NCeHu 808/05
La Educación Ambiental como Política
de Estado
Ana
Scoones
La
problemática ambiental hoy alcanza casi todos los sectores de la vida de un
país.
1- Introduccion: Educación
Ambiental: ¿para qué?
En la actualidad, ya casi nadie niega
la importancia de la cuestión ambiental y que su presencia en las discusiones
políticas y económicas del mundo es cada vez más fuerte. La problemática
ambiental hoy alcanza casi todos los sectores de la vida de un país. En América
Latina el ambientalismo ha avanzado desde las posturas más verdes, propias de
los movimientos iniciados en los países europeos, hacia perspectivas más amplias
que proponen “la vinculación de los problemas sociales con los ambientales”[1].
En este sentido, ha surgido lo que puede llamarse una perspectiva ambiental,
como la llama Eduardo Gudynas – especialista uruguayo -, quien la define como
una manera, una actitud de enfocar los problemas, desde la cual se relacionan la
escala local y la global, el tiempo actual y el de las generaciones futuras, se
comprende que la naturaleza posee límites.[2]
“Lo ambiental es, al mismo tiempo, un
espacio donde confluyen lo social y lo natural y por lo tanto, un espacio en
donde conviven las distintas disciplinas del conocimiento para comprender las
determinaciones biunívocas entre lo natural y lo social”. [3] En este contexto,
la educación proporciona las herramientas necesarias para realizar una análisis
crítico de las condiciones ambientales, permitiendo identificar los principales
problemas y aumentar la participación en la solución de los mismos.
Este documento se propone hacer un
análisis de la Educación ambiental en la provincia de Mendoza, los planes que se
han implementado en las últimas gestiones de gobierno, los antecedentes a nivel
nacional y qué perspectivas tiene para el futuro. Además se espera que este
trabajo sirva para clarificar las distintas concepciones que implícitamente han
prevalecido en muchos docentes y en el sistema educativo en general con respecto
a la temática del ambiente.
Numerosos autores presentan a la
educación ambiental, en todos los niveles y sectores de la sociedad, como la
principal solución a los problemas ambientales. No es la única, ya que debe ser
acompañada por otras medidas de corte económico, político, tecnológico, etc.[4].
Sin embargo, la aplicación de planes y programas de educación ambiental en
países avanzados no ha logrado modificar el ritmo de deterioro del ambiente ni
la degradación de los recursos naturales a nivel global. Otros especialistas
reconocen que la educación es una estrategia fundamental para el cambio de
actitudes y comportamientos de la sociedad. Frecuentemente, en estas propuestas,
se piensa que el cambio mediante la educación será posible de la mano de las
nuevas generaciones. Estas perspectivas permiten englobar algunas tendencias
comunes en la evolución de la educación ambiental, pero existen tantas prácticas
como concepciones acerca del ambiente.
¿Cuál es el papel de la educación en la
formación de una conciencia ambiental en el marco de “un estilo de desarrollo
donde la distribución de beneficios sea efectivamente igualitaria como lo es hoy
la distribución de los costos?”[5].Tomando los conceptos de Sergio Soto, quien
analiza las relaciones entre educación, ambiente y desarrollo, sostiene que el
papel de la educación es fundamental en la construcción de un mundo con un
sentido ético distinto del desarrollo; la escuela puede, como institución,
ayudar a armonizar la relación entre la cultura, el trabajo, los recursos
naturales, el conocimiento científico y las formas de organización social.
La educación con un enfoque ambiental,
permitirá abrir nuevas perspectivas de trabajo en ámbitos como la protección del
patrimonio, crear una conciencia social sobre los problemas del deterioro del
ambiente, tanto en bienes culturales como naturales, así como la generación de
nuevos conocimientos, nuevas técnicas y nuevas orientaciones en la formación
profesional. La formación ambiental “deberá darse en ámbitos formales (currícula
de educación básica y media) tanto como en los informales (incorporación de “lo
ambiental” en “lo cotidiano”) como política de Estado, haciendo hincapié en los
procesos globales y los asuntos locales, generando enfoques innovadores de los
problemas y conflictos ambientales que condicionan nuestro estilo de vida y
promoviendo una nueva forma de pensar el ambiente”[6].
2- Los aportes de los
documentos de los Organismos Internacionales
El desarrollo del término educación
ambiental surge en la década de los 60, a instancias de los organismos
internacionales –especialmente la ONU- y los gobiernos de los países europeos,
orientada sobre todo hacia la conservación de la naturaleza. Desde los inicios,
las experiencias de educación ambiental se multiplican en Francia, Suiza, Suecia
y Estados Unidos. En la década del 70 se crea el programa MAB (Hombre y
Biosfera) en el seno de la UNESCO, pero es en 1972, en la Conferencia de las
Naciones Unidas sobre el Medio Humano, realizada en Estocolmo, donde se
recomienda explícitamente la educación ambiental. También aparece el PNUMA
(Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente). En los documentos emitidos
por estas entidades se declara la necesidad de implementar una “educación en
cuestiones ambientales, dirigida tanto a las generaciones jóvenes como a los
adultos y que preste la debida atención al sector de la población menos
privilegiado, para ensanchar las bases de una opinión pública bien informada”
(principio 19 de la Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre
el Medio Humano, 1972).
Otro antecedente fundamental lo
constituye la I Conferencia Intergubernamental sobre Educación Ambiental,
celebrada en Tbilisi en 1977, a partir de la cual se desarrolla un programa
internacional sobre educación ambiental[7]. Hasta ese momento, la orientación de
los documentos y las experiencias de educación ambiental estaban vinculadas a la
idea de preservación de la naturaleza y los aspectos ecológicos estrictamente,
descartando los aspectos económicos, políticos y sociales relacionados con el
ambiente. La Conferencia de Tbilisi cambió el rumbo de las discusiones,
incluyendo en los análisis de los problemas ambientales las relaciones con la
economía y señalando el carácter histórico de los mismos.
