NCeHu
677/05
ARGENTINA
Mariano Moreno
El Plan Revolucionario de Operaciones y la Revolución
Nacional, Popular, y Americana de la Patria Grande.
Alberto Lapolla
Mayo
2005
El secreto
más guardado.
A fines del
siglo XIX un investigador argentino, Eduardo Madero, quien estudiaba en el
Archivo de Indias en Sevilla la historia del puerto de Buenos Aires, halló por
casualidad un documento que cambiaría la mirada sobre la Revolución de Mayo, su carácter,
los hechos allí ocurridos y particularmente modificarían sustancialmente la
opinión sobre el rol y el pensamiento de quien, a no dudarlo, es uno de nuestros
héroes mayores: el Doctor Mariano Moreno. Dicho documento se denominaba:
‘Plano que manifiesta el método de las operaciones que el nuevo gobierno
provisional de las Provincias Unidas del Río de la Plata deve poner en práctica hasta
consolidar el grande sistema de la obra de nuestra livertad e
independencia’.(1) El
ejemplar hallado era una copia manuscrita del original redactado en 1810 por
Moreno, por encargo de la
Primera Junta de gobierno, la que en sesión secreta del 15 de
julio de 1810 había aprobado un pedido del General Manuel Belgrano, en el
sentido de preparar un Plan (o Plano) de operaciones que hiciera frente a
la grave situación que se cernía
sobre la Revolución.
El 27 de junio la Gazeta había reclamado una
acción punitiva contra la contrarrevolución que se reagrupaba en Córdoba, bajo
el mando de Liniers a la espera de refuerzos del Alto Perú. El 28 de Julio
Moreno firma la orden de fusilar a Liniers y demás cabecillas de la sedición
‘donde se los encontrase’.
El 26 de agosto Domingo French fusila a Liniers. Luego del pedido de
Belgrano la
Junta encargó a su secretario de Guerra, Mariano Moreno, la
redacción de dicho Plano. El
30 de agosto Moreno finalizó la redacción del Plano que fue aprobado por
unanimidad de la
Junta en sesión secreta. El 12 de setiembre Moreno impartió las
órdenes secretas a Castelli para que se hiciera cargo del Ejército del Norte y
fusilara a los contrarrevolucionarios de Potosí y el Alto Perú y tratara de
marchar hasta Lima. El 7 de noviembre el Plan comienza a dar frutos y las
fuerzas Patriotas derrotan a los realistas en Suipacha. El 15 de diciembre
Balcarce, cumpliendo las órdenes de Castelli y Moreno, fusila a Nieto, De Paula
Sanz y J. Córdoba jefes de la
represión a los levantamientos altoperuanos de 1809 y brutales esclavistas de
indios. El 18 de diciembre el Jefe de la Primera Junta, el
terrateniente, encomendero y propietario de minas de Potosí Don Cornelio de
Saavedra logra derrocar a Moreno, quien sería asesinado en alta mar en marzo de
1811.
El Plan
maldito
Sabedor de la
importancia que poseía el documento hallado, Madero lo envió al general Mitre,
quien por entonces se hallaba escribiendo sobre Moreno. La existencia de dicho
Plan -minuciosamente ocultado por Mitre, Vicente Fidel López y el Deán Funes-
trastocaba toda la ideología escrita como Historia argentina, por los
vencedores de Caseros y particularmente de Pavón. El contenido del Plan negaba toda la
construcción teórica realizada por el genocida del pueblo paraguayo y de los
paisanos federales. Negaba todo sentido a la línea Mayo-Caseros urdida por Mitre
y Sarmiento y la historiografía de los vencedores de la nación federal. Por el
contrario, el Plano vinculaba mucho más a la Revolución de Mayo con el accionar de San Martin en Mendoza, en
Chile y en el Perú y especialmente con el gobierno del General Rosas -al punto
que los dos más estrechos
colaboradores de Moreno; el general Tomás Guido y su hermano Manuel -que fueron
quienes estuvieron junto a su lecho de muerte cuando fuera envenenado en alta
mar- serían estrechos colaboradores de toda la ‘dictadura’ legal de Don Juan
Manuel. El Plano negaba de cuajo el anatema colonial de ‘civilización o barbarie’
inventado por Sarmiento, el primer Alberdi, Echeverría y los asesinos de
Dorrego. Por el contrario ubicaba a un Moreno claramente antiliberal,
americanista, antibritánico, hispanoamericano, proteccionista, popular e
indigenista. Un Moreno que proponía sumar a la revolución a José Gervasio
Artigas -jefe de los gauchos y los indios Orientales y Guaraníes- y era partidario del terror revolucionario para
enfrentar al terror contrarrevolucionario. Terror que Moreno conocía en detalle
desde la brutal represión del levantamiento del Inca Túpac Amaru, continuado
luego con la represión a Túpac Katari y por la forma terrible con que Abascal había aplastado
la
Revolución de La
Paz de 1809. Conocedor entonces de la barbarie imperial
española, Moreno respondía con el terror revolucionario al mejor estilo de Oliver Cromwell,
Maximiliem Robespierre, el General Rosas, Vladimir Lenin, Mao Tse Tung, Fidel
Castro o el Che.
