Consumando la gran estafa de la convertibilidad...
Duhalde superó a
Cavallo
Gigantesca
licuación de las deudas de los pulpos
Diego
Diéguez
"El conjunto del establishment local
solicitó ayer al Ministerio de Economía la pesificación 1 a 1 de todas las
deudas, incluidas aquellas mayores a 100.000 dólares", informó Clarín el
sábado 2 de febrero, que precisó: "El reclamo lo efectuaron en forma conjunta la
Asociación de Bancos Argentinos (ABA), el Grupo Productivo, que integran la
Unión Industrial (UIA), la Cámara Argentina de la Construcción (CAC) y
Confederaciones Rurales Argentinas (CRA)". El domingo, como buen mandadero,
Jorge Remes Lenicov anunció la "buena nueva" siguiendo los dictados de esta
nueva alianza del capital financiero y los grandes grupos económicos.
¿Qué pasó para que los banqueros
acepten que los grupos económicos endeudados en dólares con los bancos, como
Techint, Loma Negra, Macri, Pérez Companc, paguen esas deudas a 1 peso por dólar
cuando la moneda norteamericana supera los 2 pesos y va a seguir subiendo porque
se dispuso la flotación del peso?
La respuesta es sencilla. Los
ahorristas y el Gobierno se harán cargo de la diferencia. Los primeros porque se
les devolverá sus depósitos en dólares en "cómodas" cuotas mensuales después del
2003 a 1,40 pesos por dólar y no al precio del dólar al momento que puedan
disponer de los pesos. Y el Estado cargará con la diferencia entre el 1,40 al
que se devuelven los depósitos y el peso que pagarán las deudas. Por lo primero,
se calcula que los ahorristas perderán de entrada unos 25.000 millones de
dólares y, por lo segundo, el Estado tendrá que emitir "un bono por cerca de
18.000 millones de dólares" (Clarín, 2/2). Ese bono, que recibirán los
bancos, es más deuda pública que pagaremos los trabajadores con más impuestos e
inflación, o sea con menores salarios.
Así, de inicio, los bancos y los
grandes grupos económicos le confiscan a los ahorristas y trabajadores unos
43.000 millones de dólares, cifra que irá creciendo cuanto más suba el dólar.
Por eso, el complemento de esta confiscación es la disparada del dólar, una
exigencia que fue impulsada por el Fondo Monetario.
Lo que aceleró este acuerdo
"mafioso" entre los banqueros y el Grupo Productivo (sic) fue el fallo de la
Corte Suprema. El fallo, que declaró inconstitucional la no devolución de un
depósito en dólares, aceleró los acuerdos en marcha entre banqueros y
empresarios.
Cuando Duhalde devaluó el peso, el
Gobierno y el Congreso acordaron que sólo las deudas menores a 100.000 dólares
se pesificaban 1 a 1, mientras las mayores a los 100.000 dólares se liquidaban
al dólar libre, pero los bancos debían reducir la tasa de interés. Por eso, el
Banco Central fijó para estas deudas el pago al dólar libre pero con una
reducción de la tasa de interés del 33%. Al día siguiente, por esta resolución,
Roque Maccarone fue tumbado de la presidencia del Banco Central y se fijó que
esas deudas se pagaban a 1,40 pesos.
De inmediato, capitaneados por el
ministro de la Producción, Ignacio de Mendiguren, los grupos económicos
plantearon que no pagarían las deudas en dólares a 1,40 pesos y sin ningún
desparpajo plantearon que "la experiencia internacional, en especial de Méjico y
Brasil, muestra que, frente a bruscas devaluaciones, el sector público debió
asumir costos iniciales...". En otras palabras, que el Estado asumió parte de
las deudas privadas.
Se barajó entonces la posibilidad de
pesificar las deudas 1,20. Pero enseguida los banqueros acordaron con los grupos
económicos porque prefieren cobrarle al Estado que a grupos económicos en
bancarrota. "Los banqueros consideran que si una porción de los créditos se
pesifica a 1,20 es muy factible que la mayoría de los deudores no pueda pagar en
el futuro. Así preferirían perder en el ajuste con una pesificación 1 a 1, pero
garantizando que los deudores puedan seguir pagando" (Clarín,
2/2).
