NCeHu1278/04
' El espejo de una Geografía colonial
'
PUERTO
RICO
COLONIALISMO Y GLOBALIZACION
Norberto Cintrón Fiallo 09/08/2004
Quizás resulte apropiado comenzar este
mensaje recordando, ahora cuando se cumplen cien años de su nacimiento, los
versos que Pablo Neruda dedicara a Puerto Rico en el primer poema de Canción de
Gesta, allá para la década de 1960:
'Tengo elegido un tema caluroso Con
sangre, con palmeras y silencio, Se trata de una isla rodeada Por muchas
aguas e infinitos Allí crece el dolor de los que esperan Y se desangra un
río de lamentos, Es una pobre isla encarcelada. Van y vienen los días
cenicientos. Vuela la luz y vuelve a las palmeras, La noche viaja en su
navío negro Y allí sigue, allí está encarcelada La isla rodeada por el
sufrimiento. Y se desangra nuestra sangre en ella Porque una garra de oro
la separa De sus amores y su parentesco.'
Desde la situación colonial que nos
particulariza, el escenario puertorriqueño representa un texto que puede ser
leído, muestra las señalizaciones que inventan el camino. Bajo el dominio del
mismo poder que hegemoniza estas globalizaciones hemos vivido los últimos 100
años de nuestra historia.
Dice Antoni Comin en el texto Mundialización:
aspectos políticos, que 'la globalización, que supuestamente sería
universalización de la economía, la unificación del planeta en un único mercado
mundial, es en realidad - básicamente- una occidentalización de la economía
mundial y, sobre todo, una norteamericanización de ésta'. Y añade que, 'la
guerra fría ha sido una guerra militar en la que el ejército vencedor ha
impuesto un sistema económico determinado al resto del planeta para favorecer
los intereses económicos del capital de los EEUU, en primer
lugar...'
Hace más de 100 años, los Estado Unidos de América, por medio
de un tratado en el cual nosotros nada tuvimos que tratar, el llamado tratado de
Paris de 1998, nos impusieron situaciones que mucho se asemejan a las que hoy
pretenden imponer, mediante el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) a
toda América Latina. Y podría hasta parecer curioso nuestro caso, pues para la
década de 1930, el intelectual puertorriqueño Antonio S. Pedreira, decía, ante
la teoría de los defensores del colonialismo, quienes señalaban que Puerto Rico
representaba el puente entre dos culturas, que nos declaraban 'puente' para que
todo el mundo nos pasara por encima. En la actualidad, aquellos empresarios
neoliberales y globalizadotes que impulsan a San Juan como sede del ALCA,
también utilizan la metáfora del puente para defender nuestra supuesta capacidad
para servir como cabecera de playa del neocolonialismo neoliberalizador. A
finales de junio de 2004, el secretario de Estado puertorriqueño sostenía, al
anunciar la próxima reunión de la Comisión Económica para la América Latina y el
Caribe (CEPAL), que Puerto Rico 'Puede ser -no importa sus estatus político- un
enlace extraordinario con cada país de América latina' en esa reunión llevada a
cabo en San Juan, desde el 28 de junio al 2 de julio de 2004, Puerto Rico,
debido a su carencia de soberanía y a su sometimiento a la representatividad
internacional yanqui, sólo pudo participar como país asociado y no como miembro
en propiedad. Pero, por arte del virtualismo discursivo ideológico, nuestra
condición colonial pasó a ser uno de nuestros haberes, pues se concluyó, luego
de la presentación de un estudio económico sobre Puerto Rico, que una de
nuestras ventajas es el conocimiento del 'mercado norteamericano'.
Pero
esos puentes de que se habla, resultan ser los lazos que unen a sus empresas,
pero que a nosotros nos separan. Es a esa separación a la que alude Neruda en
los dos últimos versos de su poema:
'porque una garra de oro la separa de
sus amores y su parentesco'
Hablamos pues, desde nuestra singularidad
colonial, la misma que nos obliga año tras año ha incluir, dentro de las
resoluciones que se presentan ante la ONU, un párrafo que exprese nuestra
identidad latinoamericana y caribeña. Es como si las circunstancias geográficas,
históricas y culturales no bastasen para declarar nuestra identidad a menos que
se pronuncie y se apruebe el discurso que las devuelva a su verdadera realidad.
