Una ola de más de tres millones de manifestantes hizo
temblar de nuevo ayer a Francia para demandar la cancelación del Contrato del
Primer Empleo (CPE) y en fuerte pulso contra el gobierno que se niega a aceptar
esa petición.
En todo el país se sintió el peso de las fuerzas unidas de organizaciones
estudiantiles, sindicales y partidos de izquierda, cuyo llamado a las huelgas y
manifestaciones convirtieron esta jornada en otro martes rebelde.
Para el secretario general de la principal central de trabajadores, Bernard
Thibault, la movilización fue un éxito, con una participación similar a la
registrada el llamado martes negro, hace una semana, cuando más tres millones de
franceses protestaron contra el CPE.
Thibault instó a los franceses a lanzar un golpe mortal al CEP, el cual
otorga potestad a la patronal para despedir sin justificación, ni indemnización
a menores de 26 años en los primeros 24 meses de labor.
Para los protestantes, esa ley convierte en más precaria la situación de esos
jóvenes con un desempleo que ronda el 25 por ciento, índice que se eleva a más
del 40 en los barrios marginales.
Sólo en esta capital, se calcula que marcharon cerca de un millón de
manifestantes y huelguistas, en medio de un fuerte dispositivo de seguridad de
más de cuatro mil policías antidisturbios.
Hasta la Torre Eiffel, el monumento parisiense más representativo, cerró sus
puertas por segunda vez en una semana por las demostraciones.
Mientras, siempre según los partes preliminares, en Marsella, segunda ciudad
en importancia de este país, los protestantes sumaron más de un cuarto de millón
de personas.
En Nantes, oeste francés, se calculan los manifestantes en unos 75 mil, en
tanto en Reims, se reportaron cerca de 16 mil personas, participantes que se
incrementaron a unos 25 mil en Niza.
Con broche de oro cierran las organizaciones estudiantiles, sindicales y de
izquierda la jornada que dará lugar a negociaciones con el gobierno, las cuales
condicionan a la retirada del CPE.
De esa forma, truncan en victoria la decepción causada el domingo pasado por
el presidente francés, Jacques Chirac, al promulgar en ley el CPE, decisión
criticada por más del 60 por ciento de la población, según una encuesta
publicada ayer por Le Monde.
La victoria de este martes negro envía un claro mensaje para Chirac y su
primer ministro Dominique de Villepin, quienes con su posición de fuerza
radicalizaron la crisis surgida al no ceder a las peticiones de retirar el
CPE.
5 de abril de
2006.