NCeHu 847/04
"No dejemos la economía en manos de los
tecnócratas"
Joseph E.
Stiglitz
Diario Clarín
Dado que todo proceso económico
involucra compromisos de distintos sectores, las decisiones deben ser de
carácter político. El grado de independencia de los bancos centrales se juega en
esa negociación.
Todo análisis económico está hecho de compromisos. Los
economistas hablan de eficacia. Cuando tratan de describir esos compromisos,
explican la incidencia de las decisiones sobre tal o cuál grupo social y cómo
las diferencias políticas imponen más riesgos a unos que a otros.
Ahora
bien, dado que hay compromisos, las decisiones deben tomarse en el marco de un
proceso político. No se las puede delegar en burócratas o tecnócratas. En mi
opinión, ese es uno de los problemas fundamentales que enfrentan las democracias
del mundo entero.
En la actualidad, los tecnócratas se benefician de la
reiterada delegación de decisiones que deberían formar parte de procesos
democráticos. Se trata de un tema importante dado que, de cierta forma, tal
delegación pasa a formar parte del proceso político, y la forma en que esa
delegación se lleva a cabo hace que se privilegien determinados intereses. En
otras palabras, en ese proceso de delegación hay prioridades
políticas.
Es algo que vemos de manera recurrente, sobre todo en el
contexto de los bancos centrales europeos y en los países en los que hay bancos
centrales independientes.
Se podría considerar la posibilidad de un banco
central independiente, pero sería necesario que contara con diversos mandatos de
modo tal de asegurar, por ejemplo, que se escucharan distintas voces en el
proceso de toma de decisiones. Sin duda eso podría tener incidencia en los
resultados.
Sin embargo, en la mayor parte de los países —en la mayor
parte, no en todos— se hicieron las cosas de tal manera que el banco central
independiente termina por recibir un mandato para servir a determinado grupo de
intereses. Se trata de una suerte de candado. Se condena así a determinadas
políticas económicas a servir a los intereses de algunos grupos en detrimento de
otros.
Voy a ilustrar lo que digo con algunos ejemplos. Ante todo, la
cuestión del mandato. En Europa, el Banco Central Europeo tiene que hacer
hincapié en la lucha contra la inflación. Sin embargo, es un mandato extraño. La
lucha contra la inflación no constituye un fin en sí misma; no es sino un medio
de avanzar hacia un crecimiento económico más estable o menos estable, una mejor
o peor distribución de la riqueza. En sí misma, sin embargo, la inflación no
tiene que ser un objetivo excluyente.
En los Estados Unidos, la misión de
nuestro banco central, la Reserva Federal, es demostrar interés por la
inflación, pero también por el desempleo y el crecimiento. El trío
inflación-desempleo- crecimiento es algo muy respetado en la política
estadounidense.
Cuando presidía el consejo económico del presidente
Clinton, un senador de Florida propuso cambiar la carta de la Reserva Federal.
Propuso que hiciéramos lo mismo que los europeos: que no nos interesáramos más
que en la inflación. En mi condición de presidente del consejo le dije: "Vamos a
incorporar este proyecto a la campaña; vamos a preguntar a los votantes qué es
lo que quieren. ¿Vamos a preguntarles si les interesa o no el desempleo? ¿El
pueblo estadounidense considera que a la Reserva Federal no debe interesarle más
que la inflación o piensa que el empleo y el desempleo también son importantes?"
Así se expresó el presidente, y el senador de Florida contestó que sólo lo había
dicho en broma, que era sólo una idea que había puesto sobre la mesa para
iniciar el debate. Sin duda la idea se derrumbó con gran rapidez. No hubo un
debate serio en el Senado respecto de la posibilidad de efectuar una enmienda a
la carta de la Reserva Federal.
La cuestión de la representatividad es
algo similar. Aunque sea independiente, se puede contemplar que tenga voces
representativas de los distintos sectores de la sociedad. Cuando se toma
decisión —por ejemplo, sobre las tasas de interés—, eso puede tener incidencia
en la inflación, pero también en el desempleo. Y a los trabajadores sin duda les
preocupa mucho más la estabilidad del empleo.