No hay peor tragedia existencial que aquella causada por el colonialismo en la
geografía mental del puertorriqueño. Nueva York o los Angeles se encuentran más
cerca que la República Dominicana o Haití.
El colonialismo norteamericano
ha pretendido sacarnos de nuestro entorno antillano, caribeño y latinoamericano.
No hay prueba más dramática que las prohibiciones que nos imponen para
relacionarnos con los hermanos cubanos. Se trata de todos los impedimentos, de
todas las sanciones y re-sanciones inventadas periódicamente por el gobierno de
los Estados Unidos contra la Revolución Cubana. Ultimamente, Venezuela, hasta
hace poco destino turístico para muchos puertorriqueños de clase trabajadora, ha
desaparecido de nuestra geografía aérea.
Es necesario recalcar esa
realidad colonial que nos caracteriza y es necesario recalcar los visos de
neocolonialismo que la actual situación de globalización transporta para
Latinoamérica. De la misma manera en que Manuel Vázquez Montalbán, en un ensayo
sobre la mundialización y la cultura indica la necesidad de, 'volver a hablar de
un planteamiento de lucha de clases dando a la palabra clase otra dimensión,
condicionada por una segmentación evidentemente diferente', asimismo se hace
necesario hablar de un nuevo colonialismo, esta vez dentro de un marco escénico
evidentemente distinto.
Estos son los procesos que el escenario
puertorriqueño trae consigo. Desde el 25 de julio de 1898 nuestra historia ha
sido la historia del control económico norteamericano, de su dominio militar y
político, de los intentos de asimilación cultural e imposición, tanto de su
pensamiento como de su visión del mundo. Con la invasión de sus tropas, se
aceleró el proceso mediante el cual la economía puertorriqueña pasó a ser un
apéndice de la norteamericana. Mediante el acaparamiento de nuestras tierras,
sus compañías impusieron el monocultivo azucarero. De ese modo extraían la
riqueza puertorriqueña hacia los Estados Unidos. Cinco años después de la
invasión las importaciones desde Estados Unidos ascendieron a un 80% mientras
las exportaciones hacia ese país se elevaron sobre el 65%. Dos años de gobierno
militar sirvieron para que pudieran tomar control de lo económico y de lo
político. Cuando, en el año 1900, aprobaron una ley conocida como Ley Foraker,
con la intención de concedernos un supuesto gobierno civil, los estadounidenses
se arrogaron los derechos relativos a reglamentaciones comerciales con los
propios Estados Unidos y otros países.
En función de mantener el control
económico se establecieron medidas encaminadas al control de la cultura y del
pensamiento. Se reorganizó el maltrecho sistema educativo heredado de la antigua
metrópoli española, con el propósito explícito de crear puertorriqueños que
pensaran y sintieran a la manera norteamericana.
Se declara inservible la
lengua española, patrimonio de nuestra formación histórica y se creó una absurda
situación, digna de aquel mundo al revés de que hablaron los pensadores
anticolonialistas de la década de 1960. Una situación en la cual los
puertorriqueños no alfabetizados recibían enseñanza en una lengua desconocida.
Vázquez Montalbán, al describir la situación totalizante creada por el
neoliberalismo globalizante en lo cultural, indica que, 'la transmisión de
principios de desigualdad instituida y de pesimismo histórico, que invita por
tanto a una paralización, a no buscar el cambio, a no intentar experimentos que
puedan dañar una situación alcanzada, se ejerce fundamentalmente a través de los
aparatos de educación e información, que tienen un control político mediante los
planes de educación e información y que luego de la transmisión de ese balance
patrimonial y de esa propuesta de creación de una conciencia paralizada, de una
conciencia a favor de la lógica del economicismo'. Fueron, tanto la educación
como la información, los medios utilizados por el colonialismo para desarrollar
una conciencia a tono con sus objetivos en nuestro país. Se trató de una
conciencia acrítica respecto al contexto de nuestro
desenvolvimiento.
