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ENTREVISTA: ALAIN MUSSET, GEOGRAFO
"Ni la globalización ni Internet acabaron con las
fronteras"
La interdependencia mundial, la
comunicación por la Red y los grupos separatistas intentan arrasar con los
límites. Pero el poder sigue localizado en territorios concretos y no
virtuales
Claudio Martyniuk
Siempre se vinculó al poder imperial con la
acumulación de grandes territorios. ¿Esta idea está aún vigente?
—Sí,
no ha caducado. Cuando se habla de globalización se dice que ya las fronteras no
tienen sentido, o que no existen, pero no es así. Las fronteras todavía existen,
pero han cambiado su sentido, porque ya no son fronteras de imperios y ahora hay
reivindicaciones territoriales por parte de grupos étnicos y nacionales. Que
quede claro: ni la globalización ni Internet acabaron con las fronteras. Se
podría decir que hay una recomposición de los territorios a partir de nuevas
identidades que van en busca de un territorio. Pero aunque trabajemos con otras
escalas, las fronteras existen, por supuesto, y por eso, por ejemplo, Rusia
quiere conservar la mayor parte de su poder sobre el territorio de la ex Unión
Soviética. Las fronteras existen con otras características. Dentro de las
ciudades hay nuevas fronteras que se establecen entre los diferentes grupos
sociales y étnicos. Yo trabajé sobre las ciudades de los Estados Unidos, donde
hay barrios de blancos, sajones y protestantes, y también barrios negros y
chinos, y ahora, desde los años 70, barrios latinos: estos territorios
corresponden a las identidades de los grupos y sus búsquedas de
identificación.
Esas fronteras trazadas por identidades, ¿están fragmentando a los
Estados-nación?
—Efectivamente, hay una fragmentación de los antiguos
Estados nacionales, que responden a la vieja idea europea del siglo XIX de que a
cada nación le corresponde su Estado y que cada nación busca sus fronteras. Por
la actual fragmentación, los diferentes grupos separatistas están buscando un
Estado-nación. Es algo que no ocurre en América latina, donde se da otro
proceso.
¿De qué tipo?
—Cuando se fragmenta el imperio español, los
nuevos Estados heredaron las antiguas fronteras coloniales de audiencias,
gobernaciones y virreinatos. Existían fronteras, y el viejo sueño de Bolívar era
la abolición de todas ellas por una patria grande, pero lo que pasó es que las
elites de los diferentes Estados incipientes estaban influidas por las ideas
europeas sobre el modelo del Estado-nación. Entonces, esas fronteras buscaron
naciones, cuando en Europa teníamos naciones que buscaban fronteras.
¿Cómo explicar la persistencia de estas fronteras
artificiales?
—Todas las fronteras son artificiales, pero se
mantienen porque la gente se siente identificada con ese modelo impuesto.
Hace poco, un asesor de Putin dijo que Rusia ocupa el 11,2% del
territorio mundial, tiene el 2,3% de la población mundial y produce el 1,1% del
PBI mundial. Esta es una brecha entre masa territorial e irrelevancia económica.
El historiador Paul Kennedy estima que mantener el territorio de Siberia fue una
carga perjudicial para la Unión Soviética, que erosionó su poder económico.
—Yo creo que es un caso especial. La Unión Soviética necesitaba esta
masa continental para expresar su poderío sobre todos los estados que estaban
alrededor. Y, efectivamente, para la Rusia actual esos territorios pueden ser
una carga, pero tiene que conservarlos porque es la prueba de que todavía es un
país potente.
¿Aún es importante el dominio del territorio y del mar?
—Antes
se diferenciaban las potencias que podían controlar los mares, como Inglaterra y
Estados Unidos, de las potencias territoriales como Rusia o Alemania. Hoy en día
ya no se puede hablar de la misma forma. Sin embargo, hay que tener en cuenta
que los Estados no abandonan sus herencias imperiales. Francia, por ejemplo,
mantiene sus islas en el Caribe y en el Pacífico no sólo para controlar el
espacio, sino también los recursos potenciales que existen en el fondo del mar.
