La máquina es enorme, pesada, sombría, pero corre sobre sus raíles y va
tomando velocidad sin que nadie parezca darse cuenta de hacia dónde o hacia qué
nos conduce este cacharro fantasmagórico: junto a Estados Unidos, para mayor
gloria de las multinacionales, vamos hacia la guerra contra el resto del planeta
para apropiarnos de sus recursos, y a la caza del enemigo interior, una lógica
paranoica del choque de civilizaciones. Y en ese punto parece que hay un acuerdo
tácito entre las fuerzas políticas, la derecha y el PS, pero también los
pequeños partidos satélites, los verdes, y los comunistas de todas las
tendencias: El PCF y la LCR, sin ir más lejos.
1. Sarkozy sólo es el hombre de un capital financiero cada vez más
integrado en EEUU
¿Es una casualidad que la crisis de las subprimes empezase en un banco
francés, el BNP Paris Bas? Las finanzas francesas están totalmente comprometidas
en los fondos de inversión colocados en Estados Unidos. Las estadísticas del FMI
sitúan a Francia, desde 2005, en el cuarto puesto mundial según el volumen de
inversiones financieras ubicadas por todo el mundo. En los años 60, el gaullismo
favoreció esta tendencia, pero fueron los años de Miterrand los que conocieron
un esfuerzo de financiación pública masiva del Estado dirigido a la
reestructuración para la competitividad mundial, la desregulación financiera de
los mercados y la consolidación del capital financiero, en la época de Bérégovoy
(Primer Ministro francés de abril de 1992 a marzo de 1993, bajo la presidencia
de Miterrand, N. de T.). Todo en un contexto de desempleo masivo y permanente y
de aceptación de las injusticias sociales.
Así, desde entonces entramos en una dinámica, cada vez más acentuada, que
conlleva el debilitamiento del capital industrial, una innovación tecnológica
cada vez más limitada al sector financiero para los fondos públicos y un
desarrollo del capital financiero parasitario. La clase dominante francesa
prefiere colocar sus capitales en especulaciones financieras totalmente opacas.
Si queremos entender a la Unión Europea y a su actual presidente, hay que
referirse a esta realidad y no únicamente a su «mestizaje» pro israelí, real o
imaginario. Sarkozy es el hombre del capital financiero francés y, en este
sentido, está totalmente integrado en el capitalismo estadounidense y sus
estrategias planetarias. Las recientes crisis de la patronal francesa demuestran
el declive del capital industrial en beneficio de una alianza entre el sector
financiero, los clientes del Estado y los servicios, todo dirigido hacia la
aceleración atlantista.
El divorcio entre el pueblo francés, que sufre una situación cada vez más
desfavorable, y sus «elites», ha sido señalado por el semanario The
Economist, que se sorprende de las creciente divergencias de opinión de los
ciudadanos franceses, de los cuales sólo una minoría declara que «la economía de
mercado es el mejor sistema económico, así como las innovaciones financieras de
categoría mundial realizadas por las elites francesas gracias a una formación
científica de excelencia en las grandes escuelas» (1). Es natural que exista el
mismo divorcio entre Europa y los franceses (2). Y esta insatisfacción tiene
tendencia a extenderse a otros países europeos.
2. ¿La Unión Europea debería convertirse en una zona de libre intercambio
de EEUU?
Esta es la cuestión que plantea al respecto la moción presentada por el
senador del PS Jean Luc Mélenchon en el congreso de su partido, donde acusa de
que se está llevando a cabo un viraje de integración económica y también
geoestratégica, la defensa de Occidente y sus intereses contra todos los demás,
tras Estados Unidos, sin que eso se haya debatido nunca en el PS. Yo añadiría
que de las fuerzas políticas que disfrutan de una audiencia mediática, incluida
la nueva estrella de los medios franceses, Olivier Besancenot (candidato a la
presidencia francesa por la LCR, N. de T.), ninguna plantea el debate ante la
opinión pública. Es probable que quien hable de este asunto sea censurado
inmediatamente por el sistema y condenado a la marginalidad de Internet:
«Efectivamente, la izquierda democrática de Europa se está comprometiendo,
de acuerdo con la derecha europea, en la construcción de un futuro ‘gran
mercado trasatlántico’». Este proyecto se frustró por el gobierno de Lionel
Jospin en 1998. Pero se ha relanzado en 2006 por dos informes, uno defendido
por una diputada europea del SPD a favor de ‘un gran mercado trasatlántico sin
barreras en 2015’. Entonces los diputados europeos de nuestro partido se
opusieron. En mayo de 2008, una nueva resolución favorable a un mercado común
trasatlántico se adoptó por el Parlamento Europeo».
Esta vez, casi todos los eurodiputados del PS francés lo han apoyado y, como
señala el senador del PS Jean Luc Mélenchon, sin que hubiera el menor debate
interno en el Partido.
