Asunto: | NoticiasdelCeHu 620/05 - MEDIO TÉCNICO-CIENTÍFICO-INFORMACIONAL Y EQ UIPAMIENTO TECNOLÓGICO. MODERNIZACIÓN Y FRAGMENTAC IÓN SOCIO-TERRITORIAL EN LA ARGENTINA DE LOS NOVENTA | Fecha: | Miercoles, 18 de Mayo, 2005 11:40:24 (-0300) | Autor: | Centro Humboldt <humboldt @...........ar>
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NCeHu 620/05
MEDIO
TÉCNICO-CIENTÍFICO-INFORMACIONAL Y EQUIPAMIENTO TECNOLÓGICO. MODERNIZACIÓN
Y FRAGMENTACIÓN
SOCIO-TERRITORIAL EN LA ARGENTINA DE LOS NOVENTA
Guillermo Velázquez 1
Sebastián Gómez Lende 2
1. Introducción
En este trabajo, pretendemos estudiar el proceso de
diferenciación regional en la Argentina durante la última década. A partir de la
información proporcionada por el Censo de Población, Hogares y Viviendas
correspondiente al año 2001, intentaremos dar cuenta de la cristalización de
nuevas desigualdades, plasmadas en la difusión selectiva y asimétrica del medio
técnico-científico-informacional en la formación socioespacial.
La presencia de la modernidad en el territorio no sólo
se expresa a través de grandes obras de infraestructura, divisiones
territoriales del trabajo valorizadas a escala mundial o la circulación
creciente de innovaciones técnicas y organizacionales. También el equipamiento
tecnológico del que dispone la población se torna una variable clave para
comprender las nuevas dinámicas territoriales. Son los nuevos objetos técnicos
-TV por cable, teléfono celular, microondas, computadoras e INTERNET-, que en
tanto datos centrales del período contemporáneo, se amalgaman al territorio,
imponiendo nuevas jerarquizaciones y formas de alienación.
En primer lugar, presentaremos el marco teórico en el
que se sustenta esta investigación, articulado a través de los conceptos de
espacio geográfico, modernización y medio técnico-científico-informacional. Esto
nos permitirá abordar las nociones de psicoesfera, tecnoesfera, y la cuestión de
la racionalidad. En segundo término, daremos cuenta de la metodología empleada,
explicitando las categorías de análisis empleadas y su papel en este esquema
interpretativo. En tercera instancia, abordaremos las reformas estructurales
inherentes a la última década, y procuraremos dar cuenta de la nueva dinámica de
acumulación del capital, cuyos correlatos inequívocos son la modernización
territorial, selectiva y asimétrica, y la exclusión social, sistemática e
inequívoca.
En cuarto lugar, daremos cuenta de la
naturaleza de los objetos técnicos contemporáneos, centrándonos en sus rasgos
científicos e informacionales, articulados por una creciente hipertelia, que
induce, en el período actual, a nuevas formas de alienación y fragmentación. Ese
análisis nos permitirá, a continuación, abordar la configuración de nuevos
espacios de la racionalidad, diferenciados, jerarquizados, fragmentados, en
virtud del equipamiento tecnológico con el que cuentan: TV por cable /
satelital, telefonía celular, hornos de microondas, computadoras y conexión a
INTERNET. Finalmente, presentaremos las conclusiones a las que este trabajo ha
arribado.
- 2.
Espacio geográfico y modernización. El
medio técnico-científico-informacional y la cuestión de la racionalidad
Consideramos al espacio geográfico como un
conjunto indisoluble, solidario y contradictorio de sistemas de objetos y
sistemas de acciones, mediados por las normas (M. Santos, 1996a). Dado que "no
hay producción que no sea producción del espacio" y, asimismo, "la forma de vida
del hombre es el proceso de creación del espacio" (M. Santos, 1995, p. 81), "lo
que interesa discutir es, entonces, el territorio usado, sinónimo de espacio
geográfico" (M. Santos; M. L. Silveira, 2001, p. 20). A cada período histórico
le corresponde un medio geográfico específico, inherente a cada etapa del
proceso de modernización, que no se expresa de manera sincrónica y homogénea en
todos los países y regiones.
Llamamos modernidad, pues, al conjunto de
posibilidades concretas que el mundo ofrece a cada instante del proceso
histórico, y cuya coherencia sistémica permite diferenciar distintos períodos,
distintos modos de ser del mundo, distintas formas de renovación y reproducción
de la totalidad. Cada territorio se articula de forma desigual a ese proceso,
incorporando de modo diferencial y selectivo los "datos centrales del período
histórico vigente", los cuales "derivan en transformaciones de los objetos, de
las acciones, en fin, en el modo de producción. A ese proceso estamos llamando
modernización" (M. L. Silveira, 1999, p. 22). De esta manera, la modernidad
surge en tanto "corte metodológico de la llegada permanente, a los lugares, de
los vectores del mundo. De allí proviene la importancia de referirnos a las
modernidades en plural, porque cada época es definida por las respectivas
modernizaciones" (M. L. Silveira, 1999, p. 22).
Una nueva modernidad comienza a imponerse
a escala mundial en los últimos cuarenta años, sustentada en tres procesos
fundamentales: la presencia de un sistema técnico único -el capitalismo-, la
existencia de una unicidad temporal -o convergencia de los momentos- a escala
planetaria, y la producción de un motor unificado global, vinculado a la
generación y apropiación mundial de la plusvalía. Esas son las bases del medio
técnico-científico-informacional. El mundo se torna así una referencia constante
para cada subespacio, cualquiera sea su extensión o importancia relativa.
El medio técnico-científico-informacional
se constituye en la expresión geográfica de la hegemonía de una nueva forma de
ser del mundo, sustentada en la amalgama totalizante construida por la ciencia y
la técnica, y su articulación a través del mercado mundial. Una nueva modernidad
irrumpe en los territorios, impregnando de manera diversa, selectiva y desigual
la trama sistémica de objetos, acciones y normas que los constituyen, arrasando
con divisiones territoriales del trabajo menos modernas, o permitiendo su
permanencia, según el caso.
Ese medio técnico-científico-informacional
adquiere ciertos rasgos, a saber: la transformación de los territorios
nacionales en espacios nacionales de la economía internacional; la exacerbación
de las especializaciones productivas; la aceleración de todas las formas de
circulación, la consolidación de la división territorial y social del trabajo;
las localizaciones empresarias vinculadas a la productividad espacial de los
lugares; el recorte horizontal y vertical de los territorios; la constitución de
las regiones a través de la organización y regulación socioeconómica del
territorio; y la tensión creciente entre localidad y globalidad (M. Santos,
1996b, p. 133).
Progresivamente, comienza a difundirse en
las formaciones socioespaciales, de modo selectivo y asimétrico, "una
tecnoesfera dependiente de la ciencia y la tecnología" (M. Santos, 1996a, p.