El
‘extravío’ de Don Bartolo
La aparición
del Plano Revolucionario, trastocaba toda la construcción ideológica de
Mitre. El General -uno de los pocos vencedores-historiadores, que dejara un
diario para cuidar su futuro- no era partidario de los discursos
apologéticos, irracionales y falsos
al estilo de Sarmiento que inventaba defectos inexistentes en sus enemigos.
Tampoco utilizaba el sistema de Vicente Fidel López que ‘hallaba’ oportunos
documentos que justificaran sus ideas elitistas, porteñistas y racistas. El
general Mitre quería ser más serio y si bien sostenía suelto de cuerpo ideas
tales como que la ‘raza criolla en la América del Sud, elástica, asimilable
y asimiladora, era un vástago robusto del tronco de la raza civilizatoria
índico-europ ea a que está reservado el gobierno del mundo.’(2) Pese a ello
no estaba en condiciones de negar la autenticidad del documento. Por haber sido
el vencedor de la larga guerra civil iniciada luego del derrocamiento de Moreno
y que se prolongara hasta 1862-1875, dispuso seguramente de mucha documentación
-negada a la posteridad argentina- que probaba la existencia de dicho
Plano. Obró entonces de la manera elegante que le era característica.
Simplemente ‘extravió’ el manuscrito y por ende no pudo citarlo, ni opinar sobre
él. No sería la única vez que el astuto Don Bartolo, extraviara
importante documentación. Cuando muerto el Libertador San Martín, Balcarce, su
yerno -que en sentido contrario a su suegro, se puso al servicio del partido
Unitario luego de Caseros y Pavón- enviara a Mitre un baúl con todos los
documentos que el Libertador dejara sobre su relación con Bolívar, su gobierno
del Perú y la entrevista de Guayaquil, con expreso pedido que se publicara tras
su m uerte, el general Mitre también ‘extravió’ dicho baúl con tan valiosa
información. Dichos papeles reconstruidos en parte, por los historiadores a
través de la correspondencia entre los Libertadores, las opiniones de Bolívar,
de Monteagudo y particularmente las del general Tomás Guido- negaba de cabo a rabo las tesis de Mitre
y su Historia de San Martín, como el de un prócer ‘porteño’ que llevara la revolución ‘argentina
y porteña’ al resto de
la América
‘bárbara’. San Martín decía seguramente lo que siempre había dicho y
que en verdad había ocurrido: su partida del Perú y la necesidad d e
entregar su ejército al Libertador Bolívar se debía principalmente a la
traición de Buenos Aires y del
partido Directorial-rivadaviano que se negó a apoyar su expedición al Perú y
particularmente a conformar la columna que debía atacar en simultáneo con su
desembarco en costas peruanas, por el Alto Perú al mando del General Güemes,
liquidando de un golpe la guerra de la Independencia en el corazón del
poder español en América y recuperando para el Río de la Plata las Provincias Altoperuanas
sometidas al genocidio realista. Constituyendo el gran estado Americano con base
en el antiguo Incario, que era el plan maestro de la revolución americana.
