IRAK-EL MUNDO HOY.
TODOS POR LA
PAZ, CONTRA LA GUERRA IMPERIALISTA.
Por Fernando
Ramón Bossi.
(N de R) Si bien este artículo ya fue publicado en Correos para la
Emancipación bajo el título de "Por las calles de Bagdad", creemos oportuno
reeditarlo ya que mantiene su plena vigencia para la hora actual.
En el año 1258 de la era cristiana, Hulago, nieto de Gengis Kan y conductor
de un imperio en decadencia, arrasaba el actual territorio de Iraq, dejando
atrás su siniestra huella de horror y destrucción. Hoy, como si los siglos no
hubieran pasado, el bárbaro de turno se llama George Bush, conductor también de
un imperio en decadencia y principal responsable del genocidio que se avecina
sobre el pueblo iraquí.
El 1º de junio de 2002 se cumplieron exactamente 30
años de la histórica decisión del gobierno revolucionario del Partido Socialista
Baas de nacionalizar el petróleo. Los ingleses, hasta ese momento dueños de las
principales compañías petroleras que operaban en Iraq, nunca perdonaron la
afrenta. Hoy, son los fundamentales aliados de los norteamericanos en la
aventura bélica.
En Iraq, hace más de ocho mil años, en el neolítico, se
crearon pueblos donde el hombre aprendió a labrar la tierra, criar animales,
edificar casas, tejer, trabajar la alfarería, incluso hacer objetos artísticos
pintados y esculpidos. Jarmo, por ejemplo, es uno de los primeros pueblos
creados por el hombre. La mesopotamia nombrada en los manuales escolares, ese
espacio entre el río Eufrates y el Tigris se incorporó, desde nuestra niñez,
como un lugar remoto donde había tenido origen la civilización.
Acadios,
sumerios, babilonios, asirios, persas, turcos y árabes marcaron a fuego una
cultura que hoy aflora con una potencialidad asombrosa: mezquitas imponentes,
oratorios, santuarios, esculturas de Hammurabi, leones y toros alados,
monumentos a los caídos en la lucha por la independencia e imágenes de todo tipo
del líder Saddan Hussein colman la visión del recién llegado a este lugar del
Medio Oriente. Pueblo milenario por tradición e historia y pueblo joven a su
vez, los iraquíes no son sólo la fusión de tantas culturas acumuladas, sino que
también son el resultado de una realidad que se recrea cotidianamente.
Babilonia, Ur, Nippur, Uruk, Níniveh, Nimrud, Assur y tantas otras ciudades
que aún hoy se mantienen, no! s hablan a las claras del lugar que ocupa la
investigación y la conservación del patrimonio cultural por parte de un gobierno
caracterizado por su contenido nacionalista y revolucionario. Y esto es así,
pese a la acción depredadora de las expediciones "científicas" europeas. La
rapiña imperialista no podía permitir que esos monumentos históricos estuvieran
fuera de su alcance, a miles de kilómetros de las grandes capitales. Había que
mostrar al mundo (su mundo, se entiende) tales proezas de la humanidad. Era
necesario apropiarse de esos ocho mil años de cultura. La decisión fue unánime:
optaron por robárselas. Pedazo a pedazo, trozo por trozo desmantelaron
monumentos, paseos, edificios y hasta ciudades enteras para llevárselas
desarmadas a los famosos museos de Londres y Berlín. Ya los franceses habían
hecho lo mismo en Egipto, los alemanes e ingleses lo hicieron en Iraq. Toda la
cerámica que decoraba la puerta principal de la ciudad de Babilonia, por
ejemplo, fue trasladada y rearmada en Alemania. Miles y miles de canastos llenos
de piezas de no más de tres centímetros de lado fueron numeradas y cargadas en
barco con destino Berlín...
Pero como es de suponer, no se pudieron llevar
todo, ni mucho menos lo más importante, lo que los depredadores no podían ver o
no les interesaba: la cultura viva de un pueblo que se reafirmaba, cada vez más,
en su identidad nacional.
