En Iraq no pasa un solo día sin que haya
muertos: militares de la coalición, pero también diplomáticos -como el
representante de Egipto salvajemente asesinado- y, sobre todo, civiles
inocentes. Esta guerra querida por el presidente de Estados Unidos lleva el caos
a la región y sirve para justificar lo injustificable, como los atentados de
Londres el pasado mes de julio. También es una guerra contra el pueblo
estadounidense.
Iraq no es un país liberado, sino un país ocupado. Esto es una evidencia. La
expresión "país ocupado" se nos hizo familiar durante la Segunda Guerra Mundial.
Entonces hablábamos de "Francia ocupada por los alemanes", de "Europa bajo la
ocupación alemana". Después de la guerra hablamos de Hungría, de Checoslovaquia
y de Europa del este ocupada por los soviéticos. Los nazis y los soviéticos
ocuparon muchos países. Nosotros los liberamos de estas ocupaciones.
Ahora nosotros somos los ocupantes. Es cierto, hemos liberado a Iraq de Sadam
Husein, pero no de nosotros. Lo mismo que en 1898 liberamos a Cuba del yugo
español pero no del nuestro. La tiranía española fue vencida pero los
estadounidenses transformaron la isla en una base militar, a imagen de lo que
hacemos en Iraq. Las grandes empresas estadounidenses se implantaron en Cuba,
como se implantan en Iraq Bechtel, Halliburton y las empresas petrolíferas. Los
estadounidenses redactaron e impusieron, con cómplices locales, la Constitución
que debía regir Cuba, exactamente igual que nuestro gobierno ha elaborado, con
la ayuda de grupos políticos locales, una Constitución para Iraq. Esto no tiene
nada de liberación. Es una ocupación en toda regla.
Y es una ocupación sucia. Ya el 7 de agosto de 2003 el New York Times
informaba de que el general estadounidense Ricardo Sánchez "estaba preocupado"
por la reacción iraquí frente a la ocupación. Los dirigentes iraquíes
pro-estadounidenses le comunicaron un mensaje que él nos retransmite: "Cuando
usted arresta a un padre en presencia de su familia, le cubre la cabeza con un
saco y le obliga a arrodillarse, a los ojos de su familia está cometiendo un
grave atentado contra su dignidad y su respeto". Observación particularmente
perspicaz.
Ya el 19 de julio de 2003, mucho antes del descubrimiento de casos de tortura
en la prisión de Abu Ghraib en Bagdad, la cadena de noticias CBS informaba:
"Amnistía Internacional examina cierto número de casos de supuestas torturas
cometidos en Iraq por las autoridades estadounidenses. Un de ellos es el caso de
Khraisan Al Aballi. Su casa fue arrasada por los soldados estadounidenses que
desembarcaron en ella disparando contra todos los rincones; lo detuvieron lo
mismo que a su anciano padre de 84 años. Alcanzaron e hirieron a su hermano...Se
llevaron a los tres hombres...Al Aballi dijo que sus interrogadores lo
mantuvieron completamente desnudo y despierto durante una semana, ya fuera de
pie, ya fuera de rodillas, con los pies y las muñecas atados y la cabeza
recubierta con un saco. Dijo haber declarado a sus raptores: "no se qué quieren;
no tengo nada". "Les pedí que me mataran", dijo Al Aballi. Ocho días después lo
dejaron ir acompañado de su padre...Los oficiales estadounidenses no
respondieron a las múltiples demandas que hizo para discutir este asunto".
