Después de 27 años de lucha, los indígenas de Venezuela cristalizaron el
sueño de ver en el Panteón Nacional, como insigne libertador, los restos del
cacique Guaicaipuro.
En el acto simbólico de exhumación, Dalia Herminia Yánez, de la
etnia warao, habló en nombre de todos los miembros de tribus del país; el tema
de su discurso se centró en un llamado a la paz y a la revolución pacífica.
“La revolución no debe pasar por encima del ser humano. La revolución no es
cargar un misil, sino compartir y dar amor a quien lo necesita. Pedimos la paz,
que se deje a un lado el pensamiento individual y comprendamos que somos un
colectivo y que este país es de todos”, dijo.
La representante warao llamó a todos los venezolanos a
reflexionar y a pensar cómo se va a unir el país para contribuir al progreso de
la nación. “Nos olvidamos de que Venezuela es de todos; si vamos a la
violencia, estamos buscando destruirlo sin que nos importen los niños”,
acotó.
Destacó que su etnia ha sido olvidada y vejada durante muchos
años. “Nos han golpeado, arrebatado nuestras tierras, violado a las mujeres
de nuestro pueblo y han saqueado las propiedades, porque el dinero siempre ha
estado por encima de la vida y el ser humano. Ahora, nos protege la Constitución
Bolivariana de Venezuela. Nos resta crear conciencia en las personas para que
nos respeten”, afirmó.
Como uno de los primeros pasos nombró la importancia de que los
restos del “libertador de los indígenas” esté simbólicamente en el
Panteón Nacional, después de una larga lucha.
En la mañana de ayer, al cumplirse 433 años de la muerte del
cacique, se incorporaron simbólicamente sus restos al Panteón en el cual reposan
los restos de los héroes venezolanos. En un acto indígena, que dejó a un lado el
protocolo, siete representantes de etnias venezolanas y otros de Brasil, Perú y
Ecuador realizaron una ceremonia para dar la bienvenida al luchador indígena al
histórico monumento nacional.
La exhumación simbólica estuvo caracterizada por cantos y toques
de silbatos hechos con huesos de águila, así como por el uso de agua sagrada y
fuego, que fueron arrojados a la vasija donde reposan los restos del
cacique.
El cuerpo de Guaicaipuro está representado por puñados
de tierra de varias regiones indígenas, especialmente de Suruapay, en Miranda,
donde vivió y murió.