NCeHu
1397/04
Argentina
¿PANACEA
NACIONAL O NUEVA FORMA DEL SAQUEO?
EL BOOM
SOJERO (PARTE I)
Con la
irrupción de la soja, se cierra un ciclo en que Argentina desarrollaba una
amplia variedad de cultivos. Esta irrupción también afecta las fuertes
producciones regionales y hortícola. Aunque con la posible siembra de maíz
transgénico, se hable de un nuevo período de “diversificación”, todo indica que
nos orientamos hacia el monocultivo.
Oscar Ainsuain - Alejandro Hugolini
(CORRIENTE NACIONAL Y POPULAR DE TRABAJADORES DE PRENSA)
Con casi veinte millones de pobres y
más de la cuarta parte de nuestra población viviendo en estado de
indigencia, estamos recorriendo un camino inverso al de la Europa de
posguerra, que apostó a la autosuficiencia alimentaria y estableció
como |
 |
prioridad resolver
el hambre de sus habitantes.
Nuestro rumbo actual es impuesto por una
pequeña minoría que es la principal beneficiaria del boom sojero,
sostenido por la alta tecnología, la concentración de la tierra y la
riqueza, la degradación ambiental y la evasión
impositiva.
Introducción
La soja es un cultivo de verano,
fácilmente adaptable a distintos suelos y regímenes de lluvia.
En
1976, con la Dictadura militar instalada en el poder, se inicia un proceso
de desindustrialización. En ese período la soja, impulsada por la
creciente demanda mundial de aceite y de harina -su principal
subproducto-, comenzó a sembrarse comercialmente. Fue así como en la
región pampeana se produjo un impresionante incremento de la superficie
cultivada.
A mediados de la década del 90 se consolidó el proceso
de sojización. Con la desregulación que a partir de 1991 llevó adelante
Domingo Cavallo, el INTA se vio obligado a informar su colección de
germoplasma -la base genética de la especie- a las multinacionales
productoras de semillas. De esta manera se entregaron los ricos secretos
de la producción nacional. A partir de esto, el INTA, el organismo
encargado de generar tecnología y llevarla a los chacareros a través de
los agentes de extensión, se transformó en una figura decorativa al
servicio de Monsanto y las grandes cerealeras como Cargill y Bunge. Al
disolverse la Junta Nacional de Granos, que garantizaba el precio mínimo
sostén en origen, estas empresas pasaron a ejercer el control de calidad y
a manejar la exportación de los granos.
En 1996 Felipe Solá,
Secretario de Agricultura del gobierno de Carlos Menem, autorizó la
semilla de soja RR inventada por la multinacional estadounidense Monsanto.
RR significa resistente al Roundup, marca comercial del herbicida total
Glifosato, también desarrollado por Monsanto.
Además, en ese
período, se impuso el sistema de labranza de siembra directa. Esta se hace
con una moderna máquina y, a diferencia de la labranza tradicional,
remueve un pequeño surco y deposita la semilla y el fertilizante. Este
moderno sistema, que no da vuelta toda la tierra, deja siempre el suelo
cubierto del rastrojo del cultivo anterior. De esta manera se impide la
erosión producida por el viento y el agua.
Con la transformación de
los métodos de siembra, se logró la reducción de costos hasta un treinta
por ciento. Por un lado se usa menos gasoil y con la aparición del
glifosato -mata todo vegetal menos la soja- se dejaron de usar otros
herbicidas.
La siembra directa, la soja RR y el herbicida a base de
glifosato fueron los pilares del proceso de
sojización.
Consolidación del proceso de
sojización
El
proceso de sojización se ha consolidado de tal manera que en la cosecha
2002-2003, sobre un total de 70 millones de toneladas cosechadas, 35
fueron de soja. La soja y sus derivados -aceites y harinas- son
escasamente consumidos en Argentina. Esto coloca a nuestro país en una
situación complicada dado que el grueso de la producción agraria pasa a
depender del mercado externo que no controlamos.
