Educación y
Soberanía Ambiental
La
actividad petrolera en la provincia del Neuquén
Lic. Ana Inés Giordano
Prof. Estela Damaris Chirico
Prof. Aldo Montagna
Abstract
Este trabajo propone una
reflexión sobre la labor docente en relación con los problemas ambientales y el
estudio de caso de la explotación de petróleo en la provincia del
Neuquén.
Consideramos que el
trabajo docente es un trabajo social que se desarrolla en una comunidad
particular. Proponemos partir de la diversidad de conocimientos y saberes
respecto de las formas de producción y su relación con el medio ambiente que
subyace en las acciones de esa comunidad; para poder vincularlos con el
conocimiento científico, generar la duda, poner en evidencia contradicciones,
aportar variables de análisis – sistema económico, modos de producción,
organización y distribución, propiedades de los recursos naturales- alentando la
elaboración de propuestas participativas alternativas en el manejo sostenible
del medio ambiente.
Apuntamos a la Educación
Ambiental en todos los niveles de la educación formal y en la educación informal
para producir los cambios que permitan mejorar la calidad de vida con equidad
social.
Tomamos el caso de la
actividad petrolera de la provincia del Neuquén dada la importancia de la misma
en la economía provincial y por la particular impronta que deja en el espacio
geográfico abordándolo desde las dimensiones sociales, económicas, políticas y
ecológicas.
Introducción
Hoy los educadores, seamos conscientes o no de ello, nos encontramos
ante la disyuntiva de seguir formando personas funcionales a este sistema que
degrada sus condiciones de vida, e invalida sus posibilidades de futuro o formar
ciudadanos sociales que analicen la compleja realidad en la que vivimos, puedan
buscar explicaciones científicas a los hechos y fenómenos que la determinan y -
partiendo de principios éticos de equidad, igualdad, solidaridad-, puedan
diseñar estrategias de solución, sabiendo que desde la participación colectiva
es posible cambiar la realidad.
Hace un tiempo comenzamos a trabajar sobre un tema que nos
preocupaba sobremanera: nuestra
realidad compleja, signada por el sistema capitalista hiperglobalizado, que
prioriza la maximización de la ganancia por encima del bien común, con una
racionalidad que excluye a gran parte de la sociedad, que atenta contra la
supervivencia de los grupos más vulnerables, haciendo menos viable la
conservación del medio ambiente y el tan mentado “desarrollo social” al que
apelan desde lo discursivo como fin último de la implementación de estas
políticas.
Esta realidad puede ser transformada a partir de la participación
responsable de la ciudadanía. Y al hablar de participación responsable nos
referimos tanto a la necesidad de optimizar y crear los mecanismos de
participación democrática real, que permita a la sociedad decidir sobre los
problemas nodales de la vida comunitaria, como a la información completa,
compleja y sólida con que debe contar para hacer posibles los debates que
llevarán a esas decisiones.
Como educadores, consideramos significativo partir de la realidad
concreta o entorno inmediato, de los grupos a los que va destinada la educación
para detectar en ella los problemas más relevantes. Todo grupo humano desarrolla
una actividad productiva para su subsistencia y toda actividad productiva
involucra de algún modo modificaciones en al medio ambiente -recursos naturales
renovables, no renovables, perpetuos y potenciales-. En este sentido, quizás
pecando de una simplicidad extrema, podemos establecer dos líneas diferenciadas:
una que se corresponde con la racionalidad hegemónica, depredadora del medio y
otra que tendremos que ir construyendo a partir de la definición de lo
sustantivo: valores y fines que reorienten la vida social, sobre preceptos
básicos de equidad, diversidad, democracia y justicia.
Los docentes somos trabajadores sociales en una comunidad particular, en
ella encontramos diversidad de
conocimientos y saberes respecto de las formas de producción y su relación con
el medio ambiente que subyace en las acciones que realiza. Nuestro trabajo será
entonces vincular el conocimiento científico con estos saberes prácticos:
propiciando que se expliciten, sistematicen, encontrando las contradicciones
entre ellos y lo que sucede,
intervenir pedagógicamente provocando la duda, aportando variables de análisis -
el sistema económico, los modos de producción, organización y distribución,
propiedades de los recursos naturales- alentando formas participativas de manejo
sostenible del medio ambiente.
Nosotros sostenemos que la educación ambiental es absolutamente
necesaria para producir un cambio que permita mejorar la calidad de vida con
equidad social. Los programas de educación ambiental a menudo identifican el
cambio de actitudes individuales como su meta final. Pero esto es apenas el
comienzo de un mejor manejo de los recursos naturales. Las nuevas actitudes debe
conducir a nuevas formas de comportamiento social.
En definitiva, el desafío de la educación ambiental es promover una
nueva relación de la sociedad humana con su entorno, a fin de procurar a las
generaciones actuales y futuras un desarrollo personal y colectivo más justo,
equitativo, sustentable ecológicamente y sostenible en el tiempo. Podemos decir
que la educación ambiental (formal y no formal) es por sobre todas las cosas una
educación que implica reflexión para la acción, desde un análisis global e
interdisciplinar, facilitando así un mejor conocimiento de los procesos
ecológicos, económicos, sociales y culturales.
La educación ambiental debe fomentar el cambio social a partir del
desarrollo de valores, actitudes, habilidades, construcción de nuevos
conocimientos para asumir una responsabilidad ambiental.
