Pregunta: En su último libro (1), usted escribe: « Estoy convencido de que la Europa
política tiene un sentido y se convertirá en un verdadero "espacio público"
concreto para sus ciudadanos a condición sine qua non de ser en la
práctica una construcción institucional más democrática ». ¿Le parece que el
tratado que va a ser sometido a referéndum el día 29 de mayo va en ese sentido?
Étienne
Balibar: El carácter más o menos democrático
de una construcción institucional no depende únicamente de la letra de sus
textos, no es precisamente a los lectores de L´Humanité a quienes voy a
enseñar esta regla materialista. En una relación dialéctica también depende de
las circunstancias, de las luchas, de las relaciones de fuerza básica. Una de
las razones por las que en la actual construcción europea se observa lo que se
ha convenido en llamar un "déficit democrático" se debe precisamente a la
división de los movimientos ciudadanos en Europa, que debilita los
contra-poderes populares en el momento en que la globalización aumenta
formidablemente la influencia política de los representantes del capitalismo.
Nos encontramos, por lo tanto, en un momento decisivo. El proyecto de
constitución comporta unos avances, en el ámbito de la extensión del control
parlamentario y en el de la carta de los derechos fundamentales, pero son o bien
muy tímidos o ambiguos o se pagan por medio de regresiones. Si se quisiera hacer
trabajo constitucional para el futuro, esto es, hacer emerger verdaderamente un
nuevo conjunto político, la norma debería haber sido progresar en relación al
maximum democrático alcanzado en el marco nacional. Ahora bien , los
"derechos fundamentales" enumerados aquí tiene un débil alcance normativo, poco
vinculante, marcan una regresión en el plano social, ignoran aspectos
fundamentales del problema de las libertades -en particular en el campo de la
comunicación. Igualmente, la constitucionalización de la independencia absoluta
del Banco Central, dotado de estatus que lo somete al dogma monetarista (en un
momento en el que van a abandonarlo las demás grandes potencias financieras...),
constituye una grave limitación de la soberanía popular. Finalmente la división
de los poderes entre la escala comunitaria y la escala nacional -además de sus
efectos paralizantes sobre la decisión- sigue asegurando un casi monopolio
representativo a la clase tecnocrática que va y viene entre una y otra. Así
pues, estamos muy lejos de un edificio "más democrático". Lo que significa que
hay mucho que hacer en el futuro para remediarlo, a condición para ello de
encontrar en Europa una fuerza mayoritaria.
Pregunta: Una de las tesis que usted defiende desde hace
varios años en el marco del devenir europeo es la necesidad de renunciar al
proyecto de una "Europa-potencia" en beneficio de una "política de paz" que se
podría calificar de positiva...
Étienne
Balibar: Evidentemente es necesario que se
refuerce la influencia de Europa en los asuntos mundiales y que, en este
sentido, se vuelva más "poderosa", es decir, más independiente al tiempo que más
activa. A la expresión "Europa-potencia" objeto dos razones estrechamente
relacionadas entre sí: privilegia implícitamente el factor económico-militar
cuyo objetivo es o bien hacer de Europa un neo-imperialismo capaz de "rivalizar"
con las otras dos potencias cuya competencia se está agudizando, o simplemente,
administrar su parte de las "responsabilidades" post-coloniales (como hace hoy
Francia en África); tiene graves consecuencias en materia de fronteras y de
ideología . Está relacionada con una concepción arcaica de la identidad europea,
centrada en herencias exclusivas, en un momento en el que habría que entrar con
audacia y ambición en la era de las reciprocidades, de las traducciones, del
multiculturalismo.En resumen, antes que trabajar en el advenimiento del mundo
tripolar de Orwell, habría que trabajar en el reequilibrio de las relaciones
económicas y culturales con el sur, y en la redistribución de los poderes en las
instituciones internacionales (la ONU, la OMC, etc) cuyo resultado sería una
modificación de las relaciones de poder en el mundo. Europa tiene aquí un papel
fundamental que desempeñar, quizá único.
Pregunta: Toni Negri invita a votar "sí" al tratado
constitucional porque permitiría acabar con el Estado-nación, que él denomina
"la forma de organización de las elites capitalistas". ¿Qué piensa usted?
Étienne
Balibar: Toni Negri, que tiene tras de sí
una larga tradición internacionalista y que ha proporcionado a los movimientos
sociales unos instrumentos de reflexión evidentemente discutibles aunque
extremadamente estimulantes, tiene derecho a llamar a votar "sí". No es el único
que lo hace en la izquierda o en la "izquierda de la izquierda". También es el
caso de Monique Chemillier-Gendreau, cuya acción a favor de un nuevo orden
democrático es ejemplar.Estas posturas tienen el mérito de señalarnos un
problema, hacia el cual yo soy extremadamente sensible: el riesgo de que un
"no", especialmente francés, parezca la expresión de una reacción nacionalista y
soberanista a la unificación europea, aun cuando se declare lo contrario. Una
vez dicho esto, creo que se equivoca creyendo o permitiendo creer que la
construcción actual represente menos que el Estado-nación "la forma de
organización de las elites capitalistas". La organización política del capital
es a la vez nacional y transnacional, igual que lo es la organización de las
resistencias. Podemos preguntarnos incluso si lo propio de la Europa actual, que
yo he caracterizado en mi libro como un "super Estado débil", no es prefigurar
las formas de un "estatismo sin Estado" (en particular sin "comunidad de los
ciudadanos") a las que tiende el capitalismo globalizado. Una vez más, lo
esencial depende de una relación de fuerzas, pero las instituciones no son
neutras.
(1) Europe, constitution,
frontière, Étienne
Balibar, Éditions du Passant, mayo 2005, 164 páginas.
, 3 de junio de
2005.