Según Vázquez Montalbán el estado de conciencia que el
neoliberalismo contempla instalar está basado en la aceptación pesimista de la
inevitabilidad de los procesos en desarrollo. En Puerto Rico, la Cámara de
Comercio, organización de empresarios, decía hace ya tiempo atrás, mientras
intentaba organizarse para tomar ventajas del proceso globalizador, que, 'para
bien o para mal el pasado pasó...' Este es también el mensaje de la
inevitabilidad. Con él se intenta apagar la conciencia crítica de quienes
levantan oposiciones a las avasallantes explotaciones del escenario actual. Se
construye al pensamiento como una manifestación del pasado y obstaculizadora. De
esa actitud florece un pesimismo, un fatalismo, que es también característico de
las situaciones coloniales.
Por ejemplo, para el año 1934, en su libro
Insularismo, Antonio S. Pedreira calificaba al puertorriqueño de 'aplatanado'.
Durante la década de 1940, el cuento El Josco de Abelardo Díaz Alfaro, cuento
que durante años ha sido parte del currículo puertorriqueño, presentó una
situación en la cual la identidad puertorriqueña sucumbía al final
inevitablemente, ante el empuje de la americanización. Para la década de 1960.
El escritor Rene Marqués, publicó su ensayo El puertorriqueño dócil en el cual
planteaba la incapacidad del puertorriqueño para rebelarse. La tesis de una
docilidad casi congénita. Durante años, tanto la literatura como el sistema
educativo, elaboraron una visión pesimista del mundo que intentaban reflejar en
un caso y promover en el otro, el conformismo con la situación
existente.
Actualmente los embates del neoliberalismo dentro de nuestro
contexto colonial han impulsado un nuevo conformismo relacionado con los
sectores obreros. Consiste en postular que para mantener unos puestos de
trabajo, el trabajador tiene que aceptar toda clase de sacrificios y
cualesquiera condiciones que les imponga el patrono. En otras palabras, tienen
que abandonar la lucha antiquísima de su clase. Es parte de la ideología que
diseminan los sectores empresariales recogidas por dirigentes obreros. Esta
ideología sostiene que en aras de mantener e empleo, el trabajador tiene que
aceptar salaries que no solo no le permiten elevar su nivel de vida sino que lo
empujan a la muchedumbre de los empobrecidos A los empresarios y a los patronos
esta predisposición a la impotencia a la cual nuestra situación de dominio sin
soberanía tiene acostumbrados a gobernantes y funcionarios, les ha servido de
maravilla para imponer su discurso.
La evolución lingüística de la
globalización, ya dígase ' más mercado y menos gobierno 'o 'más mercado y
gobiernos más eficientes' no significa dentro de nuestra realidad puertorriqueña
mucho más que la puesta al día de la función colonial que nuestro gobierno ha
realizado durante mas de cincuenta años - a través de nuestro desarrollo
industrial- a favor de unos empresarios que abrumadoramente son industriales
trasnacionales norteamericanos.
Durante el pasado mes de junio vivimos un
ejemplo de ese paso sin fricciones que ha dado nuestro colonialismo en el
momento actual. La gobernadora de Puerto Rico desautorizó públicamente al
Secretario del Trabajo y con ello lo obligó a renunciar. La razón que tuvo para
hacer esto fue que el Secretario hizo unas expresiones que favorecían la
aprobación de una nueva ley antimonopolística que regulara de alguna forma las
nuevas circunstancias económicas que vive el país. Pedía que se le restituyesen
los derechos a los empleados a jornada parcial. Según sus propias
manifestaciones, en Puerto Rico en los comercios que emplean de cien o más
personas, sesenta de cada cien están a jornada parcial. Wal-Mart, la gigantesca
trasnacional, emplea a tiempo parcial hasta siete de cada diez trabajadores.
Recientemente compró la cadena puertorriqueña de Supermercados Amigo. Los
empleados de estos supermercados denunciaron rebajas en sus horarios de cuarenta
a veintidós horas semanales. Despiden todos los meses de sesenta a cien
trabajadores para sustituirlos por nuevo personal al que no cubren las
prestaciones que rigen para trabajadores con jornada regular o con más de tres
meses en el empleo. Contra esta explotación y precarización de los empleos se
manifestaba el Secretario del Trabajo cuando fue obligado a renunciar.
