NCeHu 1329/04
Rumbo Al VI EnHu
Más allá de los noventa
: el regreso de las causas; el "regreso" de la
política..........
El "regreso" de la
geografía
Irak y
Venezuela: dos pueblos, dos naciones
Adolfo Gilly
Ante el Congreso de Estados
Unidos, el inspector de armamento David Kay, que formaba parte del equipo de
Bush y dirigió en 2003 el vano intento por encontrar en Irak las inexistentes
armas de destrucción masiva, declaró el 18 de agosto que el Consejo Nacional de
Seguridad (es decir, Condoleeza Rice) fracasó en su misión de "proteger al
presidente Bush de la defectuosa información de inteligencia" previa al
lanzamiento de la guerra y dejó a Colin Powell "colgado de la brocha"
("hanging out in the wind") cuando trató de reunir información seria
(intelligence, le llaman) sobre los programas de armamento iraquíes. Esta
es la noticia que ayer publicó el New York Times.
Ahora bien, los hechos parecen
indicar que, tanto en Irak como en Venezuela, lo que le falla al gobierno del
presidente Bush no es tanto la "inteligencia" en el sentido de información sobre
los hechos, sino la inteligencia en el sentido de capacidad de comprensión sobre
la realidad del mundo dentro de la cual esos hechos cobran sentido.
Para muchos era evidente, en los
días mismos en que Bush declaraba la victoria en la guerra de Irak, que esa
guerra sólo estaba cambiando de forma y sería interminable mientras el ejército
invasor no abandonara el territorio ocupado. No sólo en los gobiernos y los
expertos militares europeos, sino incluso entre veteranos estadunidenses de
otras guerras, provocó sonrisas escépticas y comentarios amargos la desdichada
declaración del vicepresidente Cheney en abril de 2003: "Esta es la más
extraordinaria campaña militar que el mundo haya conocido". Esta mezcla
descomunal de soberbia e ignorancia de la historia y del mundo sigue presidiendo
las decisiones políticas del grupo gobernante de Washington.
En una carta al subcomandante
Marcos publicada en La Jornada el 10 de abril de 2003, le escribía
estas líneas sobre la ineptitud de quienes cantaban victoria ante la caída de
Bagdad:
"Se les aparecerá a su tiempo a
los invasores un nuevo 'ejército de las sombras', como se les apareció a los
alemanes en Francia, en Yugoslavia, en Italia o en Grecia en la Segunda Guerra
Mundial, a los franceses en Argelia, a los británicos en Medio Oriente. Ese
ejército de las sombras recibirá ayuda del exterior, sin la menor duda, desde
los pueblos árabes vecinos y lejanos: ni siquiera el Dios personal del
presidente Bush podrá evitarlo. Los llamarán 'terroristas'. Serán simplemente
combatientes que defienden el territorio de su patria. Quienes los encabezarán
es una incógnita del porvenir, aunque no serán ciertamente Sadam Hussein y sus
hijos."
No era difícil preverlo y muchos
lo hicieron, incluso en Estados Unidos, salvo los equipos de "inteligencia"
militar y política del Pentágono, la Casa Blanca y el Departamento de Estado,
junto con sus apéndices informativos: la televisión y la gran prensa. Ahora, en
medio de la prolongada crisis desatada en las esferas gobernantes estadunidenses
por su entrampamiento sin salida visible en Irak, están buscando quién tuvo la
culpa y dónde quedó la inteligencia, en los dos sentidos de la palabra.
Mientras resuelven este enigma, es
posible que tengan que empezar a preparar un nuevo ejercicio de "inteligencia"
para explicarse qué les pasó en Venezuela donde, con medios muy diferentes de
los que tiene que usar la resistencia iraquí, el pueblo acaba de obtener en las
urnas una nueva y aplastante victoria sobre quienes, con el apoyo explícito del
grupo gobernante de Estados Unidos, pretendían derrocar al presidente Hugo
Chávez.
Tanto en la resistencia armada de
Irak como en la resistencia democrática de Venezuela contra la prepotencia y la
arrogancia político-militar de quienes dirigen la política de Estados Unidos
desde la Casa Blanca y el Pentágono, se están develando desplazamientos
sucesivos en las relaciones de fuerzas entre las políticas imperiales del
capital y los modos de resistencia de los pobres, los excluídos y los
subalternos de este mundo.
Esos desplazamientos, que nuevos
hechos tendrán que confirmar, no tienen lugar en los espacios institucionales y
partidarios establecidos. Estos dan la impresión de estar encerrados en una gran
burbuja en la que se desgarran entre ellos fuera de nuestra realidad cotidiana,
una especie de Big Brother o reality show, en el que quién sabe
qué cosa se disputan mientras la vida trascurre en otra parte. Entretanto, fuera
de la burbuja cosas suceden, cosas están sucediendo...
En Venezuela y en Irak, por
ejemplo, dos pueblos están conformando una vez más, cada uno, su propia nación,
en la única forma en que las naciones se hacen a sí mismas, como lo hizo México
en los tiempos de Juárez en el siglo XIX y en los de Cárdenas en el siglo XX: la
nación iraquí en la guerra contra el invasor, la nación venezolana en la
movilización democrática e igualitaria de masas contra la imposición política
oligárquica.
Desde el Estado-nación
militarmente más poderoso del mundo nos dicen que las naciones son cosa del
pasado, que otros espacios y otras formas de organización del poder y del
consenso las remplazan. Hay quienes lo creen y lo repiten por incautos, hay
quienes lo hacen por convenencieros. Desde América Latina, mientras el ALCA se
empantana, las diversas realidades parecen desplazarse hacia el lenguaje
venezolano: en Bolivia, en Argentina, en Uruguay, en Brasil, en Perú y en la
terquedad de Cuba. Pero estas son otras historias.
No es el terreno de la política
institucional y partidaria el que hoy expresa o refleja estos desplazamientos.
Ocurren por debajo, no se les ubica fácilmente, hacen aparecer objetos políticos
todavía no identificados que la inquietud del Pentágono y de sus políticos
denomina por ahora "populismo radical".
Lo que está sucediendo no es una
reducción, sino una expansión del campo de la política. Esta nueva expansión no
pasa por los partidos institucionalizados o en vías de serlo. Usando una palabra
antigua para designar un hecho nuevo en ciernes, podríamos decir que pasa por
las causas: la causa de Venezuela, la causa de Irak, las causas indígenas, las
causas de los pobres, los trabajadores, los excluídos, los siempre subalternos
de las multiformes opresiones coloniales, raciales, sexuales y salariales. Irak
y Venezuela, tan lejos y tan cerca, tan distantes y tan diferentes en sus
causas. Y sin embargo...
Quiero cerrar estas anotaciones
retomando otra vez una cita de Charles Tilly: "Hemos de saber que una nueva era
ha comenzado no cuando una nueva elite toma el poder o cuando aparece una nueva
constitución, sino cuando la gente común comienza a utilizar nuevas formas para
reclamar por sus intereses".
Fuente : diario La Jornada, de México, D.F., 20 de agosto de
2004.