Pero los banqueros acordaron no
"porque preferirían perder *algo absurdo* en el ajuste con una pesificación 1 a
1", sino porque la diferencia la pone el Estado.
En otras palabras, Duhalde y Remes
Lenicov anunciaron un plan de rescate de la banca y los grupos económicos sobre
la base de la confiscación de los ahorristas y de los
salarios.
A partir de ahora, tanto los
banqueros como los pulpos capitalistas tienen un interés especial en que el
dólar y la inflación se disparen. Porque cuanto más aumente el dólar y los
precios, mayor es el rescate de los grupos endeudados y mayor es la caída del
salario. Por eso, mientras los precios y el dólar son "libres", los salarios no
se pueden indexar ni por lo que suba la inflación ni por la suba el
dólar.
De este modo, Duhalde está
consumando la parte final de la gran estafa de la convertibilidad. Pero no por
eso, Duhalde, los banqueros y los grupos económicos lograrán superar la
bancarrota capitalista. ¡El propio gobierno estima que en este año, la economía
caerá el 5%, por encima de todo lo que cayó desde 1998 en adelante, aunque el
cálculo real se acerca a un desplome del 10%!
El proceso productivo capitalista
está quebrado por la cesación de pagos, la bancarrota del sistema financiero y
la confiscación de los ahorristas. Antes que un rescate, lo que el gran capital
necesita es mandar a la quiebra a una buena parte de los bancos y de los grupos
económicos. Por eso, el imperialismo reclama una reestructuración del sistema
bancario bajo la batuta del Tesoro norteamericano que sirva para mandar a la
lona a los bancos públicos y a los privados argentinos y españoles. El
viceministro Jorge Todesca admitió que "los bancos oficiales deberían encarar
una reestructuración y mejor que sea voluntaria, antes (sic) de que venga
impuesta a la fuerza desde afuera. El funcionario adelantó que ya se les dio
aviso a las entidades oficiales. Y deslizó que se podrían unificar bajo un
holding de bancos oficiales y a partir de allí concentrar líneas de fondeo,
operatorias, política comercial y hasta una división territorial más
planificada" ( Clarín, 5/2).
El ajuste de cuentas que la banca
norteamericana quiere hacer con los bancos españoles incluye el negocio de las
AFJP, ART y compañías de seguro donde la presencia estatal y española es muy
importante.
Por eso, el FMI y el Tesoro
norteamericano exigieron que Duhalde vete artículos claves de la ley de quiebra
con la que los grupos económicos endeudados y quebrados pretenden protegerse de
la ofensiva banquera. Aún rescatados, el choque es inevitable y una parte de la
banca y de las grandes empresas sufrirán el embate de la crisis.
Por su parte, la crisis argentina ya
está profundizando la crisis del resto de América Latina, que también quiere
hacerle frente con la devaluación. En Brasil, "surgen cada día nuevas adhesiones
a la idea de que la tasa de cambio podría o debería ser estimulada a subir a 3 ó
3,50 reales por dólar", reveló el banco inglés Lloyds TSB. "La idea de una
devaluación del real del 45% fue lanzada por el economista y ex ministro de los
gobiernos de Fernando Henrique Cardozo y José Sarney, Luis Carlos Bresser
Pereira. Y es observada con interés por casi todo el arco de candidatos que
pueden suceder a Cardoso, desde el socialdemócrata José Serra hasta el Partido
de los Trabajadores" (La Nación, 4/2).
Se ha abierto una nueva fase de esta
crisis que cobrará mayor intensidad a medida que se intensifica su contagio.
Pero ese contagio también tiene otra faceta porque la gran rebelión obrera,
piquetera y popular argentina ha pasado a ser una referencia de método y de
programa para las masas de todo el mundo.
Extraído de Prensa
Obrera Nro 740, del 6 de febrero de 2002.