204), que se adapta a los mandatos de la producción y del intercambio, y que
expresa intereses distantes, lejanos. Esa tecnoesfera es acompañada por una
ideología específica, la psicoesfera, es decir, un conjunto de creencias, ideas,
significados, lugar de la producción de un sentido que consolida la base social
de la técnica, a veces anticipándose a su llegada. Se tornan, pues, "prótesis
ideológicas del proceso de modernización", revelando un "conjunto de símbolos,
valores e imágenes", que impregnan la totalidad social con "una intencionalidad
que es, al mismo tiempo, mercantil y simbólica" (M. L. Silveira, 1999, pp.
331-332).
La tecnoesfera deviene, pues, en "el mundo
de los objetos", y la psicoesfera, en "la esfera de la acción" (M. Santos,
1996a, p. 204). Tanto una como otra constituyen pilares mediante los cuales el
medio técnico-científico-informacional introduce la racionalidad, la
irracionalidad y la contra-racionalidad en el propio contenido del territorio
(M. Santos, 1996a, p. 204).
Los espacios de la racionalidad, en
primera instancia, "funcionan como un mecanismo regulado, donde cada pieza
convoca a las demás a ponerse en movimiento, a partir de un comando
centralizado" (M. Santos, 1996a, pp. 239-240). Se trata de aquellos recortes
espaciales -países, regiones, etc- marcados por la ciencia, la tecnología y la
información. Son, verdaderamente, espacios inteligentes. Por otra parte, "ante
la racionalidad dominante, deseosa de conquistar todo, se puede, desde el punto
de vista de los actores no beneficiados, hablar de irracionalidad, esto es, de
la producción deliberada de situaciones no razonables. Objetivamente, se puede
decir también que, a partir de esa racionalidad hegemónica, se instalan
paralelamente contra-racionalidades" (M. Santos, 1996a, p. 246).
Mientras que los espacios de la
racionalidad, en virtud de su papel hegemónico o hegemonizado en el proceso
espacial -según sea el caso-, regulan u obedecen los designios de la
modernización, todas las situaciones geográficas que expresan la
contra-racionalidad resultan definidas "por su incapacidad de subordinación
completa a las racionalidades dominantes, ya que no disponen de los medios para
tener acceso a la modernidad material contemporánea" (M. Santos, 1996a, p. 246).
Mientras que los espacios de la contra-racionalidad rechazan a la racionalidad
hegemónica, los espacios de la racionalidad se someten a los designios de ésta,
cuando no participan de su control.
Así, pues, se expresa una geografía
luminosa, plasmada en lugares en los cuales el trabajo universal y el trabajo
local crean una solidaridad ad hoc, fiel al orden global establecido. Tanto
las configuraciones territoriales poseedoras de las instancias de control y
comando del territorio -luminosidad primaria-, como aquellas vinculadas con los
rasgos dominantes de la modernidad en curso, dependientes y alienadas
-luminosidad secundaria-, reflejan la presencia selectiva del medio
técnico-científico-informacional. Esta se expresa en divisiones territoriales
del trabajo valorizadas, redes materiales e inmateriales modernas al servicio de
los actores hegemónicos, objetos perfectos, acciones precisas, información
exacta, y normas rígidas, emanadas desde el mercado mundial.
En contrapartida, las áreas letárgicas u
opacas intentan reproducir una totalidad anterior, pues "muestran una división
territorial del trabajo pretérita" (M. L. Silveira, 1999, p. 414). Allí, las
funciones más valorizadas se hallan ausentes, y la ciencia y la información
revisten un carácter banal, impreciso, derivado de la presencia de acciones
irracionales y objetos obsoletos. Es la manifestación inequívoca de un proceso
de desarrollo desigual y combinado.
- 3.
Consideraciones metodológicas
En este trabajo nos proponemos brindar
aportes para el estudio del proceso de diferenciación regional en la Argentina
durante la última década, particularmente en lo que respecta a los nuevos
símbolos de la modernidad en el territorio. A partir de la reelaboración de
información inédita relevada por el Censo Nacional de Población, Hogares y
Viviendas correspondiente al año 2001, intentaremos dar cuenta de la
cristalización de nuevas desigualdades, plasmadas en la difusión selectiva y
asimétrica del medio técnico-científico-informacional en la formación
socioespacial.
La presencia de la modernidad en el
territorio no sólo se expresa a través de grandes obras de infraestructura,
divisiones territoriales del trabajo valorizadas a escala mundial o la
circulación
creciente de innovaciones técnicas y organizacionales. También el equipamiento
tecnológico del que dispone la población se torna una variable clave para
comprender las nuevas dinámicas territoriales. Son los
nuevos
objetos técnicos -TV por cable y satelital, teléfono celular, hornos de
microondas, computadoras y acceso a INTERNET-, que en tanto datos centrales del
período contemporáneo, se amalgaman al territorio, imponiendo nuevas
jerarquizaciones, más también, nuevas formas de alienación.
De esta manera, el análisis e
interpretación de los datos acerca del equipamiento disponible en los hogares
censados, desagregados a escala departamental, nos permitirán conocer nuevas
formas de fragmentación de la sociedad y el territorio, y al mismo tiempo,
comprender la naturaleza de la modernidad contemporánea. Esos resultados nos
autorizarán a distinguir entre los espacios de la globalización -recortes
territoriales modernos y luminosos-, y aquellos subespacios opacos, para los
cuales la modernización permanece misteriosa, pues conocen más su nombre que su
existencia concreta.
- 4.
Las reformas estructurales de los
noventa. Modernización y exclusión social
Las reformas estructurales implementadas
de manera lineal y acrítica durante la última década han poseído su correlato
fundamental en un proceso inédito y simultáneo de desindustrialización de la
estructura productiva nacional e inserción regionalmente asimétrica en el
mercado internacional. Se trató de un proceso de reestructuración defensiva,
derivado de la implantación de un modo de desarrollo de características
intensivas, sustentado en un régimen de acumulación de elevada composición de
valor del capital, y un modo de regulación que arbitró decididamente en favor de
los estímulos y presiones derivadas de los países e instituciones centrales en
la dinámica de acumulación capitalista a escala mundial.
El Estado argentino promovió un proceso
progresivo y paralelo de terciarización y reprimarización de la estructura
económica, la cual se sustentó en la producción de bienes no transables de
características monopólicas u oligopólicas -derivadas fundamentalmente de los
procesos de privatización y desregulación de servicios públicos-, y en
actividades de sesgo primario, escaso valor añadido, y mermada demanda de fuerza
de trabajo. El endeudamiento externo, la apertura comercial y financiera, y la
convertibilidad monetaria, entre otros factores, se tornaron las variables clave
que explican la transformación de la formación socioespacial en un espacio
nacional de la economía internacional. Esto construyó los esquemas de
sustentación de una nueva división territorial del trabajo.