En abril de 2002, hace casi un año, fui invitado
por la universidad Al Hikma (La Casa de los Sabios, fundada allá por el año 900
de la era cristiana) a participar en un Seminario que trataba sobre la
globalización neoliberal y los problemas que esto acarrea a los países del
Tercer Mundo. Los latinoamericanos caribeños que nos encontramos en Bagdad
expusimos sobre los peligros del ALCA y la necesidad de avanzar hacia un mundo
multipolar, de respeto a la autodeterminación de los pueblos. Inmediatamente
coincidimos con los representantes iraquíes y también con el resto de los
asistentes provenientes de todo el mundo árabe, como asimismo c! on los
delegados europeos, africanos y asiáticos. Los pueblos se hermanaban en la idea
de la construcción de un nuevo orden mundial, más justo y solidario. Mientras
tanto, los ingleses seguían bombardeando el norte del país y la alianza
anglo-yanqui devastaba Afganistán.
¿Qué sensación produce hoy caminar por
las calles de Bagdad? En principio de dolor e incertidumbre. Observar y palpar
el poder devastador del criminal bloqueo económico con que se condena a un
pueblo es contundente. Diez largos años de aislamiento, asedio y boicot produce
nefastas consecuencias. Entre otras, por ejemplo, un millón de niños muertos.
¿Podría ser peor? ¿Qué arma es aún más poderosa que esa invisible bomba que les
han lanzado las potencias capitalistas? Pero los medios de comunicación masiva
nada dicen de esto. Como tampoco nada dicen de la férrea voluntad de un pueblo
que no quiere ser invadido por fuerzas extranjeras, que se siente orgulloso de
haber resistido heroicamente a la alianza más poderosa que se haya visto en el
mundo.
Pero en Iraq no sucede como en Panamá, lugar donde de la invasión
yanqui no se habla. En Iraq la perversa alianza no logró sus objetivos. El
régimen de Hussein sigue intacto y la memoria también: el impacto de los misiles
"inteligentes" (que si realmente fueran inteligentes se deberían autodestruir),
tanto sobre escuelas, como hospitales, fábricas, barrios o todo aquello que
mínimamente se moviera, está grabado en la memoria de los veinte millones de
iraquíes que sufrieron la agresión imperialista. Si es cierto aquello que
siempre se dice que la memoria es la madre de la poesía, bien podemos afirmar
aquí que esta memoria se presenta también como "arma cargada de
futuro".
¿Dónde está por lo tanto la peligrosidad de Saddan Hussein y los
iraquíes? ¿En proteger a los "terroristas" internacionales? ¿En haber creado
armas de exterminio masivo? Si fuera por eso los norteamericanos tendrían que
invadirse a sí mismos y autodestruirse como los misiles "inteligentes". Nada más
absurdo que los argum! entos de Bush. Tal vez, si indagamos someramente la
realidad, veremos que en el fondo de la cuestión aparecen dos elementos
centrales: el petróleo y la soberanía iraquí. Dos elementos que entorpecen los
planes imperialistas en la región: uno porque es necesario para la economía
norteamericana, otro porque les impide avanzar en el proyecto imperial.
¿Es
posible que los yanquis logren su objetivo? ¿Es su objetivo meramente derrocar
el régimen de Saldan Hussein? Sin duda que no. Para alcanzar su meta los yanquis
necesitan derrotar a todo un pueblo, aplastar su vital cultura, llenar de terror
a la población e instalar un gobierno dócil a los intereses norteamericanos.
Para esto la administración Bush ofrece a quienes quieran sumarse a la nueva
alianza, al mejor estilo de Hulago, el nieto de Gengis Kan, un jugoso botín de
guerra: parte de los pozos petroleros. La inminente confrontación tiene olor a
dinero, cobardía y arrogancia imperial.
No hay que dudarlo, la humanidad
está nuevamente a prueba ¿Se podrá detener esta insensata guerra? ¿Estaremos
preparados para poner freno a la barbarie imperialista? ¿Miraremos nuevamente
desde la televisión cómo no se ve el genocidio que se comete impunemente?
El
rol de todos los pueblos y gobiernos en este asunto es de trascendental
importancia y especialmente en lo que concierne a los europeos. Decía un alto
funcionario de la Casa Blanca, con el cinismo que los caracteriza, que la
alianza y el visto bueno de los europeos ya es un hecho, que simplemente no se
pronuncian públicamente por miedo a las represalias terroristas. ¿Será así? Los
pueblos del Tercer Mundo tenemos muchas razones para desconfiar de la vieja
Europa imperialista.
La humanidad está nuevamente ante un tremendo desafío:
la barbarie imperialista o la autodeterminación de los pueblos. Actuemos a favor
de la vida, la paz y la cultura. El 15 de febrero marchemos todos los hombres y
mujeres de buena voluntad, de todo el mundo, por la paz, contra el imperialismo
depredador y por un mundo más justo! y solidario•