NCeHu 1539/04
Europa ultraliberal
La Voz de
Galicia
Dentro de un
mes, el 1º de noviembre, entra en funciones la nueva Comisión Europea que
preside el portugués José Manuel Durão Barroso. Este ex-maoísta convertido en
atlantista pro-Bush (era el cuarto hombre en la reunión de las
Azores que anunció la invasión de Irak) y neoliberal de choque ha escogido para
los principales puestos de la Comisión a personalidades conocidas por su
intransigente apego a las políticas más ultraliberales.
En un momento
delicado de la construcción europea, cuando se trata de digerir la ampliación a
25 Estados y está a punto de arrancar el gran debate público para el referendo
sobre el tratado constitucional, esta nueva Comisión aparece como una especie de
provocación antipopular.
El presidente Barroso tiene una obsesión:
transformar la economía europea en la mís competitiva del planeta en el 2010,
como se habían comprometido a hacerlo los países miembros en la cumbre de Lisboa
del 2000. Y para conseguir ese objetivo se apoya sobre todo en los nuevos
pequeños Estados de Europa del Este que son mucho más liberales y aliados fieles
de Washington. Barroso quiere ponerle fin a la supremacía del tándem
Alemania-Francia que hasta ahora constituía el motor de la Unión Europea y que
siempre ha defendido, de una manera u otra, políticas de carácter social y
keynesianas.
Desde que, en mayo pasado, ingresaron en la Unión diez
nuevos Estados, los cinco grandes países (Alemania, Francia, Reino Unido, Italia
y España) renunciaron a tener un segundo comisario. Ahora sólo disponen de 5
representantes sobre 25. Su pérdida de influencia es, pues, considerable. Pero
además, Barroso ha atribuido las dos principales carteras de su Gobierno
-Competencia y Mercado Interior- a representantes de dos pequeños países: Neelie
Kroes, de Holanda, y Charly McCreevy, de Irlanda, dos ultraliberales histéricos.
A Neelie Kroes, en los Países Bajos la llaman Nickel
Neelie , en alusión a Iron Lady , la dama de hierro, apodo
de Margaret Thatcher, que impuso con mano de acero una violenta purga neoliberal
en la Inglaterra de los años 80. Neelie Kroes llevó a cabo en su país, sin que
le temblase el pulso, la privatización de Correos que se tradujo en miles de
despidos; ha presidido durante más de diez años la principal facultad privada de
Ciencias Empresariales; es miembro del consejo de administración de varias
multinacionales, y defiende la concepción estadounidense de las fusiones y
concentraciones de empresas.
El irlandés Charly McCreevy es un apóstol
del libre mercado a ultranza; cuando era ministro de Economía no dudaba en
utilizar la disminución de impuestos a las empresas para provocar
deslocalizaciones en favor de Irlanda; es un partidario firme de la
flexibilidad del trabajo que, como sabemos, significa la
posibilidad para los empresarios de reducir los salarios y de modificar a gusto
los horarios. No hay que esperar de él la minima defensa de los derechos
sociales de los trabajadores ni tampoco una eventual armonía fiscal europea.
A esta pareja ultraliberal de choque hay que añadirle el británico Peter
Mandelson, nombrado por Barroso comisario de Comercio. Mandelson es el
coinventor de la tercera vía (el socialismo ultraliberal) que
defiende Tony Blair, y es un partidario absoluto de la desregulación. Defenderá
la vieja concepción británica de una Europa reducida a un gran espacio de
librecambio que él quisiera ampliar a América del Norte.
Quien dude de
este viraje ultraliberal de Europa y de sus consecuencias para los pobres
ciudadanos, que lea los periódicos de los medios de negocios: The
Economist y The Wall Street Journal . Hablan con júbilo de
la nueva Comisión y la califican de «amiga de los empresarios». Los trabajadores
sufrirán.
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