Así, pues, el modo de desarrollo devino
rápidamente en intensivo, incrementando la tasa de productividad del trabajo y
el capital a través de nuevas inversiones, vía la introducción y difusión
generalizada de la innovación y el cambio tecnológico, implicando el incremento
de la composición de valor y orgánica del capital, y por ende, mayor apropiación
de plusvalía relativa. La reforma neoliberal del Estado argentino derivó en un
marcado retroceso de su marco de actuación, puesto que se transfirieron a manos
de los capitales hegemónicos buena parte de los eslabones productivos más
rentables del proceso de acumulación.
Privatizaciones y desregulación definieron
fundamentalmente a un esquema de reproducción económica sustentado en la
apertura importadora, la inversión de capitales especulativos atraídos por altas
tasas de interés, la creciente precarización del mercado de trabajo, el
fulminante incremento de la productividad física y aparente, y la incorporación
masiva de capital fijo materializado en medios de producción cuya importación
fue liberalizada. Estas instancias definieron el perfil del nuevo modelo de
acumulación implantado en la formación socioespacial durante la pasada década.
El Estado abandona, pues, su rol empresario característico, intrínseco a los
cuarenta años previos, para pasar a ser administrado, en los noventa, como si de
una firma se tratara.
El proceso privatizador fue acelerado e
implacable, puesto que antes de la mitad de la década de 1990 ya se encontraban
privatizados canales de televisión, teléfonos, petroquímicas, áreas petroleras,
gasíferas y sus redes de distribución, transporte aéreo, ramales ferroviarios y
las concesiones de rutas de mayor tránsito, más el reemplazo parcial del sistema
previsional preexistente por la capitalización individual de aportes. Asimismo,
a través de la mal llamada desregulación 3, el Estado ha transferido a las empresas más concentradas la
capacidad de regular el funcionamiento de los mercados, como en el caso del
petróleo, la siderurgia, la provisión de servicios públicos, etc. Los capitales
hegemónicos regulan así no sólo el mercado, sino también la fuerza de trabajo,
la producción, la circulación, el consumo, el territorio, en suma, las
condiciones de reproducción de existencia de la totalidad de los actores no
hegemónicos, refutando la noción, tan cara al neoliberalismo, de libertad en
tanto ausencia de constricciones al modo de obrar de los actores sociales.
El reciente proceso de modernización
excluyente adquirió en la formación socioespacial ribetes inéditos. Las elevadas
tasas de desocupación abierta confluyeron con una persistente caída del salario
real, el cual descendió más de un 25% en sólo nueve años. Se asistió, además, a
una marcada precarización del mercado de trabajo, signado por la subocupación
horaria, la informalidad, la polivalencia, y un fuerte disciplinamiento de la
fuerza de trabajo, en virtud de los escasos ingresos percibidos, la nueva
densidad normativa funcional al incremento de la composición técnica, orgánica y
de valor del capital, y la excesiva presión cuantitativa y cualitativa ejercida
sobre el mercado laboral. De este modo, la expansión del 53% del producto y del
177% de la inversión que se alcanza entre 1990 y 1997, se logra conjuntamente
con un incremento del 154% de los desocupados.
La presencia del medio
técnico-científico-informacional en el territorio nacional propició el
advenimiento de nuevas formas de fragmentación y alienación. Frente a la caída
de los ingresos y salarios de buena parte de la población, surgen nuevas formas
de consumo. Son los nuevos objetos técnicos, cuya naturaleza científica e
informacional impone otras formas de segregación social y jerarquización
espacial. No obstante, para comprender las nuevas racionalidades, se impone dar
cuenta del papel desarrollado por los objetos técnicos contemporáneos en el
territorio actual. De este modo, podremos luego dar cuenta empírica de las
nociones de modernidad, fragmentación y alienación en el territorio argentino
actual.
- 5.
Los nuevos objetos técnicos. Medio
técnico-científico-informacional y fragmentación socio-territorial
En el período contemporáneo, "cada vez
más, los objetos han tomado el lugar de las cosas. En un principio todo eran
cosas, mientras que hoy todo tiende a ser objeto, ya que las propias cosas,
dádivas de la naturaleza, cuando son utilizadas por los hombres a partir de un
conjunto de intenciones sociales, pasan también a ser objetos" (M. Santos,
1996a, p. 56). Así, pues, hemos sido "rodeados, en estos últimos cuarenta años,
por más objetos que durante los precedentes cuarenta mil años. Pero sabemos muy
poco sobre lo que nos rodea" (M. Santos, 1997, p. 20), proceso que implica,
inequívocamente, la presencia de nuevas formas de fetichismo y alienación.
Eso es lo que impulsa a J. Baudrillard
(1970, p. 18) a afirmar que "vivimos en la era de los objetos: quiero decir que
vivimos a su ritmo y según su incesante sucesión. Somos nosotros los que los
vemos nacer, desarrollarse y morir, en cuanto en todas las civilizaciones
humanas anteriores eran los objetos, instrumentos o monumentos los que
sobrevivían a las generaciones humanas".
Afirmamos, entonces, que "toda creación de
objetos responde a las condiciones sociales y técnicas presentes en un momento
histórico determinado" (M. Santos, 1996a, p. 58). Esas condiciones, de índole
tanto material como inmaterial, constituyen existencialmente a los objetos,
impregnándolos de pertinencia geográfica. Esos rasgos se tornan aún más
explícitos para un autor como G. Simondon (1958), quien afirma que los objetos
son estrictamente técnicos, más su estructura es social, puesto que son pensados
y fabricados para responder a funciones específicas, generando una suerte de
especialización funcional extrema -la hipertelia, en el vocabulario
simondoniano-, cuyo origen último es la intencionalidad social.
Así, pues, la reproducción de los objetos
también responde a condiciones de carácter netamente social, pues los diversos
conjuntos funcionales no se difunden, social y territorialmente, de manera
homogénea. Por el contrario, ellos también dan cuenta de un movimiento desigual
y combinado al interior de la totalidad. De esta manera, mientras que "algunas
personas adoptan la novedad en breve espacio de tiempo", otras "no reúnen las
condiciones para hacerlo, o prefieren rechazarla y permanecer con modelos
anteriores. Aunque cada época crea nuevos modelos, su uso, sin embargo, no es
general" (M. Santos, 1996a, p. 58).
Por ello hablamos de una trama sistémica
de objetos, pues éstos no funcionan aisladamente, y más aún, han sido pensados,
diseñados y fabricados vía la introyección de una determinada carga de
racionalidad, esto es, una solidaridad que es técnica y organizacional a la vez,
y que los compele a funcionar en conjunto, estructurando diversas
configuraciones de formas geográficas animadas por un contenido social. Así,
pues, "pocos objetos son hoy ofrecidos solos", puesto que carecen de la
capacidad de funcionar aisladamente, implicando la constitución "de un todo
cuyos elementos únicamente varían en conjunto" (M. Santos, 1996a, p. 61). En
otros términos, "pensar un objeto es pensar una conexión de objetos" (M. Santos,
1996a, p. 61).
