El narco-paramilitarismo al
Congreso
Fue como un “parte de guerra”. Acababan de pasar las elecciones legislativas
del 10 de marzo de 2002, y el líder narco-paramilitar Salvatore Mancuso se
congratulaba por Internet de que un importante porcentaje de los elegidos
comulgaba con los “ideales” paramilitares. “Podemos afirmar con los datos a
la mano, que la meta original del 30% ha sido largamente superada y constituye
un hito en la historia de las AUC (...) Es motivo de inmensa satisfacción
que los candidatos de nuestras preferencias, surgidos en su mayoría de nuestras
bases sociales y políticas, y como tales, fruto de un vasto y firme esfuerzo
formativo por parte de las Autodefensas, hayan alcanzado un masivo respaldo de
los electores.”
A pesar de nunca haberse opuesto resueltamente al
paramilitarismo, el dirigente liberal Carlos Lemos Simmons dijo ante tales
resultados electorales: “Eso significa que hoy la mayor parte y la fuerza más
importante en el Congreso la constituyen las Autodefensas (...) Pero lo
que más asombra de todo este asunto es la indiferencia con que ha asumido tal
anunció el país. Un hecho de tanta gravedad no ha suscitado en los medios, en
los gremios, en el Gobierno, en la Iglesia, en la llamada sociedad civil, en las
ONG o en la comunidad internacional la menor reacción (...) Por bastardas
consideraciones electorales, lo que ayer era vitando y malo se volvió útil y
bueno hoy...”. (1)
El ministro del Interior de entonces, Armando Estrada Villa,
confirmó lo dicho por Mancuso pero ninguna medida anunció: “el análisis de
esas personas, su votación y los sitios donde fueron elegidos, por ser sitios de
influencia paramilitar, se llega a la conclusión de que los paramilitares
ordenaron votar por ellos o llegaron a acuerdos para que éstos presionaran a las
comunidades para que votaran por determinados nombres.” (2)
No era un secreto que los políticos de las regiones donde
los paramilitares mandaban les pagaron 100 millones de pesos por lograr la curul
al Senado. “ A cambio de ese dinero, los señores de la guerra
garantizaron a sus protegidos que durante la campaña no tuvieran competencia en
sus jurisdicciones, y el día de la elección que el pueblo votara masivamente por
ellos. A cambio de ese ‘aval’, los elegidos se hacen los de la vista
gorda ante sus actividades, e incluso han llegado a adjudicarles contratos
públicos para sus empresas...” (3)
El stablishment sabía que el paso decisivo de
paramilitarización del Estado se volvería realidad en esas elecciones, pues todo
venía preparándose para ello. El mismo día de las votaciones Francisco Santos
Calderón, que unos meses después sería elegido vicepresidente de Colombia, había
escrito en su periódico El Tiempo: “... lo cierto es que el Congreso
que vamos a elegir va a ser aún peor que el que ahora tenemos. Va a ser, con
algunas excepciones, un Congreso al servicio de los caciques políticos
tradicionales, de los “narcos” y de los paramilitares.” No lo dijo por visionario, sino por conocimiento de
causa.
No se abrió ni una simple investigación oficial para verificar las relaciones
de estos congresistas con el paramilitarismo. Y al contrario de los elegidos de
la Unión Patriótica, de otras formaciones políticas de izquierda o simples
críticos del sistema, no se vieron confrontados a un plan de exterminio, pues
los defensores del sistema rara vez se matan entre ellos.
