Los cuatro presos mapuche, Jaime Marileo, Juan Carlos Huenulao, Juan Patricio
Marileo y Patricia Troncoso que mantienen una huelga de hambre por 48 días en la
cárcel de Angol endurecieron su postura este viernes luego de tener versiones
insatisfactorias de parte del Gobierno a las demandas por las cuales iniciaron
su protesta.
“Hemos endurecido nuestra postura y no aceptaremos que nos separen”, dijo
Patricia Troncoso, quien argumentó que el envío a un centro de educación y
trabajo es parte de la solución, pero no es la solución definitiva.
Troncoso ha rechazado atenciones médicas, el suministro de sales
rehidratantes, nuevos registros del peso y de presión, porque las propuestas
dadas a conocer en relación a la postura del gobierno no apuntan a la absolución
de las condenas por la aplicación de la Ley Antiterrorista, aplicada casi
exclusivamente a casos mapuche en la Novena Región y que ha llamado la atención
internacional por las características de “presos políticos” en el caso.
Los cuatro presos mapuche, hasta este viernes, presentaban evidente
debilitamiento físico, dificultad para caminar y sostenerse en pie, pérdidas
momentáneas de conciencia, baja considerable de peso cercana a los 20 kilos y
fatiga para realizar acciones básicas como hablar y comunicarse
gestualmente.
Algunos presentan problemas renales y cardíacos que hacen más probable alguna
complicación en los próximos días, considerando que el 1 de mayo es feriado.
Patricia Troncoso, en tanto, ya presenta dificultades para recibir agua vía
oral debido al aumento de los vómitos cada vez que intenta ingerir el vital
líquido.
LAS DEMANDAS
Los presos mapuche exigen a las autoridades modificación de la pollitica
penal del gobierno frente a los casos mapuche en que aplicó la Ley
Antiterrorista, que se revisen los juicios, la absolución de las condenas de 10
años y un día que los mantienen privados de libertad, argumentando que la
condena y la suma de $423.000.000 de indemnización a Forestal Mininco S.A es
inconcebible tomando en cuenta la absolución de dos procesados por el mismo caso
en marzo pasado.
La Ley Antiterrorista fue creada en el gobierno militar y fue aplicada en
casos de incendios en propiedades de la empresa Forestal Mininco, de propiedad
del grupo Matte.
Más Información:
José Cariqueo, Vocero absuelto
Fono: 09 4590906
Puede haber –y se
entregan– razones de por qué es preciso castigar. Pero lo cierto es que las
dudas existen. ¿Por qué tanta saña con la nación mapuche? ¿Pueden poco más de un
millón de personas empobrecidas la mayor parte hasta límites sorprendentes aún
en América Latina constituir un riesgo para el Estado chileno?
¿Acaso las culturas se valoran por su poder de
fuego? ¿No querer, sencillamente no querer, es causal de exterminio?
¿Acaso ser –o decir que se es– socialista y
demócrata, o cristiano y demócrata, obliga a patear en la cabeza a los que de
algún modo son diferentes? ¿Es la obediencia la principal fuente de respeto? ¿La
pluralidad consiste en aceptar el mando del poder e integrarse, callado, en el
lugar que ordene?
Noam Chomsky escribió un correo electrónico a la
abogada Alejandra Arriaza –defensora de los presos políticos mapuche en huelga
de hambre que hoy, sábado 29 de abril, entran en su día 46 sin probar alimentos.
Puede parecer un gesto, otro gesto de un intelectual que solidariza desde su
torre de cristal con cuántos cree padecen persecución.
Sería injusto sostenerlo. El profesor Chomsky no
entrega su firma a comités para que dispongan de ella –de su nombre– al acaso de
cualquier circunstancia. Y no es únicamente el rebelde pensador y académico
estadounidense quien se preocupa y ocupa de la situación del pueblo mapuche –y
de otros que en América son forzados a integrarse a la ficción de Estados
nacionales diseñados a sus espaldas y a contracorriente de sus
historias–.