También desmentía, que la revolución fuera porteña, ‘civilizada’ o argentina,
como sostenía Mitre, sino hispanoamericana, mestiza y continental. Seguramente
al igual que Moreno los papeles de San Martín sostenían que ninguno de nuestros
próceres fundantes pensó jamás en las patrias chicas, que los agentes del
imperialismo británico tales como Rivadavia, M. J. García, Mitre y Sarmiento
construyeron sobre las ruinas de la Patria Grande Americana,
concebida en el Plan continental de Miranda y esbozada por Moreno, Belgrano,
Castelli, San Martín, Bolívar, Monteagudo, Artigas, Morelos, Hidalgo,
Dorrego y Rosas. Por el contrario el Plano de
Moreno marcaba claramente una línea revolucionaria absolutamente diferente a la
llevada adelante por el partido probritánico unitario en sus versiones
rivadaviana, mitrista o roquista.
Moreno
sigue allí.
El
conocimiento de tal documento fue negado por la historiografía liberal, llegando
al paroxismo con Ricardo Levene que hiciera realizar un estudio grafólogico -de
una copia manuscrita(sic)- para
demostrar lo que ya había anticipado el propio Madero, que la copia no había
sido realizada por Moreno. Posteriormente el hallazgo de copias similares en los
EE.UU., y en Río de Janeiro, así como la referencia a él en casi toda la
correspondencia que mantuvieron entre ellos los miembros de la Primera Junta y de
la Logia
Revolucionaria. El propio Alberdi señalaría que ‘el Plan de
Moreno es un aporte de Buenos Aires a la revolución americana’(3). T ales
hechos obligaron a la historiografía a aceptarlo. Pero tan a regañadientes que
en la enseñanza oficial o no se lo nombra o se lo hace de costado sin incorporar
su contenido al conocimiento de los estudiantes. Al punto que los manuales de
historia aun señalan que la pelea de Moreno contra Saavedra, el Deán Funes y
Rivadavia se debía al carácter ‘apasionado’ del Secretario de Guerra y no a los
proyectos políticos absolutamente contrapuestos que poseían y que el
Plano ponía blanco sobre negro.
El Plan
proponía desde el vamos la construcción de una gran nación -toda la América Española,
desde el sur del río Mississippi hasta el Cabo de Hornos, (tomando la base real
de los casi mil años del Incario, y la cultura común de la mayoría de los
pueblos americanos) con la inclusión de Brasil, previa revolución por
levantamiento de sus esclavos y sus revolucionarios americanistas- poderoso,
moderno, industrial, con la tierra repartida democráticamente entre todos sus
habitantes, con la explícita dignificación de las masas indias y negras.
Especialmente propiciaba la eliminación de todas las formas de esclavización de
los indígenas, tales como la
Encomienda,& nbsp;
la Mita, y
los Obrajes, devolviéndoles sus derechos y tierras. Incluía en su propuesta de
nueva nación Americana Emancipada -sobre cuya ruptura con España no dejaba duda
alguna a través de la invocación a ‘La máscara de Fernando’, como ardid
para no enfrentar abiertamente al poder español- a negros, indios, mulatos, mestizos,
gauchos y criollos por igual. Y en eso Moreno se instala en la vanguardia de su
tiempo y del mundo de entonces, alejándose incluso de la designación de Jacobino,
que recibe de muchos de sus bien intencionados defensores. Moreno y nuestros
Revolucionarios de la
Logia -Belgrano, Castelli, Monteagudo, Rodríguez Peña, French,
Guido, Manuel Moreno- y también Artigas, proponían inspirados en Túpac Amaru, la
igualdad de todos, es decir verdadera. Contemporáneamente, la Revolución
norteamericana había suprimido de los goces de la libertad a los negros esclavos
y a los indios americanos quienes no poseían derechos. La Revolución Francesa obró
de igual modo. Los derechos eran para los ciudadanos franceses -los patricios,
los propietarios- no para los esclavos de las colonias o los pobres, dejando
sembrada la semilla de las nuevas revoluciones que alumbrarían los siglos XIX y
XX. Moreno y nuestros próceres americanos proponían la igualdad total, partiendo
de la base real material de dicha igualdad: en una sociedad agraria como era
entonces Sur América, la única igualdad se basaba en el acceso democrático e
igualitario en la distribución de
la tierra para todos los ciudadanos. La burguesía comercial porteña, aliada c on
los ganaderos bonaerenses -en sus distintas variantes políticas de Pueyrredón,
Martín Rodríguez, Rivadavia, Mitre, Sarmiento, Roca, Pinedo, Alsogaray, Martínez
de Hoz o Cavallo- impediría una y otra vez a lo largo de nuestra historia, toda
distribución democrática del suelo. Se apropiaría ilegítimamente de la mayoría
absoluta de las tierras de la nación, cerrando el camino al gran país pensado
por Moreno. A 195 años del Plan con el 50% de la tierra en manos de 6900
familias-empresas y 20 millones de hectáreas en manos extranjeras, la Argentina sólo posee 37 millones de
habitantes empobrecidos. Los EE.UU., que distribuyeron de forma democrática la tierra -aunque sólo entre
los blancos, robándosela a los indígenas. Algunos negros accedieron a ella luego
de la derrota del Sur esclav ista- posee más de 300 millones de habitantes.