Viejos conceptos, nuevos
pensamientos
Si
sustentamos la idea de que la Educación Ambiental (EA) implica un análisis
explicativo de los problemas que vive la sociedad y una búsqueda de alternativas
de solución, entonces enfocaremos los problemas medioambientales desde
perspectivas éticas, sociales, culturales, económicas y ecológicas. Para lo cual
es necesario que los docentes conozcan a priori algunas cuestiones teóricas.
Consideramos especialmente relevante los conceptos de desarrollo, desarrollo sustentable,
recursos naturales, Educación Ambiental. Con respecto al primero, se hace
necesario diferenciarlo del concepto de crecimiento, el cual alude a variables
macreoeconómicas. Desde esta teoría, se sostuvo que teniendo un crecimiento
continuo del PBI los países llegarían al desarrollo económico, logro que, a
todas luces, no se produjo. El término crecimiento también se utiliza para
referirse a lo demográfico o a lo personal por el cual el individuo alcanza el
máximo despliegue de sus potencialidades. Nosotros nos referimos al desarrollo , diferenciándolo del
crecimiento, en los términos que hace más de tres décadas, dos renombrados
académicos franceses L. J. Lebret y F. Perroux promovieron una concepción
diferente, planteando "que sólo se puede hablar de desarrollo si se satisfacen
las necesidades fundamentales de la sociedad, incluyendo la educación,
necesidades culturales, espirituales, etc." Es decir, se referían al desarrollo
incluyendo a todos los hombres en todas sus dimensiones (citado en Casabianca,
F.; 1992).
Con respecto al término desarrollo sustentable, lo asociamos al
proceso de mejoramiento sostenido y equitativo de la calidad de vida de las
personas, fundado en medidas apropiadas de conservación y protección del medio
ambiente, de manera de no comprometer las expectativas de las generaciones
futuras. El concepto de "desarrollo sustentable" fue utilizado por primera vez
por la Comisión Brundtland definiéndolo básicamente como aquel que satisface la
necesidad de la generación presente sin comprometer la capacidad de las
generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades. La discusión sobre
la sustentabilidad es profusa: ¿Es un concepto? ¿Un paradigma? ¿Una utopía?
¿Quién y bajo qué criterios define las necesidades? ¿Es legítimo pensar
transgeneracionalmente cuando no hemos sido capaces de resolver los problemas de
nuestras propias generaciones? En términos simples, el concepto se refiere a un
proceso de construcción de un estilo de desarrollo que ponga el énfasis en la
importancia de satisfacer los requerimientos de las generaciones actuales -sobre
todo los que menos tienen- sin comprometer el equilibrio de los recursos. Bajo
esta visión, la variable económica -con sus indicadores de PIB, reservas,
etc.-, se complementa necesariamente con otras dos variables: la variable ambiental en la que los
indicadores se refieren al estado de los recursos y la variable de equidad en la que se
destacan indicadores de calidad de vida
Con respecto a las premisas teóricas que de alguna manera fundamentan
este trabajo queremos destacar que si bien diversos especialistas mencionan
cuatro dimensiones del desarrollo sustentable: socieconómica, institucional y
política, productivo-tecnológica, y ecológica, en este trabajo, proponemos como
pilares para el desarrollo sustentable, la conjunción de cuatro esferas: la
ecológica, la social, la económica y la política.
Ø
La dimensión ecológica implica preservar y
potenciar la diversidad de los ecosistemas para la supervivencia física y
cultural de los ciudadanos y de los sectores excluidos del mundo.
Ø
La dimensión social está referida al
acceso igualitario de los bienes ambientales que al incorporar la noción de
sustentabilidad lo hace en términos intrageneracionales e
intergeneracionales.
Ø
La dimensión económica exige redefinir la actividad económica
de acuerdo con las necesidades materiales e inmateriales, basadas o adaptadas a
las características de los ecosistemas para usarlos de manera
sustentable.
Ø
La dimensión política hace referencia a la
participación directa de las personas en la toma de decisiones, en la definición
de su futuro colectivo y en la gestión de los bienes ambientales.
Al abordar la EA estaremos analizando la existencia, valoración, uso y
apropiación de los recursos naturales por parte de los diferentes grupos
sociales. Desde la industrialización a la actualidad, la progresiva degradación
de las condiciones ambientales ha provocado la presente crisis ecológica que
incluye el deterioro de los recursos. Llamaremos recursos naturales a los componentes
del medio ambiente susceptibles de ser utilizados por el ser humano para la
satisfacción de sus necesidades o intereses espirituales, culturales, sociales y
económicos.
Indudablemente, la relación entre estos conceptos: desarrollo,
desarrollo sustentable y recursos naturales es muy íntima y debe ser manejada
por todos los educadores. La Convención de Río, en 1992, al referirse a sustentabilidad, incluyó tres objetivos
básicos a cumplir. Por un lado, el ecológico; que representa el estado natural
(físico) de los ecosistemas y los recursos naturales que los conforman, los que
no deben ser degradados sino mantener sus características principales,
esenciales para su supervivencia a largo plazo. El objetivo económico, mediante
el cual debe promoverse una economía productiva auxiliada por el “saber hacer”
de la infraestructura moderna, la que debe proporcionar los ingresos suficientes
para garantizar la continuidad en el manejo sostenible de los recursos. Por
último, el objetivo social, propone que los beneficios y costos sean
distribuidos equitativamente entre los distintos grupos, eliminando -o al menos
minimizando- las diferencias sociales.
