'Al-Ahram Weekly' (Egipto), 29 de julio a 4 de agosto
de 2004, núm. 701
Traducción de Loles Oliván para CSCAweb
"La diferencia entre los ex
combatientes, los jóvenes enmascarados y muchos miembros de la elite intelectual
que ha alcanzado estatus y financiación de organizaciones internacionales
dispuestas a promover un sistema subordinado a Israel es realmente muy poca.
Todos ellos son productos de un sistema. De ese sistema que ignora a los más de
8.000 presos políticos palestinos, a los miles de heridos y mutilados, y a los
afligidos familiares de los mártires, mientras promueve una peligrosa lucha
interna. Es también el sistema promovido por una comunidad internacional que
empuja a los palestinos al servilismo en el falso nombre de las
reformas"
En estos días resulta casi imposible ver un canal
de televisión en el que no aparezca un representante, activista o erudito
palestino condenando la corrupción. Los defensores de la reforma son tantos en
número que los telespectadores podrían preguntarse quiénes son los cargos
corruptos de los que se habla, con tantas voces como aparecen dentro del aparato
palestino abogando por la reforma [1].
Una respuesta cínica podría ser que el lema de la
reforma palestina se ha convertido en un acto de conveniencia política para
apaciguar tanto la presión exterior como el aumento del descontento palestino
por la corrupción. Ello es solo una parte de la historia que ha salido a la
superficie en forma de una lucha de poder por el liderazgo de los aparatos de la
seguridad de múltiples cabezas, por el control de Gaza y por una crisis de
gobierno que se ha desactivado -aunque no resuelto- con la pública
reconciliación entre el presidente Yaser Arafat y el primer ministro Ahmed
Qurei.
Sin embargo, la crisis actual es mayormente una
manifestación de la pérdida de esperanza en alcanzar una solución justa que
ponga fin al sufrimiento palestino, así como una indicación de la profunda
corrupción moral y política y de la impotencia del sistema palestino que está ya
desperdiciando el triunfo sin precedentes que representa el dictamen del
Tribunal Internacional de Justicia sobre el Muro "de seguridad" de Israel como
ilegal.
Así, en lugar de formular una estrategia, el
aparato palestino se ha enredado en una lucha inútil, que subraya su incapacidad
de tomar iniciativa alguna y que le convierte, por ello, en vulnerable a las
propuestas israelíes e estadounidenses.
El hecho sigue siendo que el llamamiento a la
reforma así como las acusaciones y el desenmascaramiento de la corrupción no
deben ser simplemente despachados como una lucha de poder dentro de la élite.
Sin duda, la galopante corrupción está impidiendo la capacidad palestina de
responder colectivamente a la continua y sistemática anexión de facto por
parte de Israel de tierras palestinas -por no mencionar su capacidad para
iniciar una estrategia para la acción. El peligro aquí es que el potencial
movimiento para la reforma pudiera sin embargo quedar reducido a enfrentamientos
y maniobras dentro de la propia lite para alcanzar posiciones. Porque, después
de todo, ésta no es solo una historia de corrupción financiera (caracterizada
por comisiones sancionadas oficialmente, por malversación de fondos públicos u
otros escándalos financieros) sino la de una grave crisis política dentro de un
sistema deformado.
Si examinamos las voces que buscan sacar a la luz
la corrupción se detectan las siguientes tendencias: en primer lugar, una
verdadera frustración experimentada por la mayoría de los palestinos por estar
siendo oprimidos por la despiadada ocupación israelí y por unos responsables
corruptos -una combinación letal que corroe la esperanza y la moral del pueblo
destruyendo a menudo su voluntad de sobrevivir.