Cada objeto es cristalización de una
acción que posee una temporalidad específica, pero esa acción -pasada o
presente- reviste una intencionalidad, un proyecto, una finalidad, cuyo
escenario concreto es el futuro. Así, pues, pasado, presente y futuro forman una
totalidad temporal, en la que la naturaleza de los objetos, las acciones, y la
intencionalidad que los articula, definen la naturaleza del espacio geográfico.
Por otra parte, "los objetos preexistentes se ven envejecidos por la aparición
de objetos técnicamente más avanzados, dotados de calidad operacional superior.
De ese modo, se crea una tensión en los objetos del conjunto, paralela a la
tensión que se levanta, dentro de la sociedad, entre acciones hegemónicas y
acciones no hegemónicas" (M. Santos, 1996a, p. 177).
Se trata, inequívocamente, de "un proceso
en el cual los objetos ya nacen con fecha de caducidad (en cuanto a su
apreciación y valor). Pero ése es también un aspecto de los objetos técnicos
actuales, es decir, la rapidez con que son sustituidos y pierden valor" (M.
Santos, 1996a, p. 61). De ahí el imperativo de la modernización, proceso que
impone la necesidad de sustituir determinadas parcelas de objetos técnicos, y al
mismo tiempo, renovar el contenido estructural y funcional de los objetos
remanentes. Ese proceso se torna posible a través de la amalgama entre ciencia,
técnica e información, tan característica del período contemporáneo, pues esa
conjunción determina la preexistencia de la producción científica con respecto a
la producción material.
Así, pues, cada "objeto es científico
gracias a la naturaleza de su concepción, es técnico por su estructura interna,
y es científico-técnico porque su producción y funcionamiento no separan ciencia
y técnica. El es, también, informacional porque, de un lado, es llamado a
producir un trabajo preciso -que es una información- y, del otro lado, funciona
a partir de informaciones" (M. Santos, 1996a, p. 171). Resulta impensable, hoy
día, un funcionamiento de los objetos que carezca de un nexo informacional, pues
esa información permite, como ninguna otra técnica, la vida sistémica del
conjunto. Así, pues, esos objetos son híbridos, en los términos de B. Latour, y
esos "híbridos no nacen sólo con una vocación técnico-funcional, como los
objetos simples, sino con la perspectiva de una solidaridad vertical, porque son
pensados para facilitar el comando centralizado de los procesos de producción y
de circulación material e inmaterial, a través de las redes de las que forman
parte" (M. L. Silveira, 1999, p. 130).
Podemos afirmar, pues, que "los objetos ya
no trabajan sin el comando de la información, pero, además de eso, pasan a ser,
sobre todo, información. Una información especializada, específica, y doblemente
exigida: información para los objetos, información en
los
objetos" (M. Santos, 1996a, p. 172). Así, pues, mientras que "en el pasado, los
objetos nos obedecían en el lugar donde estábamos, y donde los creábamos", hoy
día, los objetos "sugieren un papel a desempeñar, porque son instalados
obedeciendo a una lógica que nos es extraña, una nueva fuente de alienación. Su
funcionalidad es extrema, pero sus fines últimos se nos escapan" (M. Santos,
1996a, p. 173).
Los objetos modernos son transparentes a
la mirada de los actores hegemónicos, pero, simultáneamente, generan una nueva
opacidad en la consciencia de los actores hegemonizados. Los objetos de la
modernidad contemporánea, esto es, el medio técnico-científico-informacional,
traen consigo, pues, nuevas formas de fragmentación y alienación, tanto social
como territorial.
- A.
Espacios de la racionalidad, espacios
alienados: TV satelital y por cable
La difusión de la TV por cable y satelital durante los
años noventa en la Argentina se desarrolló en el contexto del retiro del Estado
y la consecuente privatización de los medios de difusión. En ese contexto, la
sociedad argentina se vio compelida a adoptar la racionalidad hegemónica
imperante, vinculada a la producción y difusión creciente de una ideología
mercantil y simbólica. Así, de la mano de la renovada lógica del mercado, se
asiste a un sostenido crecimiento de la oferta de TV privada, simultánea a la
transformación de la información en mera mercancía y la consolidación de los
grandes grupos económicos diversificados. Estos comprenden grandes firmas
globales y, en menor medida, a empresas nacionales con comunidad de intereses.
Podemos citar, entre otras, a VCC, Cable Visión y Multicanal como oferentes de cable, en
tanto que el segmento satelital se hallaba en manos de Sky y DirecTV.
El proceso de difusión de la nueva técnica
informacional se desarrolló en un contexto de incipiente desarrollo por parte de
empresas locales que luego derivó hacia una desordenada y abrupta concentración
en manos de grandes conglomerados transnacionales. La ley de radiodifusión
vigente hasta los noventa impedía explícitamente la constitución de grupos
multimedios vedando así la participación de una misma empresa en distintos
segmentos de la información (radio, TV, medios gráficos, etc). Durante los
noventa, la nueva densidad normativa estatal permitió a las empresas
propietarias de medios gráficos, radiales o televisivos conformar grupos
multimedios. Se conforma así un puñado de grandes
holdings
empresarios, los cuales concentran bajo un mismo esquema la
totalidad de las instancias de la oferta de información en el territorio
nacional.
La `información´ pasa así a tener un costo
elevado, casi prohibitivo, para buena parte de la población argentina. Ese
fenómeno propicia el surgimiento de un circuito inferior sectorial que raya en
la ilegalidad, y que incluye un amplio espectro de horizontalidades, gobernadas
la contigüidad espacial y una solidaridad orgánica. Frente a la acción global de
las empresas, vertical y fragmentadora, vinculada con la segregación de la
demanda a través de paquetes diferenciales de oferta del servicio, los usuarios
intentan burlar a la primera, oponiendo, de manera inequívoca y sistemática,
algunos mecanismos horizontales, entre los cuales se incluyen fenómenos tales
como la utilización de conversores apócrifos, el acceso compartido al servicio
mediante el pago de un único abono o, lisa y llanamente, la vinculación
gratuita, eludiendo el pago del servicio.
Los contenidos técnicos del servicio de TV
por cable y satelital imponen nuevas formas de diferenciación entre lo urbano y
lo rural. Mientras que la alternativa satelital se torna única en el medio
rural, en el espacio urbano coexisten ambas opciones. Existen, asimismo,
solidaridades técnicas y organizacionales entre los objetos modernos
contemporáneos. Por ejemplo, el acceso a ciertos servicios de TV por cable y
satelital requiere la posesión inexorable de televisores modernos (multi-norma,
con varios canales), y conversores o sintonizadores.