Misión cumplida
Se sabe que tres cuartas partes de la ciudad de Faluya (360.000habitantes)
fue destruida y que sus habitantes murieron a centenares durante la ofensiva
estadounidense de noviembre de 2004, emprendida bajo el pretexto de limpiar la
ciudad de bandas terroristas que supuestamente actuaban en el marco de una
"conspiración baathista". Pero se olvida recordar que desde el 16 de junio de
2003, apenas un mes y medio después de la "victoria" en Iraq y la "misión
cumplida" proclamada por el presidente Bush, dos periodistas de la cadena
Knight-Rider escribieron a propósito de la zona de Faluya: "Durante
estos cinco últimos días la mayoría de los habitantes de esta región afirmaron
que no había conspiración baathista o sunnita contra el ejército estadounidense,
sino hombres dispuestos a luchar porque sus padres habían sido heridos o
asesinados, incuso porque ellos mismos habían sido objeto de humillaciones
durante los registros o en los controles de la carretera...Después de que
detuvieran a su marido a causa de unas cajas vacías de madera que habían
comprado para calentarse, una mujer declaró que Estados Unidos era culpable de
terrorismo"
Estos mismos periodistas afirmaban: "Unos residentes en At Agilia -un
pueblo al norte de Bagdad- afirman que dos de sus campesinos y otros cinco de un
pueblo vecino fueron asesinados por disparos estadounidenses cuando regaban
tranquilamente sus campos de girasoles, tomates y pepinos".
Los soldados enviados a este país -a los que se les había predicho que sus
habitantes los iba a recibir como libertadores y que se encontraron rodeados por
una población hostil- se han vuelto temerosos; están deprimidos o tiene el
gatillo fácil, como se vio durante la liberación en Bagdad de la periodista
Giulina Sgrena, el 4 de marzo de 2005, cuando el oficial italiano de los
servicios de inteligencia Nicola Calipari fue abatido en un control por soldados
estadounidenses nerviosos y atemorizados.
Hemos leído los informes de los soldados estadounidenses furiosos porque se
les haga permanecer en Iraq. Un periodista de la cadena ABC News en Iraq
declaró recientemente que un sargento lo había llevado aparte para decirle:
"Tengo mi propia lista de hombres más buscados ("Most Wanted List")".
Hacía alusión al famoso juego de cartas publicado por el gobierno estadounidense
y que representaba a Sadam Husein , sus hijos y otros miembros del antiguo
régimen baathista iraquí: "Los ases de mi juego son George Bush, Dick Cheney,
Ronald Rumsfeld y Paul Wolfowitz".
El publico estadounidense conoce ahora estos sentimientos, así como los de
los numerosos desertores que se niegan a volver al infierno de Iraq después de
pasar un permiso en casa. En mayo de 2003 un sondeo mostraba que sólo el 13 % de
los estadounidenses pensaba que la guerra iba mal. En dos años las cosas han
cambiado radicalmente. Según un sondeo publicado el viernes 17 de junio por el
New York Times y la cadena CBS News el 51 % de los
estadounidenses considera que Estados Unidos no debería haber invadido Iraq ni
hubiera debido embarcarse en esta guerra. Ahora el 59 % desaprueba la manera
como Bush está llevando la situación en Iraq. Y me parece interesante destacar
que los sondeos realizados entre la población afro-americana ha mostrado
constantemente una oposición del 60 % a la guerra en Iraq.
Pero existe una ocupación de un augurio aún peor que la de Iraq, es la
ocupación de Estados Unidos. Esta mañana me desperté, leí el periódico y tuve la
sensación de que nosotros mismos éramos un país ocupado, de que nos había
invadido una potencia extranjera. Estos trabajadores mexicanos que tratan de
cruzar la frontera -arriesgando su vida para escapar de los oficiales de
emigración (con la esperanza de llegar a una tierra que, colmo de la ironía,
antes de que Estados Unidos se apropiara de ella en 1848 les pertenecía) -a mis
ojos estos trabajadores no son extranjeros. Estos 20 millones de personas que
viven en Estados Unidos, que no tienen el estatuto de ciudadanos y que en virtud
de la Patriot Act son susceptibles de ser expulsados de sus casas y
detenidos indefinidamente por el FBI sin ningún derecho constitucional, estas
personas en mi opinión no son extranjeros. En cambio, el grupúsculo de
individuos que han tomado el poder en Washington (George W. Bush, Dick Cheney,
Donald Rumsfeld y el resto de la camarilla) ellos sí son extranjeros.