En segundo lugar, un creciente número de ex
funcionarios de la OLP así como de personalidades locales de Cisjordania y Gaza
que consideran que la era de Arafat ha acabado y se están promoviendo
desvergonzadamente a sí mismos para acomodarse a los dictados de una era
estadounidense. Este grupo, que está haciendo mucho ruido, culpa a Arafat por
haber rechazado la propuesta de paz de Ehud Barak en el año 2000 de un
mini-Estado fragmentado y controlado por Israel, así como por no haber
aplastado la Intifada. Algunos de esos funcionarios se han convertido de la
noche a la mañana en defensores de la reforma y en críticos de Arafat después de
años -si no décadas- de haber sido los receptores de generosas donaciones y
favores políticos perceptibles en sus mansiones, en sus coches y en su estilo de
vida de altos vuelos.
La opción Dahlan
La tercera tendencia, que ha se ha mostrado como
una fuerza dirigente durante las últimas tres semanas, emana de los contrariados
dirigentes de la Intifada de 1987, que gozan de una importante influencia dentro
de los aparatos de seguridad y con [el apoyo de] sus ex combatientes
compatriotas de la calle. La fortaleza y la debilidad de este grupo procede de
la dirección de Mohamed Dahlan [2], el poderoso ex responsable de la
Seguridad Preventiva de Gaza, que ha sido la fuerza motriz tras el intento de
retar y arruinar las designaciones de Arafat para la seguridad y movilizar la
vasta protesta armada pro-reforma que se extendió por las calles de Gaza
la semana pasada.
Este Dahlan, que no oculta su marcha hacia el
poder, ha reclamado que Arafat "[...] despida a todos los funcionarios corruptos
que le rodean". El problema es que el propio Dahlan es parte del sistema y tiene
que reconocer aún que él mismo ha sucumbido a la misma tentación de
cuestionables ganancias financieras. Los elogios de Israel y de EEUU hacia
Dahlan, sean auténticos o no, como "un futuro líder con el que podemos
negociar", son una espada de doble filo: por un lado le aseguran el apoyo de
muchos oportunistas que están buscando un puesto influyente en la era post
Arafat; por otro constituyen una auténtica sospecha y una seria falta de
credibilidad entre los palestinos [3].
Quien escribe estas líneas ha planteado a Dahlan
estas cuestiones en diversas ocasiones durante los últimos años obteniendo
únicamente la sonrisa confiada de un político experto que afirma "yo no soy un
peón". Pero Dahlan no puede ser apartado. Si durante un momento inicial pareció
que algunos funcionarios influyentes de Fatah en la Franja de Gaza se estaban
distanciando del ambicioso dirigente resulta que tiene un apoyo más amplio que
el profesado públicamente por esos funcionarios.
Sin negar los enredos de Dahlan con la corrupción,
creen que su defensa de la campaña anti-corrupción tiene muchas consecuencias.
"[...] Si Dahlan es un corrupto, es debido al sistema que anima y nutre Arafat"
sostiene un ex funcionario de la OLP", afirman.
Las largas entrevistas y conversaciones con
activistas de Fatah y con funcionarios de Gaza sugieren que su apoyo proviene en
parte de la amargura y la rabia de muchas generaciones de militantes de Fatah
que se sienten a sí mismos utilizados y marginados por la OLP y por la dirección
de la Autoridad Palestina (AP).
Samir Masharawi es un elocuente dirigente de Fatah
que ha estado dominando los canales de televisión la semana pasada con sus
exigencias de reforma y de arrancar la corrupción. Pero por razones obvias los
entrevistadores no le han preguntado por su asociación con Dahlan ni le han
llevado a abordar las bien conocidas -al menos en Gaza- aventuras empresariales
de Dahlan y su asociación con el más famoso símbolo de la corrupción [palestina]
de la última década, Jaled Salam. Sin embargo, el apoyo a Dahlan sugiere
igualmente que muchos de su generación se identifican con su historia de lucha,
pobreza y desencanto con la dirección de la OLP y comparten sus ambiciones de un
papel mayor en el sistema político.
La deriva de la lucha
palestina
La historia de Dahlan es de hecho un ejemplo de un
sistema que ha conseguido corromper a cientos si no a miles de los más bravos
defensores y en algún momento modelos de la lucha palestina.