Otra premisa teórica que sostenemos es que la educación ambiental para el desarrollo
sustentable debe formar parte de todos los ciclos escolares - incluida la
educación primaria, pero fundamentalmente en los niveles medio y superior- y de
todos los ámbitos: culturales,
económicos, sociales. ya que debe
entenderse como un proceso de construcción y socialización en la vida y de
articulación de acciones capaces de transformar las condiciones ambientales
adversas. En este aspecto, estamos convencidos que lo antes dicho no se limita a la incorporación de
algunas asignaturas en los planes de estudio, sino que la sustentabilidad debe
funcionar como un eje formativo, un eje transversal de todos los planes de
estudio.
Dentro de esta premisa teórica, hay que destacar que a la educación
ambiental para el desarrollo sustentable le urge propiciar el reconocimiento y
aprecio del territorio donde se vive, plantear estrategias que tenga como
finalidad la reducción de las desigualdades sociales; ya que esta educación no
debe dejar de cuestionar los sistemas de producción, distribución y consumo
existentes en el mundo, pues la dinámica económica es también la fuente de
numerosos problemas ambientales. En definitiva, la educación no debe agotarse en
la preservación de la naturaleza, sino también servir de guía para generar y
fortalecer las diversas formas de aprovechamiento y la reapropiación del
patrimonio cultural y natural
Por último queremos destacar la profusa divulgación mediática de los
problemas ambientales, altamente “contaminada” por los intereses de los grupos
de poder hegemónicos, nos ha ido acostumbrando a aceptarlos, a vivir con
aquellos cotidianamente, en una suerte de resignación que muchas veces invade al conjunto de la sociedad.
Pareciera entonces que las únicas acciones posibles a favor del medio ambiente
son los eventos de denuncia puntual, muchas veces caricaturescos, de algunos
grupos. Se anula así la posibilidad de transformación real, de análisis global,
de propuestas colectivas y ejecución de verdaderos cambios.
Tras los pasos del fenómeno
ambiental
La idea básica que nos lleva a promover en los alumnos una conciencia
ambiental es que se vean a sí mismos como parte integrante de la naturaleza.
Desde este enfoque ya no basta que se utilice a la naturaleza como instrumento,
como recurso didáctico, fuente de conocimiento y de formación para todos, sino
que nos hacemos responsables, como seres históricos, de lo que estamos haciendo
y de la herencia dejada a la generación futura, porque aprendemos y enseñamos
acerca de la finitud de los recursos y en relación a ello, la búsqueda de la más
justa y solidaria redistribución de los mismos.
Actualmente coexisten dos tendencias en EA: educar para la naturaleza y educar para el
medio ambiente. La primera se centra en conocer las leyes que rigen el
funcionamiento de los fenómenos naturales, como si la naturaleza fuera una
cuestión externa al ser humano y sobre la cual poca intervención podemos tener.
En cambio “educar para el medio ambiente” supone que la naturaleza deja de ser sólo un medio para
satisfacer las necesidades humanas y se transforma en “ambiente del hombre;
aquello en que está inserto y le
permite vivir, aquello que
condiciona la existencia misma de la humanidad, incluso su supervivencia.
Este ambiente tiene en sí mismo reglas, presenta un funcionamiento sistémico,
una exigencia y es, en definitiva, el espacio de acción-reacción en el que los
hombres pueden avanzar”.
Dentro de la EA hay aún concepciones conservacionistas que promueven la
intangibilidad del medio, sostienen que cualquier intervención sobre él lo
desequilibraría. Se deja fuera del análisis las dimensiones económicas y
sociales ya que no se resuelve desde esta perspectiva, en el aquí y ahora, las
necesidades de subsistencia de las sociedades.
La otra concepción de EA –holística, integrada- promueve la valoración y
uso del medio sustentable ecológicamente y sostenible en el tiempo. Desde este
posicionamiento, la EA no es una asignatura más en un currículo compartimentado
y académico, sino que su abordaje es interdisciplinar, tendiendo a las
transdisciplinariedad, que amplía la concepción del medio ambiente como un medio
natural, social y económico, y logre, en situación de acción y participación,
poner en contacto los problemas ambientales con el sistema económico y
político.
Antecedentes:
Ø
Creación del Programa MAB 1971
Ø
Conferencia ONU sobre Medio Ambiente Humano.
Estocolmo 1972, recomendaciones 96, principio 19
Ø
Coloquio de Aix-En-Provence, 1972, propuesta
de definición de Medio Ambiente
Ø
Creación Programa Ambiental PNUMA, ONU,
1974
Ø
Creación Programa Internacional EA, PIEA,
1975
Evolución y
desarrollo:
Ø
Seminario de Belgrado, 1975, Carta de
Belgrado
Ø
Conferencia de Tbilisi, 1977, Principios y
directrices de la EA
Ø
Congreso de Moscú, 1987, Plan de Actuación
década 1990
Ø
Conferencia de Río de Janeiro, Medio ambiente
y Desarrollo, ONU, 1992
Todas las recomendaciones y principios desde la Conferencia de Naciones
Unidas sobre el Medio Humano (Estocolmo, 1972), la Primera Conferencia
Intergubernamental de EA de Tbilisi (Georgia, ex U.R.S.S.), el Congreso de Moscú
(1987), la Cumbre de la Tierra (Río de Janeiro, 1992) y las experiencias de las
ONGs son trascendentales para la EA
que, de una vaga aspiración, pasa a
convertirse en un cuerpo teórico sólido, con estrategias rigurosas y de carácter
institucional.