Según González Gaudiano el texto de la
Agenda 21 (Documento aprobado en la Cumbre Mundial de Medio Ambiente y
Desarrollo de Río de Janeiro, 1992), reconoce la importancia de la Educación
para transitar la sustentabilidad. Este camino incluye profundos cambios en los
“estilos de vida, en los estilos de desarrollo y en los estilos de
pensamiento”[8]. La Educación ambiental postula la promoción de la
concientización pública, la participación ciudadana y la capacidad de tomar
decisiones.
El apoyo manifestado en estas
declaraciones no aparecieron, sin embargo, en la realidad. En el congreso de la
UICN en 1996 se denuncia que la educación era la prioridad olvidada de Río. Diez
años después esta Conferencia, en la Cumbre de Johannesburgo, volvió a surgir la
idea de la educación como prioridad en los discursos y los documentos, pero poco
presupuesto destinado para concretarla. Se le ha dado un papel limitado en la
gestión pública, un espacio marginal en el espectro educativo, al lado de
propuestas de educación para los derechos humanos, las problemáticas de género o
de niñez.
3- Antecedentes en Argentina y
América Latina
La Educación ambiental se dió
tardíamente en América Latina, con respecto a los países europeos. Los proyectos
se asociaron, en la mayoría de los casos, a las iniciativas de los organismos
promovidos por las Naciones Unidas. La mayor parte de las dependencias de
América Latina en relación al ambiente aparecieron asociadas a los Ministerios
de salud o agricultura a mediados de los 70 por recomendación de los organismos
internacionales.[9] Según Edgar González Gaudiano, especialista mexicano, este
surgimiento tardío en nuestra región puede ser una ventaja porque permite
analizar más críticamente el proceso vivido en otros países. Afirma que la
educación ambiental “ocupa una posición subordinada dentro de la política en
América Latina”[10], y que a pesar de que aparece como una prioridad de todos
los gobiernos, hasta el momento está poco institucionalizada. Los países que en
este sentido están más avanzados son Brasil, México y Colombia.
Algunos de los problemas más frecuentes
que impiden una práctica concreta en esta región son: falta de formación de los
maestros; escasa capacitación de otros profesionales; no hay iniciativa de los
Municipios ni del sector privado; no se atiende a los problemas de los indígenas
ni de sectores marginados; poca comunicación con la comunidad científica y
tecnológica. En general, los programas de educación ambiental se formulan para
ser aplicados en zonas muy diferentes entre sí, por lo cual no se pueden adaptar
a todas las comunidades. En muchos países, a partir de las reformas educativas
de los años 90, se comienza a considerar muy lentamente la educación ambiental.
Este esfuerzo ha estado orientado al ámbito escolar, y no como un proceso
social. Son limitados los procesos por falta de financiamiento, planes
educativos rígidos, autoritarios, sometidos a la presión de alcanzar
determinados rendimientos en la educación general. Todos estos factores han
imposibilitado la continuidad.[11]
Los antecedentes en Argentina datan de
la década del 70, en que la gestión pública se interesa por la temática
ambiental, movilizada por las recomendaciones de la Conferencia de Estocolmo.
Hasta el momento la gestión ambiental tenía una perspectiva parcial, sin atender
a la causalidades y efectos extrasectoriales de los problemas.[12]
Desde 1973 se crean distintos
organismos dedicados a la gestión y la educación ambiental, constituyéndose
desde ese momento en un asunto de Estado. La primera instancia fue en 1973 con
la creación de la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente Humano, en el seno
del Ministerio de Economía. En 1991 se crea la Secretaría de Recursos Naturales
y Ambiente Humano, dependiente de la Presidencia de la Nación. En 1996 se
modifica su estructura y pasa a denominarse Secretaría de Recursos Naturales y
Desarrollo Sustentable (SRNyDS), formalizado en el decreto Nº 146/98.
Esta Secretaría y el BID (Banco
Interamericano de Desarrollo) acordaron en 1997 la creación del Programa de
Desarrollo Institucional Ambiental, PRODIA; en el marco del cual se impulsaron
actividades de Educación Ambiental, con el objetivo de promover el diseño de la
Estrategia Nacional de Educación Ambiental. Esta estrategia fijó prioridades,
estableció un plan de acción nacional y creó el marco legal. A partir de un
diagnóstico elaborado mediante la realización de encuentros con Entidades
Nacionales y regionales, se dió apoyo al desarrollo de la dimensión ambiental en
la currícula (Ley Federal). El objetivo de esta estrategia a nivel nacional era
promover “la protección del medio ambiente, modificando la actitud mental de los
integrantes de la sociedad, revalorizando conceptos, y fomentando la adquisición
de destrezas para manejar mejor los recursos naturales y con ello, lograr el
desarrollo sustentable”[13] Según los documentos emergentes de este proyecto, la
metodología aplicada para generar acciones de educación ambiental, fue amplia y
democrática, garantizando la participación a los diferentes actores sociales.
Como resultado de este proceso, se identificaron prioridades, base sustancial de
la estrategia nacional y el plan de acción.
Estos documentos constituyen uno de los
pocos antecedentes en planes oficiales con la intención de apoyar el desarrollo
de la educación ambiental. La continuidad de estas actividades fue interrumpida
con la finalización del PRODIA en nuestro país y a pesar de que la Secretaría de
Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable de la Nación tiene entre sus
objetivos la educación, son escasas las acciones concretas en todo el territorio
nacional que se puedan demostrar en los últimos años. Esta estrategia elaborada
con aportes de todas las provincias no ha tenido las repercusiones anunciadas, y
se ha limitado a programas o actividades aisladas por parte de algún organismo
cuyos objetivos se relacionen con algún elemento o recurso natural.
Recientemente, el anuncio de Secretaría
de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable de elaborar la Agenda Ambiental
Nacional comenzó con un proceso similar de talleres y consultas regionales para
fijar los objetivos y prioridades de la estrategia en educación ambiental.
La educación en la legislación
en Argentina y en Mendoza
La presencia de la educación ambiental
como obligación del Estado aparece con la incorporación de los llamados
“derechos de tercera generación” (artículo 41) en la Constitución Nacional, con
la reforma del año 94. Asimismo la Ley Federal de Educación en el artículo 5º,
inc. M., establece entre los principios que debe guiar la política educativa, la
conservación del medio ambiente.
