NCeHu
1141/05
Las Universidades chilenas y las
falacias reformistas ministeriales
Prof. Dr.
Moreno Peralta
(Alemania)
Las
deficiencias de la Universidad Chilena son tan numerosas y están todas tan
interrelacionadas, que parece uno pecar de parcialidad al tratar una cuestión
sin mencionar las demás.
Yo quiero referirme a una falacia en especial,
la que estoy escuchando durante todo este periodo de transición “a la democracia
en la medida de lo posible” en boca de los genios, ministros de educación de la
concertación: “la universidad empresa privada” – la educación es un negocio -,
si ha de ser eficiente y moderna, dice maravilla Bitar, debe regirse por
los principios de la empresa privada. ¿Entendería alguien que una empresa
fuese a las empresas de la competencia a que le seleccionen su personal?. La
falacia está en que la universidad chilena, pública o privada se nutre de los
presupuestos del Estado. Reconociendo el trato preferencial del Gobierno por las
Universidades privadas. Si la universidad pública es comparable a la
empresa privada, ¿quiénes son sus accionistas? ¿dónde están sus cuentas de
resultado? ¿en qué mercados compiten? ¿cuál es su política de
precios?.
Maravilla Bitar, y el Consejo de Rectores, paradigma de la
libre concurrencia, defienden a raja tabla la privatización de la universidad
chilena en general, pero con subvenciones estatales. El desahogo ante cualquier
mal negocio para estos dispensadores de prebendas pasa por el erario nacional.
¡Es verdaderamente admirable!. Intentan hacernos creer que son los campeones
de la libre concurrencia en la educación, pero con el dinero público. Si
maravilla Bitar y el Consejo de Rectores pretenden que comulguemos con rueda de
carretas con las privatizaciones de las universidades públicas, deberían
honestamente proclamar su independencia del presupuesto del Estado para las
futuras universidades privadas, y evidentemente para las
actuales.
La reforma universitaria entre el fraude y la
irracionalidad La reforma de maravilla Bitar ha fracasado. En vez de
cambiar la universidad, se ha limitado a revolverla. La universidad
concertacionista heredada de la dictadura de marras no se organiza en conjuntos
de profesores y estudiantes, sino en conjuntos de comerciantes de la educación y
de padrinos políticos. Al olor del cebo, la apacible charca de ranas se
ha convertido en un estanque de pirañas.
El error de los ministros de
educación concertacionistas, en general, y de maravilla Bitar en particular, ha
sido intentar hacer un buen negocio de la universidad privada ante de hacerla
democrática. Los estudiantes han tenido que pagar el costo de este irracional
proyecto: elevados aranceles de matrícula, y pago mensual, con un crédito de
fondo solidario que lo que menos tiene es de solidario. Todo esto apunta a un
objetivo claro, esquilmar las familias para que los bancos y los comerciantes de
la educación “particulares, iglesias, sectas religiosas, etc. se sigan llenando
sus faltriqueras”.
Los planes de estudio, y las grandes decisiones de la
administración de la universidad, se cuecen a espalda de la mayoría de los
profesores y de los estudiantes. Los representantes de los mandamases de este
negociado, responden sólo ante Dios, y Expedito.
“Enseñanza
democrática, gratuita y científica” Para maravilla Bitar, y el
Consejo de rectores de Universidades Chilenas, la reforma universitaria
significa cambiar el nombre a las cosas para mostrar que estas cambian. Una
reforma valiente debería haber abordado cambios profundos al modelo de
universidad de la dictadura de marras, pero esto último es impensable. El
engendro reformista concertacionista evita cualquier cambio profundo y positivo.
Pensar que el año 1968 se hizo en Chile una reforma universitaria que fue
elogiada en Latinoamérica y Europa. Frente a ella, estuvieron los Prof. Fernando
Castillo Velasco, Prof. Dr. Viterbo Osorio Santelices, Prof. Hugo Alonso, Prof.
Dr. Daniel Carrizo, Prof. Dr. Antonio Mirabé, Prof. Osvaldo Mendoza Cosio, Prof.
René Muñoz de la Fuente; de los dirigentes estudiantes de esta reforma, recuerdo
a los hermanos Miguel Enríquez Espinoza, y Edgardo Enríquez Espinoza, Galvarino
Jaramillo P., Juan Gallardo O., Héctor Muñoz Cruz, José Joaquín Brunner, Jaime
Ravinet, Alejandro Rojas, etc. Nuestro lema fue: enseñanza democrática, gratuita
y científica. La universidad la entendíamos como la institución capaz de generar
ideas, construir pensamientos y transmitir a los estudiantes el conocimiento
científico acumulado.
Para el hundimiento de la universidad,
maravilla Bitar no tiene salvavidas. Para aquellos frustrados y
desesperados profesores, que siguen creyendo en la prestigiosa universidad en
que se formaron en las décadas del sesenta y setenta, hay que seguir dedicándose
a ellas con carácter exclusivo. La desazón de quienes confiaban en un cambio de
verdad, aumenta al ver lo que nunca esperaban que llegaría a vivir la
universidad chilena: la liquidación y saqueo de ésta, que cada vez se va
quedando más atrasada y sin experimentar la evolución que requieren los tiempos
y las personas que preparan. No es ni mucho menos una institución investigadora,
y en consecuencia, se nutre para su docencia de la ciencia y de los
conocimientos que han hecho otros países con bastante antelación. La Universidad
chilena, ha muerto de pasotismo, es decir, mediocridad, oportunismo,
ramplonería, mercantilismo al por mayor, y estupidez, mucha
estupidez.
Ante tal situación, a algunos profesores su dignidad les lleva
al rechazo global de la universidad chilensis, a su renuncia a ser miembro de
ella, mientras sigan los fraudes y las irracionalidades. Se cansaron de
denunciar y criticar el estrangulamiento de la vida intelectual en las aulas
universitarias por jerarquías académicas heredadas, que no se legitiman por su
actividad científica, sino por sus astucias burocráticas.
A la
calificación de la universidad como fábrica de cesantes, se añade la de haberse
convertido en una institución retardataria de la modernización y del rearme
técnico y cultural del país. Tanto las autoridades como la parte conciente del
estamento universitario, deben dejar de ser cómplices de los perversos intereses
que paralizan la promoción y difusión del conocimiento. En efecto, si no hay
cómplices, no puede explicarse que se cometan numerosos fraudes e
irracionalidades y que, además, casi nadie atienda las reclamaciones de un modo
justo y ni siquiera de una forma razonada. Como colofón, afirmo, que
difícilmente cambiará la universidad mientras la educación en Chile siga siendo
concebida como un subsistema de la economía. La educación chilena es
más que un fracaso, ha sido y es una estafa.
Prof. Dr. Moreno
Peralta
Director Cesal eV Berlín,
Alemania
Gentileza de Ezequiel
Beer (Argentina).
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