Asunto: | NoticiasdelCeHu América Latina según el Financial Times | Fecha: | Domingo, 22 de Enero, 2006 23:46:27 (+0000) | Autor: | Jeronimo Montero Bressan <jeronimo_montero @.........ar>
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El circo populista bloquea el progreso de América Latina* Financial Times By Marifeli Perez-Stable 16-01-06
El populismo está creciendo en América Latina. El
desencanto con la democracia y las reformas de mercado se incrementa. Las
violentas protestas callejeras en la Cumbre de noviembre en Argentina y la
contundente victoria de Evo Morales en las elecciones presidenciales de Bolivia
el mes pasado son las expresiones más recientes de esto. Hugo Chávez, presidente
de Venezuela, conjura cotidianamente su gran visión del socialismo del siglo XXI
y es un desafiante latinoamericano de Estados Unidos. El próspero futuro de la
región, al que 15 años atrás parecía destinada, ha perdido terreno. Si bien la mayoría de los
latinoamericanos se oponen a los golpes militares, las instituciones democráticas
no se han ganado su confianza. De acuerdo a la encuesta Latinobarómetro del 2005,
una gran mayoría desconfía de los partidos políticos, las legislaturas y las
cortes. Apenas el 25% de los encuestados considera que la ley se aplica a todos
los ciudadanos por igual. Las economías de la región tampoco son bien vistas: los
latinoamericanos están preocupados por trabajo, pobreza y bajos salarios. Cerca
del 60% aseguró haber tenido un desocupado adulto viviendo en su casa en los
últimos 12 meses. Aún así, tras dos años de fuerte crecimiento económico, las
espectativas crecen: el 54% cree que sus hijos estarán en mejores condiciones que
hoy. Una mayoría, sin embargo,
sostiene que la democracia y los mercados son el mejor camino hacia el progreso.
El populismo –que menosprecia la separación de poderes y exalta al estado como
actor económico- parece largamente apartado de los deseos de la mayoría de los
latinoamericanos. Sin embargo puede atraer la imaginación de la gente –como lo
prueba Morales en Bolivia. Para cambiar esta realidad, las elites
latinoamericanas deben remediar el descontento de la gente dentro del contexto de
las instituciones democráticas y de la economía de mercado. Las reformas
de mercado no fracasaron. Lo que fracasó fue el viejo modelo de industrialización
por sustitución de importaciones centrado en el estado, que reemplazó las
importaciones con producción interna. Durante los ‘años de oro’ de los sesenta y
setenta, América Latina registró un respetable crecimiento del PBI per capita,
aunque sin alcanzar altas tasas que se vieron en todo el mundo. El modelo implotó
en los ochenta, trayendo una rápida inflación, un asfixiante endeudamiento y un
desplome de los ingresos ¿Qué otra cosa, sino los mercados, podrían haber salvado
a América Latina de semejante depresión, que devastó a los pobres? No
obstante, la estabilidad macroeconómica y el incremento del comercio ofrecen una
plataforma para el progreso, no un punto final. El modesto crecimiento económico
de los noventa resultó en una débil creación de trabajo, una pobreza algo más
alta y una desigualdad sin precedentes. El más preocupante desafío económico de
América Latina es el de crecer vigorosa y firmemente a la vez que beneficiando a
los pobres. Ese es el camino gradual hacia la creación de una clase media que
merezca tal denominación. En el mundo desarrollado, el ingreso medio está cerca
del 90% del promedio nacional; en la mayoría de los países latinoamericanos está
en el 50% o mucho menos, lo que significa que la “clase media” está lejos de
alcanzar la media. La región
progresará realmente cuando la brecha entre el ingreso medio y el ingreso
promedio se reduzca sustancialmente. Las reformas de mercado
encerraron al estado en el ropero y es tiempo de sacarlo de ahí. América Latina
debe incrementar la inversión en salud, educación e infraestructura. Para ello,
los estados necesitan recursos. Pero la estructura impositiva es tristemente
inadecuada. En la mayoría de estos países, el 10% más rico paga tasas menores al
10% de sus ganancias, las que a su vez son un 50% del ingreso nacional total. Los
estados deben ser eficientes y frenar la corrupción para promover el crecimiento
y combatir la
pobreza. Chile es el caso exitoso de América Latina. Desde
1990, su vigoroso crecimiento económico y sus buenas políticas sociales redujeron
la tasa de pobreza a la mitad. Ahora, el desafío urgente es el de reducir la
desigualdad –y tanto la derecha como la izquierda acuerdan en esto. El exitoso
consenso chileno referente a las reformas del mercado está siendo extendido para
enfrentar las consecuencias sociales de esas reformas, las que de otra manera
podrían frenar el desarrollo del país. Si América Latina cae más aún, las elites
de hoy serían responsables, bien por su fracaso para actuar o bien por dejarle
espacio a las ilusiones populistas. Pero aún hay tiempo para hacer que el futuro
brille. Si se lograse, el populismo perdería su encanto; si no, habrá largas
y tormentosas noches por delante.
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* Título original: Populist delusions block Latin America's progress Traducción de Jerónimo Montero
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