«El proyecto de gran mercado trasatlántico prevé la creación de una zona de
libre cambio para los servicios, eliminación de las barreras aduaneras
técnicas y reglamentarias para el comercio, liberalización de los mercados
públicos de la propiedad intelectual y las inversiones. Dicho proyecto
compromete a Europa en una promoción fanática de libre intercambio a escala
mundial, como demuestra la declaración común de la Cumbre UE-USA del pasado 10
de junio: ‘resistiremos la tentación del proteccionismo interior y nos
opondremos al proteccionismo extranjero. Los modelos de intercambio libre e
igualitario y la inversión abierta son los pilares del crecimiento económico
mundial’».
Es decir, dirige la evolución europea hacia una gran zona de libre comercio
motivada exclusivamente por la libre circulación de los bienes y servicios.
«Además, este mercado común no sólo tiene un objetivo económico. Se
presenta oficialmente como ‘la base idónea para el establecimiento cerrado de
una asociación transatlántica que permitirá a la Unión europea y Estados
Unidos enfrentarse conjuntamente a los retos políticos y económicos
mundiales’. También se propone crear a largo plazo una auténtica ‘Asamblea
Trasatlántica’. Por lo tanto, se trata de un gran proyecto político que
involucra a las instituciones comunes a ambos lados del Atlántico.
Pero si vemos claramente su objetivo económico, también vemos su
significado geopolítico. Encarna el proyecto de formación de un ‘Occidente
político’ deseado por la doctrina estadounidense del ‘Choque de
civilizaciones’. Esa es la línea adoptada por numerosos líderes europeos y, en
Francia, por Nicolas Sarkozy. Esta visión geopolítica se basa en la idea de
que la ‘hegemonía occidental’ corre peligro y hay que responder a ese fenómeno
con una integración creciente de los países occidentales en los aspectos
económico y militar».
3. El enemigo está en todas partes, del choque de civilizaciones a
los motines urbanos y otros brotes de rebeldía
Partiendo de semejante lógica es normal, como señalamos en un artículo
anterior, Francia y Europa se doten de mecanismos de defensa y seguridad
adecuados, totalmente integrados en la OTAN, y que señalen claramente al enemigo
exterior e interior.
El artículo 5 de la Constitución establece que el presidente de la República
es el jefe del ejército. El nuevo «Libro Blanco de la Defensa» va más allá;
Sarkozy, dado que lamenta visiblemente no seguir siendo ministro del Interior,
ha añadido a ese papel de jefe del ejército el de jefe de Defensa y coordinador
principal de la seguridad. El espacio reservado al presidente de la República ya
no sólo es la prioridad en Defensa y Asuntos Exteriores; con la creación del
Consejo de Seguridad Nacional, que suprime la diferencia entre defensa y
seguridad, el jefe del ejército se convierte en el «superpoli» de Francia.
Esta reforma adquiere todo su sentido en el contexto presentado por el Libro
Blanco, el de la creación de una «Defensa europea» integrada en la OTAN. Si la
Defensa europea independiente hubiera tenido esta pretensión, antes de que se
anunciara la novedad de la supresión de la frontera entre seguridad y defensa,
como mínimo habría tenido que negociar con las demás naciones europeas para ver
si su concepción de la seguridad se ajusta a la nuestra. Pero está claro que eso
ya no es necesario si la referencia común admitida por los gobiernos europeos
(20 de los 27 son miembros de la OTAN) es, efectivamente, la OTAN bajo dirección
europea. Como señalaba Pascal Boniface en relación con el Libro Blanco: «El
marco de las relaciones Francia-OTAN ya está aclarado. Tanto el presidente como
el ministro de Defensa han afirmado explícitamente su aceptación de que Francia
se reintegre en la OTAN a cambio de una europeización de ésta. Falta conocer la
respuesta de Washington». Dicha respuesta fue entusiasta, Bush celebró el
regreso francés y acogió con alborozo la idea de una Defensa europea.
Pascal Boniface en el mismo artículo, a propósito del abandono de la doctrina
francesa de la disuasión nuclear, señaló que la Comisión nombrada por el
presidente para redactar el Libro Blanco de la Defensa, está compuesta por
halcones neoconservadores:
«Pero la composición de esta Comisión, por lo que respecta a los expertos
extranjeros, puede suscitar algunas inquietudes sobre ese punto. Está, en el
plano de las ideas estratégicas (donde las divergencias sobrepasan las
familias políticas), claramente menos diversificada que la que establece el
ministerio de Asuntos Exteriores. El abanico –limitado- va de los atlantistas
tradicionales a los partidarios de las tesis neoconservadoras más radicales.
Los expertos estratégicos próximos a la actual mayoría política, pero que se
inscriben en la tradición de De Gaulle y Miterrand, no se han seleccionado.
Los elegidos fueron partidarios, abierta o más discretamente, de la guerra de
Iraq, incluso aunque ahora tengan mala memoria al respecto. Muchos de ellos
abogan actualmente por la dureza, incluida la utilización de medios militares,
con respecto a irán. Igualmente, la mayoría son partidarios del concepto
estadounidense de respuesta gradual y aceptan las armas nucleares como armas
de guerra convencionales, lo que se opone al concepto francés de disuasión»
(3).
