Conservación ¿de qué especies estamos hablando?
Alfredo César
Dachary
Hace unos días recibí un correo que hablaba de la muerte de
un puma en la entrada de la ciudad de Iguazú, cercana a las cataratas del mismo
nombre, la foto y una nota sobre el daño que implicaba el haber atropellado con
un auto a este felino.
En el momento me vinieron a la mente dos ideas diferentes. La primera,
nadie me manda correos comentando con tristeza que cada ocho segundos muere un
niño en el mundo de hambre y, la segunda más banal, es saber que hubiera
ocurrido si ese puma se le acercaba a un niño ¿quién sería la
víctima?
En ambos casos, lo que me terminó golpeando es que nunca se habla de los
indígenas, de los pobres, de los miserables, pero si se defiende la mariposa
monarca y no los tarahumaras o los mayas que son masacrados en la selva por
caciques y otros bandoleros modernos.
¿Qué está ocurriendo? El conservacionismo es el regreso a la idea
original que se creó en la Alemania de Hitler en la cual se
legisló sobre el derecho de los animales y de los bosques y, por otro lado, se
exterminaron seis millones de seres humanos.
En 1939, se editó el libro, ya ley, sobre “El derecho alemán de la
protección de los animales”, obra que se comienza en 1934 con la ley que limita
la caza (Das Reichsjagdgesetz) y el 1 de julio de 1935 aparece el monumento de
la ecología moderna que fue la
Ley de Protección a la naturaleza
(Recihsnaturschutzgesetz).
Los antecedentes de esta
legislación se pueden hallar en la Bund Deutscher Heimatschutz
fundada en 1904 por el biólogo Ernest Rudorff y otra similar creada en Berlín en
1906, que fue la
StaatlicheSteller Für Naturdenkmalpflege, ambas son la base del
movimiento a favor de la conservación que asumió el régimen
nazi.
Pero en el siglo XXI, mucha
de esta visión conservacionista, que subestima al hombre empieza a renacer y en
diferentes lugares del planeta. En el caso de Nuevo Vallarta, fraccionamiento
construido por el Estado con canales que hablan de un estero anterior, se está
dando un aumento de los cocodrilos, los cuales históricamente vivían en la
zona.
Nuevo Vallarta está unido por canales al estero El Quelele, el cuál junto
con este fraccionamiento empiezan a desplegar una fuerte ofensiva de
construcciones lo que acelera el proceso de reconcentración en las últimas zonas
y en los canales más profundos.
A ello se le suma la carencia de una política en el fraccionamiento,
debido a que hay opiniones distintas entre los vecinos que a veces se quejan,
entre un propietario de lancha que los alimenta para hacerlos un espectáculo y
la
Secretaría del Medio Ambiente que los protege, una situación
complicada.
La situación no ha pasado de que los cocodrilos se coman perros, aún no
han atacado a una persona, se espera que eso ocurra en un lugar donde cada vez
hay más población ¿peligro o confianza todo ello en nombre de la
conservación?
Los casos abundan, como los de los osos en las áreas protegidas que se
acercan a los visitantes, aunque allí la diferencia es a favor de los osos
porque es su área y el que entra está expuesto a
encontrarlos.
Un tema complicado es el caso del lobo en el norte de España, el cual
desde hace unas décadas está bajo protección, lo cual le ha permitido una rápida
recuperación y en la actualidad la población está en unos 1,500 lobos en los territorios del norte y exigua
población en el sur.
Según el Ministerio del Medio Ambiente de España, el lobo está ubicado en
aproximadamente 120,000 km2 en la parte noroccidental de la península, entre
Asturias, Cantabria, Galicia, Castilla y León y se trata de aproximadamente unos
2,000 ejemplares.
Su caza sólo está permitida para los miembros de la Real Federación
Española de Caza que en la temporada 2005 – 2006 llegaron a cazar 137 lobos, con
permisos que llegan a costar hasta 18,000 euros.
Los propietarios de terrenos que se consideran zona de turismo cinegético
(nombre elocuente de la caza) consideran que éste es un gran negocio, pero ésta
es la minoría en la zona de los lobos, la gran mayoría, opinan lo
contrario.
Los campesinos saben que la dieta del lobo es generalmente de ovejas y
pequeños becerros, terneros o potros pequeños, piezas máximas, a un animal cuyo
peso medio no sobrepasa los cincuenta kilos, aunque tiene una gran ligereza y
agudeza en su caza.