Uribe Vélez, un pasado entre narcotraficantes
Un columnista de El Espectador,
Fernando Garavito Pardo, debió exiliarse en marzo del
2002 por amenazas a su vida, luego de haber publicado una serie de
investigaciones sobre presuntos nexos del entonces candidato a la presidencia Álvaro Uribe Vélez
con el narcotráfico y el paramilitarismo. (4)
Esas denuncias coincidieron con las de Ignacio Gómez Gómez,
quien también debió irse del país por la misma causa. Cuando en el 2002 el
Comité Mundial para la Protección de los Periodistas, CPJ, le entregó el Premio
Internacional de Libertad de Prensa, explicó que tal galardón lo recibía “Por
el trabajo de los antecedentes que relacionan a Álvaro Uribe Vélez con el Cartel
de Medellín. Es una investigación que se hizo en cinco partes. Una de ellas
tenía que ver con la coincidencia cuando Pablo Escobar era miembro del Congreso
y tenía muchísima actividad política o proselitista en los barrios pobres de
Medellín, y por entonces Álvaro Uribe era el alcalde de Medellín y hacía
programas muy paralelos a los de Pablo Escobar. Después Álvaro Uribe fue
director de la Aeronáutica Civil. Antes de él, desde 1954 hasta 1981, el Estado
había concedido 2.339 licencias, y durante los 28 meses que él ejerció, concedió
2.242 licencias, muy poco menos que en los 35 años anteriores, con el agravante
que muchísimas de esas licencias, como 200, quedaron en manos del Cartel de
Medellín (...) Cuando el helicóptero [del padre] era objeto de la
herencia, fue encontrado en un laboratorio famosísimo de Pablo Escobar llamado
Tranquilandia. El helicóptero pertenecía a [Álvaro] Uribe y su hermano.
Además había una estrecha relación entre el papá de Uribe y el clan de los
Ochoa, que era una familia muy importante en el Cartel de Medellín. Y la última
parte [de la serie] fue cuando Pablo Escobar escapó de la cárcel y trató
de hacer un nuevo acuerdo con el gobierno, y el encargado de llegar a ese
acuerdo fue Álvaro Uribe Vélez. (...) De las cinco historias Nosotros
sólo alcanzamos a publicar una, que es la relacionada con el helicóptero. Y el
día que la publicamos el presidente se puso demasiado bravo, me insultó a mí por
la radio…”.
Empezaron, entonces, las amenazas contra él, el director del noticiero y sus
familias. La serie se suspendió y ninguna televisión quiso difundirlas, en
Colombia ni en el exterior…
Así se ha conocido que el actual presidente de Colombia
vivió sus primeros años de vida en el seno de una familia de clase media con
regulares problemas financieros. Un día cualquiera la
situación empezó a cambiar radicalmente a partir de los negocios del
padre Alberto Uribe Sierra como agiotista, aunque por las investigaciones se
puede decir que la palabra exacta para las actividades del padre es
“testaferro”. O sea dueño ficticio de propiedades de narcotraficantes, algo que
había iniciado con el clan de los capos Ochoa, familiares de su esposa. Los
Uribe empezaron la acumulación de su propio capital y de extensas propiedades
rurales: “Uribe Sierra vivía tan inmerso en ese mundo de negocios
alucinantes, que, relataba un amigo, hoy podía tener 23 fincas o 10 y amanecer
mañana con 41.” (5) Eso sólo lo puede lograr un
mago. Y, casualmente, a los ‘narcos’ en Colombia se les dice
‘mágicos’.
A pesar de su alta envestidura, el presidente Uribe Vélez
nunca ha dado una aclaración objetiva sobre la procedencia de su gran fortuna.
Cuando se ha visto obligado a tocar el tema, las frases dicen de todo sin precisar nada. Si un periodista le insiste aparece su agresividad.
Ninguna autoridad se ha decidido a investigar.
El padre del presidente murió en un
asalto que realizaron las FARC a su hacienda en junio de 1983. Los Uribe
dicen que los guerrilleros pretendían secuestrarlo y él se atrincheró para
impedirlo; que el ataque se hizo para desbaratar el campo de entrenamiento
paramilitar que ahí existía, aseguró el grupo guerrillero. Esa es la parte trágica de la historia. Cuando Álvaro Uribe Vélez supo del
ataque, utilizó un helicóptero para llegar hasta el lugar e intentar el rescate
de su padre y hermanos. Al preguntársele sobre esto, el presidente de Colombia
ha respondido: “Me monté casi de noche en el primer helicóptero que
consiguieron (...) El periódico El Mundo dijo al otro día que el helicóptero era del hacendado Pablo Escobar.” (6)
Según informó la prensa, la aeronave era una de
las más modernas del país en cuanto a tecnología de navegación, por lo tanto el
“hacendado” no la iba a prestar a cualquiera.
