NCeHu
919/04
¿Realineamiento
en el Norte?
El subibaja de la
ciencia
Hace un par de meses, un informe del National Board Service de
los Estados Unidos dio a conocer un dato inesperado y sugestivo: el número de
visas de inmigración solicitadas para trabajos en ciencia y tecnología en ese
país descendió un 55%: de 166.000, en 2001, a 74.000, en 2002.
El hecho produjo aún más impacto porque durante la década
anterior -1990-2000- el porcentaje de extranjeros en el circuito de la
investigación de los EE.UU. había crecido del 24 al 38 por ciento.
Por supuesto, la noticia no pasó inadvertida y los analistas
comenzaron a preguntarse cómo iba a hacer el país del Norte para sostener una
economía netamente dependiente de la tecnología y la innovación. Además, el
cuerpo asesor destacó que había registrado un drástico descenso en el número de
visas exitosas de científicos extranjeros, lo que indicaría que los Estados
Unidos ya no dominan el mercado global de talento tecnológico.
Pero si estos hechos encendieron las luces de alarma en la
ciencia norteamericana, los datos publicados esta semana por William Broad en
The New York Times no ayudan a tranquilizar los ánimos.
Al parecer, un estudio publicado en Physical Review Letters
constata que la ciencia estadounidense está "en baja": lo sugieren tanto los
análisis públicos y privados, como la cantidad de publicaciones y patentes, o...
el número de premios Nobel cosechados por científicos norteamericanos.
Los papers de ese país disminuyeron alrededor del 10% desde
1992; el número de doctorados, un 5% entre 1998 y 1999 (lo que se traduce en
alrededor de 1300 nuevos científicos menos); también disminuyen cada vez más los
investigadores extranjeros que desean ir a trabajar a los Estados Unidos en
comparación con los que prefieren Europa, y declina sostenidamente el porcentaje
de patentes concedidas a estadounidenses.
En los últimos veinte años, los científicos norteamericanos
pasaron de producir el 61% de los trabajos científicos, en 1983, al 29% el año
último. Con respecto a los premios Nobel, después de dominar el centro del
escenario desde 1960 hasta 1990, debieron ceder protagonismo a Gran Bretaña,
Japón, Rusia, Alemania, Suecia, Suiza y Nueva Zelanda.
Es más, algunos de los logros científicos más "rutilantes" de
los últimos tiempos se produjeron en otros países. Sólo en biotecnología, por
ejemplo, la oveja Dolly fue clonada por científicos del Instituto Roslin, en
Edimburgo, y Kaguya, la ratoncita "sin padre" y primer mamífero creado a partir
de dos óvulos, nació en Japón.
La consternación que asaltó a las autoridades norteamericanas es
comprensible: la situación tendrá consecuencias contantes y sonantes. Además, ¿a
quién le gusta ceder la delantera?
Al fin y al cabo, el desarrollo tiene algo "bueno". Para
nosotros, la situación es inversa. Es difícil retroceder. Al contrario, tenemos
todo el futuro por delante para avanzar.
Nora Bar
¿Mercados
emergentes de la ciencia?
¿Acciones científicas en
alza?
Después de una semana en el exterior, basta con observar de
reojo las obras públicas inconclusas y envejecidas, o circular unos minutos por
el agrietado y ondulante asfalto de Buenos Aires, y compararlo con la cubierta
aterciopelada de las calles de los países desarrollados... no es necesario ir
más lejos para hacerse una idea instantánea y muy ilustrativa de la distancia
que nos separa.
Pero hay datos más elaborados: según estimaciones de la Unesco,
en la década 1990-2000 las naciones ricas invirtieron en investigación y
desarrollo alrededor del 84% del total global, contaron con aproximadamente el
72% de los investigadores y produjeron aproximadamente el 88% de todas las
publicaciones científicas y técnicas registradas en el Science Citation Index
(SCI).
Los Estados Unidos y Europa dominaron el universo de las
publicaciones científicas, con el 36,6% y el 37,5%, respectivamente, del total
anual.
Este panorama es bastante conocido, pero lo que para muchos
resulta inesperado es la conclusión a la que arribaron Milena Holmgren, de la
Universidad Wageningen, en los Países Bajos, y Stefan Schnitzer, de la
Universidad de Wisconsin-Milwaukee, en los Estados Unidos, tras una lectura
atenta de los indicadores mundiales en ciencia y tecnología: para los
investigadores, la ciencia de los países en desarrollo está en alza.
El trabajo, publicado en PloS Biology, sugiere que la disparidad
entre "desarrollados" y "en desarrollo" puede estar lentamente comenzando a
achicarse.
Por ejemplo, en la última década, América latina y China (que
representan, respectivamente, sólo el 1,8% y el 2% de las publicaciones
científicas mundiales) incrementaron su producción un 36 y un 70%,
respectivamente, un avance mucho mayor que el de Europa (10%). Durante el mismo
período, el porcentaje de publicaciones científicas norteamericanas decreció un
8%.
Para Holmgren y Schnitzer, el caso latinoamericano es notable.
Como era de esperar, la disparidad con los Estados Unidos (84,2% de las
publicaciones) y Canadá (10,35%) fue contundente, pero América latina (con el
5,45%) fue la de más rápido crecimiento en número de publicaciones, y
especialmente si se tiene en cuenta la cantidad de trabajos en relación con la
inversión en ciencia y desarrollo.
"Otros indicadores relativos de productividad científica
-agregan los investigadores-, tales como el número de publicaciones registradas
en el SCI en relación con el número de científicos de un país, también
demuestran que la región está haciendo contribuciones sustanciales a pesar de
que el promedio de inversión del producto bruto interno invertido a lo largo de
la década es apenas el 21% del monto invertido en los Estados Unidos."
La actuación argentina fue prodigiosa: según la Red
Iberoamericana de Indicadores en Ciencia y Tecnología (Ricyt), incluso sin
aumentos de inversión, el número de trabajos registrados en el SCI casi se
duplicó entre 1990 y 2002 (creció de 2343 a 5581).
Pero en Brasil, donde sí hubo un importante aumento de
inversión, ese índice casi se cuadruplicó: pasó de 3885 a 15.854.
Según datos de la organización afiliada a la Unesco, América
latina podría invertir una parte mucho mayor de sus recursos en ciencia y
desarrollo, una cifra que en la actualidad ronda el 0,59% del PBI y constituye
un esfuerzo muy débil si se lo compara con la inversión norteamericana (2,84) y
canadiense (1,5%).
Así las cosas, sólo alrededor del 7% de todos los trabajos
publicados en Science y Nature corresponden a investigadores latinoamericanos.
Pero... ¿qué pasaría si se inyectaran más fondos en los sistemas científicos de
la región?
Dado el alto nivel de productividad de los científicos locales,
todo permite pensar que sería una estrategia con muy buenos dividendos.
Hasta los investigadores del Norte están de acuerdo con esto.
Nora Bär
Fuente : diario La Nación, de Buenos Aires,
Argentina. |