El fondo del mar es una nueva frontera, pero ya no en el sentido de línea de un
borde sino de espacio de conquista y aprovechamiento. Esto explica la necesidad
de tener unos puntos que puedan controlar parte del territorio marítimo. Voy a
dar un ejemplo: hace tres años Nicaragua y Honduras estuvieron a punto de
declararse la guerra por el control de la plataforma continental, donde hay
grandes posibilidades de encontrar yacimientos petrolíferos. Claro que detrás de
todo esto está el poder económico que juega un papel decisivo, porque no son las
compañías nicaragüenses las que pueden hacer esas investigaciones sino las
grandes compañías internacionales. Estamos otra vez en el mundo de la
globalización, pero ésta se expresa en territorios que son reales. No hay
imaginación, no hay mundo virtual: la realidad está localizada.
Un caso similar es el de las islas Malvinas.
—Por supuesto. El
conflicto es, en buena medida, por el control de las riquezas de los subsuelos
marinos.
¿Pero no es paradójico que el espacio más relevante en los tiempos de la
globalización sea el espacio virtual, un espacio que trasciende las
fronteras?
—Sí, efectivamente no hay fronteras en el espacio de
Internet, y sí que es un problema para los geógrafos. Hay estudios que se están
haciendo para tratar de ver cómo se organiza, porque detrás del espacio virtual
siempre hay territorios. Es importante saber que de las direcciones electrónicas
se ocupa un organismo norteamericano, que las chequea en todo el sistema mundial
de correo electrónico. Y cuando se declaró la guerra a Irak, ese organismo borró
de la red mundial todas las direcciones con la terminación relativa a Irak. Así
que momentáneamente ellos fueron privados del acceso al mundo virtual. Aunque se
diga lo contrario, las fronteras todavía existen, porque ahora todo depende de
los que pueden controlar este mundo virtual.
Usted pertenece a una disciplina científica cuya historia ha estado
directamente relacionada a la conquista de continentes como América y África.
¿Cuál es el incentivo que mueve a la geografía en la actualidad?
—Hasta el siglo XIX y principios del XX, la geografía era la ciencia
de la descripción de la Tierra. Hoy se trata de entender la relación entre
sociedades y territorios. Es decir que pasamos del espacio al territorio, y el
territorio es visto como el espacio apropiado por los diferentes grupos humanos
que expresan su identidad a través de la remodelación, por ejemplo, del medio
ambiente. La perspectiva actual de la geografía es una problematización de las
relaciones del hombre con el entorno natural. Por ejemplo, la geografía urbana
debe explicar el tremendo crecimiento de las ciudades en los últimos cincuenta
años, sin olvidar que lo que vemos ahora es la herencia de varios siglos de
cambios. Y por eso me parece tan importante que haya una relación estrecha entre
historia, por una parte, y geografía por el otro. A fines del siglo XIX, Elisée
Reclus, un gran geógrafo francés, dijo que la historia no es sino la geografía
en el tiempo, y la geografía no es sino la historia en el espacio.
Durante siglos, los mapas se hicieron observando el horizonte. Ahora
existen fotografías satelitales. ¿Qué cambios produce esto?
—Efectivamente, primero con las fotografías aéreas —ver desde arriba
es algo muy importante—, y ahora con el satélite y con los nuevos sistemas que
nos permiten ver la evolución de los territorios hora a hora —porque a cada hora
cambian y lo podemos constatar—, cambió la geografía, y ya no se trata
únicamente de los viejos mapas de Estado Mayor, como se los llamaba
antes.
En la Argentina los mapas están todavía en manos del Instituto Geográfico
Militar.
—En Francia era el ejército el que realizaba el trabajo de
cartografía. Hoy en día ya es una organización civil, el Instituto Geográfico
Nacional, que sigue siendo muy importante para el Estado francés, pues el
control del territorio pasa también por los mapas. Hoy podemos hacer mapas
temáticos que evolucionan y que dan diferentes opciones de interpretación del
territorio. Por ejemplo, hay mapas que se hacen para toda Europa con una
resolución muy fina para medir la evolución de los territorios urbanos. Podemos
también hacer mapas de la contaminación ambiental.
¿La cartografía sigue siendo un instrumento de poder?
—Cada
vez más, pero cada vez menos en manos de los hombres políticos, porque es un
instrumento tan complicado que al fin y al cabo, el poder se concentra en los
científicos, que pueden manejar los instrumentos.
Fuente: diario Clarín, de Buenos
Aires, Argentina; suplemento Zona, 29 de agosto de
2004.
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