Conocí a Dahlan siendo él un delgado y muy
tranquilo joven en Túnez. Fuimos presentados por el fallecido dirigente Jalil
al-Wazir, Abu Yihad, quien tenía puestas grandes esperanzas en Dahlan.
Era próximo a Abdul Aziz Shahin, conocido como Abu Ali Shahin, el
entonces legendario dirigente de Fatah de quien se decía que había dirigido la
organización desde el interior de las cárceles de Israel. Nacido en 1961 en el
campamento de refugiados de Jan Yunis, [Dahlan] fundó la organización de las
Juventudes de Fatah en 1981 y emergió como un combatiente popular y atrevido
antes de la primera Intifada.
Israel capturó a Dahlan, quien estuvo en la cárcel
al menos en 11 ocasiones, y lo deportó a Amán. Basándome en nuestras
conversaciones en Túnez, yo nunca pensé que Dahlan fuera a convertirse en un
jefe de la seguridad para llevar a cabo fundamentalmente las exigencias de
Israel de liquidar a la resistencia palestina. Vi en él a un hombre joven, como
tantos otros deportados, profundamente desilusionado por el estancamiento y la
corrupción de la dirección política de una OLP idolatrada al regreso en los
territorios ocupados de Cisjordania y Gaza. Muchos deportados expresaban
abiertamente su insatisfacción con el sistema y la amargura por los sacrificios
que habían llevado a cabo por una dirección que percibían en bancarrota.
El sistema de Oslo y la
corrupción
Sin embargo, con los Acuerdos de Oslo de 1993, la
corrupción que perseguía a las instituciones de la OLP -incluso en su periodo
político de Líbano en los años 70 y 80- dio paso a una nueva forma de corrupción
política, institucional y financiera más peligrosa. A diferencia de la
corrupción de la OLP en el periodo anterior a Oslo (que se extendió también en
el interior de Palestina) una nueva forma de corrupción política, moral y
financiera emanó de la propia naturaleza del sistema creado por los Acuerdos: un
sistema que reducía a la OLP a una autoridad limitada en su capacidad para
proteger a su pueblo y dependiente -tanto financiera como políticamente- del
cumplimiento de ciertos términos que a menudo estaban reñidos con las
aspiraciones del pueblo palestino.
El poder, que antes se obtenía a través del apoyo
popular y del estatus dentro de la OLP, se conseguía ahora a través de los
vínculos con Israel y con los responsables israelíes; antiguos combatientes
-bien aquéllos que desafiaron las invasiones israelíes de Líbano o los que
condujeron la primera Intifada- pasaron a ser miembros de las fuerzas de
seguridad cuya principal función era proteger a Israel y controlar al pueblo
palestino. De hecho, una buena parte de los fondos disponibles de la AP han sido
destinados a crear una fuerza de seguridad como consecuencia natural de todos
los acuerdos firmados desde Oslo que se basaban principalmente en la premisa de
la supremacía de "la seguridad de Israel".
Yo estaba en Túnez cuando los ex combatientes
abordaban los planes para "retornar a Palestina". Aquella primavera y aquel
verano de 1994 hubo muchos sentimientos mezclados: aprehensión, alegría y
tristeza. A pesar de todas las bravatas, muchos ex combatientes con los que
hablé se daban cuenta del precio que estaban pagando por ver o regresar a
Palestina. Eran conscientes de que estarían confrontados por un sistema
controlado por Israel. Algunos abrigaban una tenue esperanza de que el camino
conduciría a la independencia, pero muchos derramaron lágrimas en el aeropuerto
de Túnez y levantaron las fotografías de dos dirigentes caídos de la OLP, Salah
Jalaf, también conocido por su nombre de guerra Abu Iyad, asesinado en
1991, y Jalil al-Wazir, Abu Yihad, quien fue asesinado por Israel en
1988, en un esfuerzo para hacer una declaración o convencer a los refugiados de
que la lucha continuaría.