A nivel nacional la Ley General del
Ambiente Nº 25675 determina con respecto a la Educación ambiental en el
“artículo 14. — La educación ambiental constituye el instrumento básico para
generar en los ciudadanos, valores, comportamientos y actitudes que sean acordes
con un ambiente equilibrado, propendan a la preservación de los recursos
naturales y su utilización sostenible, y mejoren la calidad de vida de la
población.
Artículo 15.— La educación ambiental
constituirá un proceso continuo y permanente, sometido a constante actualización
que, como resultado de la orientación y articulación de las diversas disciplinas
y experiencias educativas, deberá facilitar la percepción integral del ambiente
y el desarrollo de una conciencia ambiental. Las autoridades competentes deberán
coordinar con los consejos federales de Medio Ambiente (COFEMA) y de Cultura y
Educación, la implementación de planes y programas en los sistemas de educación,
formal y no formal. Las jurisdicciones, en función de los contenidos básicos
determinados, instrumentarán los respectivos programas o currículos a través de
las normas pertinentes”.
Por otro lado, con respecto a la
Información Ambiental, el Artículo 16 dice: “Las personas físicas y jurídicas,
públicas o privadas, deberán proporcionar la información que esté relacionada
con la calidad ambiental y referida a las actividades que desarrollan. Todo
habitante podrá obtener de las autoridades la información ambiental que
administren y que no se encuentre contemplada legalmente como reservada”. Otro
aspecto que tiene mucho que ver con lo anterior, es la disponibilidad de un
sistema nacional integrado de información ambiental, contemplado en el artículo
17 de la citada Ley. Además determina que las autoridades son las responsables
de informar sobre la situación ambiental del país y elaborar un informe anual.
En materia de Participación ciudadana,
esta Ley reconoce en los artículos 19, 20 y 21 el derecho que toda persona
tienea ser consultada y a opinar en procedimientos administrativos que se
relacionen con la preservación y protección del ambiente, la obligatoriedad de
institucionalizar procedimientos de consultas o audiencias públicas sobretodo en
proyectos que tengan un impacto en el ambiente.
A partir de la década del 90, surge el
cuerpo de leyes ambientales en la provincia de Mendoza. La Ley Provincial del
Ambiente Nº 5961, sancionada en 1992, llamada de Preservación, conservación,
defensa y mejoramiento del ambiente, establece que “el poder Ejecutivo, a través
de los organismos gubernamentales competentes, incluirá la educación ambiental y
los planes y programas de estudio de todos los niveles de la educación
obligatoria y sistemática de la Provincia de Mendoza”(Ley 5961, Título VI, Cap.
I, art. 43). En el artículo 44 se detallan los fines de la educación ambiental,
entre ellos la formación de ciudadanos concientes e integrados al medio ambiente
total y sus problemas asociados, mediante la enseñanza y aplicación de los
conocimientos adquiridos; lograr en el educando una clara percepción de lo que
es el medio ambiente, considerado globalmente, y de la estrecha y permanente
interdependencia entre sus dos conjuntos básicos: el medio natural y el medio
cultural; la asunción de las responsabilidades relativas a la conservación,
defensa y mejoramiento del medio ambiente”(...). También incorpora la
capacitación de los educadores de todos los niveles. Se establece como
obligatoriedad del Poder Ejecutivo el financiamiento a través de las partidas
necesarias para la educación formal y las que garanticen la difusión de las
medidas y normas ambientales.
Por otra parte, el gobierno de la
provincia en 1996 –a cargo del Dr. A. Lafalla- dictó el llamado “Decreto verde”,
el Decreto Prov. 1939/96 que establece la implementación de Programas
Ambientales, en el art. 24 expresa que el Ministerio de Ambiente y Obras
Públicas formulará un "Programa de Comunicación al Ciudadano para la Cultura
Ambiental" que tendrá por fin el asesoramiento, fomento y capacitación en
materia ambiental para la comunidad y que deberá coordinarse con el Programa de
Información al Ciudadano. En este Decreto se garantizaba el funcionamiento de un
sistema de información al ciudadano acompañado de programas educativos
elaborados con la Dirección General de Escuelas, de los cuales no existen
constancia de su cumplimiento. También establece la necesidad de articular la
cooperación entre distintos sectores de la sociedad, partes interesadas en los
problemas ambientales. Estas intenciones, como muchas del Decreto verde,
quedaron en los papeles y no se concretaron las acciones ni se destinó el
presupuesto necesario para su ejecución.
Si bien en sí mismo, ninguno de estos
documentos manifiesta una posición ni un plan sobre educación ambiental, el
instrumento legal es fundamental para propiciar una jerarquización del tema en
la sociedad y comenzar a gestionar los espacios de intercambio para optimizar la
difusión, la información y la formación en temas ambientales. Pero la norma
legal, sin la estructura organizacional ni los recursos para su desarrollo,
tampoco alcanza para asegurar su cumplimiento.
4- La gestión pública ambiental
en relación a la educación en Mendoza
Indagar sobre los planes de educación
ambiental implementados en la provincia desde 1995 a la fecha no es tarea fácil,
debido a la inexistencia de archivos, documentos, materiales o testimonios que
permitieran armar la historia de esta disciplina, en el seno del organismo
competente, en este caso el Ministerio de Ambiente y Obras Públicas.
Esta ausencia de información indica que
las pocas experiencias respecto de la educación ambiental en Mendoza no han sido
continuas ni sistematizadas, que los funcionarios responsables no registraron ni
archivaron documentación alguna que posibilitara reconstruir las propuestas,
continuarlas o mejorarlas. La educación no ha sido un elemento presente en la
gestión pública del ambiente, no se ha formado un equipo de especialistas en
este campo ni se ha priorizado la capacitación y la formación encaminada hacia
una propuesta integral.