El
enfrentamiento entre estos dos funcionarios gubernamentales resumió dos visiones
de mundo incompatibles en el actual escenario globalizador. El Secretario del
Trabajo expresó que 'el desarrollo económico hay que lograrlo sin olvidarse del
ser humano, que es el propósito de toda gestión gubernamental. Las leyes
laborales no son otra cosa que leyes de vida. El trabajo es esencial para la
calidad de vida'. Por otro lado la gobernadora expresó que 'no consideraré
ningún proyecto que afecte adversamente al sector que genera los empleos en
Puerto Rico'. Con esas palabras apoyó los planteamientos hechos por la
Asociación de Industriales y la Asociación de Bancos. La forma y manera como se
expresa la globalización en Puerto Rico no es producto de procesos económicos
'naturales' o 'inevitables', sino el acto de una voluntad política. Voluntad
política en este caso asumida por el poder ejecutivo en función de socio menor
del verdadero poder político: el estadounidense.
El ya citado Antoni
Comin ha señalado al describir la globalización actual, 'no se trata de un
proceso económico que se vaya desarrollando por sí solo mediante mecanismos
exclusivos o prioritariamente económicos, sino que esta unificación económica
del mundo se impone principalmente mediante la política de la diplomacia y de
las armas.' A partir de un hecho militar -la invasión de 1898-el poder político
estadounidense ha manipulado nuestros procesos económicos a tono con sus
necesidades, no con las nuestras. Actualmente nuestra economía es un sembradero
de centros comerciales que no responden necesariamente ni a nuestros intereses
ni a nuestras realidades. Recientemente un legislador puertorriqueño denunció
que ' mientras el Producto Nacional Bruto (PNB) ha estado decreciendo desde 1999
y se encuentra por debajo del 3%, el pietaje comercial ha ido creciendo y en los
últimos años se ha duplicado de quince millones de pies cuadrados a 31 millones
durante el 2004. Así mismo la deuda de los consumidores ha ido creciendo a un
ritmo mayor que el PNB'. Las tiendas Wal-Mart generan más de 15 mil millones de
dólares en ventas en Puerto Rico. Otras tiendas como la cadena Kmart, que en los
Estados Unidos se encuentran bajo las leyes de quiebra, en Puerto Rico informan
ganancias colosales.
El contenido político del poder norteamericano en
Puerto Rico ha evolucionado desde la invasión militar hasta la imposición
neoliberal, en función del imperialismo económico. En 1917 el Congreso aprobó la
Ley Jones que nos impuso la ciudadanía estadounidense por encima de la oposición
de la Cámara de Delegados puertorriqueña que representaba a nuestro pueblo. La
imposición de esa ciudadanía daba legitimidad a la extensión del servicio
militar obligatorio a los puertorriqueños. Sin embargo, todos los poderes
económicos que el Congreso de los Estados Unidos había tomado para sí mediante
la Ley Foraker de 1900, se mantuvieron intocados. El latifundio, el monocultivo
y el ausentismo marcaron nuestro desarrollo económico hasta la mitad del siglo
pasado. Fueron años de enormes ganancias para la industria azucarera absentista,
pero de miserias, explotación y enfermedades para los trabajadores
puertorriqueños.
Justamente a la mitad del Siglo XX se aprobó en
Washington una ley conocida como la Ley 600, cuyo titulo es 'Ley, proveyendo
para la organización de un gobierno constitucional en Puerto Rico.' Para el ano
1952 entro en vigor la Constitución de Puerto Rico y el Estado Libre Asociado de
Puerto Rico. Esa constitución fue aprobada por el Congreso después de eliminarle
secciones completas que habían sido aprobadas por el pueblo de Puerto Rico
aunque mantuvo en vigor disposiciones que pertenecían a la Ley Jones de 1917.
Estas disposiciones pasaron a llamarse Ley de Relaciones Federales para Puerto
Rico.
Entre las disposiciones que se mantuvieron se encuentran las leyes
relativas a tarifas, aduanas y derechos de importaciones. El establecimiento de
una constitución en Puerto Rico llegó junto con la transformación de la economía
de un modelo fundamentalmente agrícola a uno industrial. La transformación
económica se organizó sobre una base de exoneración contributiva, subsidios para
la infraestructura, salarios bajos y el libre acceso de productos al mercado
estadounidense. Fue un cambio llevado a cabo en beneficio de las industrias de
los Estados Unidos sin tomar en cuenta la economía del país. Lo que trajo como
consecuencia el disloque en los patrones de comportamiento social.