En el año 2001, el 53,8% de los hogares
argentinos contaba con TV por cable o satelital. Puede apreciarse mayor
penetración relativa del servicio en el interior del país en función de la
orfandad de oferta de TV por aire, puesto que en la mayor parte del territorio
nacional la población sólo cuenta con uno o dos canales de aire. En este
sentido, "es importante indicar que, mientras que en la Capital Federal, la
televisión por cable representa el 42% del total de la oferta, en el interior
los índices son superiores: 78% en Bahía Blanca, 77% en Mendoza, 76% en Neuquén
y Cipolletti, 68% en Rosario. Ese hecho está ligado a la
posibilidad,
gracias a esos sistemas técnicos, de sintonizar en el interior del país los
canales de Buenos Aires. Es la presencia de la metrópoli en el territorio
nacional" (pp. 216-217).
Este fenómeno produce nuevas formas de
alienación, ya que se suele obtener mayor `información´ con respecto a la
metrópoli nacional o la visión hegemónica, parcial y fragmentada, acerca del
acontecer mundial en detrimento de las propias realidades nacionales, regionales
y locales. Así, pues, resulta posible dar cuenta de un doble circuito: el de los
hechos banales, los cuales imponen una nueva opacidad de la consciencia sobre
buena parte del imaginario colectivo, y el de la información restringida, escasa
y valorizada, destinada a los actores hegemónicos.
Mapa I
Fuente : elaboración personal.
El Mapa % de Hogares con TV por Cable /
satelital refleja la fragmentación intrínseca a los noventa. Las situaciones
extremas, con menos del 5% del total de hogares, las constituyen los
departamentos de Figueroa, San Martín y Mitre en Santiago del Estero, Bermejo en
Formosa, Rivadavia y Molinos en Salta, Ancasti en Catamarca, Pocho en Córdoba y
Ñorquinco en Río Negro. Por el contrario las áreas en las que el servicio se
difundió con mayor intensidad (superior al 75%) se encuentran representadas por
los partidos de Tres Lomas, Zárate, Suipacha, Saavedra, Salliqueló, Azul,
Lincoln, Bragado, Mercedes, Arrecifes y San Antonio de Areco, todos ellos en la
provincia de Buenos Aires.
A escala regional se puede apreciar que en
todo el norte argentino el nivel de conexión es muy bajo, al igual que en Cuyo.
La región pampeana, por su parte, exhibe una creciente adopción del servicio,
mientras que la Patagonia se muestra decididamente compartimentada y
fragmentada. La porción sudeste de la Patagonia es la que experimenta la mejor
situación relativa del conjunto. En el Área Metropolitana de Buenos Aires se
observa más claramente la fragmentación de la sociedad y el territorio. Así
tenemos la Capital Federal en mejor situación relativa, mientras que los
partidos de Vicente López, San Isidro, San Fernando, General San Martín, Tres de
Febrero, Hurlingham, Morón y Avellaneda se sitúan en el segundo intervalo. La
peor situación relativa corresponde a Ezeiza, Esteban Echevarría, Presidente
Perón y Florencio Varela, situándose el resto del conurbano en el tercer
intervalo.
Más allá de esta pauta general, es posible
dar cuenta de algunos casos atípicos (General Pedernera en San Luis, Cafayate en
Salta, Sanagasta en La Rioja, con índices del 70%), que se tornan
manifestaciones empíricas inequívocas de la fragmentación de la sociedad y el
territorio. También es el caso de algunos partidos de la provincia de Buenos
Aires, tales como Villarino, Balcarce, Mar Chiquita y General Guido, que
presentan los índices más bajos.
- B.
Redes técnicas y solidaridades
organizacionales: la telefonía celular
La telefonía celular se constituye en otro
de los hitos de la modernidad de los noventa. Esa innovación data de mediados de
la década del ochenta en la historia mundial, pero su difusión ocurre en los
albores del actual decenio, cuando se implanta en las capitales
latinoamericanas. Esta surge, tímida e incipientemente, de la mano de firmas
norteamericanas y europeas tales como Movicom, Miniphone y posteriormente CTI, y
se consolida sistemáticamente luego de la privatización de la empresa estatal de
telefonía (ENTEL), con el advenimiento de las empresas Personal y Unifón,
pertenecientes a Telecom y Telefónica de España, respectivamente. El mercado
argentino de telecomunicaciones se torna, pues, escenario de disputa de
oligopolios globales. Sin embargo, "a pesar del crecimiento de la red de
telefonía celular en la Argentina, la difusión no alcanza aún niveles
comparables a los de los países europeos (1993, 168,4 habitantes / teléfono
celular)" (M. L. Silveira, 1999, pp. 141-142).
La construcción de centrales para
telefonía celular en el área metropolitana de Buenos Aires, desarrollada en los
inicios de la década, impulsó la ampliación del área de cobertura, y con ella,
la expansión desigual y asimétrica del nuevo objeto moderno en buena parte de la
formación socioespacial. También la inversión creciente en soportes
territoriales destinados a sustentar esas nuevas formas de circulación -antenas,
redes de fibra óptica, etc-, devienen en rasgos característicos de la nueva
densidad técnica e informacional impuesta en el territorio nacional. La
difusión de la telefonía celular en la formación socioespacial ha sido desigual,
en virtud de densidades normativas y técnicas diferenciadas regionalmente. Así,
pues, "en la Patagonia Norte y en otras regiones del país, ese dato técnico
llega solamente en 1995, pues fue necesario garantizar no sólo una fluidez
normativa del territorio nacional a las empresas, sino sobre todo un mercado
potencial" (M. L. Silveira, 1999, p. 141).
En una primera instancia, estos nuevos
objetos técnicos fueron destinados, en virtud de su elevado costo, a sectores de
altos ingresos. Posteriormente, conocieron una difusión acelerada y sistemática
en todo el territorio nacional, debido fundamentalmente al desarrollo de una
compleja urdimbre de innovaciones técnicas y organizacionales, tendientes a
incorporar una parcela cada más amplia de consumidores y usuarios. Se tejieron,
pues, solidaridades técnicas entre distintos segmentos de las
telecomunicaciones, puesto que la llegada del fax y el teléfono celular
permitieron "la ampliación funcional y territorial de la utilización de las
líneas telefónicas" (M. L. Silveira, 1999, p. 141). Por otra parte, una suerte
de interdependencia funcional entre la telefonía celular, la fibra óptica, la
tecnología satelital e INTERNET, promovió el advenimiento y consolidación de una
nueva densidad informacional.
Otros elementos despuntan en tanto
vectores inequívocos de la difusión acelerada de la telefonía celular en el
territorio nacional. La incesante ampliación del área de cobertura, el
lanzamiento de planes sin abono, la obsolescencia tecnológica rápida y fugaz, la
reducción del precio de los teléfonos móviles, y el costo prohibitivo que
alcanzó el servicio de telefonía fija luego de la
privatización 4,
devienen en elementos clave para comprender la hegemonía de ese subsistema
técnico en la formación socioespacial. Asimismo, la publicidad adquiere un papel
fundamental en esta expansión frenética, y sus contenidos son sistemáticamente
dirigidos hacia la parcela de la población perteneciente a una franja etaria que
alcanza a jóvenes y adultos jóvenes, imponiéndoles, de este modo, nuevas formas
de alienación.
