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Asunto: | [LEA-Venezuela] Alto Caroni - El Nacional | Fecha: | Lunes, 12 de Febrero, 2001 19:39:10 (-0400) | Autor: | anna ponte <anaponte @...net>
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El Nacional, lunes 12 de febrero
Una comisión de diputados de la Asamblea Nacional, el director de guardería
ambiental y el comandante, en el estado Bolívar, del
regional No 8 de la Guardia Nacional, generales de brigada Oscar
Márquez y Adríán Hernández Arguinzoni, respectivamente,
viajaron este fin de semana hacia las zonas mineras del sudeste del
estado Bolívar. La delegación constató que la actividad
minera en la región se mantiene aún en total anarquía, esto ante la
ausencia total de una política de Estado que controle la
actividad de explotación que allí se realiza.
Esta viene a ser la primera visita realizada al sector Frijol II del
Infierno por una comisión parlamentaria que sumó también al fiscal
del ministerio público con competencia plena, Rafael Jiménez; al
comandante del destacamento 84, Elvin Castillo; y a los
diputados Dianela Parra de Avila, de la Comisión de Ambiente
Territorial; Pedro Bastidas, de la Subcomisión de Evaluación y
Control del Ambiente, junto al resto de sus miembros: Luigi D´Angelo,
Nelson Rampersad, Julio García y Guillermo Guevara.
El criterio de estos representantes fue único en relación con los
severos daños al ambiente que causa una actividad minera sin
controles, la cual lejos de rendir provecho al país, acaba con el
frágil ecosistema de la selva tropical húmeda. Problema cuya
magnitud hace que la Guardia Nacional se declare impotente.
La comisión en El Infierno
Tras un vuelo desde la base de apoyo en Urimán, de 15 minutos en un
helicóptero Bell 412 de la Guardia Nacional, los
parlamentarios comprobaron in situ los severos daños causados en 400
hectáreas por la exploración y explotación de diamantes
aluvial, y oro en otras zonas, por hombres y mujeres atraídos por una "
bulla diamantífera" conocidas como El Infierno y Frijol II, en
donde se observa la degradación del ser humano y su entorno ambiental.
Cerca de 2.000 personas permanecen en El Infierno, en inhóspitas
viviendas, estrechos callejones, bares itinerantes, lenocinios,
en los que el vicio y la promiscuidad, el tráfico y consumo de drogas
van de la mano.
Muchos de estos hombres y mujeres, algunos guyaneses, brasileños y
colombianos, argumentaron que no tener otra manera
para ganarse la vida: "Esto es lo que sabemos hacer, explotar las
minas" con monitores hidráulicos, que bombean miles de litros
de agua, pese a exterminar todo tipo de vida vegetal o animal que se
interponga.
Hernán Rojas dijo ser minero de profesión y natural de El Callao, con
más de 20 años en la actividad. Antes fue mayorista de
diamantes.
Rojas trató de justificar su presencia en El Infierno, a donde sólo se
llega por vía aérea y después de cruzar la selva a lomo de
mula o burro durante una hora. Dijo que "no sé realizar otra actividad,
sino la de pequeño minero. El gobierno regional nos tiene
abandonado, ni se diga el Ejecutivo nacional. Aquí cuando llegan
comisiones sólo vienen cargadas de demagogia y falsas
promesas".
Los daños de más de una docena de motores hidráulicos, que trabajan 12
horas al día en esa franja de Frijol II, son
indescriptibles. Una zona que a pesar de encontrarse fuera del Area de
Régimen Especial que protege el parque Gran Sabana su
influencia es determinante en ese ecosistema, según explicaron los
investigadores de la Universidad de Guayana, Darío
Bermúdez y Sergio Milano, quienes poseen una valiosa información sobre
el problema que tiene ya más de 40 años.
El grupo de diputados se asombró por el desastre minero que vieron en
El Infierno, Infiernito II, Frijol II; y por la forma tan fácil que
llega combustible, bebidas alcohólicas y otras necesidades, por vía
aérea, para una comunidad errante, la cual es surtida desde
la distante población de La Paragua, en el municipio Raúl Leoní.
La diputada presidenta de la Comisión de Ambiente y Territorio, Daniela
Parra de Avila, expresó sentirse afectada por la forma en
que el Estado venezolano tiene a su propia suerte la búsqueda de una
solución definitiva al trabajo de los depredadores, de la
llamada pequeña minería, en al que el hombre so pretexto de sobrevivir
como minero profesional, destruye un bosque tropical de
difícil recuperación, en un frágil ecosistema.
Parra dijo estar ante un desastre que no sólo tiene profundas
connotaciones de tipo socioeconómico sino ambientales. Recalcó
que ya es tiempo de buscar una solución definitiva a este cuadro
dantesco, representado por hombres y mujeres que piensan que
el futuro se encuentra en unos cuantos quilates de diamante, de
extracción aluvial.
Los parlamentarios estiman que para la próxima semana se encuentre
listo el informe preliminar, que permitirá tener un
diagnóstico de la situación y comenzar a realizar los contactos
necesarios con el Ministerio de Energía y Minas, gobernación del
estado Bolívar y Ministerio del Ambiente, a fin de tomar una decisión
en torno a la anarquía de la minería en el estado Bolívar.
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