Siendo alcalde de Medellín, con gran despliegue mediático Uribe Vélez presentó en Bogotá el programa “Medellín sin
tugurios”. Muy poco después se conoció que era un plan con aparente sentido
cívico financiado por Escobar Gaviria, quien buscaba la solidaridad
social y la aceptación política. El referido programa consistía en construir mil
casas para donarlas a pobladores que dormían en casuchas cerca de un
basurero.
Las extrañas “casualidades” del presidente Uribe Vélez con algunos capos del
narcotráfico no se detienen. En marzo de 1984 la policía llegó hasta lo que se
consideraba el laboratorio de procesamiento de cocaína más grande y moderno del
mundo, conocido como ‘Tranquilandia”, cuyo propietario principal era Escobar
Gaviria. Ahí se hallaron varias aeronaves, tres de las cuales tenían licencia de
funcionamiento expedidas por la Aeronáutica Civil cuando su director era Álvaro
Uribe Vélez (marzo 1980, agosto 1982) También se encontró un helicóptero que por
herencia pertenecía a los hermanos Uribe Vélez...
A pesar de todo ello, el presidente insiste en afirmar:
“no tuve relaciones con Escobar, ni cuando se usaba.” (7)
Después de dejar la dirección de la Aeronáutica, el futuro
presidente de Colombia fue elegido gobernador del departamento de Antioquia.
Desde ese cargo se convirtió en el principal promotor e impulsor de las
Cooperativas de Seguridad Rural, “Convivir”. El jefe
narcoparamilitar Carlos Castaño Gil diría que Uribe Vélez logró “sacar
adelante cooperativas de seguridad, con las cuales nunca estuve de
acuerdo. No voy a negar que a las autodefensas les sirvió, pero no tanto se
avanzó con ellas. Quienes las aprovecharon fueron los narcotraficantes, que se
dedicaron a montar pequeñas Convivir en sus fincas...” (8)
El 30 de julio del 2004 la Presidencia de Colombia rechazó
públicamente un documento desclasificado en mayo, y proveniente de
la Defense Intelligence Agency, DIA, uno de los
servicios de seguridad más secreto y poderoso de Estados Unidos, dependiente del
Pentágono. El informe dice en su aparte: “Álvaro Uribe Vélez, político y senador colombiano, colabora con
el cartel de Medellín desde altos cargos en el gobierno. Uribe estuvo implicado
en actividades de narcotráfico en Estados Unidos. Asesinaron a su padre en
Colombia por conexiones con el tráfico de narcóticos. Uribe ha trabajado para el
cartel de Medellín y es amigo personal de Pablo Escobar Gaviria...” (9)
El comunicado de la Presidencia no da ningún argumento
que desmienta con severidad tan grave señalamiento, pero pretende que se
desestime el documento porque “se trata de información que no fue evaluada”,
pues el texto dice, efectivamente, “Not finally evaluated”. Lo
llamativo es que contra muchos de los numerosos narcotraficantes que se
encuentran ahí descritos sí se utilizó esa información en investigaciones y
juicios.
Familiares del presidente...
“No tengo idea, no me he
enterado de eso”, respondió el presidente Uribe Vélez ante la pregunta del
periodista. Ni una palabra más. El día anterior, 21 de junio de 2005, el
congresista Gustavo Petro Urrego había afirmado en una sesión parlamentaria que
el hermano del presidente colombiano, Santiago, había sido investigado
penalmente por la creación de un grupo paramilitar y el asesinato de varios
campesinos. “En los procesos judiciales del pasado aparece sindicado el
hermano del presidente de la república como conformador, auspiciador y erector
de grupos paramilitares”, sostuvo Petro Urrego.