El primer actor social responsable de
la educación ambiental es el gobierno provincial. Es suficiente recorrer las
oficinas de estos organismos gubernamentales para encontrar la “ausencia” de un
área de educación. Los responsables de la gestión provincial afirman que se
implementará un programa, mientras que por parte de la Dirección General de
Escuelas, no se ocupa de lo ambiental.
En segundo lugar, los Municipios, que
en su mayoría cuentan con un área de gestión ambiental, argumentan que no
cuentan con presupuesto ni personal capacitado para desarrollar actividades
educativas. Sólo algunos departamentos realizan charlas para estudiantes,
difunden información o tienen proyectado cursos para docentes.
En tercer lugar, otros actores
comprometidos en la educación ambiental, son las organizaciones de la sociedad
civil (OSC) que desarrollan actividades vinculadas a la defensa del ambiente. En
general sus actividades se enmarcan en el ámbito no formal, y la falta de
presupuesto y de difusión son los obstáculos que se oponen a un mejor impulso y
resultados.
Desde la administración pública las
experiencias relacionadas con educación ambiental han estado limitadas a las
visitas guiadas a las áreas naturales protegidas –en especial a la reserva de
Divisadero Largo, por su proximidad con la capital-, la forestación con especies
autóctonas, como el algarrobo en Lavalle y algunas actividades aisladas, como
cursos, conferencias o charlas ofrecidas a las escuelas, más en primaria (hoy
EGB) que en media (hoy Polimodal).
Muchas de estas actividades esporádicas
han sido iniciativas de las propias escuelas en el marco de proyectos
institucionales.
El análisis de las últimas gestiones
gubernamentales dan cuenta de la falta de una dedicación al tema educativo, y
que las pocas acciones realizadas han sido seminarios o charlas dedicadas a los
temáticas ambientales. No hay registros en la Subsecretaría de Medio Ambiente de
la existencia de un espacio ni planes para educación.
En el ámbito de la capacitación docente
podría decirse que la cuestión ambiental prácticamente no figura. Las acciones y
proyectos que se pueden considerar dentro de la educación ambiental son
experiencias aisladas, iniciativa de algunos establecimientos educativos y a
veces promovidas por la gestión municipal. Las actividades relacionadas con la
basura (reciclaje, limpieza, tratamiento) y el mejoramiento de las condiciones
sanitarias son las más frecuentes. En general estas acciones apuntan a temáticas
relacionadas con lo ecológico, como un ciclo de charlas sobre aire, residuos,
suelo, contaminación, cambio climático, agua, etc. Los Municipios han sido los
protagonistas de algunas experiencias, sobretodo en el ámbito escolar, ligadas a
ferias de ciencias o concursos de afiches o mensajes relativos al cuidado del
medio ambiente.
Todos estos proyectos, si bien han
significado un esfuerzo de la gestión municipal, no han tenido continuidad y
sistematización, no se han multiplicado en otros ámbitos, como puede ser la
educación comunitaria. Las campañas sobre basura o consumo de agua no son
suficientes para hablar de un proyecto educativo. En muchos casos no se
manifiesta una claridad en el mensaje, o la actividad queda solamente en el
mensaje, sin profundizar la reflexión sobre las causas que concurren en un
problema y las distintas interpretaciones, por cruce de intereses, que este
problema puede generar.
En cuanto a la gestión actual, en
febrero de 2005, se ha iniciado un Programa Provincial de Educación Ambiental
(PPEA) en el ámbito de la Subsecretaría de Medio Ambiente, del Ministerio de
Ambiente y Obras Públicas.
Este vacío en la gestión pública con
respecto a la educación ambiental pone de relieve las debilidades que han sido
señaladas en otros análisis referidos a la gestión ambiental en general. El
Estado no cumple con las funciones que se le asignan en la Ley Provincial del
Ambiente, tampoco articula con otros actores sociales –como DGE, instituciones
educativas de distintos niveles, organismos de investigación, universidades,
organizaciones de la sociedad civil- para elaborar planes, ejecutarlos y buscar
co financiamiento en aquellas tareas que no cuentan con presupuesto. Desde el
ámbito de la Dirección General de Escuelas, el otro organismo responsable de la
educación ambiental, tampoco se ha demostrado preocupación. Los argumentos son
simplistas y resaltan la excesiva carga temática del currículo escolar y la
falta de recursos para iniciar una capacitación hacia tal fin. El papel de la
DGE se limita a evaluar proyectos de capacitación docente para otorgar puntaje,
entre ellos las propuestas que, a instancias de instituciones de capacitación,
tengan que ver con el ambiente.
5- Distintas miradas y
concepciones en Educación Ambiental
Muchos planes, programas y estrategias
se han ensayado en los países del Norte, sobretodo en Europa, apuntando a la
sensibilización por la naturaleza y el predominio de lo verde. A partir de las
últimas décadas, la diversidad de posturas en el “ambientalismo” también afectó
a las propuestas de educación ambiental, promoviendo el activismo de los alumnos
sin demasiadas reflexiones acerca de las vinculaciones de lo ambiental con el
sistema socio-económico y político en el que se inserta. Más contenidos y más
actividades dentro del curriculo escolar ha sido la tendencia más fuerte en el
desarrollo de la Educación ambiental en las primeras décadas de su
institucionalización. Posteriormente surge la idea de transversalidad y de
integración del tema en distintos proyectos interactivos.
La adopción de ejes transversales
promovidos por la reforma de España en los 90[14] llevó a adoptar estos
principios en la educación latinoamericana. Los contenidos transversales se
incluyen como proyectos, con una propuesta de temáticas actuales, como los
grandes problemas ambientales globales vinculados a las experiencias cotidianas
del alumno. Sus objetivos son convergentes y apuntan a una educación integral
basada en los valores.
La interdisciplina ha sido la
perspectiva predominante en la mayoría de los países. Uno de los temas más
discutidos ha sido el de los criterios para seleccionar contenidos en educación
ambiental, siendo la ecología el campo científico más fuerte en la definición de
temas. Conceptos como ecosistema, biodiversidad, equilibrio ecológico, los
recursos como agua, suelo y aire, han conformado el núcleo de los planes de
educación ambiental. Estos contenidos, en realidad, han estado presentes en los
planes de estudio, en el campo de las ciencias naturales, con distinta
organización y jerarquización. Entonces, un curso de educación ambiental incluía
desde los recursos naturales y la energía hasta el suelo, el agua y el aire,
haciendo referencia a las sustancias que los contaminan, en unidades separadas.
