Diario Panorama, 21 de
agosto de 2003
Opinion
Apagón y sociedad del
conocimiento
Texto: Roberto López Sánchez
E l enorme apagón
ocurrido en Estados Unidos y Canadá entre el 14 y el 16 de agosto de
2003, constituye un hecho muy significativo que derrumba una serie
de mitos sobre la sociedad actual. El apagón afectó a 50 millones de
personas, en un territorio que bien pudiera abarcar a varios países
europeos, o a toda Venezuela.
El primer mito que se
derrumba es el de la llamada sociedad del conocimiento,
supuestamente prevaleciente en el mundo desarrollado. Los Estados
Unidos constituyen la potencia hegemónica en este mundo globalizado,
y Canadá forma parte de los siete países más industrializados del
orbe. Ellos han propagandizado en las últimas décadas la idea de que
la tecnología es todopoderosa y puede resolver todos los problemas
de las sociedades modernas. Esa tecnología de punta es monopolizada
por ellos, por sus pretendidas mayores capacidades investigativas, y
hasta culturales. Bueno, toda esa paja se desplomó el 14 de agosto.
No es casual que los
medios de adoctrinación (como llama Heinz Dieterich a los medios de
comunicación) mantengan un relativo silencio en cuanto a las
verdaderas implicaciones del apagón. Si el apagón hubiera sido aquí
en Venezuela, esos mismos medios estarían histéricos descalificando
al gobierno, acusándolo de incapaz, y de necesitar asesoramiento de
técnicos como los chicos chéveres de gente del petróleo, que todo lo
resuelven. Pero la durísima realidad que se ha revelado ante el
mundo es que los gobiernos de Estados Unidos y Canadá son tan malos
planificadores en términos de servicio eléctrico como pueden serlo
los gobernantes de Nicaragua o Nigeria (con el perdón de estos
últimos).
De nada les ha servido
la tecnología de la cual presumen. Hemos presenciado por un momento
el colapso de la moderna sociedad globalizada. Se le torció la punta
a la tecnología de punta. El segundo mito caído es el modelo
neoliberal de administración de los servicios públicos. Una vez más
se demuestra que el lucro privado no va de la mano con el interés
social. El último gran apagón ocurrió en 1977, y estos 26 años
transcurridos han estado modelados en gran parte por el modelo
neoliberal que en ese entonces comenzó a imponerse en el mundo
capitalista. Y ahora el apagón ha sido de mayor envergadura. Es una
prueba más de que el neoliberalismo potencia los problemas de las
sociedades, en vez de resolverlos.
El último mito
derrumbado es el que llama a mirar al norte para aprender de su
ejemplo. Obviamente necesitamos mirar al norte, para no seguir su
mal ejemplo. No necesitamos de la deslumbrante tecnología gringa
para comenzar a resolver nuestros principales problemas
socioeconómicos. El apagón es la prueba más contundente contra la
pretendida superioridad tecnológica e intelectual de las sociedades
industrializadas. Un mundo más humano tiene que abrirse paso ante la
irracionalidad del capitalismo globalizado. Y América Latina tiene
mucho que aportar en esa dirección.
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