El grupo paramilitar “Los doce apóstoles” habría tenido sede
en la hacienda “La Carolina”, en el departamento de Antioquia, cuya propiedad
comparten los hermanos Uribe Vélez. El hermano del
Presidente fue interrogado por la fiscalía en 1997 respecto a delitos de
secuestro, extorsión y asesinato cometidos por “Los doce apóstoles” entre 1993 y
1994. El grupo paramilitar fue acusado de asesinar 50
personas, y de haber cometido una masacre de la cual fueron hallados los cuerpos
de cuatro personas y otras dos permanecen desaparecidas. Por este caso existe
una demanda en la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos.
La misma noche que el congresista hizo la denuncia, el
fiscal Luis Camilo Osorio confirmó que el hermano del mandatario había sido
objeto de una investigación en 1999, pero también indicó que se había declarado
“un auto inhibitorio a favor del señor Uribe Vélez y se ordenó el archivo
definitivo” ese mismo año.
Petro Urrego insistió en que Álvaro Uribe Vélez, por ser el
presidente de la nación, debe “explicarle a toda Colombia qué pasó con el
proceso judicial que se seguía contra su hermano, que lo vinculaba directamente
al paramilitarismo y a delitos de lesa humanidad...”.
El parlamentariotambién denunció que
tres parientes del Presidente colombiano, entre ellos dos primos hermanos, lideraron otra banda paramilitar conocida como “Los
Erre”, señalada de haber asesinado a otro medio centenar de personas en varios
municipios del departamento de Antioquia. Estos familiares fueron
condenados en primera instancia y estuvieron presos cerca de un año, hasta que
un juez de apelaciones los puso en libertad y archivó el caso por considerar que
no había pruebas suficientes contra los acusados. Los parientes del mandatario
son Carlos Alberto Vélez Ochoa, Juan Diego Vélez Ochoa y Mario Vélez Ochoa,
también familiares del clan de los capos Ochoa.
“Le reclamo a Uribe que, sabiendo que sus familiares
directos están procesados por paramilitarismo, se atreve a llevar una ley que
declara la impunidad para los paramilitares...” Fue la especie de acusación
lanzada por Petro Urrego durante esa sesión del Congreso colombiano, que culminó
con la aprobación de la llamada “Ley de Justicia y Paz”, la cual confiere
estatus político a los narco-paramilitares que se encuentran en “negociación”
con el gobierno del presidente Uribe Vélez. Con la ley se beneficiarían sus
familiares.
Por fin, el 4 de diciembre de 2006, en declaraciones a W
Radio de Bogotá, el presidente Uribe Vélez debió admitir que su hermano sí
fue investigado por involucramiento con el paramilitarismo.
NOTAS
-
El Tiempo. Bogotá, marzo 28,
2002.
-
El Colombiano. Medellín, abril
24, 2002.
-
“Los tentáculos de las AUC”
Semana. Bogotá, julio 10, 2005.
-
Garavito, junto al corresponsal para
América Latina de la revista estadounidense Newsweek, Joseph Contreras,
publicaron “Biografía no autorizada de Álvaro Uribe Vélez. (El señor de las
Sombras)”. Ed. Oveja Negra. Bogotá, 2002.
-
El Mundo. Medellín, 16 de junio
1983.
-
El Tiempo. Bogotá, abril 21,
2002.
-
El Tiempo, abril 21,
2002.
-
Aranguren Molina, Mauricio. “Mi confesión. Carlos Castaño revela sus
secretos”. Ed. Oveja Negra. Bogotá, 2001.
-
La información completa se encuentra
en: http://www.gwu.edu/~nsarchiv/NSAEBB/NSAEBB131/index.htm
, 12 de febrero
de 2007.