El historiador Ilan Pappé pretende acabar con la
historiografía oficial israelí, según la cual la salida de los palestinos en
1948 fue una decisión voluntaria de ellos mismos. Las investigaciones realizadas
por Pappe, sin embargo, demostrarían que la población palestina fue expulsada
violentamente del territoriomediante una serie de operaciones cuidadosamente
planificadas, entre las que se incluían la destrucción de pueblos y numerosas
masacres, que tenían por objetivo la limpieza étnica. El historiador denuncia
además que los contenidos académicos, los manuales de enseñanza y el discurso
político oficial han silenciado sistemáticamente este capítulo oscuro de la
historia fundacional de Estado de Israel, sustituyéndolo por otro que incide en
el heroísmo y la gloria del ejército israelí. El siguiente es un fragmento de su
último libro, La limpieza étnica de Palestina.
Los editores del diario de Ben Gurion se sorprendieron al
descubrir que entre el 1 de abril y el 15 de mayo de 1948, el líder de la
comunidad judía de Palestina parecía descuidar el aspecto militar de los
acontecimientos.
En lugar de inquietarse por ello, se mostraba mucho más preocupado por la
política interna sionista y estaba dedicado de lleno a cuestiones de
organización como la transformación de los cuerpos de la Diáspora en organismos
del nuevo Estado de Israel. Su diario, resulta evidente, no revela ninguna
sensación de temor por la catástrofe inminente o el "segundo Holocausto" que con
emoción proclamaba en sus apariciones públicas.
Entre quienes pertenecían a sus círculos íntimos, hablaba con un lenguaje
diferente. Así, a comienzos de abril, presentó con orgullo a los miembros de su
partido, el Mapai, los nombres de las aldeas árabes que las tropas judías habían
ocupado recientemente. Y el día 6 del mismo mes lo encontramos reprendiendo a
los miembros con tendencias socialistas de la ejecutiva del Histadrut que
cuestionaron el acierto de atacar a los campesinos en lugar de confrontar a sus
patronos. Ocasión en la que dijo a una de las principales figuras de la
organización sindical: "No estoy de acuerdo con usted en que nos enfrentamos a
efendis y no a campesinos: ¡nuestros enemigos son los campesinos árabes!
Su diario, de hecho, contrasta radicalmente con el miedo que sembraba entre
quienes lo oían en reuniones públicas y, por consiguiente, con la memoria
colectiva de los israelíes. Sugiere que para entonces se había dado cuenta de
que Palestina ya estaba en sus manos. Con todo, tampoco estaba excesivamente
confiado, y no se unió a las celebraciones del 15 de mayo de 1948, consciente de
la enormidad de la tarea que tenía por delante: limpiar Palestina y asegurarse
de que los árabes no pudieran obstaculizar la toma del país por parte de los
judíos.
Al igual que la Consultoría, temía el resultado de los acontecimientos en
lugares en los que existía un obvio desequilibrio entre los asentamientos judíos
aislados y un potencial ejército árabe, como era el caso de ciertas zonas
remotas de Galilea y el Néguev, así como de algunas partes de Jerusalén. No
obstante, tanto Ben Gurion como sus colaboradores más cercanos entendían
perfectamente bien que estas desventajas locales no alteraban el cuadro general:
la capacidad de las fuerzas judías para tomar, incluso antes de que los
británicos hubieran abandonado el país, muchas de las áreas que la Resolución de
Partición de la ONU había asignado al Estado judío. En este contexto, "tomar"
significaba sólo una cosa: la expulsión, masiva, de los palestinos de sus
hogares, negocios y tierras, tanto en las ciudades como en las áreas rurales.
Poder sobre el terreno
Ben Gurion quizá no se haya regocijado con las masas judías que bailaron en
las calles el día que el Mandato británico llego oficialmente a su fin, pero
sabía muy bien que las fuerzas militares judías ya habían empezado a mostrar su
poder sobre el terreno. Cuando se activó el Plan Dalet, la Haganá contaba con
más de 50.000 efectivos a su disposición, la mitad de los cuales habían sido
entrenados por los británicos durante la Segunda Guerra Mundial. Había llegado
la hora de poner en marcha el plan.