Moreno sabía lo que decía.
La nación de
Don Mariano: todo está allí
El
Plano proponía un Estado Nacional poderoso que abarcara desde el Sur de
los EE.UU., hasta la
Tierra del Fuego -territorio que Francisco de Miranda llamara
Colombiae- proponía expropiar las 150 principales fortunas mineras -entre
ellas las de ricos encomenderos y mineros como Cornelio de Saavedra- de Potosí y
de todo el Virreynato para ‘industrializar la nación’. Proponía sublevar
a los esclavos de Brasil, anexando su territorio casi en su totalidad. A esta
nación republicana y libertaria y seguramente federal -si bien no hay esa
expresión en el Plano- proponía Moreno sumar a Artigas y sus gauchos en
plano de igualdad, encomendándole
la sublevación de la
Banda Oriental, por entonces en manos realistas. Cuestión ésta
la de Artigas y sus gauchos, a la
que siempre se negaron los elitistas racistas porteños. De haberse llevado a
cabo cuando Moreno lo propuso -agosto de 1810- hubiera ayudado a resolver seguramente
en favor de las fuerzas patriotas,
la campaña militar de Castelli en el Alto Perú. El Plan proponía establecer una política
proteccionista y de ‘vivir con lo nuestro’ en el plano económico,
llegando en noviembre de 1810
a prohibir la salida de oro y plata del Río de
la Plata con
destino a Londres. Esto sumado a la expropiación de las grandes fortunas
permitía la creación de un Estado Na cional poderoso para desarrollar la
economía. En palabras del prócer: ‘las medidas a adoptar consistían en
expropiar quinientos o seiscientos millones de pesos en poder de cinco o seis
mil individuos, expropiación que beneficiaría a ochenta o cien mil habitantes.
Esa enorme suma de dinero en manos de una minoría, “no puede dar el fruto
ni fomento de un estado, que darían puestos en diferentes giros en el medio de
un centro facilitando fábricas, ingenios, aumento de la agricultura,
etc.(..) En esta virtud, luego de
hacerse entender más claramente mi proyecto, se verá que una cantidad de
doscientos o trescientos millones de pesos, puestos en el centro del estado para
la fomentación de las artes, agricultura, navegación, etc., producirá en pocos
años un continente laborioso, instruido y virtuoso, sin necesidad de buscar
exteriormente nada de lo que
necesite para la conservación de sus habitantes, no hablando de aquellas
manufacturas que siendo como un vicio corrompido, son de un lujo excesivo e
inútil, que deben evitarse principalmente porque son extranjeras y se
venden a más oro de lo que pesan;
pero como esta materia no sea de este tratado, paso a exponer los medios que
deben adoptarse para el aumento de los fondos públicos’.(..) Moreno
encara el problema básico de la Revolución: poner en movimiento y
transformar en generadoras de trabajo, bienestar general y riqueza colectiva las
cuantiosas fortunas atesoradas por la minoría de monopolistas y usureros. De
este modo la agricultura, la manufactura y la navegación podrían desarrollarse y
el país se independizaría del comercio extranjero.(5) (Moreno fue derrocado
apenas decretó la prohibición de salida de métalico con destino a Londres, por
los intereses probritánicos expresados por< SPAN style="mso-spacerun:
yes"> saavedristas y rivadavianos)
Si bien
alentaba buenas relaciones con Gran Bretaña -los revolucionarios estaban
obligados a aceptar el dominio británico sobre los mares y el comercio mundial y
necesitaban su apoyo para enfrentar a España- recomendaba especialmente cuidarse
de la ambición inglesa y tomar en
cuenta su apetencia de dominio. Con una claridad que aun sorprende, estampó en
el Plan: ‘Para poder merecer la protección que necesitamos, principalmente de
la
Inglaterra, mediante a que conocemos en dicha nación, en primer
lugar, ser una de las más intrigantes por los respetos del señorío de los mares,
y lo segundo por dirigirse siempre todas sus relaciones bajo el principio de la extensión de
miras mercant iles, cuya ambición no ha podido nunca disimular a su carácter, y
bajo estos mismos principios han de
ser los que dirijan nuestras
empresas hacia sus consecuencias en aquella corte’.(8) Ejemplifica
los peligros de dichas relaciones con la situación de Portugal respecto de Inglaterra, la cual tiene a aquella:
‘sometida a una vergonzosa e ignominiosa esclavitud (..) que sus fines no son
sino chuparle la sangre de su estado, extenuándolo de tal suerte que tal vez sus colonias americanas se
conviertan en inglesas algún día.(..) Portugal se desengañará a costa de su sangre y destruirá su
despotismo, regenerando sus corrompidas costumbres y conocerá los derechos de la
santa libertad de la naturaleza’(8). El Gobierno de Buenos Aires
debía imp edir que Portugal conquistara ‘la América del Brasil o la
parte de ella que más convenga’, proponía la insurrección de esas
regiones ‘antes de esas operaciones hemos de emprender la conquista de la
campaña del Río Grande del Sur, por medio de la insurrección, y los intereses
que sacrificaremos bajo el aspecto de proteger la independencia y los derechos
de su libertad.’(8)
Castelli
lleva adelante el Plan
El Plan es la
base de la campaña militar de Juan José Castelli al Alto Perú y su increíble
acción de gobierno desde La
Paz y las provincias altoperuanas. Tal vez junto al de Artigas,
los más avanzados que hubieran habido en América hasta la llegada de
la Revolución
Mexicana, el
Peronismo, la
Guatemala de Arbenz, la Revolución Cubana, el Chile
de Allende o la
Nicaragua Sandinista. La liberación de los indios; el reparto
de tierras; el cie rre de los obrajes; la eliminación de la mita y la
encomienda; la ejecución de los contrarrevolucionarios y explotadores; la
confiscación de los bienes de los ‘godos’;
su rescate de las culturas indias. Su plan de derrotar a las fuerzas
realistas en el Perú tomando Lima para llegar a Caracas, donde entonces luchaba
Francisco de Miranda a la cabeza de la Revolución Venezolana,
señalan fuera de toda duda cual era el Plan Continental y maestro de
la Emancipación
Americana, que sostenían
Castelli, Belgrano -su primo- y Moreno. Castelli y Moreno habían sido
compañeros en Chuquisaca cuando juntos defendían indios pobres y esclavizados en el estudio jurídico, de
otro gran americano Don Esteban Gasc ón. Juntos visitaban en dicha ciudad a
otros dos próceres americanos: Manuel Ascencio Padilla y su mujer Juana Azurduy.