En Bélgica –es decir en el centro de la Europa
comunitaria– quienes están informados del acontecer suramericano no logran
entender por qué se los hostiliza, persigue y procesa a los mapuche con las
mismas normas que dictó la dictadura de 1973/90 para perseguir y encarcelar a
quienes hoy desde los poderes del Estado enarbolan las banderas que lucharon
contra el tirano de ayer.
Germán Westphal del Comite Internacional Contra la
Impunidad en Chile habló con Chomsky luego de conocerse el grave deterioro
corporal y sicológico de los presos mapuche en la cárcel de Angol –pequeña
ciudad del sur del país– para intentar conseguir una declaración solidaria. La
respuesta fue contundente:
Por este mensaje expreso mi total apoyo a los
líderes Mapuche en huelga de hambre, a su liberación y asu lucha por la
recuperación de sus tierras ancestrales. (1)
El viernes 28 se produjeron actos igualmente
solidarios en diversas ciudades europeas y latinoamericanas. Frente a estos
hechos sociales no es posible explicar por qué los aires nuevos invocados por la
médica y presidente de Chile, señora Michelle Bachelet, para cambiar la forma de
relacionarse del poder público con los ciudadanos no alcanzan a soplar sobre la
discriminación, el latrocinio y las injusticias diversas que padece la nación
mapuche.
Desde que las primeras tropas españolas pisaron el
Gulumapu –que es el nombre del territorio ancestral mapuche al oeste de Los
Andes– en la primera mitad del siglo XVI, las conductas y pensamientos de
aquellos no ha variado: los seres humanos pertenecen a la Tierra y no la tierra
a los seres humanos. Criterio compartido, por lo demás, por todas las naciones
originarias de América: la Tierra no es un bien transable, es la fuente de la
vida.
La Tierra es agua, aire, alimento, festejo,
trabajo, descendencia, paz, solidaridad. Respetando esos valores y beneficios es
posible vivir como hermanos, si no la vida social se torna imposible a largo
plazo, porque destruiremos –como destruimos cotidianamente por otra parte– el
lugar en que vivimos.
Pero no. No hacemos caso. Los bosques que dan
sombra, impiden el frío excesivo, calientan los hogares y en los que encontramos
para alimentarnos y solaz son aniquilados para sembrar pino y fabricar pulpa de
papel. De paso arrasamos con las fuentes de agua, la vida animal y el resto de
la vegetal que allí enuentra protección.
Y como eso no basta, como no basta cegar ríos,
propiciar monocultivos y manipular semillas, como no basta pescar hasta el
agotamiento de las especies, como no basta contaminar tierras y mares,
insensibles y torpes se diría que los Estados –el Estado de Chile en concreto–
se dispone a disparar esos cartuchos que sobraron en la década de 1881/90 cuando
la operación pinzas de los ejércitos argentino y chileno quiso su operación
final en el Wallmapu y el Gulumapu.
En las dependenmcia del gobierno de Chile se
aprecia un cambio: ministros y subsecretarios escuchan a quienes piden
audiencia, salen a la calle. Pero esos cambios no llegan a la llamada Araucanía;
allí la libertad del otro no tiene razón de existir si no es la libertad que el
Estado está dispuesto a conceder, como si la libertad y la elección del modo de
vida no fuera anterior al Estado.
En suma: la política de acorralamiento del pueblo
mapuche, constante a lo largo de todos los gobiernos chilenos –con la excepción
de los tres años en que gobernó Salvador Allende– no ha cesado. Se los empuja
más allá de lo que puede soportar la dignidad humana, se los obliga a una
rebelión que resultará en una masacre.
(1) Escribió Noam Chomsky:
Estimada Alejandra Arriaza:
Por este mensaje expreso mi total apoyo a los
líderes mapuche en huelga de hambre, a su liberación y a su lucha por la
recuperación de sus tierras ancestrales.
Reciba mis mejores deseos en sus esfuerzos
legales para obtener su liberación.
Solidariamente,
Noam Chomsky
Fuente. www.rebelión.org , 2 de mayo de
2006.