Algunos de los que volvieron eran dirigentes de la
primera Intifada deportados por Israel a Túnez y Jordania. Entre ellos estaba
Marwan Barguti, el popular dirigente palestino sentenciado a cinco cadenas
perpetuas por un tribunal israelí, y Mohamed Dahlan, héroe legendario de las
calles de Gaza y fundador de las Juventudes de Fatah, que había hecho frente
valientemente a las fuertemente armadas fuerzas israelíes en las calles y en los
laberintos de las ciudades de Gaza y de los campamentos de refugiados. Como la
mayoría de los deportados, Barguti y Dahlan querían regresar [a Palestina] a
cualquier precio. Ellos, junto a tres, estaban bloqueados por el estancamiento
del exilio de la OLP en Túnez viendo que no había futuro para un cambio efectivo
en ningún lugar que no fuera el suelo palestino.
Marwan Barguti, que ha llegado a ser mi amigo y mi
vecino, no estaba interesado en los términos de [los Acuerdos de] Oslo. Estaba
interesado, como muchos deportados, en el potencial de lo que podrían crear una
vez que regresaran. Se sentían como pez fuera del agua. Pero hay otras
consecuencias derivadas de esos años de exilio que hemos visto recientemente en
la tensión que ha estallado en Gaza.
Cambio de las reglas del
juego
Una nueva crisis germinó cuando muchos de los ex
combatientes y deportados hicieron frente a dos realidades tras su regreso: en
primer lugar, que su futuro se situaba dentro de los aparatos de la seguridad
-un papel que les garantizaba un sustento básico, estatus y un rol político. En
segundo lugar, las nuevas reglas del juego ya no contaban con sus "credenciales
nacionalistas" sino con su habilidad para jugar el nuevo juego incluidos sus
aspectos financieros, políticos y militares. Poco después de que los
funcionarios de la OLP comenzasen a llegar a Gaza en el verano de 1994, jóvenes
y antiguos asistentes comenzaron a aparecer con maletines llenos de dólares
hablando de grandes negocios económicos "todos en nombre del interés
nacional".
Entre 1994 y 1995 vi con horror cómo venerados
jóvenes dirigentes de la primera Intifada se movían en compañía de algunos de
los más corruptos funcionarios de la OLP, a veces como guardaespaldas, a veces
proporcionándoles escolta armada durante las negociaciones de tratos secretos
con empresas israelíes (me estoy refiriendo específicamente a unas
conversaciones concretas sobre gasolina) en el puesto fronterizo de Eretz.
Cuando puse a dos de los más populares dirigentes
de la Intifada frente a esta realidad -ambos relacionados con Dahlan- uno de
ellos replicó: "[...] Tienes idea de qué se siente cuando casi hemos perdido
nuestras vidas, por no mencionar a nuestras familias, en la pobreza mientras
estábamos en la cárcel para descubrir al final que la Revolución se ha acabado,
que de lo que se trata es de [tener] influencias?".
Sami Abdu Samhadaneh, otro héroe de la primera
Intifada, reaccionó con sarcasmo cuando le pregunté cómo se sentía por
incorporarse a los aparatos de la seguridad, uno de los cuales tiene que ver con
aplastar a otros palestinos. "[...] ¿Nos va a conseguir Ud. empleo? Sus amigos,
los intelectuales palestinos que escriben mordaces artículos, ¿van a ser ellos
quienes nos busquen becas para que miles de nosotros podamos encontrar otros
trabajos?".
Sami es en la actualidad el jefe de una de las
muchas oficinas de seguridad especial, un puesto que no ha evitado que Israel lo
declare enemigo y terrorista. Entre 1994 y 2000 muchos de los antiguos héroes no
solo se incorporaron a los aparatos de la seguridad, teniendo algunos incluso
que ver con la detención de sus antiguos compañeros de armas, sino que de manera
alarmante se fueron involucrando en todo tito de actividades ilegales, desde
robos de coches hasta negocios ilegales.
