NCeHu 170/70/08
La destrucción del modelo
social europeo
Terremoto de
larga duración
Visao
3/7/08
Un terremoto está por asolar a
Europa. No es detectable en los sismógrafos convencionales porque tiene un
tiempo de desarrollo atípico. No ocurre en segundos sino en años o tal vez en
décadas. Consiste en la convulsión social y política que va a resultar de la
destrucción progresiva del llamado modelo social europeo – una forma de
capitalismo muy diferente de la que domina en Estados Unidos – asentado en una
combinación virtuosa entre elevados niveles de productividad y elevados niveles
de protección social, entre una burguesía comedidamente rica y una clase media
comedidamente media o remediada; en la eficacia de servicios públicos
universales; en la consagración de un derecho de trabajo que, por reconocer la
vulnerabilidad del trabajador individual frente al patrono, confiere niveles de
protección de derechos superiores a los que son típicos del derecho civil; al
acogimiento de emigrantes basado en el reconocimiento de su contribución para el
desarrollo europeo, y de sus aspiraciones a la plena ciudadanía con respeto por
las diferencias culturales.
La destrucción de este modelo es
crecientemente comandada por las instituciones de la Unión Europea y por las
orientaciones de la OCDE. Tres ejemplos recientes e ilustrativos. La directiva
europea que permite la extensión de la semana de trabajo hasta las 65 horas. La
llamada directiva de retorno, aprobada por el Parlamento Europeo, que permite la
detención de inmigrantes indocumentados hasta dieciocho meses, incluyendo niños,
lo que virtualmente crea el delito de inmigración. Las alteraciones al Código de
Trabajo en vías de ser aprobadas en nuestro país, cuyos principales objetivos
son: disminuir los niveles de protección al trabajador consagrados en el derecho
al trabajo, ya de por sí disminuidos por los niveles de violación consentida;
transformar el tiempo de trabajo en un banco de horas administrado según las
conveniencias de la producción por mayores que sean las inconveniencias causadas
al trabajador y a su familia y con el objetivo de eliminar el pago de las horas
extraordinarias; desarticular el movimiento sindical a través de la posibilidad
de adhesión individual a las convenciones colectivas por parte de trabajadores
no sindicalizados, lo que objetivamente abre las puertas a todo el sindicalismo
dependiente y de conveniencia.
Tienen en común estas medidas dos hechos
que escapan por ahora a la opinión pública. Lo primero es que, al contrario de
lo que aconteció en la legislación europea anterior (que procuró armonizar con
los estándares de los países con protección más elevada), la actual legislación
se propone armonizar por lo bajo, transformando a los países más represivos en
ejemplos a seguir.
El segundo hecho es el objetivo de hacer converger el
modelo capitalista europeo con el norteamericano. El espejismo de las elites
tecno-políticas europeas – muchas de ellas formadas en universidades
norte-americanas – es que Europa sólo podrá competir globalmente con Estados
Unidos en la medida en que se aproxime al modelo de capitalismo que garantizó la
hegemonía mundial de este país durante el siglo XX.
Se trata de un
espejismo porque concibe como las causas de la hegemonía norteamericana lo que
los mejores economistas y científicos sociales de Estados Unidos conciben hoy
como las causas del declive de la hegemonía norteamericana, fuertemente
acentuado en las dos últimas décadas.
La transformación del trabajador en
un mero factor de producción y la transformación del inmigrante en criminal o
ciudadano-fachada, vaciado de toda su identidad cultural son las dos fracturas
tectónicas donde se producirá el terremoto social y político que va a asolar a
Europa en las próximas décadas.
Van a surgir nuevas formas de protesta
social, muchas de ellas desconocidas en el siglo XX. La vulnerabilidad del
Estado será visible en muchas de ellas, tal como aconteció con la huelga de
camioneros, vulnerabilidad reconocida por un primer ministro cuya eventual
ignorancia de la historia contemporánea fue compensada por la intuición
política: fue la huelga de camioneros la que precipitó la caída del gobierno de
Salvador Allende.
¿A quién beneficiará el fin de un sindicalismo
independiente y el agravamiento caótico de la protesta social? Exclusivamente al
Club de los Billonarios, los 1125 individuos cuya riqueza es igual al producto
interno bruto de los países donde vive el 59% de la población mundial.