Miles
de puertorriqueños se vieron obligados a emigrar a los Estados Unidos en busca
de empleos en las escalas inferiores del mercado de trabajo. De modo que el
colonialismo en Puerto Rico también operó mediante la exclusión de grandes
sectores de la población. Al día de hoy, somos un país dividido. Cerca de la
mitad de los puertorriqueños residen en los Estados Unidos principalmente en los
guetos.
Durante los cincuenta y dos años de existencia del llamado Estado
Libre Asociado de Puerto Rico, los cambios en nuestra economía se han orientado
por las estrategias del mercado norteamericano. Nuestro primer desarrollo
industrial se basó en la industria liviana. Para finales de la década del 1960
se dio un movimiento hacia la industria pesada. Pero ese último desarrollo se
desenfocó como consecuencia de la crisis del petróleo ocurrida durante la década
de 1970. Para mediados de esa misma década el gobierno de los Estados Unidos
permitió que las empresas en Puerto Rico estuviesen exentas de pago contributivo
para todo aquel ingreso que fuera generado como resultado de sus operaciones e
nuestro país. Se les permitió una exoneración adicional por concepto de los
dividendos remitidos a sus casas matrices. También quedaron exonerados los
dividendos derivados de sus inversiones financieras e el territorio. Dichas
leyes que se conocieron como sección 936 de la ley de Rentas Internas Federal,
quedaron eliminadas durante la década de 1990.
Para entender el estado
actual de nuestra economía, producto del colonialismo y del neoliberalismo, hay
que escudriñar el resumen que hizo la Cámara de Comercio en el año 2001: 'Puerto
Rico es un gran exportador y nuestra economía se basa en el comercio exterior.
Nuestras ventas al exterior superan en valor a nuestro Producto Bruto, por
ejemplo en el año fiscal 2000 las ventas al exterior fueron $47,980 millones y
nuestro Producto Bruto fue de $41,363 millones. El reto es que de las industrias
nativas no participan en la gran mayoría de las exportaciones. Nuestra actividad
exportadora se concentra mayormente en las actividades de empresas
manufactureras subsidiarias de matrices estadounidenses las cuales importan
insumos y exportan su producción a la empresa matriz sin que localmente se
desarrolle el peritaje para la actividad exportadora, por eso es que el 87.8% de
nuestras exportaciones de mercancías registradas son a los Estados Unidos, donde
se ubica la mayoría de las matrices de nuestras empresas
manufactureras.'
Durante los últimos cincuenta años, los Estados Unidos
han manipulado el lenguaje democrático y el ordenamiento internacional mientras
impone el control político de nuestra patria, si es necesario, por medio de la
fuerza. A mitad del siglo pasado se estableció la llamada Ley de la Mordaza que
permitía encarcelar al liderato político que se opusiera a los intentos de
perpetuar el coloniaje por medio del Estado Libre Asociado. Al aprobarse la
constitución puertorriqueña, los Estados Unidos se presentaron ante la Asamblea
General de las Naciones Unidas para solicitar una resolución mediante la cual se
eliminara a Puerto Rico de la lista de territorios coloniales porque con el
Estado Libre Asociado habíamos alcanzado un grado de gobierno propio que
permitía la exclusión de nuestra patria de dicha lista. Con esta falsedad logró
su propósito de no tener que rendir informes sobre la situación
jurídico-política de Puerto Rico. Todavía, aunque cada vez menos, algunos de
nuestros políticos utilizan el lenguaje de esa resolución para defender nuestra
actual situación política.
Desde 1948, el gobierno de los Estados Unidos
intentó legitimar su régimen en Puerto Rico permitiendo la elección de
gobernantes dentro de las circunstancias electorales que pueden existir en
territorio intervenido militarmente, controlado políticamente y explotado
económicamente. Llevó a cabo la represión y la persecución sistemática de todos
aquellos puertorriqueños que han defendido la liberación del país. Se
estableció, lo que en nuestra historia ha pasado ha llamarse el 'carpeteo'.
Miles de boricuas fueron fichados y vigilados, tanto en sus hogares como en sus
comunidades o trabajos. Desde el momento mismo de la invasión, miles de
patriotas puertorriqueños han sido encarcelados, desde el periodista Evaristo
Izcoa Díaz, en 1899, hasta los más de mil civiles condenados en la lucha por
sacar la marina de los Estados Unidos del municipio puertorriqueño de
Vieques.
