LAS CIUDADES
ENFERMAS
Si hay un ejemplo de que, desarrollo
no es idéntico a progreso, ese caso está dado por el acual urbanismo. La
concentración económica de los años transcurridos produjo un desmedido y
lastrante centralismo, con más de un 80 por ciento de la población aglomerada en
las ciudades, una proporción mayor que en países altamente industrializados.
¿Qué se hace para esos millones cuyo número no para de aumentar? Pues se
fabrican más bloques de apartamentos, en ciudades carentes de parques y áreas de
sana expansión.
Los bloques multifamiliares
constituyen acumulaciones de "zonas íntimas", unas juntas y encima de otras. Las
personas que sufren de "problemas de contacto", que son muchas, los tendrán aún
más en tales ambientes. Durante la última década los arquitectos, urbanistas,
ingenieros y sociólogos reunidos en congresos internacionales, han llegado a la
conclusión de que las viviendas multipisos en su forma de silos humanos, traen
al hombre más daños que beneficios. Los ancianos, enfermos y niños son los que
más sufren. En ese medio el desarrollo de los niños es más lento, y su conducta
en los juegos manifiesta desórdenes psíquicos. En la mayoría de casos la causa
es una falta de "niveles de comunicación", lo que en urbanizaciones
unifamiliares o plurifamiliares espaciosas se da en forma mucho más espontánea y
natural. La situación es grave en los muchos casos donde los moradores de los
bloques no los habitan por su voluntad, sino que terminan en ellos en el marco
de los "planes de viviendasd sociales", que a veces semejan cárceles o campos de
concentración. ¿Pero quién puede todavía escoger libremente su lugar de vivir o
contar con una casa propia?
El sociólogo norteamericano Luis
Mumford, en una de sus magistrales obras observa: "Si el hombre hubiese habitado
originalmente un mundo tan estúpidamente uniforme como los complejos de
viviendas constituídos por los bloques multipisos, tan sin carácter como un
parqueadero de automóviles, tan desprovistos de vida como una fábrica
automatizada, es de dudar que hubiera tenido experiencias suficientemente
variadas como para retener imágenes, moldear un idioma o adquirir ideas. Las
personas, especialmente los jóvenes, que viven y se desarrollan en tales
ambientes, quedarán mutiladas intelectual y emocionalmente".
La arquitectura ha sido reemplazada
por la industria de construcción y ensamblaje, donde el decoro, la estética y el
verdadero funcionalismo ceden al utilitarismo "sin ilusiones". El máximo lucro
económico viene siendo la medida de todas las cosas. La uniformidad de
construcción, sin distinción de clima, paisaje o tradición cultural local, es
aplastante. Es lastimosa la forma cómo se trata de camuflar la monotonía de las
construcciones pintándolas de colores chillones. En veinte o treinta años los
cajones de cemento con huecos que van dominando el cuadro urbano, se
transformarán en enormes "slums", sectores miserables, donde la vida puede
convertirse en infierno.
La tendencia de rebajar paso a paso
el standard habitacional y la calidad ambiental, se comprueba en materia de
parques urbanos. Las normas internacionales de urbanismo que se aprobaron
después de la guerra mundial, cuando aún estaba viva la voluntad de mejorar la
condición humana, señalaban 40 metros cuadrados de parques y áreas verdes por
habitante urbano (existen ciudades que tienen el doble o el triple de esta
medida). En Latinoamérica muchos "planificadores" ni siquieran admiten dichas
normas y, declarando que "los parques son muy caros", las han rebajado a su
antojo. ¡La flamante Caracas tiene un metro cuadrado de parque por
habitante!
Para "humanizar" lo inhumano, se opta
por poner el nombre de "parque" a lo que es en realidad una gigantesca orgía del
concreto, que estimula a criminales y suicidas. En otras partes, es conmovedor y
a la vez trágico ver cómo jóvenes y niños se defienden contra la sordidez urbana
cubriendo los muros con paisajes y lemas de conservación de la
naturaleza.
Una sociedad democrática puede ser
arruinada por ciudades mal planeadas, con la misma facilidad que con el
establecimiento de un régimen totalitario. No queda campo para la participación
ciudadana cuando el ambiente social es cada vez menos transparente y
frustrante.
El grupo social más pequeño, dos
personas que viven juntas, ya está sujeto sin remedio a pautas de conducta y
condiciones de vida regidas exclusivamente por consideraciones económicas, y aún
hay quienes toman eso por "vida moderna". El tan ensalzado libre desarrollo de
la personalidad es ahogado en los sórdidos ambientes constituídos por las
viviendas de "utilidad social".
PERSPECTIVAS
CULTURALES
Un caso raro de conciencia política
en nuestro tiempo, en un mundo del disimulo y ocultamiento de la verdad, ha sido
el del anterior presidente norteamericano, Carter, al encargar un estudio a
fondo sobre la problemática de "Recursos Naturales, Población y Ambiente", con
proyecciones hasta el año dos mil. Unos cuatroscientos científicos realizaron el
trabajo, que fué publicado en varios idiomas y divulgado en todos los países con
el título "Global Dos Mil, Informe al Presidente". El hecho de que fuera
descartado por la siguiente administración, en nada disminuye el mérito y la
trascendencia de este documento histórico, realista e inequívoco, cuya
publicación sería imposible en la gran mayoría de países. Después de la
aparición de "Global 2000" nadie, ningún grupo o gobierno, tendría la excusa de
que "no podía preverse" el curso de la crisis planetaria, que se proyecta hacia
el siglo veintiuno.