No existía una integración y una relación entre sí con vistas a explicar los
procesos que causaban su deterioro. No había un cuestionamiento sobre las bases
socio-económicas, políticas y culturales, y las condiciones históricas que
provocaron la situación actual.
Aún así, y “a pesar de las intenciones
que guiaban estas experiencias, las mismas no logran constituir un proyecto
sistemático de EA que alcance entidad y relevancia dentro de la oferta educativa
publica”[15]. Estas conclusiones que correspondena un trabajo realizado en la
provincia de Buenos Aires demuestra que en todo el país la situación ha sido
similar. Los documentos oficiales producidos a partir de la Ley Federal de
Educación no reflejan un tratamiento específico del enfoque ambiental, a pesar
de quedar manifestado en los objetivos y principios de esta Ley. González
Gaudiano muestra cómo, desde que surge la preocupación hace ya treinta años a la
actualidad, el contenido pasó de ser una cuestión meramente conservacionista,
donde la ecología constituía el contenido exclusivo, a relacionarse con el
modelo de desarrollo, con las diferencias socioeconómicas y políticas entre los
países, y con las dimensiones culturales. Todo ello está obligando a integrar,
en el contenido de la educación ambiental, a los actores sociales que están por
detrás de la contaminación, de la depredación, etc., con lo cual las ciencias
naturales deben, forzosamente, dar espacio a las ciencias sociales. La educación
ambiental pasaría de ser una rama de la ecología a ser una disciplina
necesariamente inter, multi o transdisciplinaria.
La educación ambiental no es un
contenido más, implica un cambio de enfoque pedagógico, es una perspectiva
compleja.
Siempre se ha invocado a las “actitudes
y valores que motivan a las decisiones humanas como la base del sistema
económico que lleve al mundo a una crisis ambiental”[16] Sin embargo, no parece
haber una relación entre actitudes y comportamientos, entre niveles de
conocimiento y comportamiento. Se puede disponer de mucha información sobre
actitudes favorables al medio ambiente, y al momento de actuar, hacerlo de
manera contraria. Estos principios que dominaron la producción en Educación
ambiental muchos años está siendo discutida hoy, ya que el énfasis puesto en las
actitudes y valores individuales contribuyó en cierta forma, a despegar la
temática ambiental de los problemas socioeconómicos globales.
Según el análisis realizado de la
gestión pública en Mendoza, la mayoría de las propuestas enunciadas como
educación ambiental están impregnadas de conocimientos sobre “ecología”, se
denomina en forma indistinta lo ecológico y lo ambiental. El cuidado del
ambiente queda circunscripto a la adopción de medidas individuales, cambio de
valores y comportamientos en una sociedad consumista que debe parar el deterioro
del planeta. No reconocer las verdaderas causas de la degradación y distribuir
responsabilidades por igual, a través de un discurso destinado a supuestos
cambios de valores sin cuestionar el orden mundial existente. Los planes y
proyectos están vacíos de contenidos, saturados de activismo, convertidos en una
formación ética hacia un cambio global. El amor por la naturaleza bastará para
sanar el planeta, es la mirada que subyace en la mayoría de los proyectos de
educación ambiental que ofrecen los organismos gubernamentales, que promueven la
salida al terreno y el conocimiento sobre los elementos de la naturaleza. Otro
grupo de experiencias, muy aisladas y dispersas en las escuelas, a voluntad e
iniciativa de los docentes o directivos, a veces en comunicación con otras
entidades y vecinos, son los trabajos realizados por los escolares en el marco
de proyectos institucionales o transversales, dedicados a difundir hábitos y
actitudes sobre el cuidado del ambiente, alguna campaña en el barrio y acciones
a favor de solucionar un problema local. La escasa bibliografía sobre el tema
con que cuenta el docente, lleva a que se utilice material de revistas y
diarios, donde la temática ambiental tiene el mismo tratamiento tradicional,
limitado a temas de reciclado de basura, conservación, la huerta orgánica, etc.
6- ¿Por qué hablar de educación
ambiental para el desarrollo sustentable?
Precisamente, porque se espera superar
ese papel limitado que a la educación ambiental se le concedió tradicionalmente
en muchos de los países que atendieron las recomendaciones de los organismos
internacionales, entre ellos muchos latinoamericanos. Es decir, un papel en el
que el ambiente se reducía a la naturaleza y la educación ambiental a la
escolarización básica. Un papel que aceptó incorporar la dimensión ambiental en
los libros de texto de Ciencias Naturales, pero no en los de Ciencias Sociales.
Un papel que asignaba un lugar sectorizado a lo ambiental, lo que lo hacía ajeno
a los otros sectores.[17]
En los últimos años, la apertura del
debate sobre el papel de la educación en la crisis ambiental global ha llegado a
los países latinoamericanos, si bien nuestro país está atrasado con respecto a
los movimientos que se encuentran en Brasil, Ecuador o México. En Mendoza,
particularmente, la importancia de lo ambiental ha ido en incremento, frente a
la ausencia que tiene en el ámbito educativo. Los modelos que vienen de otros
países deben ser estudiados, analizados y adaptados a las condiciones
particulares de cada comunidad, desde el lenguaje, la cultura y los intereses de
cada grupo social. En general, se ha querido adoptar estas propuestas, llamadas
“verdes” en los distintos contextos de la provincia, sin que exista una
producción local de conocimiento escolar.