Para
José Manuel Soto, responsable de medio ambiente de la Coordinadora de Organizaciones
de Agricultores y Ganaderos, sostiene que el lobo debe mantenerse aunque hay una
excepción, es incompatible con la ganadería extensiva, típica de esta zona
montañosa.
Los ganaderos de Álava están en pie de guerra contra los lobos, que
reducen sus rebaños y tienen un lema: “lobos en expansión, pastoreo en
extinción”, lo cual ha llevado a un serio enfrentamiento con el gobierno
central.
Josefa Aranzabal, vicepresidente de la Unión de Agricultores y Ganaderos
de Álava, sostiene que no se trata
de un problema económico, el cual se arreglaría con indemnizaciones, sino que el
problema es mantener la actividad de cría, algo muy difícil en esta
situación.
En el año 2007 se produjeron 105 ataques al ganado lo que generó 328 bajas
de ganado mayoritariamente ovino, que son individuales y, por ello, es muy
difícil su persecución, y ello lleva a que la jornada laboral del campesino sea
más larga y más cansada.
La situación se complica porque el acoso de los lobos lleva a la
existencia de una caza furtiva, que ha llevado a que haya un número igual de
caza que las legalmente autorizadas, unas 300.
El conservar el lobo lleva a que se gasten uno millón de euros al año
entre compensaciones y medidas de prevención, como la compra de perros mastines,
así como créditos para poner vallas con electricidad y otras alambradas más
comunes.
La situación no ha cambiado y la contradicción campesinos criadores de
ovejas – lobo continúa, mientras el Estado subvencione los gastos de esta
batalla, que se originó porque el campo estaba abandonado y la conservación
quiso repoblarlo, lo logró, pero no contaba con el regreso de mucha gente al
campo.
La compleja relación entre
una especie amenazada y una forma de vida acosada es un tema que rebasa a los
conservacionistas, que juegan a proteger porque es una forma de cumplir con la
conciencia, aunque malamente por la falta de una visión de conjunto hombre -
animales - plantas.
Sin embargo, en España apareció un intento por lograr esta racionalidad y
se denominaba Proyecto Life Coex, que surge en el 2004, con financiamiento de
la Unión
Europea y las Juntas de las Autonomías de Castilla y
León.
Duró tres años, de 2004 al
2007, y en el participaban, España, Portugal, Francia, Italia y Croacia y
consistió en promover el uso de una ganadería acotada a zonas bajo protección de
vallado eléctrico y con apoyo de mastines, lo cual salva esta
situación.
Sin embargo, Gregorio del Río, un ganadero de Segovia, recuerda que no
había visto lobos hasta el 2006 y cuando fue así era porque habían matado sus
ovejas, y entró al programa además de dormir un mes junto a su rebaño y los
perros mientras se construían los alambrados. Se logró contener a los lobos,
pero es mejor que no estuvieran, fue su idea final.
Pero esto también se aplica al revés, y nadie quiere recordarlo, como es
el caso de los bosquimanos, pueblo de cazadores recolectores que vivían en un
primitivismo similar al de la época del neolítico y que luego de una gran
persecución que los redujo a un número mínimo, el gobierno de Botswana, los dejó
como una especie más en la Reserva Central del
Kalahari.
En 1997, fueron expulsados de la reserva, por un sólo delito, se habían
hecho sedentarios, ya que el gobierno les había hecho pozos que les dotaba de
agua todo el año, así pudieron combinar el ganado con el cultivo de
hortalizas.
Como animales se los llevó a otra reserva donde tuvieron también una
casa, pero no había pozos de agua y los que quedaban estaban clausurados por ser
ya imposibles de dar servicio, lo cual desesperó a los 1,500 sobrevivientes de
un total de 100,000 que había en 1960.
Jumanda Gakelobone, el portavoz del grupo, señala que es un sinsentido
acusarlos de no respetar el medio ambiente, causa de expulsión de la primera
reserva, ya que han vivido miles de años y nadie sabe de conservación mejor que
ellos y si les dieran la oportunidad podrían
ayudar.
No solo hay gorilas en peligro de extinción en África, también pueblos y
no tienen grandes ONG que los protejan porque éstas se dedican a proteger el
paisaje colonial que construyó el apartheid y todo el colonialismo europeo, una
forma de falsa conciencia, que les permite
sobrevivir.
Así como se extienden especies animales y de plantas se extinguen lenguas
y culturas y no están en la agenda de las cosas amenazadas, un error o una
desviación que los une al origen del conservacionismo que se promovió en
Alemania en la década de los treinta.
alfredocesar7@yahoo.com.mx