En los momentos actuales varios puertorriqueños como Antonio
Camacho, Carlos Alberto Torres, Oscar López y Haydee Beltrán, se encuentran
cumpliendo largas condenas en las cárceles de los Estados Unidos como
consecuencia de sus luchas por la independencia de Puerto Rico. A lo largo del
siglo pasado otros puertorriqueños y puertorriqueñas tales como Rafael Cancel
Miranda y Lolita Lebrón, por mencionar sólo dos, han cumplido hasta veinticinco
años de encierro en cárceles estadounidenses por sus actos heroicos en defensa
de nuestra dignidad, soberanía e independencia.
Como ya mencionamos, el
poder interventor se ha apoyado en la educación para crear una mentalidad capaz
de aceptar la supremacía del colonizador. A partir de 1898, se le impuso a
nuestro pueblo el currículo que utilizaban las escuelas norteamericanas. Se
comenzó a conmemorar sus días festivos, se inculcó el culto a sus héroes, a su
himno y su bandera y se ocultó nuestra historia de lucha, nuestros héroes de la
independencia y nacionalidad y se criminalizó el uso de nuestra bandera. La
educación sirvió como medio de indoctrinación militar. Un país carente de
ejército propio, inculcaba el militarismo en sus escuelas y universidades. Se
sembró en nuestro territorio de bases militares que ocupaban un 13% del terreno
cultivable.
En el terreno del idioma el imperialismo encontró un campo
fértil para la manipulación. La enseñanza del inglés ha sido siempre en Puerto
Rico un proyecto de carácter político. Comenzaron imponiendo el inglés como
vehículo de enseñanza. Ante el fracaso de ese absurdo pedagógico, han
privilegiado su enseñanza, pero no como vehículo humanizador y de ampliación
cultural, sino como instrumento de asimilación. No se busca la creación de un
puertorriqueño capaz de comunicarse con sus hermanos caribeños de lengua
inglesa. Tampoco profundizan la comunicación con la otra mitad de nuestra nación
que vive en los estados Unidos, sino crear los cuadros que necesita la economía
norteamericana en estos momentos.
Tanto el asunto lingüístico como el
manejo de la educación y de la información, se dirigen a la creación de un
pensamiento único favorable al poderío norteamericano. Buscan la formación de un
puertorriqueño consumidor y cuyas potencialidades productivas sólo sean posibles
si se manifiestan dentro de las necesidades de las grandes empresas. El manejo
de las circunstancias lingüísticas del puertorriqueño ha sido y sigue siendo un
intento de intervenir en la construcción y reconstrucción de nuestra identidad.
En las últimas décadas la educación oficial ha hecho propaganda a favor del
constructivismo, el humanismo y el pensamiento critico. Sin embargo, cuando se
compara el nivel retórico de las reformas con sus contenidos semánticos o con
sus prácticas clasistas, obtenemos el peso real que el colonialismo y el nuevo
mercantilismo tienen en nuestro sistema educativo.
En el año 1998 se
cumplió un siglo de colonialismo norteamericano en Puerto Rico. Este aniversario
se cumplió en los momentos de mayor empuje de un neoliberalismo que nos venía
arropando desde la década del 1980. El 1998 nos encontró en medio de una llamada
reforma laboral que desmanteló muchas de las reivindicaciones alcanzadas por la
lucha de los trabajadores. Esa reforma aprobada para el año 1995 y profundizada
en 1998, modificó la forma de hacer pagos por horas extraordinarias, enmendó la
ley de salario mínimo y las reglamentaciones concernientes a vacaciones
regulares y por enfermedad, propició medidas que permitían el despido de
empleados para sustituirlos con nuevos empleados con menos derechos
laborales.