Los representantes de los
bancos centrales son personas que trabajaron en los mercados financieros, que
suelen tener una estabilidad laboral y a las que no les preocupa el índice de
desempleo.
Sensibilidad política
Un día fui a una reunión
con funcionarios de bancos centrales. Los escuché hablar. Decían: "Ah, bueno,
hay compromisos, hay riesgos, ciertos errores son difíciles de corregir y tienen
consecuencias a largo plazo".
Yo pensaba que alguna de esas personas iba
a decir que teníamos que combatir el desempleo porque si alguien pierde el
empleo eso tiene una serie de consecuencias, como que sus hijos no pueden ir a
la escuela, y que los estudios nos muestran esas consecuencias a largo plazo.
Pero no, lo que dijeron fue que teníamos que luchar contra la inflación porque
si no lo hacíamos no se sabía que podría pasar.
Los economistas tienen
distintos puntos de vista sobre esta cuestión, pero lo que es claro es que las
responsabilidades definen los puntos de vista. La vida personal de cada uno
incide sobre lo que dice. En la mayor parte de los casos, los trabajadores no
tienen nada que decir sobre la política monetaria.
Sin embargo, hay
algunos países que son un ejemplo de lo contrario. En Suecia, un representante
de los trabajadores integra el consejo del banco central. Se escucha así una voz
que habla a favor de la lucha contra el desempleo. Hay países en los que se
reconoce que los mercados financieros constituyen un grupo que tiene intereses
específicos, y no se quiere que dominen el consejo del banco central. Tampoco se
permite la presencia de los mercados financieros. Sólo se acepta a aquéllos que
tienen una opinión neutral.
La universidad es neutra. Como en cierto modo
es a eso a lo que me dedico, me hace sentir algo incómodo hablarles de ello. Lo
que hay que saber es que la independencia es posible en el marco de un mandato
más amplio, en el de un banco central más representativo. En mi opinión, un
banco central más representativo es más democrático y más
independiente.
En los Estados Unidos tenemos un banco central
independiente, más democrático que en Europa y que en algunos países. Dos veces
por año el responsable del banco central debe presentar un informe de
actividades ante el Congreso. Y las cosas no terminan ahí. En un famoso
discurso, un ex responsable de la Reserva Federal dijo: "El Congreso nos creó,
el Congreso puede destruirnos".
En otras palabras, sin duda el banco
central estadounidense tiene sensibilidad política a pesar de su independencia.
Si permitiera que el desempleo se desbocara, su carta sufriría un cambio. Eso
sería ineluctable, dado que actuar de esa forma sería antidemocrático. La
Reserva Federal, por lo tanto, si bien es independiente, es muy sensible en
términos políticos, mucho más que gran número de bancos centrales, en especial
el Banco Central Europeo.
Por otra parte, hay que tener en cuenta algo
bastante desafortunado: que los directores de los bancos centrales tienen
infinidad de competencias pero que, en realidad, las mismas no existen. En la
mayor parte de los países, no son necesariamente los mejores economistas los que
ocupan los mejores lugares para emitir opinión en materia de macroeconomía. El
resultado de todo eso es que muchos bancos centrales no producen estabilidad ni
crecimiento.
Si se observa el caso de diferentes países, se percibe que,
la mayor parte de las veces, los bancos centrales independientes que hacen
hincapié en la inflación lograron una cosa: reducir la inflación (de no haberlo
conseguido, la situación sería aterradora).
La cuestión, sin embargo, es
saber si se aceleró el crecimiento. ¿Aumentaron los sueldos? ¿Bajó el desempleo?
¿El desempeño real es mejor?
Joseph
Stiglitz. PROFESOR DE ECONOMIA, UNIV. DE COLUMBIA.
PREMIO NOBEL DE ECONOMIA
Fuente: www.rebelión.org
, 24/5/04.