La reforma que borra la diferencia entre defensa y seguridad bajo la
autoridad de un ejecutivo todopoderoso tiene su origen, indiscutiblemente, en el
análisis neoconservador de que al no existir ya un enemigo desde que acabó la
Guerra Fría, es necesario fabricar uno, el «terrorismo». El 11 de septiembre de
2001 fue una sorpresa providencial que les permitió afirmar un cambio de era y
la apertura de una gran batalla en un mundo globalizado e interdependiente; el
enemigo está en todas partes. Ya no hay fronteras ni diferencias entre seguridad
interior y exterior. Para defender la seguridad interior hay que establecer la
guerra preventiva (incluida nuclear) y la «inteligencia omnipresente»; ya no hay
que pensar en términos de defensa nacional, la seguridad es un asunto a escala
planetaria y justifica cualquier actuación preventiva; y en el plano interior
hay que proteger el territorio de agresiones que pueden ser de cualquier
naturaleza (4).
¿Quién no ve la auténtica naturaleza del enemigo que los medios de
comunicación fabrican día tras día? En primer lugar las tribus extranjeras que
bajo las órdenes de un tirano nos niegan el acceso a sus recursos naturales; y
además está el denominado «fenómeno de los suburbios», e incluso las luchas
reivindicativas, que también se pueden criminalizar; así se llega a una
mezcolanza absoluta entre las amenazas a la seguridad del Estado (donde el
«ciudadano» se convierte en un individuo aislado frente a la llamada amenaza
«colectiva» y extranjera), las luchas por la independencia y las luchas
sociales. Esa es la concepción paranoica, pero no gratuita, que han puesto en
marcha los neoconservadores.
En la última cita de su blog Alain Gresh, especialista en Oriente Próximo de
Le Monde Diplomatique, nos advierte:
«No suelo reaccionar rápidamente ante una información. Sin embargo, lo que
ha revelado Isabelle Mandraud en Le Monde el 20 de junio en su
artículo ‘Les surprises de la fusion entre les Renseignements généraux
et la DST’ (Las sorpresas de la fusión entre la Seguridad general y la
DTS), merece una amplia difusión:
En relación con la fusión entre el Renseignements généraux , RG (Dirección
de seguridad general francesa, N. de T.) y la Dirección de seguridad
territorial (DST), la periodista escribe: Como era de esperar, la RG se divide
en dos: una parte de su personal se fusiona con la DST para formar la
inteligencia interior (RI) y la otra se unió a la nueva Subdirección general
de información (SDIG) dentro de la seguridad pública . Poco a poco, el reparto
de papeles y personal se lleva a cabo en el marco de la reforma puesta en
marcha por Michèle Alliot-Marie, ministro del Interior. Unos son la
inteligencia ‘ cerrada’: la lucha contra el terrorismo y la protección de los
intereses económicos, y los otros la vigilancia ‘abierta’: la violencia
urbana, los sin papeles, el medio ambiente, los viajes oficiales…; pero hay
otra sorpresa:
Segunda innovación: Si el Islam tradicional, como todas las religiones,
permanece en el dominio de la SDIG, mientras que el Islam radical es
responsabilidad de la RI, la futura dirección general de información interior
podrá, cuando lo considere oportuno y sin previo aviso, intervenir en todos
los ámbitos.
Si lo hemos entendido bien, la Inteligencia interior (es decir, la antigua
DST reforzada) podrá, cuando lo considere necesario, vigilar, filtrar e
interrogar a los musulmanes, las organizaciones o los fieles de las mezquitas
cuyas prácticas le desagraden. Si esta interpretación es correcta, marca un
viraje en las prácticas de seguridad en Francia».
Hasta aquí un breve esbozo de la lógica que se puede deducir, a poco que nos
tomemos la molestia, de las trivialidades esbozadas sobre Europa. Estamos
claramente ante un proceso de «fascistización» imperialista a través de la
integración económica, institucional y militar de Occidente.
(1) The Economist «Francia tiene una actitud paradójica de riesgo
financiero» 31-01-2008.
(2) Una reciente encuesta de BVA (29 de junio de 2000) señalaba que el
PRIVATE "TYPE=PICT;ALT=8)" 13% de los obreros franceses y el 49 % de los
ejecutivos tienen confianza en Europa.
(3) Pascal Boniface, «Le nécessaire débat sur le nucléaire», La Croix,
14 de enero de 2008.
(4) El arsenal militar para luchar contra el terrorismo existe y se ha
reforzado desde 1995 con el plan Vigipirate, tras los atentados del GIA
argelino. Esa fecha de 1995, que no sólo corresponde a una serie de atentados,
sino a otro libro blanco de la defensa, de 1994, que ya marcaba una inflexión de
la visión de la disuasión. Toda la política de Nicolas Sarkozy se puede
analizar, seguramente, como una ruptura y, al mismo tiempo, la búsqueda de una
alteración de la orientación en el marco de una Europa que cada vez se dirige
más claramente hacia el atlantismo y las grandes coaliciones.
Original en francés:
http://socio13.wordpress.com/2008/07/02/l%e2%80%99americanisation-de-la-france-et-de-l%e2%80%99europe-vers-la-fascisation/
Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y
Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar
su integridad y mencionar a la autora, la traductora y la
fuente.