En el marco de la Conferencia de Río de Janeiro, se desarrollaron
seminarios paralelos promovidos por la ONGs. Uno de ellos, el Global Forum,
resalta la importancia de la EA y en sus documentos afirma que la misma: “es un
proceso de aprendizaje permanente, basado en el respeto a todas las formas de
vida...tal educación afirma valores y acciones que contribuyen a la
transformación humana y social y a la preservación ecológica. Ella estimula la
formación de sociedades socialmente justas y ecológicamente equilibradas, que
conserven entre sí una relación de interdependencia y diversidad”.
Con esta definición podemos presentar a la Educación como un acto político, basado en valores
para la transformación social, que no es neutra sino ideológica, que incorpora métodos y contenidos para
trabajar conflictos e integrar conocimientos, valores y acciones que
transformen, consoliden y difundan la idea de desarrollo sostenible ligado a la
EA. La podemos situar también en las corrientes de la Educación popular ya que
va más allá de la Educación formal e institucional para dirigirse a toda la
población.
Desde este enfoque proponemos una enseñanza viva y activa orientada al
entorno, buscando alternativas a las situación actual no sólo con los docentes y
alumnos sino con todos los ciudadanos y todas las organizaciones relacionadas
con la preservación y correcta
utilización de los recursos y justa redistribución de los bienes
ambientales.
Podemos además complementar la definición de la EA con el aporte de
Enrique Leff “la Educación ambiental implica un proceso de conscientización
sobre los procesos socioambientales emergentes, que movilizan la participación
ciudadana en la toma de decisiones, junto con la transformación de los métodos
de investigación y formación desde una mirada holística y enfoques
interdisciplinarios”.
Desde esta perspectiva estamos educando tanto para el conocimiento del medio
ambiente –este ecosistema frágil que tiene sus propias exigencias y que es
necesario respetar – como para la participación ciudadana organizada y
responsable que permita evitar la destrucción del patrimonio natural y cultural;
y mejore las condiciones de vida para todos a partir de una mayor justicia en la
distribución de la riqueza.
Un conocimiento del medio ambiente de tales características implica tener
una perspectiva interdisciplinaria
que propicie una toma de conciencia de los problemas ambientales locales y de la
diversidad y particularidad de su región. Se trata de abrir la escuela a la
vida, al entorno, gran potencial de información que hay que interpretar,
planteando problemas y buscando soluciones con una visión holística de la
realidad estudiada desde muy diversos puntos de vista.
Una educación para la participación requiere de programas y proyectos
colectivos de la EA que promuevan la realización de acciones con las que podemos
contribuir a mejorar la calidad ambiental, cumpliéndose uno de sus principios
básicos: comprender globalmente y actuar localmente.
Los problemas ambientales se dan en un contexto concreto y es en ese
ámbito, donde adquiere sentido el análisis y la propuesta de diferentes
alternativas de solución. Debemos trabajar contextualizando, definiendo
problemas y soluciones dentro de parámetros espacio-temporales. Es así que se
requiere trabajo de campo, el contacto con el entorno desde un enfoque sistémico
para facilitar la toma de decisiones. Trabajar con problemas, necesariamente,
implica trabajar con contradicciones. Por un lado todas aquellas que se expresan
en la realidad: puja de intereses de grupos y de individuos, vulneración de
derechos humanos fundamentales, contaminación del ambiente, entre otras. Pero
también van a surgir contradicciones entre el propio conocimiento y lo real: el
conocimiento a veces es insuficiente o carece de validez a la hora de explicar
los fenómenos que se dan en el medio.
Desde la EA se analizan las problemáticas ambientales intentando
desarrollar actitudes y aptitudes
para superar la creencia que los problemas ambientales son generados por
elementos ajenos a los ciudadanos y que por lo tanto su solución debe proceder
de las instituciones en las que la educación no participa, lo que provoca una
sensación de inmovilismo ante las dificultades para su resolución. Hay
problemáticas cuya resolución excede las posibilidades de una comunidad –ya sea
por la tecnología requerida o por las decisiones políticas que implica- sin
embargo, siempre es posible actuar en la certeza de que los cambios son
realizables. A veces la acción se orientará a, una vez analizada la situación,
elaborar propuestas; otras veces podrá organizarse la denuncia, y otras será
posible articular con otras organizaciones e instituciones comunitarias el
boicot.
Los proyectos educativos de las escuelas que incorporan la EA como eje
transversal implican una nueva visión pedagógica ya que , como hemos dicho
anteriormente, no basta enseñar “desde la naturaleza” sino “educar para el medio
ambiente”, porque se propone presentar y aprender a accionar en el entorno, no
sólo conocerlo. Esta nueva visión incluye desde innovaciones conceptuales,
metodológicas y actitudinales como así también estructurales y organizativas,
porque la base fundamental es la experiencia vital, los hechos y conceptos
experimentados e integrados, además de comprendidos. Abrir la escuela al
entorno, sin mensajes acabados del
saber dado, sino el planteo de problemas y búsquedas de soluciones con una
visión holística de la realidad en la que interactuamos, estudiada desde muy
distintos puntos de vista.
