NCeHu
267/06
Francia
La furia contra el gobierno se
percibe en cada esquina
Los sindicalistas creen estar ganándole la batalla a
Villepin
PARIS.- "¡No queremos tu precariedad!", gritaban los estudiantes que
serpenteaban por las grandes avenidas de la capital francesa en la quinta
jornada de manifestación nacional contra el Contrato de Primer Empleo (CPE)
lanzado por el primer ministro Dominique de Villepin y promulgado el domingo
pasado.
Entre 84.000 personas, según el ministerio del Interior, y 700.000 personas,
según los organizadores, se dieron cita ayer en la Plaza de la República para
manifestar nuevamente su rechazo a lo que interpretan como una puerta abierta al
"neoliberalismo".
"No estoy orgulloso del caos económico europeo que dejo a mis nietos", dijo a
LA NACION un jubilado que, con la ayuda de un bastón, seguía el ritmo de sus
jóvenes compañeros. "Pienso en mis nietos", replicó otro jubilado. "Desde el
punto de vista de un patrón por supuesto que el CPE es interesante, pero desde
el punto de vista de un empleado es ridículo", sostuvo.
La manifestación en París fue multitudinaria. Antes de que la cabeza de la
marcha llegara a la Plaza de la Bastilla, la simbólica columna de Julio estaba
rodeada por una marea humana. "Tengo miedo de esta situación que vivimos, la
situación de Francia", dijo Pauline, de 25 años.
Y criticó el discurso de Chirac. "No hizo concesiones. No sé cuál es la
solución, lo único que sé es que el CPE no la es", añadió y se preguntó si
cambiará algo después de esta manifestación: "¿Nos escucharán o no?".
"¿Buena o mala solución? No me lo pregunto", sostuvo sobre el CPE un joven
belga que viajó desde Bruselas para marchar en París. "No hubo negociaciones y a
la situación precaria de los estudiantes se suma el CPE", se lamentó y pidió que
los políticos asumieran sus responsabilidades, un reclamo que se ha
generalizado.
La crisis desatada hace dos meses desgastó a todo el gobierno, incluyendo al
presidente Jacques Chirac, pero el que salió más perjudicado fue el primer
ministro, cuya popularidad está en caída libre. Según una encuesta que será
difundida mañana, el 45% de los franceses desean que el primer ministro renuncie
a su cargo, mientras que, a la inversa, un 49% desea que permanezca en su cargo.
Desde fines de febrero, Dominique de Villepin perdió 14 puntos de popularidad
por su insistencia en la instrumentación del CPE y tiene hoy un 28% de opiniones
positivas.
"El movimiento es fuerte y esta jornada puede darle un golpe mortal al CPE",
dijo Bernard Thibault, secretario general de la CGT. Por su parte, Francois
Chéreque, secretario de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo
(CFDT), dijo que "el gobierno y los políticos están quitando apoyo al CPE. Hay
que ir hasta el final".
Tanto Fuerza Obrera como la Confederación Francesa de Trabajadores Cristianos
condicionaron el diálogo previsto para hoy con el partido oficialista UMP a que
se retire el CPE.
Jóvenes, estudiantes, padres, docentes, niños, empleados y jubilados
desfilaron durante cinco horas ayer en París, sin incidentes mayores,
acompañados por unos 200 policías antimotines que marcharon delante, escudos en
mano. La consigna del Ministerio del Interior fue disuadir los incidentes con un
imponente dispositivo de seguridad. Todas las calles que desembocaban en las
avenidas por las que pasó la columna de manifestantes estaban bloqueadas por
cordones de policías. En total unos 4000 policías, gendarmes y tropas
antimotines fueron desplegados y acompañaron el cortejo hasta la Plaza de
Italia.
Las críticas de los manifestantes se dirigieron, como en las otras
movilizaciones, hacia Jacques Chirac y su primer ministro Dominique de Villepin.
"¿Chirac: qué hiciste desde mayo 2002?", se pudo leer en los carteles, en
referencia a la fecha en que ganó las elecciones. En otros, esta vez con la
imagen del primer ministro a la que se le agregaron cuernos y una horquilla, se
pudo leer: "Ningún pacto con el diablo", en alusión a las discusiones de hoy
entre el UMP y los sindicatos.
Patricio Arana
Fuente:
diario La Nación, de Buenos
Aires, Argentina; 5 de abril de 2006.