Está aún fresco en
nuestra memoria el ejemplo de La Forestal. El emporio británico metió el
ferrocarril en lo mas hondo del Chaco creando pueblos y fábricas para la
extracción del tanino. Y cuando le fue más rentable la planta de mimosa en
Africa abandonó el país. En unos años miles de desocupados y pueblos
fantasmas reemplazaron el 'progreso' de los ingleses. Al país le quedó el
daño ecológico y social, y a los británicos las ganancias extraordinarias
del período en que se desarrolló la explotación.
Al igual que en el
pasado, hoy el crecimiento del cultivo de soja dio lugar a la aparición en
nuestra zona de una cantidad importante de aceiteras en las cercanías de
los puertos del río Paraná. Ahora China e India -principales compradores
de nuestros aceites de soja- han comenzado a arancelar este producto. Este
ejemplo evidencia la precariedad del llamado 'complejo de la soja'. Su
crecimiento se dio por las necesidades del mercado externo controlado por
las grandes potencias y desligado del mercado interno.
La expansión
de la soja afectó la producción del sorgo; las batatas, arvejas y
lentejas; los montes frutales y las verduras. El crecimiento de las áreas
sembradas es impresionante. Por ejemplo en Chaco, la soja ha desplazado al
cultivo de algodón. Hasta hace dos años Argentina se autoabastecía y
exportaba algodón y hoy ha pasado a importar la fibra de este cultivo. En
Santiago del Estero, Salta y Tucumán se ha producido una avalancha de
compras de tierras con montes. Estas estaban habitadas por pequeños
productores en su mayoría criadores de chivos. Al drama de los campesinos
desalojados hay que agregar que se voltean indiscriminadamente montes para
sembrar soja contraviniendo las más elementales leyes de conservación de
suelos. Estas tierras no soportarán una agricultura continua. El aumento
del escurrimiento de agua desde estas zonas hacia Chaco y Santa Fe es
apenas una muestra de lo que puede suceder. Estaríamos en presencia de un
proceso de devastación, erosión y desertificación estructural de los
suelos sometidos al sistema de siembra directa y cultivo de soja
RR.
Objetivo del
presente trabajo
En primer lugar, brindaremos información sobre el brutal proceso de
concentración que está atravesando el campo argentino (un tercio de
chacareros menos entre los censos agropecuarios de 1988 y 2001). También
analizaremos el fenómeno de la irrupción de los pooles de siembra y el
siempre polémico y muy poco abordado tema de la renta
terrateniente.
En segundo lugar, evaluaremos el funcionamiento de
los puertos y la millonaria evasión -triangulación, facturas truchas y
especulación en la liquidación de divisas- llevada a cabo por los
exportadores.
Por último daremos detalles de cómo funciona el
sistema tributario en la provincia de Santa Fe.
El objetivo final
de este documento de la Corriente Nacional y Popular de Trabajadores de
Prensa, es ayudar a esclarecer ante el conjunto de la sociedad quienes se
beneficiaron y quienes se benefician con
el |
CONCENTRACION DE LA TIERRA, RENTA
TERRATENIENTE Y POOLES DE SIEMBRA EL BOOM SOJERO
(PARTE II)
El modelo feudal
En la América Hispana, con el dominio colonial se impuso una
organización de tipo feudal. Esto se dio con la particularidad jurídica de que
el Rey de España era el señor de estas tierras y los pobladores sus
vasallos.
Para hacer posible su dominio -se trataba de un extenso
territorio y una inmensa población indígena- el rey subrogó sus 'derechos' a
través de las encomiendas a los indios y las mercedes de las tierras.
Con
la merced o gracia real comenzó un proceso de apropiación de grandes extensiones
territoriales -el latifundio colonial-, sobre el cual se asentó la existencia y
desarrollo de la clase feudal local.