Las discusiones alrededor del concepto
de desarrollo sustentable para América Latina, han coincidido en reconocer el
rol estratégico de la educación en el logro de un cambio real en los modelos
imperantes. La incorporación de la perspectiva histórica, que permite analizar
críticamente el papel de los distintos actores sociales en la valoración de los
recursos ambientales, ha facilitado la explicación de los procesos, que son
sociales, económicos, políticos y culturales. El nuevo enfoque de la educación
ambiental para el desarrollo sustentable está recién difundiéndose, no hay
formación de recursos humanos en esta perspectiva en el ámbito provincial. Por
otro lado, se están oyendo voces detractoras de este concepto, argumentando que
es un nuevo discurso de la globalización para afianzarse en los modelos vigentes
en nuestros países. La discusión queda abierta y las posibilidades de que surjan
nuevas posiciones, enraizadas en nuestra historia y cultura.
7- Escenarios futuros: la
educación ambiental como política vinculada a la gestión pública
La gestión ambiental en la provincia ha
estado marcada por avances y retrocesos. Ligada a esto, la educación ambiental
ha tenido un desarrollo dispar, más fuerte en la práctica escolar puntual que en
la producción teórica y metodológica.
En la bibliografía especializada son
escasos los análisis desde el punto de vista de las políticas del Estado en
cuanto a gestión ambiental. ¿Se incorpora la Educación Ambiental como una
estrategia básica para la gestión?. ¿Es un componente presente en las
políticas?. En los análisis que abordan otros autores en este libro se mencionan
los desafíos que enfrenta hoy la institucionalidad pública y los futuros
gobiernos de la provincia. Entre estos desafíos aparecen distintos actores,
distintos componentes, sin los cuales no se puede articular una verdadera
gestión del ambiente. La educación abarca transversalmente estos componentes, en
diferentes ámbitos, tanto formal como no formal.
Uno de los tópicos a discutir es ¿Cuál
es la vinculación de la educación ambiental con las políticas públicas en
materia de gestión ambiental?. La educación forma parte de las políticas
públicas y debe plantearse como una estrategia más encaminada hacia la
prevención, identificación y solución de los conflictos ambientales. Si la
política ambiental se convierte en una política reactiva, también la educación
se convertirá en una actividad puntual necesaria para acompañar la solución de
un problema específico, tendrá una duración limitada en el tiempo y sólo
alcanzará a una población determinada. En general, este tipo de proyectos
ejecutados por iniciativa del gobierno, se han debilitado y finalmente, han
concluído, con el cambio de la gestión gubernamental. No se han instalado como
práctica permanente, a pesar de la obligatoriedad que establece la ley.
Se espera que en un contexto de
sociedad con un avanzado estado de concientización, el proceso de instalación de
la EA debería producirse en forma espontánea como resultado de preocupaciones
sociales y ciudadanas. Pero hay que reconocer que esa secuencia "lógica" de
legitimación de temáticas de reflexión y espacios experienciales, resulta muy
lenta respecto al acelerado proceso de deterioro planetario y local”[18]. Dadas
estas circunstancias, la implementación de la educación para la comprensión de
los procesos que afectan al ambiente debería producirse en dos planos, desde las
autoridades gubernamentales, como decisión política, y desde las bases, con
amplia participación de los actores involucrados, docentes, organizaciones
barriales, comunidad educativa, instituciones, etc.
¿Qué educación ambiental
necesita Mendoza?
Una de las primeras tareas pendientes
en esta materia, es la discusión y reflexión sobre qué educación ambiental debe
asumir la provincia, qué perspectiva, qué estrategias, hacia dónde y con qué
objetivos. Este debate es necesario para fundar propuestas claras y no seguir
repitiendo experiencias que no dieron resultado.
Profundizar las discusiones teóricas
para esclarecer posiciones educativas y hacia el ambiente permitirá detectar
“tradiciones” vigentes en la práctica, concepciones subyacentes y definir los
contenidos concretos de un programa provincial. Como se ha expresado
anteriormente el enfoque de la educación ambiental que ha dominado este campo,
ha cambiado desde posiciones muy naturalistas a las posturas más globalizantes,
en que no se separan las cuestiones históricas, sociales, culturales y políticas
del ambiente natural.
En los últimos años, se ha abierto un
nuevo campo de investigación acerca de las representaciones sociales de los
docentes sobre los problemas ambientales, y el modo en que influyen sobre las
actitudes y prácticas pedagógicas. Los expertos consideran que el “primer paso
para la realización de la educación ambiental consiste en la identificación de
las representaciones que tienen las personas involucradas en el proceso
educativo”[19]. Según Ferreira Da Silva –quien ha estudiado este tema en Brasil-
las representaciones sociales por lo general definen las prácticas en el aula
sobre el ambiente.
Coincidiendo con González Gaudiano: “
no basta la existencia del elemento objetivo (degradación), es necesario que la
sociedad humana relacione dicha situación con determinadas causas antrópicas y,
además, que considere tal estado como crítico. Eso también es un producto
histórico”[20]. Debe respetar la idiosincrasia y las pautas culturales de cada
comunidad, los problemas propios. Las propuestas homogeneizadoras han fracasado.
Es necesario la consulta y el contacto con los líderes y representantes de cada
comunidad, barrio, distrito, para acotar las propuestas al contexto.
Una propuesta para Mendoza de Educación
Ambiental debería formularse sobre los siguientes ejes:
- Una educación para la participación
ciudadana: ¿Puede la escuela incidir en las políticas públicas?. La
participación pública ha sido, generalmente, una de las fuerzas motoras para
introducir los temas ambientales en la agenda pública, tanto a nivel nacional
como internacional. El enfoque educativo orientado hacia la participación
ciudadana en problemas ambientales permite preparar en la capacidad de tomar
decisiones, resolver problemas y tomar iniciativas en cuanto a las problemáticas
que preocupan a la comunidad. La educación ambiental puede convertirse en
espacio fundamental para la construcción de una ciudadanía comprometida con la
calidad ambiental.