Me desperté diciéndome que mi país estaba en las garras de un presidente que
había sido elegido por primera vez en noviembre de 2000 en las circunstancias
conocidas por todos, gracias a todo tipo de chanchullos en Florida y con una
decisión del Tribunal Supremo. Un presidente que tras su segunda elección en
noviembre de 2004 continúa rodeado de "halcones" vestidos de traje de chaqueta a
los que la vida humana, de aquí o de otra parte, no les preocupa; la menor de
cuyas preocupaciones es la libertad, aquí o en otra parte; a los que les importa
verdaderamente un bledo en qué se convertirá la tierra, el agua, el aire y el
mundo que dejaremos a nuestros hijos o nietos.
Muchos estadounidenses, a ejemplo de nuestros soldados en Iraq, empiezan a
pensar que algo no funciona, que este país no se parece a la imagen que nos
hacemos de él. Cada día aporta su lote de mentiras a la plaza pública. La más
monstruosa de estas mentiras es que cualquier acto cometido por Estados Unidos
debe ser perdonado puesto que estamos comprometidos en una "guerra contra el
terrorismo". Y ello haciendo caso omiso del hecho de que la guerra en sí misma
es terrorismo, de que irrumpir en casa de la gente, llevarse a los miembros de
una familia y someterlos a tortura es terrorismo, de que bombardear e invadir a
otros países no nos trae más seguridad, bien al contrario.
Nos hacemos una pequeña idea de lo que este gobierno entiende por "guerra
contra el terrorismo" cuando recordamos la célebre declaración hecha por el
secretario estadounidense de Defensa, Donald Rumsfeld (uno de los "hombres
más buscados" que figuran en la lista del sargento) cuando la víspera de la
invasión de Iraq se dirigió a los ministros de la OTAN en Bruselas. Explicaba
entonces las amenazas que pesaban sobre Occidente (imagínense, hablamos todavía
de "Occidente" como una entidad sagrada mientras que EEUU, que no había logrado
embarcar en su proyecto de invasión de Iraq a varios países del Oeste [entre
ellos Alemania y Francia] trataba de cortejar a los países del este
persuadiéndoles de que nuestro único objetivo era librar a los iraquíes como los
habíamos liberado a ellos del dominio soviético). Rumsfeld, pues, explicaba
cuáles eran estas amenazas y por qué eran "invisibles y no
identificables", y pronunciaba así su inmortal sofisma: "Hay cosas que
conocemos. Y después hay otras que sabemos que no conocemos. Es decir, que hay
cosas de las que sabemos que , por el momento, no las conocemos. Pero también
hay cosas desconocidas que no conocemos. Hay cosas de las que no sabemos que no
las conocemos. En resumen, la ausencia de prueba no es la prueba de una
ausencia...No tener la prueba de que algo existe no quiere decir que se tenga la
prueba de que no existe".
Afortunadamente Rumsfeld está ahí para aclarárnoslo. Esto explica por qué la
administración Bush, incapaz de capturar a los autores del atentado del 11 de
septiembre, aprovechó el impulso inicial, invadió y bombardeó Afganistán desde
diciembre de 2001, mató a miles de civiles y provocó la huida de cientos de
miles de otros, y sigue sin saber dónde se ocultan los criminales. Esto también
explica por qué el gobierno, al no saber realmente qué tipo de armas escondía
Sadam Husein, para gran perjuicio de la ONU decidió bombardear e invadir Iraq en
marzo de 2003, matar a miles de civiles y soldados, y aterrorizar a la
población. Esto explica por qué el gobierno , al no saber quién es o no es
terrorista, decidió encarcelar a centenares de personas en la prisión de
Guantánamo en unas condiciones tales que 18 de ellos han tratado de
suicidarse.