Estos nuevos objetos de la modernidad
contemporánea construyen nuevas rigideces, y al mismo tiempo, nuevas formas de
flexibilidad, tendientes a consolidar su hegemonía. Su hipertelia, esto es, su
exceso de especialización funcional, es acompañada por una creciente
polivalencia, y ambas se articulan de modo sistemático con el imperativo
empresarial de
incrementar su plusvalía en el territorio nacional. Las nuevas posibilidades
técnicas y organizacionales de la telefonía celular permiten, en el período
contemporáneo, contar además con servicios de INTERNET, correo electrónico,
juegos, e incluso, técnicas de control remoto para sistemas de audio y video.
Así, pues, se construyen solidaridades técnicas y organizacionales entre objetos
contemporáneos y otros menos modernos. La telefonía celular atraviesa distintas
camadas de familias de objetos técnicos de edades diversas.
Mapa II
Fuente : elaboración personal.
En el año 2001, el 27,1% de los hogares
argentinos contaba con el servicio de telefonía celular, elevando la tasa a un
teléfono celular cada 13,4 habitantes. El Mapa % de Hogares con Teléfono
Celular muestra claramente la compartimentación y, al mismo tiempo, la
fragmentación de la sociedad y el territorio. La situación más adversa puede ser
apreciada en el departamento de Rinconada en Jujuy (0,18%) seguida por Valle
Grande, Santa Catalina y Susques en Jujuy, Iruya, Santa Victoria y La Poma en
Salta, Antofagasta de la Sierra en Catamarca, Curacó en La Pampa y Telsen y
Gastre en Chubut, todos ellos bajo el umbral del 1%. En contraposición la mejor
situación relativa se observa en el departamento de Ushuaia, en Tierra del Fuego
(51,19%), acompañada por Río Grande en Tierra del Fuego, Lago Buenos Aires en
Santa Cruz, Los Lagos en Neuquén y Monte Hermoso, Pila, General Lavalle,
Tornquist, San Isidro y Vicente López en la Provincia de Buenos Aires.
En el contexto regional se advierte que el
Norte argentino experimenta una virtual ausencia de este objeto moderno, con las
excepciones de la totalidad de las capitales provinciales y el departamento
Yerba Buena en Tucumán. En Cuyo la situación relativa es mejor, especialmente en
los oasis cuyanos. La región pampeana experimenta una difusión sistemática y
creciente del servicio como expresa la ubicación de la provincia de Buenos Aires
en los dos primeros intervalos; lo mismo ocurre en las áreas colindantes de las
provincias de La pampa, Santa Fe y Córdoba. Sus periferias, sin embargo se
muestran más fragmentadas. En el Área Metropolitana de Buenos Aires, por su
parte, el partido de Presidente Perón exhibe la peor situación relativa. La
región Patagónica, por último, sufre un creciente proceso de fragmentación,
manifestado en las provincias de Santa Cruz, Tierra del Fuego y las áreas
costeras y cordilleranas de Chubut, que se destacan positivamente en detrimento
del resto de la región.
- C.
Consumo suntuario y equipamiento
doméstico: hornos de microondas
La proliferación de los hornos de
microondas en los hogares argentinos constituye otro de los símbolos inequívocos
de la modernidad de los noventa, en lo que concierne al equipamiento doméstico.
En el contexto de estabilización monetaria (convertibilidad) y el acceso
renovado al crédito, la compra de electrodomésticos y otros bienes suntuarios se
difundió aceleradamente. La apertura importadora intrínseca a los noventa
promovió el ingreso masivo al territorio nacional de electrodomésticos y
productos afines provenientes desde los denominados `tigres asiáticos´,
especialmente Taiwán.
Esta suerte de introyección sistemática de
las racionalidades externas en la formación socioespacial, propició que esta se
tornara un espacio nacional de la economía internacional, en el sentido estricto
del término. La apertura importadora socavó las bases de sustentación de la
industria electrónica de Tierra del Fuego, la cual, frente a ese
estrangulamiento del mercado interno y el proteccionismo acérrimo implementado
por algunos países importadores -Brasil, especialmente-, colapsó
inexorablemente.
El discurso del `progreso inevitable´,
sumado al imperativo de la pretendida modernización e ingreso al `Primer Mundo´,
desató una creciente presión por adquirir bienes superfluos con alto contenido
tecnológico, que se tradujo en la difusión sistemática, pero selectiva, de los
hornos de microondas en la formación socioespacial. En ese contexto, la
incesante expansión de los hogares unipersonales, acompañada por la creciente
proliferación de la doble jornada laboral femenina, promovió la incorporación de
los nuevos objetos de la modernidad al equipamiento doméstico de la población.
Por otra parte, los créditos otorgados por
las empresas del ramo para financiar el consumo suntuario de electrodomésticos
determinaron en buena parte la supervivencia del modelo de Convertibilidad
monetaria imperante. En efecto, la continuidad de las reformas estructurales
impuestas durante
la década de los noventa derivó, parcial pero inequívocamente, del denominado
`voto cuota´, empleado por las clases más acomodadas con la finalidad de impedir
la reestructuración de los créditos contraídos frente a una eventual devaluación
del signo monetario argentino.
Mapa III
Fuente : elaboración personal.
En el año 2001, el 20% de los hogares
argentinos contaba con hornos de microondas. El Mapa % de Hogares con Horno
de Microondas muestra que, a excepción de algunas situaciones puntuales, ese
objeto técnico contemporáneo constituye un elemento ajeno a la configuración
territorial y la dinámica social de la formación socioespacial. Para
ejemplificar este fenómeno, basta con señalar que la presencia de este elemento
en los hogares pertenecientes a más de la mitad de los departamentos del
territorio nacional no alcanza el umbral del 8%.
La peor situación relativa puede ser
observada en el departamento Valle Grande en Jujuy, donde este objeto técnico se
encuentra totalmente ausente. Por su parte, la Capital de Mendoza en Cuyo, y
Pinamar en la costa bonaerense, así como también la Capital Federal, Vicente
López, San Isidro, La Plata y Morón en el Área Metropolitana de Buenos Aires,
Río Grande y Ushuaia en Tierra del Fuego, y algunas jurisdicciones de Santa
Cruz, experimentan la mejor situación relativa, tornándose puntos de la
verticalidad, modernos y racionales, frente al contexto imperante en el resto
del país.
- D.
Las nuevas redes informacionales:
bienes informáticos e Internet
Durante la década de los noventa, el
discurso de la modernización inevitable hizo presa del territorio nacional. Sin
embargo, ningún otro subsistema técnico contemporáneo se ha tornado tan
hegemónico en la formación socioespacial como la informática y, especialmente,
las redes informacionales. Esas redes, materiales e inmateriales, son diseñadas
para servir a los actores hegemónicos, pero también su uso se difunde y banaliza
para importantes fracciones de la sociedad argentina.