En lo metodológico, “ la E.A. lucha contra el academicismo rigorista y
la enseñanza libresca y propone una enseñanza viva y activa orientada al
entorno, pero no desea caer en el activismo ni en la «entornitis», hipertrofia
de ambas innovaciones; denuncia la degradación del medio, pero quiere evitar el
catastrofismo y lo que algunos han llamado «ecopesimismo», buscando alternativas
a la situación actual. Debe obviar también el reduccionismo explicativo o la
adscripción dogmática y acrítica a determinados planteamientos”.
Es necesario advertir que muchas veces, desde las escuelas, se promueven
campañas de reforestación, clasificación de residuos, reciclados de diferentes
materiales que no implica una transformación como las que venimos proponiendo.
No descalificamos ni desalentamos estas actividades ya que pueden contribuir a
una mayor conciencia ambiental, a profundizar el sentido de pertenencia a un
barrio, a un ámbito público y también ayudar a valorar la importancia de la
acción cooperativa y solidaria, a descubrir la alegría del encuentro con el otro
a partir del trabajo compartido; pero es necesario ser absolutamente conscientes
de que esto no resuelve los problemas ambientales presentes ni se proyecta una
solución a futuro ya que la misma implica decisiones que, si bien pueden ser
alentadas desde la escuela, se toman en otros ámbitos de poder que la
excede.
Cada grupo social puede poner a prueba las nuevas posibilidades de
cambio sabiendo que es en su entorno
donde debe hacerlo, consustanciado con un pensamiento global y una acción
local. Todo ello debe hacerse desde una perspectiva planetaria, en el
reconocimiento de que los problemas ambientales son cuestiones que afectan al
conjunto de la humanidad y de la biosfera. Sería simplista y anacrónico estudiar
un recorte social sin vinculación con otros ya que si es propósito educativo
entender el mundo en que vivimos, sentirnos partícipes de los procesos que en él
se dan y proyectar transformaciones, es necesario que se facilite desde la
escuela la consideración de pensar grupos y sociedades integradas a partir de
múltiples relaciones en el marco de espacios más o menos vastos, según los
diferentes contextos de análisis: local, regional, provincial, nacional e
internacional.
Neuquén: petróleo y problemas
ambientales
Siguiendo
con los lineamientos teóricos desarrollados, a continuación expondremos un caso
de estudio centrado en la actividad hidrocarburífera. Hemos escogido este tema
por varias razones: En primer lugar, la importancia de la explotación de
petróleo y gas para la economía de la provincia del Neuquén y la
particular impronta que deja en el espacio geográfico neuquino. En segundo
término, por las disímiles percepciones que los distintos actores sociales
tienen sobre dicha actividad, muchas veces fundada, pero otras como parte de un
floklore local muy arraigado en ciertos sectores de la sociedad. Por último, por
su indudable vínculo con el medio ambiente, a partir de su naturaleza
extractiva, basada en un recurso natural no renovable.
El tema
será abordado sistémicamente desde las cuatro esferas que actúan como pilares
para el desarrollo sustentable, es decir, desde la conjunción de las dimensiones
social, económica, política y ecológica.
Entendemos
que el docente, para propiciar un aprendizaje significativo sobre esta temática,
a partir de los conocimientos previos que los alumnos poseen, debe dominar:
1.
la actividad petrolera y tópicos técnicos básicos
2.
la actividad petrolera y el circuito económico provincial
3.
la actividad petrolera y las relaciones sociales y políticas
4.
la actividad petrolera y las modificaciones en el ambiente
5.
la actividad petrolera y la legislación vigente
En definitiva, a partir de
las consideraciones económicas, sociales, políticas y legislativas antes
mencionadas, se ubica a la actividad dentro del contexto provincial, para luego
referirnos a los impactos ambientales relacionados, la situación actual y las
medidas que se han tomado, están implementándose o se podrían impulsar para
minimizar o anular estos cambios en el medio natural.
1. La actividad petrolera y los tópicos
técnicos básicos
Hay 11
cuencas sedimentarias en el país, de las cuales sólo 5 tienen acumulaciones de
hidrocarburos, siendo la neuquina la más importante. La cuenca Neuquina abarca
la provincia del Neuquén, parte oeste de Río Negro, sudoeste de La Pampa y sur
de Mendoza., y de su subsuelo se extrae el 50% del petróleo producido en todo el
país. El 75% de esta producción sale del territorio de Neuquén. Estos números se
acentúan cuando nos referimos al gas: la producción de los distintos reservorios
de la cuenca representa el 60% del total de gas extraído en Argentina, siendo
esta provincia el productor por
excelencia (94%).
Estas 5
cuencas son las que tienen mayores cargas sedimentarias y materia orgánica que
permitieron la generación de petróleo. El subsuelo neuquino está conformado por
una columna sedimentaria de 7000 a 7500 m. de espesor máximo, donde se alternan
depósitos marinos y continentales, con intercalaciones de eventos ígneos.
Cronológicamente, comprende desde rocas ígneas atribuidas tentativamente a los
términos más altos del Precámbrico hasta rocas sedimentarias correspondientes al
Cuaternario.
2. La actividad petrolera y circuito
económico provincial
Desde el punto de vista económico, algunos autores destacan dos tipos o
grados de incidencia de esta actividad en las finanzas provinciales:
consecuencias directa e indirectas. En las primeras, se ubica esencialmente a
las regalías energéticas, destacando que de cada 2 pesos que entran en las arcas
provinciales, 1 peso proviene de las regalías hidrocarburíferas. Cómo ejemplo,
en 1998 y 1999, en valores promedios el Estado neuquino percibió por este
concepto más de 300 millones de pesos anualmente, mientras que por
coparticipación federal de impuestos ingresaron 170 millones de pesos (hay que
aclarar que los estados productores de hidrocarburos nucleados en la
Ofephi, tienen un piso bajo en la coparticipación federal de impuestos, y
particularmente Neuquén está en los últimos lugares), y la recaudación propia
alcanzó los 150 millones por año.
