Jorge Altamira
Prensa Obrera 1044
Argentina se ha visto obligada a pasar por un curso acelerado de economía
agrícola y derecho tributario, y a distinguir las rentas extraordinarias de las
corrientes y los impuestos de los derechos de aduana. La Presidenta dio un paso
más en esta improvisada escuela de cuadros cuando declaró que el movimiento de
la patronal sojera no tenía el aura de una tragedia, sino el más modesto de una
"comedia". Ella y su gobierno, sin embargo, lo han encarado como una hecatombe.
En una columna publicada en Página/12, el profesor Mario Toer decidió
inscribirse en esa veta de la historia comparada al proclamar que "trotskistas
eran los de antes", cuando no se usaba gomina. Ocurre que los emblemas del
profesor, Jorge Abelardo Ramos y Nahuel Moreno, tuvieron un notorio paso por el
peronismo; Toer no los reivindica como trotskistas sino como
proto-justicialistas. Las trayectorias de Ramos y de Moreno fueron, sin embargo,
diferentes. Aunque el 17 de octubre de 1945 los encontró a los dos en la vereda
de enfrente del campo popular, Ramos se hizo rápidamente peronista y terminó sus
días como menemista, no sin antes haber escrito algunos ensayos históricos que
se desmentían recíprocamente. Moreno, quien aún en 1951 abogaba por el frente
único de los socialistas y comunistas de la Unión Democrática para enfrentar al
peronismo, se dio vuelta como un guante en 1953 para convertirse en obediente
seguidor del "general Perón". Lo que molesta a Toer es que los trotskistas no
nos hayamos sumado a esta pantomima de gobierno nacional y popular que pretenden
encarnar los Kirchner.
El profesor cree que ejercita la ironía (el
lujo de la inteligencia) cuando tacha de "ni sí ni no sino todo lo contrario" al
planteo de un afiche del Partido Obrero que rechaza el golpismo de la oposición
y el auto-golpismo del Gobierno. Para Toer, la alternativa sería sí sí o no no,
sin importarle retroceder 25 siglos a la filosofía del griego Parménides o a la
teología medieval. Lo hace incluso cuando su jefa política acaba de aludir a dos
gigantes de la dialéctica, Marx y Hegel, aunque disfraza al primero con el
epíteto de "un señor". El sí, sin embargo, es sí y deja de ser sí al mismo
tiempo, mientras que el no es negado por un segundo no, la negación de la
negación - o sea "ni si ni no sino todo lo contrario". Toer sufre las
consecuencias de este pasaje dialéctico, cuando su pretensión irónica se
convierte en ridículo.
Entre el sí de la patronal sojera y el no del
gobierno de Techint, Barrick Gold y Taselli, Toer no elige "todo lo contrario"
sino al oficialismo. Pero es el Gobierno el que ha desarrollado la estructura
social sojera que comenzara Menem. El ex presidente señaló que el Gobierno gasta
12 mil millones de dólares al año para sostener el tipo de cambio, o sea en
subsidiar, entre otros, a los sojeros, aunque no añadió que, en 2007, los 16 mil
millones de pesos recaudados por retenciones fueron a otros "sectores privados"
(estudio Bein). La suba de las retenciones para capturar los beneficios extra
generados por el alza de precios internacionales no modifica esto: se trata de
una transferencia de un sector capitalista a otro. El controvertido desacople de
precios de la canasta familiar que producirían, en parte, las retenciones,
beneficia al capital industrial (y agrario) que paga salarios nominales muy
inferiores a los internacionales.
¿Sí, no? De ninguna manera, ¡todo lo
contrario! Durante el conflicto comenzaron a plantearse temas como los pools de
siembra, los regímenes de arriendo o la junta de granos, una agenda estratégica
que nunca figuró en los planes del Gobierno, pero que se acerca, como
cuestionamiento parcial de la estructura social del campo, a los planteos de
nacionalizar el comercio exterior y los puertos privados, así como las grandes
propiedades agrarias o derogar la ley del peón rural de la dictadura. Toer, como
tantos otros, no ha reparado en que el gobierno "nacional y popular" gobierna
con la legislación - ley del peón rural e incluso el Código Aduanero-
elaborada por las tres fuerzas armadas. Sin embargo, lo referido a los pool de
siembra o a juntas de granos es puro diversionismo, porque la patronal sojera
reivindica a los primeros como factores de desarrollo tecnológico y nunca
aceptaría las segundas cuando los precios internacionales se encuentran en alza.
Para convertir al excedente agrario en ahorro nacional efectivo; impedir la
expulsión de campesinos; poner fin a la superexplotación del obrero rural; en
una palabra para discutir la transformación social del campo es necesario un
planteo de nacionalizaciones bajo control de los trabajadores. De nuevo, "todo
lo contrario".
Por último, el profesor Toer no cree en
"autogolpismos", sin percibir que es la réplica lógica al "golpismo" que el
oficialismo adjudica a los opositores. ¿O los Kirchner imaginan resistir el
golpe del "campo" con una movilización revolucionaria conducida por Moyano-Caló
o Indek-Moreno? (en 2002, Kirchner mandaba apalear asambleas populares en Río
Gallegos). El conflicto ha tomado la forma de una prueba de fuerza y poder. Esa
pulseada se va a acentuar si se empantana el Congreso, y marcaría un golpe
fundamental al mandato de la Presidenta si el oficialismo fuera derrotado. Ya
hay un conflicto institucional con el vicepresidente. La nostalgia por los
trotskistas que fueron no le deja ver a Toer que desde 2003 se encuentra una
suerte de régimen "autogolpista", que se manifiesta en la usurpación de poderes
parlamentarios y los decretos de necesidad y urgencia. Toer parece no darse
cuenta que el nacionalismo burgués ha vuelto a fracasar y ha protagonizado una
super-farsa. La deliberación política que se manifiesta hoy expresa la
disolución de un régimen político de excepción y el tránsito hacia una nueva
forma histórica de dominación política. Los trotskistas debemos militar para
preparar las condiciones de un gobierno obrero y popular. En definitiva: ni sí
ni no sino todo lo contrario.
* Dirigente del Partido Obrero.