Se trata de un elemento asociado clara e
inequívocamente a la modernidad contemporánea, especialmente en los ámbitos
urbanos, aunque comienza a difundirse, de manera creciente e incesante, en el
medio rural. Su banalización en el contexto nacional impregna prácticamente la
totalidad de las instancias y fracciones sociales, y deviene en un fenómeno
fundamentalmente vinculado a la existencia de un mercado doméstico cautivo, y a
la localización de filiales de las principales empresas globales del ramo. En
este contexto, "gracias al advenimiento de la informática como soporte técnico,
la circulación de la información conoce diseños reticulares" (M. L. Silveira,
1999, p. 202).
Las reformas estructurales de los noventa
propiciaron la consolidación, incipiente y progresiva, del sector en tanto
segmento hegemónico en el proceso de acumulación capitalista a escala nacional.
Así, pues, una firma como la Lotus Development Corp obtiene, por ejemplo, el 30%
de su plusvalía mundial de su filial en la Capital Federal. La elevada densidad
normativa generada por el Estado para el sector, y la relativamente baja
densidad técnica del territorio con respecto a la presencia de dicha industria,
propició una alta demanda de productos informáticos y la rápida circulación de
la información. La formación socioespacial desarrolla, pues, solidaridades
organizacionales inequívocas, funcionales para la consolidación de este
subsistema hegemónico. En este contexto, "las corporaciones globales de la
informática, en virtud de las oportunidades de la neo-regulación del sector,
fijan sus filiales argentinas. Indicamos algunas: la alemana SAP, la holandesa
Origin, la israelí RAD, la taiwanesa Acer y las americanas 3 Com, Autodesk, Bay
Networks, Informix, Micron, Novell, SCO, Sun y Microsystems" (M. L. Silveira,
1999, p. 256).
Al igual que en el caso anterior, la
paridad monetaria con el dólar norteamericano y el retorno del crédito durante
la década de los noventa promovieron la adquisición acelerada de bienes
informáticos, especialmente PC´s (Personal Computer). El creciente abaratamiento
de éstas, vinculado a su incesante obsolescencia tecnológica, permitió la
incorporación de este objeto técnico moderno a la dinámica social y la
configuración territorial del país. Las PC´s se tornaron, pues, en una primera
instancia, un elemento exclusivo o privativo de las grandes empresas, pero luego
se difundió, de modo más tardío y diacrónico, a un variado conjunto de
fracciones sociales, contribuyendo así al proceso de racionalización del
territorio.
El territorio argentino mostraba, hasta
entonces, rasgos bastante heterogéneos en la adopción de las nuevas técnicas
modernas. Comenzó, pues, un progresivo proceso de estandarización normativa,
asociado a la difusión de los sistemas operativos en tanto lenguaje informático
hegemónico. La multiplicidad de sistemas operativos se extendió en Argentina
hasta principios de la década de los noventa, y fue truncada por la difusión
cuasi-sincrónica del sistema operativo DOS, y más tarde, por la hegemonía de
Microsoft y su principal desarrollo de software, el Windows. De ese modo, se
"posibilita una mayor complementariedad entre equipamientos y organizaciones
fundada en una técnica única" (M. L. Silveira, 1999, p. 206).
Mapa IV
Fuente : elaboración personal.
En el año 2001, el 14,4% de los hogares
poseía al menos una computadora personal. El Mapa % de Hogares con
Computadora muestra situaciones paradigmáticas, aunque no tan extremas como
en los casos de TV por cable / satelital y telefonía celular, explicados con
anterioridad. En este contexto, podemos citar el caso del departamento Rinconada
en Jujuy, con la presencia de PC en sólo el 0,18% de los hogares. Por debajo del
umbral del 1%, puede incluirse a buena parte del Norte Argentino, entre los
cuales Santa Catalina y Valle Grande en Jujuy, Iruya en Salta, Bermejo en
Formosa, y Figueroa, San Martín y Atamisqui en Santiago del Estero, constituyen
espacios irracionales, áreas letárgicas y poco modernizadas. En el otro extremo,
puede apreciarse un reducido abanico de lugares en los que el medio
técnico-científico-informacional se halla más difundido, superando el umbral del
22%. Los partidos de Vicente López, San Isidro y La Plata devienen en puntos de
la verticalidad en este contexto, al igual que los departamentos de Deseado, Río
Chico, Corpen Aike y Güer Aike en Santa Cruz. Río Grande (30,33%) y Ushuaia
(28,8%), por su parte, muestran las dos mejores situaciones relativas.
Desde el punto de vista regional, el NOA y
el NEA se encuentran en los niveles más bajos, con honrosas excepciones. Escapan
sólo a esta lógica las capitales provinciales de Jujuy, Catamarca, La Rioja,
Salta, Santiago del Estero, Corrientes, Chaco y Misiones, así como también
algunas jurisdicciones departamentales colindantes con las primeras, tales como
Valle Viejo en Catamarca, Chamical en la Rioja y Yerba Buena en Tucumán. Es
significativa la situación de Formosa, donde la capital provincial sólo logra
ubicarse en el tercer intervalo. En Cuyo, por su parte, los oasis mendocinos y
sanjuaninos se destacan en la tendencia general, especialmente los departamentos
Capital, Godoy Cruz y Rivadavia en San Juan, y la capital puntana.
La región pampeana, por su parte, muestra
algunos atisbos de fragmentación. En la provincia de Buenos Aires se destacan
Tandil, Olavarría, Coronel Rosales y Bahía Blanca y, en Córdoba y Santa Fe, sólo
la capital y el sur provincial, respectivamente; las peores situaciones
relativas se vinculan, fundamentalmente, al norte cordobés, santafesino y
entrerriano, y al oeste pampeano. El conurbano bonaerense, en cambio, se destaca
positivamente en los departamentos de Mercedes, La Plata, Vicente López, San
Isidro, Tres de Febrero, Morón, Ituzaingó y Avellaneda, así como también la
Capital Federal. En la Patagonia, la totalidad de las provincias de Santa Cruz y
Tierra del Fuego se ubican en el primer intervalo, además de los departamentos
de Confluencia, Zapala y Los Lagos en Neuquén, Adolfo Alsina y Bariloche en Río
Negro, y Rawson, Escalante, Sarmiento y Biedma en Chubut.
INTERNET también deviene en un elemento
clave en la difusión del medio técnico-científico-informacional en la formación
socioespacial. En tanto manifestación del fenómeno de la unificación técnica,
ésta "vincula más de 50 mil redes del mundo, ofreciendo, entre otros datos,
bolsas de empleo, movimientos de stocks de empresas y bolsas de valores" (M. L.
Silveira, 1999, pp. 207-208). Existe, hoy día, una profusa trama de empresas
globales que regula el acceso a la red, configurando un escenario muy distinto
del imperante hacia mediados de la década de los noventa, cuando sólo Startel
(producto de la alianza tejida entre Telecom y Telefónica de España) y los Pinos
II participaban en la regulación del territorio nacional.