El hecho que fuera Don Manuel Belgrano quien solicitara el Plan que Moreno
elaborara y que fuera Castelli, -‘el más peligroso tupamaro
independentista’, según decía la policía secreta española ya en 1803(4)-
quien estuviera más cerca de su conclusión y jugara en ello su vida misma,
muestra el carácter colectivo del Plan. Castelli mostró una ejemplar tenacidad
para enfrentar a los enemigos internos de la revolución -Saavedra, el Deán Funes
y los rivadavianos- una astucia política que le faltó a Moreno para sumarse al
ejercito del Norte de Castelli cuando su derrocamiento, para juntos desde allí
destruir el poder contrarrevolucionario instalado en Buenos Aires. El hecho de
la tenacidad e insistencia de Castelli, así como la acción política militar del
General Belgrano a posteriori -su propuesta del Rey Inca en el Congreso de
Tucumán- señala que el Plan era el proyecto de la Nación Americana explicitado
por la Logia de
Buenos Aires pero inspirada en la línea mirandiana. Tal cual lo explicitara
Castelli en el Alto Perú a su colaborador Monteagudo y que luego éste comentara
al general San Martín. Decía entonces Castelli al mando del ejército que estaba
pronto a marchar sobre Lima en cumplimiento de las órdenes de Moreno y pese a la
oposición de Saavedra: ‘Toda la América española no formará en
adelante sino una numerosa familia que por medios de la fraternidad pueda
igualar a las respetadas naciones del mundo antiguo.(..) Preveo que allanado el
camino de Lima, no hay motivo para
que todo el Santa Fe de Bogotá no se una y pretenda que con los tres y
Chile, formen una asociación y corte s generales para forjar las normas de su
gobierno.’(6)
Luego de los
asesinatos de Moreno y la detención y trágica muerte de Castelli, el Plan sería
abandonado. Sería retomado luego por la Logia Lautaro a partir de
octubre de 1812, luego de la llegada del Libertador a nuestras playas y la
revolución que derrocara a Rivadavia. Tomás Guido y Manuel Moreno recibirían a
San Martín en Londres a su arribo de España, en la casa de Francisco de Miranda,
donde se hospedaban luego de la muerte de Mariano. Mientras tanto el Gran
Miranda estaba dirigiendo la revolución en Caracas a los sesenta años de edad.
Derrocado Moreno y con Castelli vencido en Huaqui, gracias al desvergonzado
boicot de Saavedra y Viamonte -que mantenían corespondencia con los jefes
realistas denunciando los planes de Castelli-, con Belgrano de campaña en el Paraguay -en
el mayor error de Moreno, que envió al principal cuadro político-militar fuera
de Buenos Aires a enfrentar los justos reclamos localistas de Asunción-, en
Buenos Aires gobierna la contrarrevolución: primero saavedrista y luego
rivadaviana. A poco estará la revolución de no ser destruida totalmente, de no
ser por la desobediencia de Belgrano a las órdenes liquidacionistas de Rivadavia, quien lo intima a bajar
hasta Córdoba -dejando libre el Norte a las tropas de Abascal- que era
exactamente lo que el Virrey del Perú reclamaba. Planes que había conocido
Belgrano en documentos secretos capturados al enemigo y que lo hacen dar batalla
en Tucumán y Salta desobedeciendo los gritos histéricos de Rivadavia, salvando la Revolución. El general Guido
por su parte, será la mano derecha de San Martín a lo largo de toda
la Guerra de
la Independencia.
El otro gran continuador del Plan a través de la Logia Lautaro -el
mismo nombre que Miranda había dado a su grupo en muchos lugares- sería Bernardo
de Monteagudo, mano derecha de Castelli en el Alto Perú hasta su detención por
la contrarrevolución saavedrista.
Castelli será
hasta hoy junto a Moreno y Belgrano, nuestro mayor artífice e ideólogo
revolucionario. Tan ocultado en su esencia revolucionaria central como lo ha
sido Moreno. Monteagudo, que fuera liberado de la cárcel realista por el
ejército libertador de Castelli en Chuquisaca luego de la revolución de 1809,
sería el colaborador político más estrecho de San Martin primero y de Bolívar
después en el Perú. Sería Monteagudo el redactor de la Asamblea del año XIII y del Congreso de Tucumán. De su puño y
letra se escribirá que nuestra Declaración de la Independencia es a nombre de
las Provincias Unidas en Sud América y no del Río de La
Plata como la tergiversará el mitrismo. De la misma
manera Monteagudo, San Martín, Belgrano, Bolívar –desde Jamaica- Guido, Manuel Moreno y Martín de Güemes
–también Pueyrredón por entonces- serán quienes exijan que los Directores Supremos
elegidos desde 1816, se denominen Directores de las Provincias Unidas en Sud
América y no del Río de la
Plata como esgrimen Mitre, Paul Groussc, Vicente Fidel López y
Sarmiento. Monteagudo será asesinado en una calle de Lima por
los intereses oligárquicos que se oponían al Plan continental de Bolívar, San
Martin y Moreno.