La estrategia sionista de construir asentamientos aislados en medio de zonas
árabes densamente pobladas, aprobada retroactivamente por las autoridades del
Mandato británico, se reveló una desventaja en épocas de tensión. La llegada de
suministros y tropas a estos puestos remotos no siempre estaba garantizada, y
una vez que el país estuvo en llamas, la carretera para acceder a Jerusalén por
el Oeste, que pasaba por numerosas aldeas palestinas, resultó particularmente
difícil de proteger, lo que creó entre la pequeña población judía de la ciudad
una sensación de asedio. Los judíos de Jerusalén también eran un motivo de
preocupación para los líderes sionistas por una razón diferente: éstos
pertenecían en su mayoría a las comunidades ortodoxa y mizrahi (oriental), cuyas
aspiraciones y compromiso con el sionismo eran bastante tenues e incluso
cuestionables.
Por lo tanto, la primera zona que se eligió para poner en marcha el Plan
Dalet fue la de las aldeas rurales de las laderas occidentales de las montañas
de Jerusalén, a medio camino a lo largo de la carretera hacia Tel Aviv. Ésta fue
la Operación Najsón, que serviría de modelo para campañas futuras: las
expulsiones súbitas y masivas que empleó demostrarían ser el medio más eficaz de
conservar los asentamientos judíos aislados o desbloquear las rutas amenazadas
por el enemigo, como la que
conducía a Jerusalén.
A todas las brigadas asignadas a la operación se les pidió que se prepararan
para pasar a Mazav Dalet, Estado D, es decir, que se alistaran para implementar
las órdenes del Plan D. "Pasaréis a Estado Dalet, para una implementación
operativa del Plan Dalet", fue lo primero que se les dijo a las unidades. Y
luego, "las aldeas que vais a capturar, limpiar o destruir se decidirán
consultando con vuestros asesores en asuntos árabes y los oficiales de
inteligencia".
A juzgar por el resultado final de esta fase, a saber, la desarrollada entre
abril y mayo de 1948, el consejo de éstos fue que no se perdonara a ni una sola
aldea. Mientras que el Plan Dalet oficial daba a las aldeas la opción de
rendirse, las órdenes operacionales no eximían a ninguna aldea bajo ningún
concepto. Con esto, el programa detallado se convirtió en la orden militar de
empezar la destrucción de las aldeas. Las fechas se programaron de acuerdo con
la geografía: la brigada Alexandroni, que se encargaría de asaltar la costa con
sus decenas de aldeas, y que sólo dejaría detrás dos de ellas, recibió sus
órdenes hacia finales de abril; las instrucciones de limpiar el oriente de
Galilea llegaron al cuartel general de la brigada Golani el 6 de mayo de 1948, y
al día siguiente se ordenó la limpieza de la primera aldea de su "área",
Shajara.
Destrucción de aldeas
Las unidades del Palmaj recibieron sus órdenes para la Operación Najsón desde
el primer día de abril de 1948. La noche anterior, la Consultoría se había
reunido en la residencia de Ben Gurion para dar término a las directivas que
recibirían las unidades. Sus órdenes fueron claras: "El principal objetivo de la
operación es la destrucción de aldeas árabes ... [y] la expulsión de los
aldeanos para que se conviertan en un lastre económico para las fuerzas árabes".
La Operación Najsón también fue una novedad en otros aspectos. Fue la primera
operación en la que todas las distintas organizaciones militares judías se
esforzaron por actuar de forma conjunta como un único Ejército (con lo que se
proporcionó una base a las futuras Fuerzas de Defensa de Israel). Y fue la
primera operación en la que los veteranos judíos de Europa oriental, que
dominaban el mundillo militar, se incorporaron a una campaña junto a otros
grupos étnicos como los recién llegados del mundo árabe y de la Europa posterior
al Holocausto. El comandante de un batallón que participó en esta operación, Uri
Ben Ari, menciona en sus memorias que "mezclar a los judíos de la diáspora" era
una de las metas importantes de Najsón. Ben Ari era un joven judío alemán que
había llegado a Palestina pocos años antes. Su unidad realizó sus preparativos
finales para Najsón en la costa del Mediterráneo, cerca de Hadera. Él se
recuerda comparándose a los generales rusos que pelearon contra los nazis en la
segunda guerra mundial. Los "nazis" en su caso eran un enorme número de
campesinos palestinos indefensos que vivían en aldeas cercanas a la carretera
que unía Jaffa con Jerusalén y los grupos paramilitares de Abd al Qadir al
Husayni que habían acudido en su rescate.