- Una educación para ejercer los
derechos ambientales: es importante reconocer la dimensión política de la
educación ambiental, como práctica pedagógica que contribuye a formar el
espíritu crítico. La reforma constitucional de 1994 reconoció la existencia de
“derechos de incidencia colectiva” y expresamente, el derecho de protección al
ambiente, la igualdad ante la ley, al usuario y al consumidor, incorporando como
garantía para la protección de estos derechos, al recurso de amparo.[21] Estos
derechos colectivos se caracterizan por abarcar una variedad de intereses
difusos, que no están en la cabeza de un sujeto particular, sino esparcidos,
difundidos entre todos los miembros de una comunidad. El derecho a la
información pública ambiental y a gozar de un ambiente sano pueden incluirse en
la enseñanza de contenidos curriculares tradicionales como “formación ética y
ciudadana”.
- Una educación para el desarrollo
sustentable que comprenda la visión histórica, local/global, interdisciplinaria
del ambiente. El desafío de un modelo de desarrollo sustentable, que pretenda
integrar lo económico, lo social y lo ambiental requiere de estructuras
educativas aptas para abordar tal complejidad, a la vez que una flexibilidad
conceptual y metodológica. En este sentido, la formación en todos los planos,
desde los niveles básicos hasta la educación universitaria es fundamental para
integrar la comprensión del ambiente en el sistema educativo.
Aun cuando el campo teórico se ha
fortalecido, muchos aspectos continúan sin resolverse. Algunos de los actuales
cuestionamientos responden a indefiniciones en distintas cuestiones:
- ¿Cómo formar valores y qué valores
transmitir?
- ¿Es mejor estudiar el ambiente sectorizado en el curriculum
escolar?
- ¿Cómo transversalizar en el currículo los valores ambientales?
- ¿Cómo integrar la educación formal y la no formal?
- ¿Cómo relacionar
lo económico con lo ecológico en proyectos ambientales?
Estos y otros cuestionamientos se
nos presentan en este campo, que por esa razón es dinámico, vivo y en
construcción.
¿Cómo implementar una educación
ambiental?
En general, los argumentos para
justificar la no práctica de la educación ambiental gira en torno a distintos
obstáculos que se presentan en la realidad provincial y que atentarían contra la
implementación. Algunos de ellos son cuestiones que dependen de una decisión
política, como la falta de presupuesto, otros están implícitos en el sistema y
son más difíciles de superar. Mencionaremos algunas de estas dificultades:
· No hay documentación de experiencias
anteriores. El registro de estos programas y acciones implementadas constituiría
el marco referencial y un gran apoyo en el proceso de construcción de nuevas
propuestas.
· La formación docente en el campo de
lo ambiental es débil. Si nos referimos a los docentes de EGB, la inclusión de
conceptos relacionados con el ambiente se reduce a las ciencias naturales. No
hay ofertas de especialización o cursos de capacitación regulares que estén al
alcance de los docentes para sistematizar una formación en este campo.
· Escasa bibliografía, sobretodo con
enfoque didáctico y metodológico. Escasas experiencias de abordaje
interdisciplinario.
· El conocimiento ambiental es
sobretodo global, existe poca circulación de información sobre los problemas
locales
· Desarticulación entre los principales
actores responsables de la gestión pública en materia ambiental y educativa.
· Escasa relación provincia-municipio
para emprender acciones en común sobre ambiente.
Las posibilidades de una implementación
A modo de sugerencias, algunas acciones
que se pueden articular para superar los obstáculos son:
· Reconocer y conocer nuestros
problemas
Para integrar un plan de educación a la
gestión ambiental, se debe contar con buena información para conocer nuestra
realidad. Para ello, en Mendoza existen centros de producción científica y
tecnológica como las Universidades públicas y privadas, el Centro Regional de
Investigaciones, donde se genera el conocimiento y hay almacenada mucha
información valiosa sobre nuestros problemas, información que los gobernantes
luego “contratan” con expertos o consultores. Hay investigaciones científicas
serias, actualizadas y de origen local. Pero esta información debe ser mediada,
debe ser transferida al ámbito educativo formal y no formal con lenguaje
adecuado y accesible. Se debe evitar la disociación entre escuela y científicos.
Esto requerirá de nuevos enfoques pedagógicos.
· Articular las distintas
jurisdicciones
Establecer vínculos a nivel nacional,
pero fundamentalmente mirar la propia realidad y generar propuestas que
respondan a las demandas de las distintas jurisdicciones y que concentren los
esfuerzos hacia la solución de los problemas ambientales de todos los
departamentos. En esto, las autoridades locales son las que mejor conocen la
raíz y el estado de situación de tales problemas, las potencialidades de su
comunidad y las posibilidades de un proyecto exitoso. El Municipio es un ámbito
ideal para aplicar programas de educación ambiental, sobretodo no formal,
articulando con otros sectores de la gestión.
· Articular acciones con la Dirección
General de Escuelas
Trabajar en conjunto con la Dirección
General de Escuelas es una premisa fundamental, pues es el organismo que conoce
y maneja el sistema educativo, las instituciones y los docentes. Si se pretende
introducir el enfoque ambiental en la curricula, se deberá negociar y llegar a
un lenguaje común, respetar los tiempos de las transformaciones y evitar las
imposiciones. Este proceso se vincula con el punto siguiente de la formación de
docentes.
Preparar a los futuros docentes en el
análisis de los problemas socio-ambientales, que pueda generar desde las aulas
un cambio paulatino que se reproduzca en sus comunidades. Por lo tanto, la
formación inicial de los docentes sería un primer paso a tratar de abordar en
una implementación de la educación ambiental integral. En esto la Universidad
tiene un papel relevante en la promoción de la investigación y la extensión
comprometida con la sustentabilidad ambiental.
Por otro lado, planificar la
capacitación a los docentes implica tener en cuenta algunos aspectos para
asegurar la permanencia en el tiempo. La escuela ha sido objeto de numerosos
cambios curriculares en los últimos años. Sin embargo, el intento de implementar
innovaciones ha tenido una cierta resistencia de las instituciones y de los
docentes.
· Trabajar con el tercer sector,
sobretodo con organizaciones no gubernamentales que se dedican a la defensa del
ambiente.