En nuestro territorio, el poder de
esta clase se fue consolidando con las sucesivas 'campañas' de fines del siglo
XIX -destacándose la Campaña del Desierto de Julio Roca-, que culminaron primero
con la apropiación de las tierras de Buenos Aires y La Pampa y luego con las del
sur del país que aún estaban en manos de los pueblos
originarios.
La concentración de la
tierra
En Argentina la concentración
de tierras es impresionante. Según datos del Censo Agropecuario 2001, los 936
terratenientes más poderosos tienen 35.515.000 hectáreas, y en el otro extremo
137.021 agricultores poseen solamente 2.288.000. Benetton (900 mil), Cresud
(460 mil), Bunge (260 mil), Amalia Lacroze de Fortabat (220 mil) poseen 2
millones de hectáreas, una superficie similar al territorio de Bélgica. También
tienen importantes extensiones los Bemberg con 143.000 hectáreas, Whertein
-presidente de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires y la Cámara de Comercio
Argentino China- con 98.000 y la familia Blaquier con 45.000. De las 35 familias
tradicionales que en el censo del año 1913 concentraban la mayor parte de las
tierras, 30 siguen siendo grandes propietarios. Se destacan los Anchorena con
40.000 hectáreas y los Gómez Alzaga con 60 mil.
En Santa Fe la situación
es similar. Los 17 principales terratenientes son propietarios de 617.000
hectáreas y los 6.133 chacareros mas pequeños tienen 158.000. El ejemplo de
Santa Cruz es por demás de elocuente. Sobre 19.841.000 hectáreas, los 269
terratenientes mas importantes poseen 11.490.000.
Es un dato relevante
que casi 17 millones de nuestras mejores tierras estén en manos de capitales
extranjeros. De concretarse la privatización del Banco Nación y Provincia de
Buenos Aires -el Ministerio de Economía está seleccionando a los interesados en
auditar la banca pública- esta cifra se incrementará notablemente, debido a que
hay 12 millones de hectáreas hipotecadas en esas entidades. Recientemente
Douglas Thompkins -muchos lo vinculan con la NSA (Agencia de seguridad Nacional
de EEUU)- adquirió cerca de 200.000 hectáreas en los Esteros del Iberá de
Corrientes, una reserva estratégica de agua.
Los planes económicos
aplicados en distintos períodos de nuestra historia -como sucedió en los 90'-
han contribuido no sólo a mantener sino a profundizar el proceso de
concentración de tierras. A tal punto es así, que tomando como base las EAP de
mas de 5000 hectáreas, tenemos que en el censo agropecuario de 1913 5300
terratenientes eran dueños del 48 % de las tierras, y en el censo 2001 algo más
de 6000 terratenientes son propietarios de casi el 50 % de las
tierras.
Lejos quedó el avance parcial en la redistribución de la tierra,
logrado con la sanción de la Ley 13.246. En 1948, en Alcorta, catorce mil
productores agropecuarios, en una histórica concentración, saludaron la decisión
del gobierno de Perón de promulgar esa ley, que entre otros beneficios
establecía la duración de los arriendos en cinco años, con opción a tres años
más. Simultáneamente el Banco Nación otorgaba una línea de créditos blandos para
la adquisición de campos. Esto posibilitó que miles de chacareros accedieran a
la propiedad de la tierra.
Lamentablemente hoy observamos que se está
volviendo a una concentración similar a la de principios de
siglo.
División real de tierras o
maniobras para evadir
Para Eduardo
Basualdo -economista de FLACSO (Federación Latino Americana de Ciencias
Sociales)- los estudios del Censo 2001 'concluyeron que los resultados obtenidos
son relativos y que había una concentración muy superior a la
esperada'.
El economista sostiene que hasta 1996 el buen precio
internacional de los granos mantenía alto el valor de los campos. Pero a partir
de ese momento comenzó un ciclo de bajos precios que provocó una nueva vuelta de
tuerca sobre la situación de los pequeños y medianos productores. Estos,
apretados por los bancos, en muchos casos vendieron sus propiedades hasta por un
30 % menos de su valor real. De esta manera comenzó una tendencia hacia una
mayor concentración.