En su Informe 2005 sobre las violaciones de derechos humanos en el
mundo publicado el 25 de mayo de 2005, la organización Amnistía Internacional no
dudó en afirmar que "el centro de detención de Guantánamo se ha convertido en
el gulag de nuestro época". La secretaria general de esta organización,
Irene Khan, añadió: "Cuando el país más poderoso del planeta pisotea la
primacía de la ley y de los derechos humanos, autoriza a los demás a infringir
las reglas sin vergüenza, convencidos de permanecer impunes".
Irene Khan denunció también los intentos por parte de Estados Unidos de
banalizar la tortura. Los estadounidenses, subrayó, tratan de quitar su carácter
absoluto a la prohibición de la tortura "redefiniéndola" y
"edulcorándola". Recordó que "la tortura gana terreno desde el momento
en que la condena oficial no es absoluta". A pesar de la indignación
suscitada por las torturas cometidas en la prisión de Abu Ghraib, deploró
Amnistía Internacional, ni el gobierno ni el Congreso de Estados Unidos han
pedido que se abriera una investigación profunda e independiente.
Terror, violencia y mentira de Estado
No hay la menor duda de que esta guerra que dura desde hace dos años y tres
meses hará todavía muchas víctimas, no sólo en el extranjero, sino también en el
propio territorio de Estados Unidos. La administración dice a quien quiere
escucharla que se saldrá de esta guerra a un buen precio porque al contrario de
lo sucedido en Vietnam hay relativamente "pocas" víctimas estadounidenses
[1]. Pero cuando
acabe la guerra entonces no dejarán de aumentar las víctimas de las
consecuencias de esta guerra -enfermedades, traumatismos. Después de la guerra
de Vietnam algunos veteranos señalaron malformaciones congénitas en sus familias
causadas por el "agente naranja", un poderoso herbicida muy tóxico que se
pulverizó sobre las poblaciones vietnamitas.
Durante la primera guerra del Golfo en 1991 sólo se contabilizaron algunos
centenares de pérdidas, pero la Asociación de veteranos denunció recientemente
la muerte de ocho mil de estos ex -militares en el curso de estos diez últimos
años. Doscientos mil veteranos de los seiscientos mil que participaron en la
primera guerra del Golfo se quejan de enfermedades, de patologías debidas a las
armas y municiones utilizadas durante esta guerra. Esperemos a ver los efectos
del uranio empobrecido en nuestros jóvenes chicos y chicas enviados a Iraq.
¿Cuál es nuestro deber? Denunciar todo esto. Estamos convencidos de que los
soldados enviados a Iraq sólo soportan el terror y la violencia porque se les ha
mentido. Y cuando conozcan la verdad -como ocurrió durante la guerra de Vietnam-
se volverán contra su gobierno.
El resto del mundo nos apoya. La administración estadounidense no puede
ignorar indefinidamente a los diez millones de personas que protestaron en todo
el mundo el 15 de febrero de 2003 y a todas aquellas cuyo número aumenta cada
día. El poder de un gobierno -sean cuales sean las armas que posee o la moneda
de la que dispone- es frágil. Cuando pierde la legitimidad a los ojos de su
pueblo sus días están contados.
Debemos comprometernos en todas las acciones pacíficas cuyo fin sea parar
esta guerra. Nunca se hará lo suficiente. La historia de los cambios sociales
está hecha de millones de acciones, grandes o pequeñas, que en un momento dado
de la historia se van acumulando hasta constituir una potencia que ningún
gobierno puede reprimir.
*Howard Zinn es
[estadounidense e] historiador.
Profesor emérito de la Universidad de
Boston. Autor, entre otros títulos, de La otra historia de
Estados Unidos y Nadie es neutral en un tren en marcha, ambas
publicadas en castellano por la editorial Hiru, Hondarribia.
[1] El 17 de julio de 2005 el numero de militares estadounidenses
muertos en Iraq se elevaba a 1768 (fuente: http://www.antiwar.com/casualties/)
.