Analizando
en detalle estos "ingresos energéticos", se encuentra la importancia del
petróleo: la producción de hidrocarburo líquido representó en esos años unos 200
a 250 millones, contra los 80 - 100 millones que recibió por la extracción de
gas y los 18 - 20 por la generación de hidroelectricidad.
Hay que
entender que se habla de valores promedios puesto que fluctúan de acuerdo a la
cotización del barril. Esto debe quedar muy claro tanto en el docente como en el
alumno, y se puede discutir y analizar un hecho reciente que dejó su impronta en
la provincia: la baja del precio del petróleo acaecida durante 1998. Ese año, el
presupuesto provincial se había calculado sobre la base del precio promedio
durante el año 1997, aproximadamente 20 dólares el barril. En ese año, se
produjeron descensos, y a los
16 dólares por barril, las pérdidas se estimaban en 69 millones de dólares para
el presupuesto 1998, en comparación con las cifras con que arrancó el cálculo.
Al llegar al piso de 12 dólares por barril, las pérdidas llegaron a unos 89
millones de dólares. Cómo resultado, se llegó a un marcado recorte de gastos,
sometiendo a la economía provincial a un achique "preventivo" que se cristalizó
en gastos de funcionamiento y en el recorte de "bienes de consumo interno",
pasando por la paralización de la obra pública, postergación de pagos a
proveedores del Estado e incluso restricciones en la masa salarial, menores
inversiones en el interior de la provincia, etc..
Ya
dentro de las llamadas consecuencias indirectas, podemos citar a un conjunto de
situaciones (con mayor o menor grado de vinculación con la actividad petrolera),
como son el gran número de actividades satélites que genera; las migraciones de
mano de obra calificada y no calificada, tanto de carácter permanentes como
temporarias, los sueldos relativamente altos de un sector de la población (el
directa e indirectamente involucrado), que a su vez genera la necesidad y
demanda de servicios inmobiliarios en consonancia, el establecimiento y
desarrollo de servicios acordes (financieros, confort, salud, educación,
entretenimientos, etc.). Esta diferenciación de los ingresos no está determinada
por la actividad petrolera en si sino por el sistema económico capitalista
basado en la inequidad de la distribución de la riqueza.
Independientemente
de que se trate de consecuencias económicas directas o indirectas traen
aparejados una constante creación, modificación y ordenamiento del espacio, que
presenta características distintivas y particulares. Montagna destaca que
"...se encuentran frecuentemente ciudades o centros caracterizados por un
crecimiento en forma exponencial en un corto período de tiempo (Plaza Huincul,
Cutral Co, Rincón de los Sauces, etc.), con muy poca o nula planificación,
distribuciones de la renta totalmente desiguales, y manifiestas
desigualdades sociales entre los agentes directamente involucrados en el proceso
productivo (exploración, explotación, refinamiento, transporte y
comercialización), y aquellos que participan tangencialmente de la misma. Estos
centros, agotada la actividad o al
menos su apogeo económico, muestran un marcado deterioro del espacio, así como
un abrupto corte en la reinversión. Este proceso es cíclico y extremadamente
dinámico".
3. La actividad petrolera y la relaciones
sociales y políticas
Coincidimos
con Milton Santos cuando propone
estudiar, planificar y organizar el espacio a partir de las relaciones socio -
económicas que se desarrollan en él: identificando los grupos dominantes y
dominados; las actividades económicas que se llevan a cabo -entre dominante,
motoras, estratégicas y derivadas-, y la forma en que se procede en la
participación y apropiación de la plusvalía en las distintas fases del circuito;
y las pautas culturales de los actores y agentes sociales
intervinientes.
Tomando
esta postura y asociándola a todo lo expuesto hasta este momento, podemos dar
ejemplos en los que resulta evidente que la actividad petrolera modifica el
espacio, mediante distintos tipos de procesos: destrucción de espacio -Cutral Co - Plaza
Huincul-, creación de espacio –Añelo-, reorganización del existente -Neuquén
capital-. En todos estos casos tenemos la triada propuesta por M. Santos, aunque
hay eventos donde una de las condiciones toma una importancia relativa mayor al
resto.
Así en
estos momentos, las pautas culturales dominan relativamente en el caso de Cutral
Co - Plaza Huincul; las relaciones socio - económicas desarrolladas (a partir de
una redefinición de grupos dominantes cada vez más minoritarios y grupos
dominados mayoritarios), son las que entendemos más influyen en la
reorganización espacial en Neuquén Capital; y la participación y apropiación de
la plusvalía de los distintos agentes en las distintas fases del circuito y la
forma en que lo reinvierten están gobernando la particular transformación
espacial que está sufriendo Rincón de los Sauces.
De esta
forma podemos finalizar remarcando que el espacio neuquino si bien no está
solamente influenciado por la actividad petrolera, ésta deja una impronta muy
profunda y fácilmente identificable.