Pero además Basualdo explica que por razones
impositivas -para evadir impuesto inmobiliario- los terratenientes comenzaron a
dividir las tierras. La familia Whertein, por ejemplo, tiene sus campos a nombre
de 40 sociedades distintas. Pero tomando en cuenta las unidades territoriales,
aún cuando figuren a nombre de distintas sociedades, se llega a la conclusión
que Whertein tiene 98.000 hectáreas. Estos datos no están contemplados en los
resultados del censo. De acuerdo a lo expuesto por Basualdo, es probable que las
conclusiones del Censo 2001 no sean correctas y la concentración sea aún
mayor.
A pesar de las leyes de herencia o el propio desarrollo del
capitalismo, hoy -como ha sucedido a lo largo de la historia- el latifundio se
mantiene incólume en el campo argentino.
La renta terrateniente
Con la irrupción de la soja, se abrió la posibilidad de hacer
el doble cultivo trigo-soja en un año. Aprovechando esta situación, muchos
contratistas lograron obtener significativas ganancias. Pero rápidamente los
grandes propietarios se adueñaron del proceso de sojización. Primero
establecieron la modalidad de contratos cortos a seis meses o un año. Luego
impusieron el sistema de quintales fijos por hectárea y más tarde el pago por
adelantado. De esta manera lograron evitar los riesgos de las contingencias
climáticas y además usufructuaron los intereses del arriendo
adelantado.
Con la reciente suba de los precios internacionales, los
grandes latifundistas son los principales beneficiarios. A favor de los altos
precios internacionales, los 'arriendos' que se pagan en la región pampeana van
del 40 al 50 % de lo cosechado. En las tierras más fértiles se abona 16
quintales fijos de soja por hectárea lo que equivale a más de 1000 pesos por
cada una.
Según datos del INTA y otras instituciones estatales y privadas
que publica el Instituto Agrario de Asistencia Jurídica y Contable del Distrito
VI de Federación Agraria Argentina 'el 75 % de la producción de granos es
realizada por arrendatarios'.
Basándose en datos oficiales, el Instituto
publica los resultados de la campaña 2002-2003 de los cuatro cultivos: soja,
trigo, maíz y girasol. Las cifras dan cuenta de que se sembraron 24.416.000
hectáreas, con una producción de 66.100.000 toneladas por un valor de 33.544,5
millones de pesos. De este total, el 75 % -21.158,4 millones de pesos-, es
producido por contratistas. Si estos pagan a los propietarios como mínimo el 40
% de la cosecha se arriba a la siguiente conclusión: los dueños de la tierra
reciben la friolera de 10.063,5 millones de pesos sólo por el mero hecho de
poseer los títulos.
Los pooles de
siembra
A diferencia de los
agricultores que buscan agregar a sus campos parcelas de tierra a fin de lograr
una superficie mínima para poder sobrevivir, en los últimos años han aparecido
empresas que arriendan decenas de miles de hectáreas en forma individual o en
asociaciones. Son conocidas con el nombre de pooles de siembra. Nos referimos a
El Tejar o grupos como el de Gustavo Grobocopatel -que se autodenomina
irónicamente un 'sin tierra'- que arrienda 173.000 hectáreas. Estas empresas
contratan productores que por un lado no pueden comprar campos y por el otro
están en manifiesta desventaja frente a los pooles para poder arrendar. Su gran
poder económico les permite sembrar 'científicamente'. Disponen de datos
históricos del comportamiento climático, y le agregan la información obtenida de
distintos sistemas satelitales. De esta manera arriendan campos poniéndose al
resguardo de las calamidades climáticas. Compran en grandes cantidades, explotan
el trabajo de los contratistas y usan sus maquinarias, lo que les
ha permitido abaratar notablemente los costos. Al igual que en el caso de los
terratenientes estas empresas se benefician notablemente con el boom
sojero.
Fuente: www.argenpress.info
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