No hace falta decir que tal corrupción no es
justificable. Y que hay también muchas figuras que prefirieron hacer frente a la
pobreza antes que comprometer su integridad. Pero dicho esto, es hora de que
toda la sociedad palestina, especialmente sus intelectuales, asuman y reconozcan
su propia responsabilidad y su papel al haber ignorado a generaciones de
combatientes que han pasado de ser héroes a miembros de un sobredimensionado
sistema de seguridad al que se le ha confiado la ejecución de los acuerdos con
Israel.
Sería fácil rechazar a Dahlan y a sus defensores y
hay muchas preguntas legítimas que hacerle sobre su campaña. Todavía tiene que
limpiarse y declarar públicamente cuál es su agenda. Sin embargo, es necesario
analizar el fenómeno del movimiento que hay tras el apoyo a Dahlan y satisfacer
una crítica autoevaluación del significado real y de la verdadera dimensión de
la corrupción que impregna el sistema palestino. Tal y como está la situación en
la actualidad, la inteligentsia palestina o muchos de sus miembros pueden
pretender que la sofisticación equivale a integridad financiera y política.
Pero eso es autoengañarse porque el sistema puesto
en marcha por Oslo no solo ha conducido a un aparato de seguridad monstruoso y
peligrosamente armado, sino que ha incorporado formas más sutiles que asumen una
aparente respetabilidad. La diferencia entre los ex combatientes y los jóvenes
enmascarados y armados -que recurren a acciones cuestionables y algunas veces
violentas- y muchos miembros de la elite intelectual que ha alcanzado estatus y
financiación de organizaciones internacionales dispuestas a promover un sistema
subordinado a Israel es realmente muy poca. Todos ellos son productos de un
mismo sistema, de ese sistema que ignora a los más de 8.000 presos políticos
palestinos, a los miles de heridos, mutilados y afligidos familiares de los
mártires, mientras promueve una peligrosa lucha interna.
En casi todas sus declaraciones, la mayoría del
pueblo que exige reformas sitúa la responsabilidad a las puertas del derrumbado
bunker de Arafat. Él es visto como uno de los responsables de la
corrupción y de favorecer a gente corrupta, aunque para él leal. Ello es en
parte verdad, pero es también el sistema promovido por una comunidad
internacional que empuja a los palestinos al servilismo en el falso nombre de
las reformas.
* Lamis Andonis es analista y colabora en las revistas de
'al-Ahram Weekly' y 'Midlle East
International'. Este artículo ha sido publicado en 'al-Ahram
Weekly'. De este autor véase en CSCAweb: 'El
papel de Jordania en la 'seguridad' de Israel en Palestina' y 'Al
servicio del Imperio'
Notas de CSCAweb:
1. Sobre la reforma palestina, véase
en CSCAweb: Loles Oliván:
"La cuestión de fondo de la reforma palestina: democracia y lucha
nacional" |
Loles Oliván:
"Israel, EEUU y Palestina: el cambio de las 'reglas del juego' a la sombra de la
guerra contra Iraq" |
Remodelando
Oriente Medio: el modelo 'cambio de régimen' en Iraq aplicado a
Palestina
2. Sobre
Mohamed Dahlan véase en CSCAweb: Ali Abunimah:
Dos artículos sobre las 'reformas' palestinas. ¿Quiénes son estos hombres que
venden Palestina a precio de saldo ? y ¿Por qué Israel está tan excitado
respecto al 'primer ministro' Abu Mazen? y La dimisión de
'Abu Mazen' y el fin de la "Hoja de ruta"
3. Véase en CSCAweb: El
asesinato de al-Rantisi y el Plan Sharon: un nuevo Balfour para Palestina -
Ibrahim Alloush: ¿Quién se beneficia del asesinato del 'sheij' Yasín y de sus
compañeros?
Fuente: www.rebelion/CSCAweb
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