En esos años se llevó a cabo también la venta de la Compañía
Telefónica. Esta era la mayor compañía nacional puertorriqueña. Su venta
constituyó una transacción millonaria. La política privatizadora del gobierno
afectó otros haberes nacionales a veces mediante la venta y otras mediante la
contratación y subcontratación. Sin embargo, dentro de las políticas
neoliberales ensayados en nuestro país, es muy importante destacar lo que ha
ocurrido en el terreno de la salud pública. La mal llamada reforma de salud
desmanteló un sistema de salud pública que ofrecía servicios de calidad a
medico-indigentes a través de dispensarios y hospitales primarios, terciarios y
supraterciarios costeados y administrados por el gobierno. Actualmente los
servicios médicos se proveen por medio de aseguradoras que controlan el expendio
de medicinas, el tratamiento medico, hospitalizaciones, laboratorios y otros
servicios relacionados con el tratamiento de un enfermo. El puertorriqueño que
requiera servicios de salud está bajo el poder administrativo de estas compañías
que lo dirigen todo en función de sus intereses mercantilistas.
Quizás
debamos terminar ahora parafraseando al poeta cubano Nicolás Guillén con aquello
de: 'Cómo estás tú Puerto Rico de socio asociado en sociedad'. La aliteración
desenmascara el carácter colonial del llamado Estado Libre Asociado de Puerto
Rico. Los velos del neoliberalismo no reinventan mucho en su afán de ocultar el
dominio político tras los recursos metafóricos del discurso. En el informe sobre
la evolución de la economía puertorriqueña preparado por la CEPAL se habla de:
'La falta de experiencia de los puertorriqueños en el manejo de una política de
comercio exterior' También se habla de una supuesta 'aprensión ante los procesos
de integración'. Ambos señalamientos nada tienen que ver con actitudes o
conductas nacionales. Ambos son manifestaciones del poder colonial en nuestra
patria. Tal 'aprensión' frente a los procesos de integración no es otra cosa que
'la garra de oro' que nos separa, al decir de Neruda. Mientras que la
inexperiencia en 'el manejo de una política exterior' no es otra cosa que un
elemento descriptivo de nuestra condición política actual. Nuestra incapacidad
para llevar a cabo relaciones económicas internacionales, junto a la carencia de
una política monetaria, la elevación de los costos marítimos provocados por las
leyes de cabotaje, así como la existencia de leyes que nada tienen que ver con
la realidad puertorriqueña completan el cuadro.
La usurpación de los
poderes nacionales por un poder metropolítico es la condición particular del
pueblo puertorriqueño que limita su capacidad para manejar las enormes
dificultades de un proceso globalizador que se da como manifestación del
capitalismo devorador, así como de los esfuerzos de dominio internacional único
ejercido por los Estados Unidos. Puerto Rico no tiene la soberanía que resulta
indispensable para trabajar el escenario económico de acuerdo con nuestros
mejores intereses y nuestras determinaciones de desarrollo. Nuestra economía
depende de factores o decisiones que se construyen ajenos a nuestra
participación. Para poder integrarnos realmente a unos procesos de desarrollo
sustentable, necesitamos del traspaso de los poderes políticos que hoy se
encuentran en el gobierno de Washington.
Por eso, hablar nuestra
singularidad requiere de una terapia de realidad política y lingüística. Ni los
eufemismos, ni las metáforas, ni las aliteraciones puestas al servicio de
poderes hegemónicos presentan nuestro caso. Llevamos más de cien años de
colonialismo norteamericano. Tenemos todos los impedimentos que esa anacrónica
situación política nos impone, pero podemos servir como espejo para reflejar las
lecturas que se deben hacer en estos momentos de recolonizaciones. Nuestros cien
años de experiencia, resistencia y lucha continuada, nos dan derecho a la
esperanza. Por eso, cerramos nuestra exposición con palabras de Leonardo Boff en
Tiempo de Trascendencia: 'Ni el sistema militar más duro, ni el nazismo más
feroz, ni la represión eclesiástica más dogmática pueden contener al ser humano,
que siempre los desborda. Y no hay sistema social, por muy cerrado que sea, que
no tenga brechas por donde el ser humano pueda entrar y hacer explotar esa
realidad. Por muy aprisionado que esté, en el fondo de la tierra o dentro de una
nave espacial en el espacio exterior, porque con su pensamiento habita las
estrellas y rompe los espacios.'
Que falta hace Juan Antonio
Corretjer
¡Viva Puerto Rico Libre! ¡Viva La
República de Puerto Rico! Tengamos vergüenza no coqueteemos con los
colonialistas No a las elecciones coloniales Flotara sola aunque se oponga
el viento
Norberto Cintrón Fiallo es integrante de la
Coordinadora para la Confraternidad Caribeña y
Latinoamericana.
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