El Paraguay
y el Plan de Moreno
El Plan será
aplicado rigurosamente en el Paraguay de
Gaspar R. de Francia y luego por los López y será la razón
por la que el Paraguay fuera, en la segunda mitad del siglo XIX, el país más
desarrollado e independiente de la América Española. Con
FF.CC., industrias, manufacturas, producciones y acerías propias y estatales. Con la
tierra en manos del Estado y repartida a todos sus habitantes. Trágicamente su
independencia y modelo autónomo tal cual proponía el plan de Moreno, -inspirado
tanto en la tradición española, en la rebelión de Túpac Amaru, SPAN>la cultura socialista estatal de los
Incas, como en la revolución
francesa, según se observa en la labor del doctor en teología Gaspar Rodríguez
de Francia- también será la razón de su destrucción por los intereses
imperialistas británicos apoyados por Mitre y el Brasil. El Plan será el
organigrama secreto del gobierno de Rosas y motivo de su enorme prestigio
continental al derrotar las sucesivas invasiones inglesas, francesas y
brasileñas apoyadas por la gusanería unitaria siempre dispuesta a
entregar su país al extranjero antes que permitir que la plebe, los gauchos, los
negros, los indios, la chusma, los descamisados, los piqueteros, los negros
de mierda, la mayoría la gobiernen. La política de Rosas de no ceder ante
Brasil y por el contrario preparar las condiciones para la rebelión de sus
Estados sureños está directamente vinculada a las ideas esbozadas por Moreno.
Derrotado Rosas y el proyecto de nación independie nte concebido en el Plan, la
potencia suramericana será Brasil y no la Patria Grande nuestra. La
‘República’ Argentina que sucederá a la Confederación
Argentina será parte integrante del Imperio Británico hasta
1943. Como acertadamente señalara Jorge Abelardo Ramos: ‘Fuimos un país
porque no pudimos ser una nación’(9). El Plan sería retomado a fines del siglo
XIX por el emergente radicalismo de Alem e Yrigoyen, sin éxito por la
incomprensión de Don Hipólito de las razones económicas del coloniaje. A la
tarea inconclusa del Plan y no a otra cosa se refiere el manifiesto de
la Reforma
Universitaria de 1918, al decir ‘había que borrar para
siempre el recuerdo de los contrarrevolucionarios de mayo B>’(7).
Finalmente será un militar
nacionalista, hijo de una india Mapuche, que se definirá siempre como
‘morenista’ quien lleve adelante gran parte del Plan Revolucionario de Moreno
133 años más tarde. Será el General Perón a partir de 1943 quien intente a
través de una patria justa, libre y soberana y del planteo de la Unión Americana –el ABC,
ahora con el Brasil- llevar a la práctica el Plan Revolucionario de Moreno. La
contrarrevolución atacará nuevamente y destruirá en 1955, 1976 y 1990 la obra
realizada, devolviéndonos al estado colonial y obligándonos a retomar una vez
más las ideas de nuestro Padre fundante, el gran Mariano Moreno. Tal vez el
héroe mayor de nuestra revolución americana, asesinado en alta mar en marzo de
1811 por el capitán de un barco británico, por encargo de sus enemigos en
la Junta.
Pero también porque Gran Bretaña –y luego los EE.UU.- siempre
eliminó a sus enemigos. En un terrible anticipo de nuestra historia su cadáver
fue arrojado al mar. Su Plan sigue inconcluso esperando por los patriotas que lo
concluyan y cierren la construcción de la nación americana, nacional, popular,
indígena, mestiza y soberana.
(1) Moreno Mariano, El Plan Revolucionario de
Operaciones. Editorial Plus Ultra. BA 1993
(2) Mitre Bartolomé, Historia de San Martín y la Emancipación
Americana, 1887, cap. I, XI.
(3) Citado Por Shumway Nicolas, La Invención de
la Argentina.
Emecé. 1993
(4) Pigna Felipe, Los mitos de la Historia argentina. Norma
2004
(5) Chumbita Hugo, Curso de Historia Argentina Univ.
Nac. de la
Matanza. 2004. Pag 36
(6) Pigna Felipe, op. citada. pag
297
(7) Roca Deodoro, Manifiesto Liminar de la reforma
Universitaria. Córdoba 1918
(8) Chumbita Hugo, op. cit. pag
37
(9) Ramos Jorge Abelardo, Las Masas y las Lanzas.
Hyspamérica 1986.
Será publicado en la revista Lilith de
Junio de
2005