En el año 2001, sólo el 9,1% de los hogares argentinos
se hallaban conectados a INTERNET. Esta red inmaterial ha conocido una expansión
frenética y brutal en poco menos de una década, promoviendo una adhesión
acelerada al sistema en los últimos años. Según datos de M. L. Silveira (1999,
p. 208), en 1993 existían sólo doscientas computadoras conectadas a la red,
mientras que, dos años más tarde, ese número se había elevado a 3.500. Esas
cifras, no obstante, se tornan insignificantes frente los valores relevados en
el año 2001: al menos 912.920 hogares cuentan con conexión a INTERNET, lo que
expresa una inédita tasa de crecimiento del 186% anual para el período
1993-2001.
Mapa V
Fuente : elaboración personal.
El Mapa % Hogares con Computadora e
INTERNET muestra, sin embargo, un retrato del territorio que no expresa de
modo contundente esta realidad. Podríamos afirmar, quizás, que la
contemporaneidad y hegemonía de este sistema técnico, implica una difusión mucho
más concentrada, asimétrica y selectiva de este fenómeno informacional. Este
elemento fundamental de la modernidad contemporánea se halla totalmente ausente
(0%) en los departamentos de Rinconada en Jujuy, Iruya, Guachipas y La
Candelaria en Salta, Bermejo en Formosa, Berón de Astrada en Corrientes,
Guasayán, Sarmiento y Mitre en Santiago del Estero, El Alto y Ancasti en
Catamarca, General La Madrid en La Rioja, Limay-Mahuida y Lihuai-Calel en La
Pampa, y Gastre, Mártires y Paso de Indios en Chubut.
En contrapartida, un puñado de
jurisdicciones ostenta la mejor situación relativa del conjunto nacional.
Capital Federal, Vicente López, San Isidro y Morón en el área metropolitana,
Ushuaia y Río Grande en Tierra del Fuego, Lacar en Neuquén, Pinamar en la costa
bonaerense, y la capital mendocina reflejan, a grandes rasgos, los trazos del
medio técnico-científico-informacional. En este sentido, la escasa incorporación
de este objeto moderno contemporáneo al equipamiento doméstico de los hogares
argentinos se expresa en una enorme mancha, extensa y contigua, de espacios
irracionales, cuya continuidad sólo es rota por un puñado de islas de la
modernidad.
- 6.
Conclusiones
En este trabajo, hemos logrado brindar
algunos aportes para el estudio del proceso de diferenciación regional en la
Argentina durante la última década, especialmente en lo que respecta a aquellos
fenómenos vinculados a la difusión, selectiva y asimétrica, de los nuevos
símbolos de la modernidad en el territorio. A partir de la reelaboración de
información inédita relevada por el Censo Nacional de Población, Hogares y
Viviendas correspondiente al año 2001, hemos dado cuenta de la cristalización de
nuevas desigualdades, resultado ineluctable de la presencia desigual del medio
técnico-científico-informacional en la formación socioespacial.
De este modo, hemos develado las nuevas
formas-contenido de la modernidad en el territorio, plasmadas no sólo en grandes
obras de infraestructura, divisiones territoriales del trabajo valorizadas a
escala mundial o la circulación incesante de innovaciones de índole técnica u
organizacional, sino también en el equipamiento tecnológico del que dispone la
población, variable clave para comprender los mecanismos actuales de
fragmentación y alienación socioespacial. Los nuevos objetos técnicos -TV por
cable y satelital, teléfonos celulares, hornos de microondas, computadoras e
INTERNET-, símbolos de la modernidad contemporánea, imponen nuevas jerarquías
territoriales, nuevas segregaciones sociales.
El análisis e interpretación de los datos
acerca del equipamiento disponible en los hogares censados, desagregados a
escala departamental, nos permitieron, pues, conocer nuevas formas de
fragmentación de la sociedad y el territorio, y al mismo tiempo, comprender la
naturaleza de la modernidad contemporánea. Hemos logrado diferenciar, pues, a un
selecto y restringido grupo de los espacios de la racionalidad -buena parte de
la provincia de Buenos Aires, la porción sur de la región patagónica, una
acotada parcela del conurbano bonaerense y algunos fragmentos de la Patagonia
Norte y Cuyo-, los cuales detentan un papel hegemónico en la difusión de las
nuevas densidades técnicas e informacionales. En contrapartida, buena parte del
territorio argentino deviene en un amplio espectro de situaciones geográficas
irracionales u opacas, que representan, en términos dialécticos,
otras
modernidades, otras formas de ser del mundo, que niegan la presencia del medio
técnico-científico-informacional en la formación socioespacial.
REFERÊNCIAS
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Martín. (1998): "Conformación y consolidación del oligopolio de las
telecomunicaciones en la Argentina". En Realidad Económica. Nro. 155. Págs.
92-136. IADE. Buenos Aires.
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Nous n´ avons jamais été modernes. Essai d´Antrhopologie
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Por una Geografía Nueva. Espasa Calpe.
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SiIveira, María Laura. (1999):
Um País, Uma Região. Fim de Século e Modernidades na
Argentina. FAPESP.
LABOPLAN-USP. São Paulo.
Simondon, Gilbert. (1958):
Du Mode d´ Existence des
Objects Techniques. Aubier. París.
1 Director del Centro de Investigaciones Geográficas.
Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Tandil,
Argentina. E-mail: gvelaz@fch.unicen.edu.ar
2 Becario de la CIC. Investigador en
formación del Centro de Investigaciones Geográficas. Universidad Nacional del
Centro de la Provincia de Buenos Aires. Tandil, Argentina. E-mail:
gomezlen@fch.unicen.edu.ar
3 Tal como afirma Santos (1996: 219), "al contrario del imaginario
que la acompaña, la desregulación no suprime las normas. En verdad, desregular
significa multiplicar el número de normas". La desregulación implica transferir
una parcela del proceso de regulación desde el Estado hacia los capitales
hegemónicos. Así, pues, se producen normas que legitimen el uso privativo del
territorio, y cuyo correlato es la exclusión del resto de los actores
sociales.
4 Poco antes de la
privatización de ENTEL, "el valor del pulso telefónico (medido en dólares
estadounidenses) aumentó más de ocho veces entre diciembre de 1989 y noviembre
de 1990, al pasar, en dicho lapso, de US$ 0,0047 a US$ 0,0381" (Abeles, M;
Forcinito, K; Schorr, M, 1998, p. 96). Algunos años más tarde, en 1997, los
consorcios adjudicatarios de ENTEL impulsaron una suerte de rebalanceo
tarifario, el cual "suponía la compensación de un aumento en las tarifas urbanas
con una disminución en el nivel de las tarifas correspondientes a las llamadas
de media y larga distancia", e implicó "un aumento de 15,7% en el costo promedio
del servicio telefónico para los usuarios" (Abeles, M; Forcinito, K; Schorr, M,
1998, pp. 113-114).
Anais do X Encontro de Geógrafos
da América Latina – 20 a 26 de março de 2005 – Universidade de São Paulo
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