Peor aún, los ejecutivos de la sede central de Wal-Mart, situada
en Bentonville, Arkansas, se dieron cuenta de que no podían cambiar el acuerdo
porque no conocían a la gente adecuada en Washington. La empresa nunca había
gastado un centavo en hacer lobby. "No estábamos presentes", comenta Jay Allen,
vicepresidente de Wal-Mart.
El incidente constituyó una lección que Wal-Mart tenía que
aprender. Tras años de crecimiento explosivo, la minorista no podía seguir
expandiendo su imperio y olvidarse de la máxima de su fundador, Sam Walton, de
huir de la política.
Así fue cómo en 1998 la minorista contrató a su primer empleado
responsable de hacer lobby —Norm Lezy, un ex teniente general de la Fuerza
Aérea—y buscó convertirse en una empresa que pudiera modificar las políticas
públicas para que se ajusten a sus necesidades de negocios.
Desde entonces, Wal-Mart ha aprendido la lección con creces,
tanto que ha salido vencedora de algunas grandes batallas globales. En 2002, la
minorista contrató a Angela Marshall Hofmann, una experta comercial del Partido
Demócrata, para que usara sus conexiones con el gobierno en Washington para
lograr que Wal-Mart tuviera un asiento en un comité de asesoría del Departamento
de Comercio de EE.UU. acerca de la industria minorista.
En su calidad de miembro del comité, Hofmann viajó en septiembre
a Cancún, México, para hacer un seguimiento del Tratado de Libre Comercio para
Centroamérica, Cafta, que pretende impulsar el comercio mediante la eliminación
de aranceles entre Estados Unidos y Guatemala, El Salvador, Costa Rica,
Nicaragua y Honduras. Muchos jeans, camisas polo y otras prendas vendidas en
EE.UU. se cosen en la región.
En el Cafta, Hofmann y sus aliados lograron que se permitiera a
los fabricantes de ropa centroamericanos utilizar el textil menos caro de
México, incluida la tela de jean. Esto significa que esos fabricantes pueden
enviar productos libres de impuestos al mercado estadounidense aunque estén
producidos en parte con materiales mexicanos que de otro modo hubieran sido
excluidos del acuerdo. Las fábricas textiles de EE.UU. perderán negocios y las
minoristas como Wal-Mart obtendrán productos más baratos para vender y a la vez
aumentarán la actividad de las maquilas centroamericanas.
En Washington, Wal-Mart tiene ahora en nómina a cinco personas
para hacer lobby y contrató a un puñado de jóvenes colaboradores encabezados por
Thomas Hale Boggs Jr., uno de los abogados especializados en lobby más famosos
de la capital de EE.UU. Según los informes de la Comisión para las Elecciones
Federales, en 2003 la empresa fue la que más contribuyó a los partidos políticos
y sus candidatos, con más de US$1 millón en contribuciones, cifra que contrasta
con los US$182.000 que aportó durante el período electoral 1997-98. El Comité de
Acción Política, o PAC, de Wal-Mart, una cuenta bancaria que se nutre de las
contribuciones de empleados y que la empresa utiliza para influir en la
política, está considerado como el segundo mayor de su categoría en Washington,
dice el Center for Responsive Politics, una organización no partidista que
monitorea las donaciones políticas.
Al contrario de la mayoría de las corporaciones, que aportan
dinero a los partidos Republicano y Demócrata en una cantidad proporcional a la
forma en la que está dividida su representación en el Congreso de EE.UU., un 85%
de los cheques de Wal-Mart van a parar a los republicanos. Y hace poco Allen fue
nombrado "pionero" por los responsables de la campaña de George W. Bush, lo que
significa que ha recolectado al menos US$100.000 en contribuciones de amigos y
colegas de hasta US$2.000 cada una.
Los aportes confirman la hostilidad de las relaciones de Wal-Mart
con los sindicatos y su dependencia de los acuerdos de libre comercio. Wal-Mart
justifica el carácter sesgado de su apoyo a los republicanos con el argumento de
que está apoyando a candidatos que están a favor de los negocios.
El giro de Wal-Mart hacia la política coincidió con el período de
continuo ascenso que la convirtió en la mayor cadena minorista de EE.UU., con
peso suficiente como para impulsar a la baja los precios al consumo, traspasar
las barreras comerciales y forzar a los competidores a que exijan concesiones a
los sindicatos para reducir costos.
Después de perder una batalla en Washington con una norma que
impide que las cadenas minoristas compren instituciones de ahorro y préstamo, un
sector en el que la empresa quería incursionar para aprovechar su red y su
enorme base de clientes, Wal Mart revisó su estrategia.
Sus aliados en el Congreso se precipitaron a ofrecer asesoría,
incluido Trent Lott, en aquel entonces líder de la mayoría republicana del
Senado. Según un congresista que asistió a la reunión, Lott llegó a Bentonville
a fines de 1999 con un mensaje sencillo: hágase notar más y abra su billetera.
La oficina de Lott no quiso hacer comentarios.
Para lograrlo los ejecutivos de Wal-Mart se propusieron engordar
su PAC. En una reunión celebrada en agosto de 2000 a la que asistieron miles de
gerentes de Wal-Mart, se pasaron cubetas para las donaciones, además de
formularios que autorizaban deducciones automáticas de las nóminas para
contribuir al PAC.
El apoyo trajo consigo recompensas. Por ejemplo, en noviembre de
2002 la administración Bush propuso que para 2015 se eliminen los aranceles
sobre los bienes manufacturados importados a EE.UU. El representante comercial
de EE.UU., Robert Zoellick, se presentó ante los medios de comunicación con dos
cestas idénticas de productos para bebé de Wal-Mart. El que no tenía aranceles
era US$32 más barato. Una invaluable publicidad y gratis.
El PAC de Wal-Mart tiene actualmente cerca de US$1,5 millones,
según su informe de marzo de 2004. Cerca del 19% de los más de 60.000 gerentes
que la empresa tiene en EE.UU. aportan dinero con contribuciones mensuales
promedio de US$8,60, dice Allen.
La empresa también ha tenido problemas en el frente laboral. A
fines del año pasado, agentes de las autoridades de inmigración y aduanas de
EE.UU. irrumpieron en varias tiendas y arrestaron a más de 200 trabajadores
indocumentados empleados por las empresas que subcontrata Wal-Mart para limpiar
los establecimientos. Norm Lezy, el ex miembro de la Fuerza Aérea que hace parte
del equipo de lobby, aprovechó las ya mejoradas conexiones de Wal-Mart en
Washington y envío a una persona al Congreso y la Casa Blanca para explicar que
el problema era de los subcontratistas. Wal-Mart también exhortó a los
legisladores a que la reforma de las leyes de inmigración tome mayor importancia
en el debate nacional. Las autoridades siguen investigando el caso de
inmigración.
Fuente: www.wsj/Americas.com ,
24/3/04.