4. La actividad petrolera y las
modificaciones en el ambiente
En la
actividad petrolera se pueden diferenciar cinco etapas: exploración, explotación, producción, refinación y
comercialización. Indudablemente, son las tres primeras fases, y
fundamentalmente las de explotación - producción, las que tienen una vinculación
estrecha con el medio ambiente, debido a la perforación de pozos.Esto es así, puesto que una vez
ubicado el pozo se procede a realizar la locación. Previamente se realizan
varias obras culturales entre las que sobresalen las picadas sísmicas y los
caminos que, junto a las denominadas locaciones, dejan su impronta sobre el
territorio. Por lo general, estas "obras culturales" tienen asociadas un
movimiento de tierra, cuya magnitud estará relacionada al tamaño de esa obra, al
relieve de la zona y la compactación del suelo; y variará desde un extremo de
relativamente poca importancia en terrenos llanos y consistentes hasta otro
extremo de gran significación caracterizado por superficies desiguales y
friables.
A esto
hay que agregarle el efecto contaminante que tiene los fluidos involucrados: los
utilizados durante la perforación, aquellos usados durante la terminación y/o
reparación, y los procedentes de una primera etapa de producción.
En
definitiva, los recursos y factores afectados directamente por estas etapas de
la actividad son el suelo, el agua, la vegetación y el relieve. Indudablemente,
la utilización convencional (se define así a lo permitido por la legislación),
de los distintos tipos de fluidos (perforación, terminación, producción,
etc.), tiene un impacto directo sobre el suelo. En muchos casos también
influyen sobre las aguas subterráneas, aunque también hay un pequeño número de
ejemplos de incidencia sobre aguas superficiales. Los otros recursos afectados
son el relieve y la vegetación. El grado de deterioro del suelo y agua se mide a
través de una serie de parámetros, el pH, la conductividad eléctrica (EC), la
relación de adsorción de sodio (SAR), la capacidad de intercambio iónico (CEC),
y el porcentaje de sodio intercambiable.
Los
efectos más notorios de ambos -obras culturales y los fluidos- que se emplean,
son la pérdida de calidad del suelo, ya que puede afectar su estructura,
composición y textura. Estos a vez tienen influencia negativa sobre la flora y
microflora del suelo impactado, determinada por una disminución en el desarrollo
rizómico vegetal, menor disponibilidad de agua, escaso aprovechamiento de
nutrientes, y aún, deficiencias hormonales en las variedades vegetales. También
afectan el crecimiento bacterial. Un punto aparte es el de los metales pesados
que podrían incorporarse y acumularse en la cadena alimenticia o contaminar
aguas subterráneas si lixivian desde piletas, y afectar a organismos superiores,
incluso al ser humano.
5. La actividad petrolera y la legislación
vigente:
En la
Constitución Nacional , con la reforma del año 1994, se incorporó el art. 41 que
trata de conceptos de calidad ambiental, en el que se expresa que “todos los
habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el
desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las
necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras...”
En la
provincia se cuenta con la Ley Provincial de Protección del Medio Ambiente
sancionada en 1990. La misma “... tiene como objetivo la prevención y control de
factores, actividades o componentes del medio que ocasionan o puedan ocasionar
degradación al ambiente, a la vida del hombre y demás seres vivos”
Además,
debemos saber que actualmente la gran mayoría de las compañías petroleras hacen
estudios de impactos ambientales previos a cualquier tipo de actividad -de
exploración, explotación y producción-. Otra situación digna de conocer es el
advenimiento de las normas ISO, serie 14.000. estas normas regulan que
determinadas actividades productivas -en este caso la petrolera- se logren bajo
ciertos lineamientos de cuidado ambiental –por ejemplo, el adecuado tratamiento
de los fluidos, mínimo impacto sobre el relieve, estudios de impacto ambiental
que prevean las consecuencias sobre el medio, los posibles accidentes y orientan
el desarrollo de la actividad sugiriendo medidas preventivas.
Reconstrucción, dudas y esperanza
Como un
hecho que se repite indefectiblemente en toda sociedad dependiente de una
determinada actividad productiva, es sumamente común que se empiecen a tejer una
serie de apreciaciones y conceptos que, con el tiempo y la transmisión social,
se tornan verdaderos "paradigmas culturales": creencias, autoconvencimientos
individuales y colectivos, imágenes y experiencias que van conformando
afirmaciones que se dan por ciertas respecto a una determinada actividad, sus
beneficios y perjuicios.
Los
alumnos, por lo general, traen muchas o algunas de estas percepciones, basadas
en los trabajos de grupos ecologistas, arengas de los actores políticos,
disertaciones de los "formadores de opinión", mensajes de los medios de
comunicación y la ideología predominante en el ámbito de procedencia del
alumno.
De esta
forma, es muy común aseveraciones de muchos de los alumnos como ser: que toda la actividad petrolera
contamina, que las empresas ocultan y enmascaran verdaderos desastres ecológicos
en complicidad con los gobiernos de turno, que compran los medios de
comunicación para asegurarse el silencio mediático, o del tipo: que la actividad
petrolera es “limpia”, que es la única posibilidad de desarrollo de la región,
que sin los beneficios económicos que reporta la actividad petrolera sería
imposible el mantenimiento del estado provincial, que la empresa petrolera
privada garantiza eficiencia, rentabilidad y cuidado del medio ambiente en
contraposición a empresas petroleras estatales..
Algunas
de estas aseveraciones son comprobables. Pero si queremos revertir el proceso de
contaminación que la actividad petrolera genera, es necesario poder fundamentar
con datos fidedignos, de diversas fuentes, que aborden los distintos aspectos
–económico, ecológico, social y político- comprometidos en la actividad.