Las unidades de Al Husayni habían estado disparando al azar contra el tráfico
judío en esta ruta como represalia por ataques anteriores, y habían matado y
herido a varios pasajeros. Pero los aldeanos, como ocurría por todas partes en
Palestina, sólo estaban intentando continuar con su vida normal, sin conocer la
imagen demonizada que Ben Ari y sus camaradas les atribuían.
Al cabo de unos pocos días, la mayoría de ellos serían expulsados para
siempre de las casas y campos en los que ellos y sus ancestros habían vivido y
trabajado durante siglos. Los grupos paramilitares palestinos a órdenes de Abd
al Qadir al Husayni opusieron más resistencia de la que esperaba el batallón de
Ben Ari, lo que hizo que la operación Najsón no avanzara inicialmente según lo
planeado. Pese a ello, para el 9 de abril la campaña estaba terminada. (...)
Deir Yassin
La naturaleza sistemática del Plan Dalet resulta patente en el caso de Deir
Yassin, una aldea pastoril y cordial que había llegado a un pacto de no agresión
con la Haganá de Jerusalén, pero que estaba condenada a desaparecer por
encontrarse dentro del área que el Plan Dalet ordenaba limpiar. En vista del
acuerdo que había firmado con la aldea, la Haganá decidió enviar allí tropas del
Irgún y de la banda de Stern y librarse así de toda responsabilidad oficial en
lo ocurrido. En posteriores operaciones de limpieza de aldeas "amigas" ni
siquiera se consideraría necesario emplear este ardid.
El 9 de abril de 1948, tropas judías ocuparon la aldea de Deir Yassin. Ésta
se encontraba en una colina al oeste de Jerusalén, a 800 metros sobre el nivel
del mar y cerca del barrio judío de Givat Shaul. La vieja escuela de la aldea
funciona en la actualidad como un hospital psiquiátrico para el barrio judío que
se extendió sobre
los restos del poblado.
Al irrumpir en la aldea, los soldados judíos rociaron las casas con fuego de
ametralladora, lo que mató a muchos de sus habitantes. Después de eso, se reunió
a los demás aldeanos y se los asesinó a sangre fría, los cadáveres fueron
maltratados y cierto número de mujeres fueron violadas antes de ser
asesinadas.
Fahim Zaydan, que tenía doce años en esa época, recuerda cómo vio asesinar a
su familia delante de sus ojos: "Nos llevaron uno detrás de otro; dispararon a
un anciano y cuando una de sus hijas gritó, le dispararon a ella también. Luego
llamaron a mi hermano Muhammad y le dispararon enfrente de nosotros, y cuando mi
madre, que llevaba a mi hermana Hudra en sus brazos, pues todavía estaba
amamantando, se arrojó sobre él llorando, también le dispararon".
Los soldados también le dispararon a Zaydan. Lo habían puesto, junto con
otros niños, en fila contra una pared que rociaron con balas, "sólo para
divertirse", antes de marcharse. Tuvo suerte de sobrevivir a sus heridas.
Investigaciones recientes han reducido el número aceptado de víctimas de la
masacre de Deir Yassin de 170 a 93. Como es obvio, aparte de las víctimas de la
masacre propiamente dicha, hubo decenas de campesinos que murieron en el
combate, y que por tanto no fueron incluidos en la lista oficial de víctimas.
Sin embargo, en vista de que las fuerzas judías consideraban cualquier aldea
palestina como una base militar enemiga, la distinción entre las personas
masacradas y las muertas "en batalla" era tenue.
Basta enterarse de que entre los asesinados en Deir Yassin había treinta
bebés para entender por qué todo el ejercicio "cuantitativo" (no muy distinto
del que los israelíes realizaron en una fecha tan cercana como abril de 2002 a
propósito de la masacre de Jenin) es irrelevante. En su momento, los líderes
judíos anunciaron con orgullo un elevado número de víctimas en Deir Yassin para
hacer de la aldea el epicentro de la catástrofe: una advertencia a todos los
palestinos de que un destino similar les aguardaba si se negaban a abandonar sus
hogares y marcharse.