NCeHu 1592/04
América Latina en el debate
Bush-Kerry
Ni un minuto para América latina
MIAMI.- No hay duda de que la guerra en Irak justificaba
ocupar casi todos los 90 minutos del primer debate entre el presidente George W.
Bush y el candidato demócrata, John Kerry. Lo que no se justifica es que no le
hayan dedicado ni siquiera un minuto a América latina.
Al día siguiente del debate, ni los principales asesores de asuntos
latinoamericanos de Bush y Kerry ni los dignatarios latinoamericanos que
hablaron ante la Conferencia de las Américas de The Miami Herald podían entender
la omisión. No cabían en su asombro sobre cómo en un debate dedicado a la
política exterior llevado a cabo en Miami -una ciudad donde el 61 por ciento de
la población nació en América latina o el Caribe- ni siquiera se hubieran
mencionado las crisis de la región o las crecientes amenazas a las relaciones
interamericanas.
Es cierto y justificado que el 11 de septiembre cambió totalmente las
prioridades de la política exterior norteamericana. No hay soldados
norteamericanos que estén muriendo en América latina ni se sabe que existan
grupos terroristas islámicos en la región ni países con armas nucleares. Tal
como dicen algunos funcionarios del Pentágono medio en broma, si estalla una
Tercera Guerra Mundial, su epicentro no estará en Tegucigalpa.
Sin embargo, hay varias razones por las que el debate debería haber tocado el
tema del continente. En lo que hace a los temas que afectan la vida diaria de
los estadounidenses -seguridad en las fronteras, inmigración ilegal, comercio,
tráfico de drogas, el medio ambiente y, cada vez más, el abastecimiento de
petróleo- no hay una región del mundo que impacte a Estados Unidos en un mayor
número de frentes.
En cuanto a inmigración, hay cerca de 3 millones de
trabajadores indocumentados que llegan anualmente a Estados Unidos, la mayoría
de ellos provenientes de México, América Central y el Caribe.
En referencia a seguridad: cada vez más inmigrantes
indocumentados de Medio Oriente están llegando a los Estados Unidos por tierra
desde Canadá y México, según funcionarios de Estados Unidos. Debido a las nuevas
medidas de seguridad en los aeropuertos y las restricciones de visas, hoy
resulta más fácil entrar en Estados Unidos ilegalmente por la frontera que por
un aeropuerto, dicen.
En materia de drogas, más de 21.000 norteamericanos mueren
anualmente por sobredosis de drogas provenientes de América latina. Esta cifra
es veinte veces mayor que el número de soldados muertos en Irak.
En asuntos de comercio, Canadá y México son los socios
comerciales más importantes de Estados Unidos. Y América latina se está
convirtiendo rápidamente en el mayor mercado para las exportaciones
norteamericanas, superando a Europa.
En cuanto a la energía, tres de los cuatro principales
abastecedores de energía de Estados Unidos -Venezuela, México y Canadá- son
vecinos.
En materia de política interna, los más de 38 millones de
hispanos que viven en Estados Unidos ya son la minoría más grande del país, con
unos 8 millones de votantes registrados. Y, según una reciente encuesta de Zogby
International, un 91 por ciento de estos votantes hispanos considera que las
relaciones de Washington con América latina son un tema importante.
A todo esto, las relaciones entre Estados Unidos y el resto de la región no
están en su mejor momento. Una encuesta de 18 países de América latina de la
empresa Latinobarómetro muestra un creciente antiamericanismo en la región y un
menor apoyo al libre mercado. Venezuela, agrandada por sus petrodólares, está
predicando el populismo en la región, y los movimientos indígenas que recurren a
la violencia están ganando las calles en varios países.
Según me dijeron Nelson Cunningham y Otto Reich, los principales asesores
sobre asuntos latinoamericanos de Kerry y Bush, respectivamente, ambos
candidatos presidenciales esperaban que se les hiciera por lo menos una pregunta
sobre Cuba, o Venezuela, o México, o libre comercio.
Probablemente la omisión de América latina no fue culpa de los candidatos,
sino del moderador del debate, Jim Lehrer, que es uno de los mejores en su
oficio, pero que parece contagiado de la visión anticuada de los medios del
nordeste de Estados Unidos, que tienden a ver al país como una nación blanca de
descendientes británicos. El país ya no es así.
Mi conclusión: Irak merecía ser el tema central del debate, por lejos, pero
no el único. Y en eso, el debate nos falló a
muchos.
Andrés
Oppenheimer
Fuente: diario La Nación, de Buenos Aires, Argentina; 5 de
octubre de 2004.