Actuar en lo cotidiano mirando a lo
lejos
Ahora
bien ¿cómo hacemos para trabajar este tema con nuestros alumnos? ¿Qué
estrategias utilizamos para, por un lado, mostrar la importancia de la
actividad, pero por otra parte, dejar en claro la necesidad de una gestión
ambiental adecuada, fiscalizada por la sociedad toda? ¿Cómo mostramos la
relación entre la actividad hidrocarburífera, el poder político y el medio
ambiente?
Vamos a
proponer un trabajo conjunto que permitan poner en tensión los conocimientos
previos que los alumnos traigan de su entorno con los contenidos antes
mencionados, tratando de lograr un aprendizaje significativo que redunde en un
conocimiento válido para todos los actores de la comunidad educativa. Este
proceso de análisis, confrontación, rectificación, ratificación,
construcción de nuevos
conocimientos partirá del abordaje de una problemática ambiental concreta,
relevante para el grupo con el que se trabaja, que sea susceptible de ser
explicado desde las cuatro dimensiones y que cuyas conclusiones permitan
delinear acciones de verdadera transformación
Consideraciones finales
La Educación Ambiental – EA - desde esta
perspectiva nos permite trabajar con conflictos, aptitudes, valores y acciones
para transformar hábitos y conductas ambientales inadecuadas porque debe tratar
las cuestiones globales en un contexto social e histórico, analizando sus causas
e interrelaciones en una perspectiva sistémica, comprometida con la realidad,
local y planetaria. Es una educación para el cambio, abierta más allá de lo
formal, como enseñanza viva y activa.
En lo metodológico, la EA nos propone una
enseñanza orientada al entorno pero sin caer en ese “activismo ecológico” ni en
la “entornitis, hipertrofia de la innovación educativa”.
Existen múltiples ejemplos en las escuelas de estas actividades, a veces
desenfrenadas, con la participación en campañas de recolección de papeles,
limpieza de las bardas, reforestaciones de todo tipo que se realizan de forma
más o menos irregular y sin mayor conciencia para determinar cuál es el efecto
de su acción, sin discusión previa o con un reduccionismo explicativo y
acrítico, con la idea de que más vale algo que nada, cuantificando el efecto
final en 3 km de bardas limpias, 100 árboles plantados que sólo satisfacen los
requerimientos de las instituciones escolares, municipales o fundaciones. La EA
, en cambio, se basa en aspectos fundamentales como población, derechos humanos
democracia, hambre, nudo de los problemas del desarrollo sustentable
Centrándonos
ahora en el ámbito escolar, el objetivo de la E.A. se concreta en prácticas de
aprendizaje que permitan comprender las relaciones de los seres humanos con el
medio, la dinámica y consecuencias de esta interacción, promoviendo la
participación activa en la búsqueda de soluciones a los problemas planteados,
necesidad de cambiar el accionar en el entorno, indagar la génesis de los
problemas ambientales: observar, reflexionar, investigar, accionar. Otra idea
básica fundada en la finitud de los recursos, búsqueda de una más justa
redistribución y de la solidaridad, con acciones y soluciones que se resuelvan
con una mentalidad planetaria y con métodos activos y participativos, a partir
de los cuales la escuela se abre al entorno para interpretar la información,
plantear problemas y buscar soluciones en trabajo de campo, por proyectos -con
técnicas de la investigación- acción-, buscando facilitar la toma de decisiones.
Sobre
la base de todo lo que hemos expuesto, deberíamos esperar el análisis de
nuestros alumnos del significado que estas acciones -en caso de concretarse-,
tendrán para el espacio geográfico donde se desarrollen. A partir de este
análisis, deberíamos propiciar la confección, dentro del proceso de enseñanza -
aprendizaje, de un programa de gestión ambiental que priorice el desarrollo
sustentable.
Esta
planificación ambiental debe basarse en la participación social, lo cual
requiere alimentarse de un sano y notorio ejercicio del derecho a la
información. Las diversas tecnologías de la información al alcance deben
utilizarse con este propósito.
Sin
embargo, estamos convencidos que la sustentabilidad económica y del desarrollo
no se van a lograr con abstracciones y lugares comunes, sino mediante la
investigación sobre, en y para el ambiente. Es esta la forma en que la Educación
Ambiental para la sustentabilidad se transforme en un proceso de participación,
con poder legal y corresponsabilidad social en el mejoramiento de la calidad de
vida.
La EA
desde esta perspectiva nos propone trabajar con problemas ambientales que
inciden en nuestra vida cotidiana, abordándolos a partir de un análisis
sistémico que permita vincular lo local con lo global en el contexto social e
histórico en que se producen.
Porque
ante cada cuestión medioambiental que propongamos para trabajar con los alumnos,
el propósito central será imaginar e ir construyendo un futuro en el cual se
articule el derecho a vivir en un ambiente sano con el derecho a una vida digna.
Entraremos entonces no sólo en la esfera de la actividad económica con gestión
ambiental sino, fundamentalmente, en los modos de organización de la economía:
los fines que requiere el sistema, los intereses que defiende, la concepción
filosófica que lo sustenta.
El
reordenamiento colectivo de la escala de valores nos permitirá ir construyendo
un sistema en el que lo social y lo económico se organicen con criterios de
participación, en el que la organización del trabajo, de las ciudades, del
ambiente se articulen con la dimensión humana atendiendo a las necesidades
materiales, sociales y espirituales de todos.
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