NCeHu
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Fuera
yanquis de Irak y de Venezuela
El gobierno
de Bush ya ha enviado al Golfo Pérsico la mitad de las tropas que se estiman
necesarias para la invasión a Irak. Para fines de enero se habrá completado el
emplazamiento de cerca de 200.000 soldados.
No lo ha detenido
en esta empresa criminal ni las crecientes manifestaciones populares que tienen
lugar en la inmensa mayoría de los países y en especial en los Estados Unidos;
tampoco las vacilaciones políticas del gobierno de Turquía ÿcuyo territorio es
esencial para la invasiónÿ, que teme las consecuencias desestabilizantes que la
guerra puede tener para sí y para los principales estados reaccionarios de la
región.
Tampoco está
frenando a Bush y al Pentágono la acentuación de los antagonismos con los
gobiernos imperialistas de Francia y de Alemania, aunque aquí la "resistencia"
se limita a la retórica y a la promesa de un veto en la ONU, que seguramente no
se concretará y que de todos modos el imperialismo yanqui está dispuesto a
desconocer.
Estamos, entonces,
frente a la inminencia de otra guerra de opresión, aunque con efectos
enormemente más negativos para los pueblos que las guerras anteriores. Dominar
Medio Oriente y Asia Central, con sus enormes recursos petroleros; reforzar la
ya gigantesca presión sobre Rusia y China, para adueñarse del derecho a sus
materias primas y a superexplotar sus calificadísimas fuerzas de trabajo;
acentuar la dominación de las industrias militares y del capital financiero
internacional; éstos son los objetivos de esta guerra que promete, por lo tanto,
más hambre y miseria a escala planetaria.
El capitalismo
mundial enfrenta una enorme crisis económica e incluso la bancarrota social,
frente a las cuales no consigue encontrar salidas puramente económicas. De aquí
el intervencionismo político, la instauración de estados policiales y la
guerra.
Es necesario
oponernos a la guerra imperialista mediante la movilización y con la disposición
a explotar las crisis políticas que generará inevitablemente esta barbarie para
hacer avanzar la posibilidad de una revolución social conducida por los
trabajadores.
América Latina es
también un escenario de la preparación de esta guerra de
dominación.
El lock-out
patronal que se desarrolla en Venezuela también tiene por eje el petróleo. La
conspiración para derribar a Chávez no tiene otro objetivo que la privatización
de la mayor empresa estatal de petróleo de América Latina. Una victoria del
golpismo de los magnates de Venezuela al servicio de Bush, entrañaría un enorme
golpe para las rebeliones y los avances políticos que están protagonizando los
pueblos de la mayoría de los países de América Latina.
Pero si Venezuela,
a diferencia de Irak, no se enfrenta a la amenaza de una invasión, no por ello
está menos amenazada por una conspiración internacional. La formación del
llamado "grupo de países amigos", con la presencia de Bush, no pretende otra
cosa que forzar a una capitulación del gobierno de Chávez ante los "escuálidos"
pro-yanquis. América Latina ya conoce estas maniobras: en 1985-90, el grupo se
llamó Contadora y consiguió la derrota de las revoluciones centroamericanas y,
en particular, la capitulación del sandinismo ante la oligarquía de Nicaragua.
En Venezuela, cuando el lock-out patronal va en camino a la desintegración, los
"amigos" de Venezuela reclaman la reincorporación de los ejecutivos golpistas de
la empresa petrolera, o sea devolverles las riendas del país.
Trabajadores de la
Argentina: nuestra lucha es internacional. Una derrota en Venezuela (o en Irak)
sería una derrota en la Argentina. No permitamos que nos derroten fuera de
nuestras fronteras.
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