NCeHu
1376/04
El conflicto en Chechenia
La guerra por
el petróleo
Lisandro
Otero
Los
últimos episodios de la guerra entre Chechenia y Rusia amenazan con
desestabilizar al régimen de Vladimir Putin. En un lapso de pocas horas los
terroristas han derribado dos aviones con un saldo de un centenar de víctimas,
han hecho estallar un explosivo en el metro de Moscú con otra decena de muertes
y cincuenta heridos, y ahora han procedido a secuestrar una escuela en Beslan,
Osetia del norte, el día del inicio de clases con cuatrocientos niños, padres y
maestros dentro.
Los secuestradores reclaman el
retiro total de las tropas rusas de Chechenia y la liberación de prisioneros.
Putin interrumpió sus vacaciones en Sochi y regresó precipitadamente a Moscú
para reunirse con su gabinete de seguridad. El Ministro de Defensa Serguei
Ivanov declaró que esto equivale a una declaración de guerra. Declaración
ingenua pues el estado de guerra existe entre el estado ruso y el pueblo
chechenio desde hace bastante tiempo.
Los chechenios han demostrado
que actúan de manera brutal, inescrupulosa y sanguinaria. No respetan a los
civiles, quienes nada tienen que ver con su conflicto. Esta acción repugnante de
tomar como rehenes a niños inocentes tendrá vastas repercusiones negativas
contra su movimiento. Actúan como si se tratase de un odio racial, de una
siniestra venganza étnico-social contra el pueblo ruso, que no es responsable de
las acciones de sus dirigentes. Estos hechos terroristas coinciden con la farsa
electoral efectuada el pasado domingo en Chechenia, donde fue impuesto un ex
policía como nuevo jefe de estado. El presidente anterior Kadyrov, también
pro-ruso, fue volado en un acto público junto a veinte miembros de su gabinete.
En 1995 los chechenios
secuestraron un hospital en Budyonnovsk con dos mil personas dentro. Fueron
sitiados durante seis días y el rescate por la policía costó la vida a un
centenar de personas. En 2002 irrumpieron en un teatro de Moscú y mantuvieron
como rehenes a 700 espectadores durante 57 horas. El ataque de la policía
liquidó a los 41 terroristas, pero también a 129 raptados, como consecuencia de
un gas nervioso que fue inyectado en el sistema de ventilación del teatro. En
esa ocasión el influyente periódico francés Le Monde dijo en un editorial: “Nada
ha cambiado en Moscú. Las autoridades han reaccionado a la soviética... el
asalto al teatro moscovita ha terminado en una masacre... La prioridad de Putin
no era salvar la vida de los rehenes sino restablecer el orden, era restituir el
poder del Kremlin que había sido desafiado... La manera brutal de usar la
fuerza, el velo informativo, la obsesión por el secreto militar, la manipulación
de la opinión, el desprecio absoluto por la vida humana, las señales de la era
soviética están todas allí. El presidente Putin no sale engrandecido de este
episodio siniestro.” La revista británica “The Economist” afirmaba en su texto
central: “Lo que en un principio pareció un triunfo para el presidente Putin se
ha convertido rápidamente en un fracaso. Cada rehén fallecido hace retroceder el
prestigio de Putin. Un gobierno que gasea a su propia población civil con armas
de guerra no es digno de respeto.” En noviembre de 1991, tras la disolución de
la URSS, los chechenios declararon su independencia. En 1994 Yeltsin ordenó al
ejército atacar Grozni y mantuvo esa guerra durante tres años hasta 1996, cuando
se estableció una frágil armonía que se vio interrumpida en 1999 tras ocurrir
una serie de atentados, en edificios de apartamentos urbanos en Moscú, lo cual
produjo un saldo de trescientos fallecidos. Hasta ahora la guerra en Chechenia
ha arrojado un cruento saldo de 40 mil muertos y 300 mil refugiados.
Los chechenios hace más de
siglo y medio que vienen luchando por su independencia. Su resistencia contra
las campañas colonialistas de los zares fue intrépida y tenaz. Durante la
Segunda Guerra Mundial cooperaron con la ocupación nazi como una manera de
deshacerse del yugo ruso. En represalia Stalin ordenó la deportación de 850 mil
chechenios a Siberia que no regresaron hasta los tiempos de Kruschev, pero ya
había muerto medio millón de ellos en las duras condiciones del exilio.
La verdadera razón de la guerra
contra Chechenia es el petróleo del Mar Caspio. En esa región se albergan
veinticinco mil millones de barriles del hidrocarburo. Las reservas de
Kazajstan, Turkmenistan y Uzbekistan igualan a las de Kuwait y sobrepasan las de
Alaska y el Mar del Norte juntas. El control de esos yacimientos es uno de los
puntos claves de la Posguerra Fría.
Rusia necesita a Chechenia para
controlar el oleoducto que va desde Bakú, vía Grozni, hasta la ciudad rusa de
Tikhoretsk y termina en el puerto de Novorossiysk, en el Mar Negro. Por
añadidura Grozni cuenta con una refinería que procesa doce millones de toneladas
de petróleo anuales. Esa es la verdadera razón del presente
conflicto.
Fuente: www.rebelión.org .