cultivaban miles de variedades de arroz, pero, a mediados de
los ochenta, el 98% de todos los arrozales eran de dos únicas
variedades.
Ya en 1996, la Organización de las Naciones Unidas para
la Agricultura y la Alimentación (FAO) identificó el problema del
monocultivo como causa importante de pérdida de diversidad. Pero a este
ataque tenemos que sumar el de los monopolios.
"La agricultura
industrial promueve el uso de monocultivos por su necesidad de mantener un
control centralizado sobre la producción y la distribución de
alimentos". Así lo explica en su libro "Cosecha robada. El secuestro del
suministro mundial de alimentos" la ecofeminista Vandana Shiva.
El mercado de las semillas está sufriendo actualmente el control de
los monopolios por tres factores: la concentración económica, las
patentes y los derechos de propiedad intelectual y la ingeniería
genética.
Observemos que ya Monsanto gastó entre 1995 y 1998 más de
8.000 millones de dólares en la compra de compañías de semillas. Tomates,
maíz, algodón o trigo, se trataba de alcanzar una posición global
dominante en la industria de los cultivos. Entre otros ejemplos, Shiva cita
en su libro cómo "Monsanto adquirió la división de cultivos de trigo de
Unilever por 525 millones de dólares, como parte de su esfuerzo por
monopolizar la producción y la venta de trigo genéticamente modificado".
Junto a Monsanto, dominando las industrias de semillas, pesticidas,
alimentos y productos farmacéuticos y veterinarios, la autora menciona a
Novartis, (surgida de la fusión Sandoz y Ciba-Geigy), y Aventis, que se
formó a partir de la fusión entre Astra/Zeneca y DuPont. Este hecho,
reconocido por The Wall Street Journal, deja la mayor parte de la
industria de semillas de Estados Unidos entre DuPont y Monsanto.
Los
agricultores de los países empobrecidos del Sur, rechazan muchas de las
tecnologías de "control de los genes", como la conocida por tecnología
terminator, pues ven peligrar la diversidad, los conocimientos tradicionales
y el sistema agrícola sostenible. Y con ello las fuentes de
alimentos.
"Como personas con la obligación de preservar la vida en
el planeta, tenemos el deber de poner freno a ciertas actividades basándonos
en motivos sociales y ecológicos, por muy rentables que éstas sean",
afirma Vandana Shiva.
Al hablar de la "piratería de las semillas" nos
recuerda Shiva que el arroz de la variedad Basmati, desarrollado en la
India por sus agricultores, y del cual este país produce 650.000
toneladas al año, está amenazado. La empresa RiceTec, Inc. con sede en Tejas
obtuvo una patente sobre las variedades y los granos del arroz basmati.
Estas variedades son las que habían desarrollado durante siglos los propios
agricultores indios. El método RiceTec no es ninguna novedad, sino
un método común de mejora de especies, habitual en el arte de mejorar los
cultivos. "La patente de RiceTec considera la derivación como una forma
de creación y la piratería como un modo de invención. La Oficina de
Patentes de Estados Unidos no ha protegido la invención, sino la
biopiratería", afirma Vandana Shiva.
El caso del arroz basmati es
una muestra de los problemas que surgen del patentado de recursos vivos.
Reclamar la invención de variedades de plantas supone una negación de la
creatividad de la naturaleza, por un lado, y de la de los agricultores,
por el otro. Además, podría ser utilizada para penalizar a los cultivadores
y cultivadoras de basmati por infringir la patente de RiceTec. Los
agricultores indios que cultivan basmati podrían ser obligados a pagar
royalties a RiceTec.
Otros ejemplos incluyen las patentes sobre la
pimienta, el jengibre, la mostaza y la cúrcuma. Las compañías están
reclamando "derechos de propiedad intelectual" sobre la biodiversidad y
las innovaciones autóctonas que pertenecen a los pueblos empobrecidos
del Sur. Shiva concluiría "Esto es robar a los pobres los escasos recursos
que les permiten sobrevivir fuera del mercado
global".
* Periodista
Tomado de:
EL GRANO DE ARENA Correo de información ATTAC
n°219 Lunes, 15/12/2003
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