Muchos expertos analizan estos procesos
y coinciden en apuntar algunos factores que han hecho fracasar o retrasar la
renovación. Por un lado, los cambios han sido impuestos desde las autoridades
del gobierno escolar, con casi nula participación de sus protagonistas, los
docentes. Se debe considerar a los profesores desde los fundamentos de las
propuestas, ver sus posibilidades reales, tener consultas permanentes con todos
los sectores docentes. Se rechaza la capacitación tradicional del “especialista”
en el tema, hacia el “ejecutor”, el maestro de aula. Estas experiencias de
trabajo han provocado resistencia por parte del ámbito docente, impidiendo una
verdadera transferencia. Se debe propiciar la amplia participación de todos los
integrantes de la comunidad educativa, para lograr que todos se apropien del
proyecto. El sentido de pertenecer a la ciudadanía y ser protagonista en la
defensa de los derechos es fundamental para influir en la conciencia social
sobre los problemas ambientales. Es recomendable generar procesos en red,
mediante la formación de capacitadores que multipliquen sus experiencias en
equipos docentes en los propios establecimientos, en un trabajo cooperativo
donde no se establezcan jerarquías.
Tareas pendientes
Después del análisis realizado,
aparecen muchos temas pendientes, en especial desde la Administración Pública.
Hay una tarea que se debe emprender ahora, pero que no puede abarcar solamente
una gestión gubernamental: la educación para la comprensión y valoración del
ambiente. Debe ser una política de Estado y superar las diferencias y las
posiciones de cada signo político que asuma el gobierno de la provincia. Es una
tarea planificada, con metas alcanzables a corto, mediano y largo plazo, para lo
cual es necesario plantear estrategias vinculadas a las características
específicas de cada comunidad específica. Además, algunas tareas que se pueden
encarar son: elaborar una gama de indicadores para evaluar proyectos y
estrategias de Educación ambiental, estimular la producción local de
bibliografía que apoye al docente en su tarea, aumentar las publicaciones y su
difusión en este campo e incidir en la políticas ambientales a mediano y largo
plazo. -EcoPortal.net
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desarrollo sustentable. Premio de monografía Adriana Schiffrin-2003. Fundación
Ambiente y Recursos Naturales. Buenos Aires.
* Docente de la Universidad Nacional de
Cuyo. Vice-presidente de Oikos red ambiental (Mendoza).
[1] Gudynas, E. 1992. Los múltiples
verdes del ambientalismo latinoamericano, en Revista Nueva Sociedad Nº 122,
Noviembre-diciembre 1992. Venezuela. P. 105.
[2] Idem, p. 107.
[3] Meza Aguilar, L. Educación
ambiental. ¿Para qué?. En: Revista Nueva Sociedad Nº 122, Noviembre-diciembre
1992. Venezuela p. 176-185.
[4] Guzmán Ramos, Aldo. 2003. Educación
ambiental y problemática medioambiental global. Publicado en Eco-portal- revista
electrónica: www.eco-portal.net.
Sección Artículos. Agosto 2003.
[5] Mininni Medina, Naná. Relaciones
históricas entre sociedad, ambiente y educación. En: Ciencia, cultura y
sociedad. Nª 2. Escuela de Formación Pedagógica y sindical “Marina Viste”.
Fundación Charles p.9.
[6] Sosa, Eduardo.2003. ¿Crisis de
gobernabilidad en la gestión ambiental?. Perspectivas y desafíos futuros para la
institucionalidad pública ambiental provincial. En: Gobernabilidad para el
desarrollo sustentable. Premio de monografía Adriana Schiffrin-2003. fundación
ambiente y recursos naturales. Buenos Aires. P.47.
[7] Meza Aguilar, L. op.cit. p.181.
[8] González Gaudiano, Edgar. 2000.
Complejidad en educación ambiental, en Revista Tópicos en educación ambiental,
Vol 2, Núm.4, Universidad de Guadalajara. pp 22.
[9] Meza Aguilar, Leonardo. Educación
ambiental ¿para qué?, en Revista Nueva Sociedad Nº 122, Nov-Diciembre 1992.
p.181.
[10] González Gaudiano, E. Conferencia
dictada en 1º Congreso Nacional de Educación Ambiental para el Desarrollo
Sustentable, Río Tercero, Córdoba, 6/5/04.
[11] Idem
[12] Documento Base de la Estrategia
Nacional de Educación Ambiental para la Rca. Argentina. Programa Desarrollo
Institucional Ambiental. Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente.
Secretaría de Desarrollo Sustentable y Política Ambiental. P.8.
[13] Idem, p.20.
[14] González Gaudiano, E. En pos de la
historia de educación ambiental. En: Revista Tópicos en Educación Ambiental,
Universidad de Guadalajara, México. Nº8, p. 29.
[15] Sessano, Pablo. Op.cit.
[16] Houston, Helena. 1994.
[17] González Gaudiano, E. 2003. Hacia
un decenio de la Educación para el Desarrollo Sustentable. En: revista “Agua y
Desarrollo sustentable”, México, Gobierno del Estado de México, Julio, vil I, nº
5, p. 16-19.
[18] Sessano, Pablo. Educación
ambiental en el sistema educativo de Buenos Aires. En : Eco-portal, revista
electrónica, 11 abril 2004.
[19] Ferreira Da Silva, Rosana. 2002.
Representaciones sociales de medio ambiente y educación ambiental de docentes
universitarios(as). en: Revista Tópicos en Educación Ambiental nº 4, Universidad
de Guadalajara, México. p. 24.
[20] González Gaudiano, E. 2003. En pos
de la Historia en educación ambiental, en : Revista Tópicos de Educación
Ambiental Nº 8, p.39.
[21] Artículos 41, 42 y
fundamentalmente 43 de la CN. Vale señalar que el derecho público provincial,
habia mostrado una evolución más temprana en este tema; ya durante la década del
80’ diversas provincias habían comenzado a reconocer diferentes modalidades de
tutela de los intereses colectivos o difusos (por ejemplo, la constitución de la
Pcia. de Córdoba -art. 53- reformada en 1987, la ley 10.000 de Santa Fe del año
1986, entre otros casos).
Fuente:
www.rebelion.org , 12 de junio de
2005.