Las actuales tendencias, tna
familiares para el ecólogo, se confirman en "Global 2000": el mundo será más
congestionado, más contaminado, ecológicamente más inestable, más vulnerable a
los trastornos de todo tipo. No obstante una mayor producción material, los
pueblos del mundo serán en muchos aspectos más pobres que antes. El estudiop
analiza en detalle el crecimiento poblacional, las expectativas sobre el nivel
de vida y salarios, las posibilidades alimenticias, los recursos de bosques,
agua, minerales y energía.
El número de los pobres se
multiplicará; sus cuatro quintas partes vivirán en países pocos desarrollados, y
el crecimiento demográfico será para el año 2000 un 40% más alto que en 1975.
Mientras en el año 1950 se disponía de una hectárea de tierra cultivable por
habitante en el mundo, y en 1975 de media hectárea, en el año dos mil sólo habrá
un cuarto de hectárea por habitante. Las disponibilidades de agua disminuirán en
un 35% por el aumento de población y será agua más contmainada. Los recursos
forestales productivos serán enun 50% menores que ahora. La erosión de suelos
habrá removido, como promedio, varias pulgadas de suelo fértil en el mundo
entero, y la desertificación y la salinización de tierras de labranzay de
pastoreo habrá progresado. En el mismo lapso de tiempo, de 15 a 20 por ciento
del total de especies de plantas y de animales se habrá extinguido, una pérdida
de lo menos quinientas mil especies, lo cual por sí solo constituye una
catástrofe ecológica.
Estas perspectivas hacen recordar que
en la historia de occidente hay casos dramáticos de la declinación de
civilizaciones y culturas, junto con los ecosistemas que las nutrían. Sin
olvidar la importancia de otras causas en el descenso de las clásicas culturas
occidentales, como las de Grecia y Roma, y su reemplazo por sucesores menos
gloriosos, es innegable que las naciones de la antigüedad consumían su propio
futuro al desmantelar sus bosques y desencadenar así, un ciclo negaivo de causas
y efectos ambientales que terminó con el agotmaiento y la erosión de sus suelos
fértiles. Las deforestaciones, en paz y guerra, el derrumbe dee complejos
sistemas de irrigación y en muchos casos el sobrepastoreo ruinoso de ovinos y
caprinos, pusieron en marcha procesos que pueden describirse como la consunción
de los centros vitales de esas culturas.
Resultado de ello es el actual
paisaje mediterráneo, seco y peñascoso, a lo que se suma el hecho de que otra
civilización, la nuestra, convierte al Mar Mediterráneo en un gigantesco pozo de
desechos contaminantes, que ya le han dado el nombre de mar muerto.
La imagen de las antiguas ciudades
arruinadas, con su trasfondo de desiertos de arena, en el norte de África,
destacan el factor ecológico en la caída de la civilización. Cartago la grande,
hoy Túnez, fue una vez el granero del imperio romano y que exportaba aceite de
oliva y maderas preciosas. En toda el área que otrora fue la cuna de la cultura
occidental, hoy impera el analfabetismo.
Y no es que los antiguos desconocían
las cosas de la naturaleza, ni la responsabilidad de su cuido y la
interdependencia de los fenómenos físico-biológicos. Había naturalistas de la
época, como Pitágoras, Hipócrates, Aristóteles, Plutarco y otros que proclaman
principios filosóficos que porían haber servido como los fundamentos de la
ciencia ecológica. Pero, muy similar a lo que sucede en nuestrosa días, las
teorías de las correlaciones dinámicas en la naturaleza deben haberle parecido
meras especulaciones a la gran mayoría de los hombres y a los encargados de las
decisiones gubernamentales de aquellos días.
Indudablemente los estudios de
ecología y la cultura se benefician de las perspectivas históricas. Los antiguos
no contaban con los precedentes en la historia que les hubieran servido de
lección para prevenir su ocaso. Nosotros sí los tenemos. Especialmente los casos
de Grecia y Roma asumen el carácter de un prólogo a los tiempos actuales. Hay
una afinidad entre la declinación de las sociedades antiguas y el deterioro
actual del ambiente, de los hombres y de la cultura, con la diferencia de que
ahora el ritmo de los acontecimientos y la magnitud del desafío
cultural-ecológico sean incomparablemente más apremiantes. En cuanto a ciertos
movimientos ecológicos actuales, dan la impresión de que sus preocupaciones se
agotan en contemplar los síntomas de la ecocrisis, como por ejemplo la
contmainación, evadiendo encarar sus verdaderas causas.
La crisis de la civilización actual,
con su visión mecánica y crasamente materialista del mundo, con sus monumentales
errores y fracasos, exige una revisión global de las metas económicas, políticas
y de todo el anterior concepto de desarrollo, tnato en los países
industrialmente avnazados como en los que quieren emularlo. El hindú Raghbir
Basi, docente de la Universidad de Kent, Estados Unidos, al considerar el
crecimeinto industrial en la sociedad de consumo, y algunas ineludibles
consecuencias que ponen en peligro la supervivencia del ecosistema global,
observa que "el actual cambio hacia un mundo postindustrial causa también
estragos en la estructura de la sociedad. En Norteamérica la alienación
individual e institucional está tan extendida que las relaciones sociales se
hacen día a día más pobres. Hablando en general, las artes son un buen barómetro
del clima de una cultura la sensibilidad del artista interpreta los tiempos en
que vive. Consideremos los escritos del célebre dramaturgo Tennessee Williams:
sus obras más notables tratan el tema de la decadencia; retratan al hombre como
emocionalmente enfermo, sin ráices, con poca orientación. Otro éxito literario,
"Something happened" ("Algo sucedió") de Joseph Heller, presenta a los Estados
Unidos como una sociedad a la deriva y que en vez de crecer sólo se ha
abultado... |