Ni confrontación regional ni mucho menos un
enfrentamiento étnico; lo que se agudiza en Bolivia es la lucha de clases
sociales. Por un lado, la burguesía rentista del capital extranjero se
juega una de sus últimas cartas para mantener el sistema, la economía y la
política tal y como funcionaron en estos últimos 20 años de
neoliberalismo. Por otro lado, las clases explotadas, el reducido
proletariado, las clases medias empobrecidas, el campesinado y los
indígenas batallan en las calles con el objetivo de recuperar las empresas
públicas privatizadas e iniciar de inmediato el diseño de una nueva nación
menos excluyente en una Asamblea Constituyente.
El sector más poderoso del empresariado
nacional, a la cabeza de las organizaciones patronales de Santa Cruz,
emprende una decidida arremetida para frenar el ascenso político de los
movimientos sociales de oriente y occidente, empeñados en nacionalizar los
hidrocarburos. A las elites que controlan el país les preocupa el hecho de
que las organizaciones de base hayan conseguido irradiar un discurso
nacionalista que, por ahora, se torna irrefrenable. Concientes de su
debilidad discursiva, las oligarquías renuncian a su derecho de debatir
con los sectores sociales las condiciones para la refundación del país y,
antes de sentarse en una misma mesa con líderes de izquierda, prefieren
patear el tablero llamando a un referéndum autonómico previo a la
Constituyente.
Al empresariado cruceño y su brazo político, el
Comité Cívico de Santa Cruz, ya no les importa el futuro del país. Sus
propuestas han dejado de ser nacionales y ahora se reducen al ámbito
departamental. De ahí su demostrado desinterés por llegar a un acuerdo con
las fuerzas sociales de occidente, inclusive con los movimientos más
moderados como el MAS que postulan fusionar en una sola agenda los
planteamientos de los sectores enfrentados, es decir el referéndum
autonómico y la Asamblea Constituyente.
En el fondo, como ha denunciado el senador pro
oficialista Filemón Escóbar, la oligarquía no está dispuesta a transar
porque ha visto en la convulsión que sacude al occidente una oportunidad
para justificar sus planteamientos independentistas. Por eso cierra filas
pidiendo la renuncia del Presidente Carlos Mesa y por eso instruye a la
brigada parlamentaria pro autonomista, encabezada por el senador Hormando
Vaca Díez, sabotear las sesiones congresales que supuestamente tienen la
misión de pacificar el país.
Se trata de una jugada política de la
ultraderecha representada por el Comité Cívico de Santa Cruz que quiere
instalar su gobierno propio a la cabeza de Vaca Díez luego de derrocar a
Mesa, interpreta el senador Escobar. El presidente del Congreso juega a
"Vaca Díez presidente de la República", denuncia el diputado del MAS,
Jorge Alvarado.
Ambos legisladores y varios analistas políticos
coinciden en que el objetivo de la oligarquía es agudizar los conflictos.
También se comenta insistentemente que intervienen en este plan sectores
políticos allegados al ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, derrocado
por una insurrección en octubre de 2003. Lo cierto es que la estrategia
divisionista ya se ha puesto en marcha.
En varias calles de La Paz aparecieron grafitis
anti "radicales" y antipopulares. "Haga patria, mate un sindicalista",
"Evo cabrón te espera el paredón" y muchas otras consignas se ven
inscritas en las paredes del centro citadino, en tanto que los edificios
de algunas ONGs también amanecieron con inscripciones hirientes. Por
ejemplo, se ha dibujado a una persona orinando sobre la hoz y el martillo,
tradicional ícono de los comunistas.
En Santa Cruz, la fascista Unión Juvenil
Cruceñista, brazo armado del Comité Cívico de esa capital, en estos
momentos se encuentra haciendo vigilia en la plaza central esperando a la
marcha de campesinos e indígenas sin tierra que se dirige a ese lugar para
manifestar su rechazo al autonomismo empresarial. Estos sectores excluidos
no se sienten representados por los cívicos, a los que consideran
divisionistas, pero los jóvenes de la Unión se preparan para escarmentar a
los disidentes. No será la primera vez que los jóvenes citadinos intenten
apalear a los "indios" levantiscos.
La burguesía y los cívicos cruceños, a los que
se han unido los representantes cívicos de Tarija, Beni y Pando,
comprenden su desventaja en una eventual lucha de ideas en el marco de la
Constituyente. A los sectores más conservadores de estas regiones les
aterra pensar que la fuerza movilizadora de los sindicatos reencauce la
economía por el camino del estatismo. Es por eso que pidieron a los
enviados de los presidentes Inacio Lula Da Silva y Alfonso Kirchner
respaldo político. Sin prever las consecuencias, los cívicos vinculados al
empresariado solicitaron al gobierno de Brasil crear un protectorado en
Santa Cruz y al gobierno de Argentina proteger una colonia divisionista en
Tarija.
Los gobiernos vecinos rechazaron el
planteamiento divisionista y dejaron en claro que tampoco apoyarán una
intervención armada a la cabeza de Naciones Unidas y menos la injerencia
de la desprestigiada OEA. |