NCeHu
1400/04
De la Geografía social africana: más allá de la Guerra
fría
Las muertes de
África
Africa se está muriendo. Muere de bala y de metralla, por las heridas de
las guerras, por la omnipresente violencia. Muere de hambre, de sed, de miseria.
Muere de enfermedad, de todas las enfermedades. Muere de explotación y de
esclavitud. Muere en patera. Muere de desidia. Muere en silencio. Sencillamente,
muere.
Gabriel M. Pérez Alcalá
Africa muere de bala y de metralla en las largas y olvidadas guerras que
se extienden por todo el continente. Africa muere en la guerra civil de Sudán. Una guerra civil de más de
cincuenta años, que se mezcla con una limpieza étnica de mayor violencia que
aquella que tanto nos impactó en los Balcanes. Agravada, además, por una larga
tradición esclavista y la ausencia absoluta de información. El Gobierno de
Sudán, por sí o por las milicias paramilitares que ha ido armando, mantiene una
guerra con su propia población en el Sur y en Dafur, expulsa a su gente hacia
países vecinos, permite el tráfico de esclavos en su territorio y amenaza a los
países vecinos con extender el conflicto. Todo ello con el telón de fondo de una
guerra étnica y religiosa en la que está presente, ¡cómo no!, la existencia de
yacimientos de petróleo y conexiones con el islamismo integrista internacional.
Y Africa muere en la guerra larvada de los Grandes Lagos. Porque la guerra de
los noventa, esa guerra que nos escandalizó por sus más 800.000 muertos y otros
tantos desplazados, no resolvió el fondo de la cuestión: el de las de demasiadas
armas y demasiadas ambiciones sobre demasiadas divisiones raciales y unos
demasiado bien colmados yacimientos de diamantes y minerales. Todo ello en la
nebulosa y montañosa zona fronteriza entre el Congo, Uganda, Ruanda
y Burundi. Y
parecida sigue siendo la situación en Sierra
Leona o en Liberia.
Y no llega a ser lo mismo, pero es explosiva, la situación en Nigeria, Etiopía y Somalia. Africa muere de violencia.
Africa se muere de hambre, de pura miseria. Porque las guerras generan
pobreza y los Estados resultantes de ellas generan corrupción, ausencia de
derechos y pequeños déspotas que esquilman a sus propios conciudadanos en
Guinea Ecuatorial, en Angola, en Namibia, en Lagos, en Kenia, en Botsuana, en el Congo, en
Camerún, etc. Y eso en el caso que haya algo que esquilmar,
porque hay países en los que la sequía, la desertización y la estúpida ayuda
occidental ha arruinado su agricultura condenándolos a un hambre eterna. Los
ejemplos del Chad, de Malí, de la Republica Centroafricana, de Etiopía, de Eritrea, etc. son sólo una muestra. E
incluso hay países con suficientes recursos para que su población viva
decentemente, pero cuyos gobiernos se han endeudado, sin que la población se
haya beneficiado, y a los que Occidente obliga a pagar y a ajustarse con
políticas que nosotros no soportaríamos de nuestros gobiernos. Y hablo de Mozambique,
Senegal, Mauritania,
Gabón, Kenia, Tanzania, etc. Africa muere de hambre, de
corrupción, de sequía, de deudas.
Africa se muere de enfermedades, de todas las enfermedades. Porque se
muere de enfermedades que tienen prevención con simples saneamientos y
conducciones de agua, de enfermedades que tienen cura con antibióticos, de
enfermedades que tienen solución con sólo asepsia en la asistencia médica, de
enfermedades que pueden resolverse con prevención e información. Africa se muere
de tifus, de malaria, de gripe, de parto, de Sida.
Y
muere ante la indiferencia de todo el mundo. Mientras los ciudadanos de los
países ricos estamos de vacaciones, disfrutamos de las Olimpiadas y nos
preocupamos del precio del petróleo, los de Africa están, sencillamente,
muriéndose. Africa agoniza en silencio, sin aspavientos, sin ruido, en la misma
forma en la que su gente, cada uno de ellos, lo hace. De la misma forma que un
hambriento, un enfermo de Sida, una pobre mujer sedienta, un niño desnutrido no
tienen fuerzas, ni medios para protestar, para rebelarse, para llamar la
atención. Porque Africa no tiene ni organizaciones, ni agencias de noticias, ni
televisiones propias que nos hagan llegar su sufrimiento, sus heridas, su
agonía. Africa se desangra, agoniza en silencio. Africa, sencillamente, se
muere.
La fuente: Diario Córdoba (http:www.diariocordoba.com)
Extraído de www.Elcorresponsal.com
. |